Este 2009 se cumplen 50 años de la muerte de Heitor Villa-Lobos, considerado ya no solamente el compositor más célebre de Brasil, sino de toda América Latina. Su aportación a la música de su país es inconmensurable: además de su ingente producción, diseñó un sistema pedagógico para todas las escuelas de Brasil basado en su música popular, del que han bebido varias generaciones de niños. Sin duda alguna, son muchos los músicos brasileños que están hoy en deuda con Villa-Lobos.
De su vasto catálogo hemos escogido para escuchar hoy en Acompasa2 sus Bachianas brasileiras, en las que logró algo tan inaudito como adecuar los elementos tonales, polifónicos, contrapuntísticos, rítmicos y estructurales de la música de Johann Sebastian Bach al folklore de su país. Ofrecemos hoy a nuestros oyentes las bachianas 1 y 3 y completaremos el ciclo en las próximas semanas.
La primera de las bachianas, escrita para una formación tan original para la época como una orquesta de violonchelos (lo cual no ha de extrañar si se tiene en cuenta que fue dedicada a Pau Casals y que, además, ése era su instrumento favorito), salió de la pluma de Villa-Lobos en 1930, pero no la estrenaría hasta dos años después, aunque incompleta, ya que sólo presentó al público los dos primeros movimientos, preludio y fuga. Todavía tendrían que pasar otros seis años más hasta que dirigiera en la Sociedade Pro-Musica de Sao Paulo la versión definitiva, con un movimiento introductorio añadido.
Para entonces Villa-Lobos (que ya había estrenado la Bachiana Nº 2) ya había tomado conciencia de su propósito de adaptar el lenguaje de Bach al folklore brasileño, para lo cual añadió a cada número una denominación tomada de la música popular de su país, sin prescindir del nombre de las formas ‘bachianas’. Así, la introducción pasaba a ser una “embolada”, el preludio una “modinha” y la fuga, una “conversa”.
El preludio es uno de los números más populares del músico y se trata de un ensoñador adagio que sigue fielmente los esquemas de los escritos por el genio de Eisenach, pero es en la fuga, de progresión poco animato, donde hace Villa-Lobos la siguiente declaración de intenciones: “Se trata de la espiritualización de la sintaxis de Bach a fin de adecuarla a la conversación musical de cuatro choros”. Curiosamente, esta fuga tiene la particularidad de parecerse poco a la del idolatrado maestro alemán.
Una particularidad de las bachianas es que finalizan con todos los instrumentos al unísono sobre una misma nota, algo que inaugura esta primera sin excepción.
Respecto a la Bachiana Nº 3, resulta sorprendente que Villa-Lobos dedicase tan sólo una de las bachianas a la combinación piano-orquesta, pero es evidente que lo hizo pensando en las capacidades de José Vieira Brandao, quien estrenaría la versión original, para piano solo, de la Nº 4. Nuevamente el estreno tiene lugar mucho después del proceso de composición, viendo la luz el 19 de febrero de 1947 en Nueva York, nueve años después de su escritura.
Villa-Lobos dirigió entonces a la Orquesta Sinfónica Columbia y a Vieira Brandao. Se estructura de la siguiente manera: Preludio (Ponteio), Fantasía (Devaneio), Aria (Modinha) y Tocata (Picapaú). Villa-Lobos introduce pasajes de gran dificultad técnica para el solista, especialmente en el primer movimiento, donde hay pasajes de verdadero virtuosismo pero sin caer en el exhibicionismo ni la espectacularidad vacía. Se trata de un adagio en re menor con una cadenza ‘meno mosso’ antes de la reexposición y otra breve, que precede la recapitulación.
El movimiento final, muy apreciado por el público, es un allegro en ¾ que pone en graves aprietos al solista, cuya parte se indica en la partitura como “Ben rimato (mecánicamente)”. A la sazón, puede considerarse esta bachiana más una suerte de Variaciones sinfónicas a la manera de Franck que un verdadero concierto para piano.
Escucharemos estas bachianas en la interpretación de la Orquesta Sinfónica de Brasil a las órdenes de Isaac Karabtchewsky y con la participación en la Nº 3 del pianista Nelson Freire.
Otras obras hoy en Acompasa2:
-Sinfonía Nº 3 de Bohuslav Martinu (1944). Orquesta Sinfónica de Bamberg. Director: Neeme Järvi.
-Pequeña Sinfonía concertante de Frank Martin (1945). Orquesta de la Suisse Romande. Director: Armin Jordan.