"Horacios y Curiáceos", una tragedia en la República de Roma
Hoy vamos a ofrecerles la que está considerada la mejor de las óperas serias compuestas por Domenico Cimarosa. Esta tragedia en tres actos se basa en la tragedia Horacio de Pierre Corneille y cuenta con libreto de Antonio Simeone Sografi. El estreno tuvo lugar el 26 de diciembre de 1796 en el Teatro de la Fenice de Venecia. Esta primera representación se saldó con un completo fracaso, y el disgusto que se llevó Cimarosa fue tan grande que abandonó sin pérdida de tiempo la ciudad. Sin embargo, veinte años después, la obra fue repuesta y se convirtió en un éxito triunfal desde la primera función. Nada menos que 48 veces se representó en esa temporada, siendo muiy pronto aplaudida en la Scala de Milán y en París. Por desgracia, Cimarosa llevaba quince años muerto y nunca llegó a saborear este triunfo.
A diferencia de otras óperas de éxito, Horacios y Curiáceos no sólo sobrevivió a su primera temporada de éxito sino que continuó representándose durante muchísimos años. Resulta por tanto sorprendente que hoy no ocupe un lugar estable en el repertorio y ello pese a contar con una grabación de referencia, realizada nada menos que por Carlo Maria Giulini. Como curiosidad, podemos contarles que una parodia de esta ópera, debida a Francesco Gnecco, sería luego convertida en la ópera Ensayo de una ópera seria, que nuestro Vicente Lleó reciclaría como zarzuela en El maestro Campanone.
Se dice que Horacios y Curiáceos fue una obra que gustó mucho a Napoleón, algo sorprendente si tenemos en cuenta que afirmaba que la música era el menos molesto de los ruidos. El emperador vio seguramente el montaje parisino con la cantante Giuseppina Grassini, que durante un tiempo fue su amante, y el castrato Girolamo Crescentini. Ambos habían tenido el honor de participar en la producción del estreno de Venecia, la que se saldó con un gran fracaso.
Horacios y Curiáceos se corresponde a la moda de la última década del siglo XVIII de llevar a escena melodramas en los cuales se aludía veladamente a la revolución francesa, exaltándose las virtudes republicanas, aquí transportadas a la antigua Roma. Nos hallamos por tanto ante un tipo de ópera muy distinta a La clemencia de Tito de Mozart y otras por el estilo, concebidas para la corte vienesa. Ahora los mitos y la historia antigua no eran un arquetipo para agasajo de los monarcas absolutistas, sino el espejo en el cual la nueva Europa de Napoleón quería mirarse. Es probable que Cimarosa lo entendiera así, pues hasta su muerte siguió produciendo tragedias en este estilo, como Artemisia, reina de Caria o Atilio Régulo.
La ópera se desarrolla durante la guerra de la república de Roma con la ciudad de Alba Longa. Los protagonistas son las dos familias a las que alude el título, los Horacios, romanos y los Curiáceos, albeses. Ambas están ligadas mediante el matrimonio de algunos de sus miembros. Ése es el caso de Marco Horacio, casado con Sabina Curiácea. A su vez, la hermana de Marco, Horacia, ha aprovechado una tregua para desposar a Curiáceo, el cabeza de esta familia.
Sin embargo, los acontecimientos se precipitan cuando el rey de Roma, Tulo Ostilio y Mecio Fufecio, deciden resolver el conflicto con un combate entre tres campeones de cada ciudad, que se enfrentarán entre sí a muerte. Los elegidos por una y otra ciudad son precisamente los Horacios y los Curiáceos, por lo que el primer acto acaba con los temores de unos y otros al saber que varios de ellos no regresarán con vida de ese combate y los lazos familiares quedarán irremisiblemente manchados de sangre, de sus maridos o hermanos.