"Cuestión urgente": El mundo sigue igual aunque la televisión no
miércoles 27.nov.2013 por Raúl Díaz 0 Comentarios
Dicen los investigadores que el mundo cambia a una velocidad de vértigo, que nada es igual que antes, que la sociedad vive en una vorágine informativa donde la tecnología juega un papel fundamental. Quizás tengan razón, quizás el siglo XXI trajo consigo nuevos retos, pero miro a mi alrededor y veo que tampoco hemos cambiado tanto. Sí, cuando yo era pequeño no habían ni pantallas planas, ni móviles, e Internet era sólo un proyecto. Sin embargo, la gente tenía los mismos problemas que ahora. Habían diferencias sociales, la pobreza se cebaba con los más débiles, los discapacitados tenían dificultades para encontrar su hueco en la sociedad y las mujeres partían con desventaja en el mundo laboral con respecto a los hombres. Han pasado más de cuatro décadas y la cosa sigue (casi) igual…
A finales de los 60 yo era un niño. Me encantaba jugar con los amigos después del colegio, merendar pan con aceite y ver la tele antes de irme a la cama. Recuerdo que en aquella época hubo un programa que me marcó notablemente. No era para mi edad, pero mi padre siempre lo veía y años más tarde, me lo recordaba. Me refiero a “Cuestión Urgente”, un espacio de denuncia que estuvo durante 3 años en antena. Empezó sus emisiones el 17 de noviembre de 1967, en lo que antes se conocía como UHF, el segundo canal que se había estrenado un año antes. Entre el equipo de profesionales que lo hacían posible se encontraban grandes nombres de la televisión en este país como Merçè Vilaret, Ramón Marcet y Esteve Durant. Supongo que alguno se lo habrá imaginado ya, pero es que este programa se hacía desde Barcelona; desde los estudios Miramar para toda España.
Está considerado hoy como programa de culto, y es que fue una ventana a los temas que la televisión de la época se empañaba en esconder. No era un escaparate de bailarines y luces de neón, ni una comedia ligera. “Cuestión Urgente” mostraba la cara más dura de una sociedad que se debatía entre el desarrollismo y la pobreza.
Analfabetos, personas mayores o enfermas protagonizaban los reportajes en los que el equipo mostraba, que la España de los 60 no era sólo minifaldas, suecas y playas. Fue, para mí y con la perspectiva de los años, una bocanada de realismo.
Hay muchas hipótesis sobre por qué acabó el programa. De hecho, algunos de los profesionales que participaron decidieron dejar el mundo de la telvisión y es que “cuestión urgente” se convirtió casi en una “cuestión de estado”. Han pasado los años y los temas se siguen repitiendo: La pobreza infantil, los ancianos y sus cuidados, el mundo del trabajo… Sin embargo, hoy la televisión ya no es simplemente una pantalla, hoy propicia que la gente se involucre, que ayude a los que más lo necesitan y consigue que estos problemas no caigan en el olvido.
Desde aquí mando toda mi admiración a aquellos pioneros de la televisión-denuncia, una de las funciones, sino la más importante, de la televisión pública. Un trabajo que TVE lleva décadas desempeñando en muchos y variados espacios y que ayuda a que los profesionales de la información y los ciudadanos sean mejores personas. Quizás el mundo siga igual pero la televisión no…