El compositor belga Guillaume Lekeu falleció en 1894, a los 24 años de edad. La brevedad de su existencia abortó una vida que se prometía fecunda en obras maestras, a juzgar por las partituras que nos han llegado de él. Alumno de Cesar Franck durante breve tiempo, la muerte de éste le privó de un apoyo que le hubiera sido muy beneficioso. Aún así, Vincent D’Indy, también alumno de Franck, le tomaría bajo su protección
Al año siguiente, Lekeu presentó su cantata Andrómeda a la versión belga del Premio de Roma, pero se le concedió injustamente el segundo premio, por no haber sido alumno de los conservatorios belgas. Por fortuna, el gran violinista y compositor Eugene Ysaye le encargó una sonata para violín y piano, que difundiría por todo el mundo con gran éxito. Pero Lekeu no disfrutaría de él, ya que falleció víctima de fiebres tifoideas.
En 1888, a los 18 años, Lekeu escribió otra sonata, ésta para violonchelo y piano, en fa mayor pero nunca la publicó. El manuscrito salió a la luz entre sus papeles años después de su muerte y presentaba un final misteriosamente interrumpido. La duda se cernió entonces sobre los expertos. ¿Lekeu no la había terminado o faltaba alguna página del manuscrito? En todo caso, en 1923, su maestro D’Indy trató de reparar esta carencia, añadiéndole de su pluma un final de circunstancias, que descompensaba la profunda carga emocional de los dos movimientos primeros. Y es que el veterano compositor nunca fue, al contrario que su alumno, un hombre dado a la música sentimental.
La longitud y la complejidad de esta obra son inhabituales para este tipo de obras y nunca desde el opus 102 de Beethoven había alcanzado una sonata para violonchelo tales dimensiones. Explosiones de rebelión, sollozos pianísticos, soliloquios elegíacos del violonchelo y secciones que confrontan himnos de paz celestial con los más arrebatados sentimientos, prueban que, a pesar de estar el músico todavía realizando sus estudios secundarios, el sufrimiento del genio no es patrimonio exclusivo de los años.
Hoy en Acompasa2 escucharemos esta sonata, en la interpretación de Alain Meunier, violonchelo, y Philippe Gilhon-Herbert.
-Y también hoy...la Sinfonía Nº 5 de Bruckner con la Philharmonia Orchestra, dirigida por Benjamin Zander.