De máquinas expendedoras, vasitos de caldo e inicios de temporada
Tendría apenas trece años cuando fui por primera vez a Toledo. Un día deambulé por la comisaría de Policía Nacional y en un rincón encontré el objeto que, sin saberlo en aquel momento, haría que encaminase mis pasos hacia un trabajo en un lugar rodeado de mucha gente. No os riáis: el objeto en cuestión era una máquina expendedora de bebidas calientes... ¡Con vasitos de caldo a unas 15 pesetas!
Siempre quise trabajar en una empresa que tuviera, no ya máquinas de café, sino máquinas de café que preparasen caldo. El de las pastillas de Avecrem, el de toda la vida. Durante un tiempo, trabajando en Málaga como redactor autónomo, tenía todo el día...