TanTan-Dakhla
Escucho afuera un zumbido como de autopista muy transitada, pero el asfalto más cercano es el de la carretera, a un par de kilómetros, y no se parece en nada a una autopista ni está muy transitada. Aún estoy en el saco, sin haberme despertado del todo, y doy por buena la hipótesis de que será cosa del sueño.
Se me han pegado las sábanas. Quería estar en ruta a las 7 de la mañana. Son las 7 y todavía no me he duchado. Me asomo a la puerta para comprobar que los italianos siguen en el camping, y que a Paquita no le falta nada que no esté conmigo. Lo que veo al abrir la puerta me deja atónito. Frente a mí, a cincuenta metros, una sucesión de olas azotadas por el viento rompen unas sobre otras creando ese sonido como de rumor ronco de fondo. Era el zumbido que escuchaba desde dentro de mi saco, y no podía imaginar ni remotamente al despertar que ese rumor se debía a que un océano se me había venido a la puerta de la habitación.
No hay agua caliente en la ducha. Los italianos aseguran haberse duchado con agua caliente y me dejan ducharme en una de sus habitaciones. Pero tampoco hay agua caliente en la suya. Decido no pelearme con mi sino, me ducho con agua fría y doy el tema por zanjado. Lo cierto es que la ducha fría me pone en órbita y me siento repleto de energía. Va a ser un día largo y duro, pero me propongo disfrutarlo, y no correr. Cuando arranco son las 8:30.
La luz de la mañana es preciosa. No puedo evitar parar varias veces para hacer fotos. Tardo tres horas en cubrir 170 kilómetros de asfalto en línea recta y sin tráfico. Eso es ir muy tranquilo. Además, no puedo dejar de parar en Tarfaya todo el tiempo que la situación requiera. Es un lugar anodino, pero vinculado a Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, por quien siento debilidad. Cubría la ruta postal en su avioneta entre Saint Louis y Casablanca, y paraba en Tarfaya para repostar. En esta ciudad hay un monumento y un museo en su memoria.
El monumento es como de juguete. Por el tamaño, y porque se trata de un avión de hélice de época, como en el que volaba, y como el que aparece en El Principito. Además, no se trata de una interpretación artística del autor, sino de una reproducción literal del que aparece en el libro, sin ninguna gracia ni talento creador incorporado a la obra. Tal vez por esa razón resulta tan asequible, tan propio. El monumento respira una inocencia casi infantil, y me digo que quizá fuera esa la intención del autor, y acercarse así cuanto es posible al espíritu de Saint-Exupéry y de El Principito.
En estas estoy, dándole vueltas a la intención del autor en la creación de su obra, cuando de pronto se apean de tres todoterrenos un grupo de ocho chicas canarias. Me cuentan que están allí el fin de semana, participando en un encuentro relacionado con la danza. Juro que no miento. Ocho chicas con un coordinador y un guía. Canarias. Y todas ellas relacionadas con la danza. De pronto tengo la sensación de ser yo el centro de atracción, porque todas me piden hacerse fotos conmigo. Yo quiero una foto con él, que es como un Principito pero en grande, dice una. Y no se imagina ni por lo más remoto lo acertada que está.
Me invitan a comer con ellas. Siento la enorme tentación de aceptar, pero decido continuar. En cuanto me monto en la moto sé sin lugar a dudas que me he equivocado. No voy a tener muchas ocasiones de divertirme, y para divertirme no se me ocurren muchos planes mejores que pasar un rato con ocho chicas canarias. Me prometo a mí mismo no tratarme tan mal en lo sucesivo, y permitirme un rato de ocio y diversión en cuanto se presente la ocasión. Por si fuera poco, todas ellas tienen fotos de mí, pero no me di cuenta de hacerme una foto con ellas, así que no podré demostrar que lo que cuento es tal cual lo cuento.
El museo en memoria de Saint-Exupéry está cerrado. Más bien parece clausurado. Y no hay señal de vida humana alrededor que pueda informarme de su situación. Y digo que pueda informarme porque los quince niños que registran la moto en busca de algo que llevarse no cuentan. No tienen ni idea de quién era Saint-Exupéry, y solo cuando doy un grito y amenazo con llamar a la policía se tranquilizan y se están quietos. La bolsa sobre el depósito está abierta, al igual que las bolsas laterales delanteras, pero afortunadamente no falta nada. Me ven enfadado, y se inquietan. Entonces varios señalan al más pequeño como el culpable, y es cuando de verdad me enfado un poco con los que han señalado. Se puede ser ratero, pero no cobarde.
A medida que me acerco a El Aaiún se intensifica la presencia militar y policial. El tráfico es escaso, pero una gran parte de los vehículos son camiones o furgones del ejército o la policía. Y cada vez son más frecuentes los controles en carretera. Llevo conmigo las fichas con todos mis datos del pasaporte, incluidos los datos relacionados con el sello de entrada en Marruecos (frontera y fecha de entrada, y número de visado), y eso agiliza mucho el trámite. En algún puesto ni siquiera me piden el pasaporte y se conforman con ese papelito. En todo caso, no deja de ser un incordio pararse a cada tanto para responder a las mismas preguntas.
El Aaiún no es un lugar tan inhóspito como imaginaba. De hecho, es un lugar en cierto modo agradable a la vista. Veo árboles, y pienso que hace tiempo que no veía uno, aunque en realidad solo hace un par de días de eso. Y es que el tiempo parece ahora ser de goma, y cada día de este viaje vale en intensidad por cuatro. Cruzo la ciudad, pero no me detengo. Dejo atrás El Aaiún, pero no los puestos de control de la policía.
Las poblaciones están más separadas entre sí que el día anterior. Dos gasolineras consecutivas llegan a estar a 120 kilómetros de distancia una de otra, pero teniendo siempre el depósito entre lleno y medio lleno no tengo problema. Ni cualquier moto sin un depósito de 38 litros pero con piloto precavido lo tendría. Sin embargo, se hace fuerte una sensación injustificada de escasez, y eso se debe a la ansiedad que provoca tanto espacio abierto, de horizontes infinitos que parecen ser siempre el mismo.
El mar ha viajado a mi vera todo el día, conmigo. Unos kilómetros lo hace algo más allá, y otros junto a mí, pero siempre presente. Viajo entre las inmensidades del océano y del desierto, y eso me provoca la ilusión de convertir mi carretera en una cuerda floja sobre la que mantengo un delicado equilibrio.
La tarde resulta monótona, y me aplico en cubrir distancia. Solo paro a descansar de vez en cuando durante unos minutos, y un par de veces para hacer unas fotos. Llego a Dakhla completamente agotado después de doce horas de viaje y algo más de ochocientos kilómetros de recorrido. Otra vez el camping. El que me atiende es un chaval joven, simpático, amable y educado. No casa en este lugar. Esta vez no se aplica el impuesto de porque sí a los que llegan a última hora, y pago 5 euros, que considero un precio justo. Aparco a Paquita junto a dos quads preparados para largo recorrido, con un aspecto imponente (a cuyos dueños no llegaré a ver), saco de las maletas lo imprescindible para pasar la noche y me instalo. La manta tiene el mismo tacto grasiento que la de la noche anterior, y hay arena sobre la sábana, además de un rastro oscuro en el lugar que ocuparía una persona. Retiro todo y coloco mi bendito saco.
Me doy una larga ducha en el baño público, con las chanclas bien calzadas y procurando no rozar mucho las paredes cuyas manchas tienen relieve. No hay nada que cenar a tiro. Con mi infiernillo me preparo un té bien caliente con leche condensada y miel, y me lo tomo a pequeños sorbos dando cuenta de mis últimas existencias de galletas Chiquilín.
Limpito y cenado me acuesto. Estoy molido, pero me llevo la cámara de fotos a la cama y aprovecho los últimos minutos antes de dormir para visionar las fotos que he hecho durante el día. Al verlas me doy cuenta de por qué estoy tan cansado. Me parece que el día ha tenido cien horas. No creo haber terminado de pensar la frase, y me quedo dormido.
También puedes seguir la aventura en www.escritoressinfronteras.org
clara dijo
quiero conocer tan tan y lo que veo es maravilloso si puedes mandarme fotos del centro y demas te lo agradesco estas haciendo una labor importante.
28 jun 2012
rachid dijo
HOLA soy de tan tan,y cual que cosa que te intersa saber de la cuidad cuenta conmigo.
16 dic 2013