Thomas Linley, el Mozart inglés
Y hoy proponemos a nuestros oyentes acercarnos a la obra de quien fue llamado el Mozart inglés, Thomas Linley el joven, autor que nació el mismo año que el genio de Salzburgo, en 1756. La muerte, sin embargo, truncó su carrera mucho antes que la de éste, a los veintidos años de edad.
Al igual que Mozart, Thomas Linley era hijo del compositor del mismo nombre, aunque su formación musical corrió a cargo de William Boyce, uno de los creadores musicales más importantes de la Inglaterra del siglo XVIII.
Consciente del enorme talento de su hijo, Linley padre lo envió a Italia, donde estuvo desde los doce a los quince años, aprendiendo con Pietro Nardini, alumno de Tartini y extraordinario violinista, quien lo formó también en este instrumento. A los catorce años, Linley, a quien llamaban Tommasino en Italia, conoció a su coetáneo Mozart en Florencia y surgió entre ellos una sincera amistad, llena de mutua admiración. De hecho, el musicólogo Charles Burney da cuenta en sus memorias del enorme caudal creativo de ambos genios, los más precoces de toda Europa.
A su regreso a Gran Bretaña, Linley prosiguió su carrera, convirtiéndose en la mano derecha de su padre, que dirigía exitosos conciertos en escenarios como el Teatro Drury Lane y en la ciudad de Bath. La producción de Linley se compone de música coral, canciones y conciertos y sonatas para el violín, del que era un virtuoso. Estas últimas obras eran interpretadas en los conciertos dirigidos por su padre, durante los intermedios de los oratorios de otros autores.
Además, él y su progenitor pusieron música a la comedia ambientada en Sevilla La dueña, de su cuñado, el irlandés Richard Brinsley Sheridan. Esta obra inspiraría en el siglo XX dos óperas: La dueña de Roberto Gehrard y Matrimonio en el convento de Prokofiev.
Por desgracia, la prometedora carrera de Linley, quien quizás hubiese cambiado el curso de la historia musical inglesa, se interrumpió de forma abrupta, cuando falleció como consecuencia de un accidente en barca durante una travesía de placer junto a su familia, para visitar el Castillo de Grimsthorpe.
Una idea de lo popular que llegó a ser Linley en vida nos la da el hecho de que el gran pintor Thomas Gainsborough lo retratase en tres ocasiones a lo largo de su corta vida.
Poco ha sobrevivido de la obra de Linley, pero en las partituras supervivientes, como la que escucharán en breve, refleja profundas influencias de Purcell, Haendel y el Bach de Londres, Johann Christian, y su muerte es una de las grandes tragedias de la historia de la música inglesa.
La obra que hoy les proponemos para abrir Acompasa2 es su Oda lírica sobre las hadas, las criaturas voladoras y las brujas de Shakespeare, también conocida sencillamente como Oda Lírica u Oda Shakespeare. En ella, Linley homenajea al Cisne de Avon mediante un texto de su amigo el francés Laurence, en el que un espíritu, el de Avon, narra cómo Júpiter insufló a Shakespeare el genio con el que desarrollaría su carrera literaria.
Se describe entonces su universo, apelando especialmente a los elementos sobrenaturales que lo pueblan, como las hadas de El sueño de una noche de verano o las brujas de Macbeth. Esto confiere a la obra cierta atmósfera prerromántica, aunque Linley también nos deleita con fugas haendelianas, y refinados minuetos de ecos vieneses, con inspirados pasajes para lucimiento del oboe y las trompas.