La familia no; la historia, tampoco

    viernes 8.jun.2018    por Arantxa Vela Buendía    0 Comentarios

El dramaturgo y director Gon Ramos estrenó en el Festival SURGE “La familia no”. Pronto podremos ver este montaje en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. Estreno 14 de junio.  


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        El dramaturgo Gon Ramos ha escrito hasta ahora textos en los que, además de contarnos una historia, juega con el hecho de contar historias. “Yogur Piano” y “Un cuerpo en algún lugar”, dos de sus obras anteriores, (no llegué a ver “Petite mort” en la que compartía autoría con María Velasco) rompen con los estándares narrativos. Siguiendo con su pasión de darle un revolcón al relato, Ramos ha presentado en el Festival SURGE de Madrid “La familia no” y ha avanzado tanto en eso de cuestionar la “historia” que no hay forma de saber qué les ha ocurrido exactamente a los cuatro personajes.

         Sabemos que son hermanos, que tienen edades muy distintas y que dejaron de ver a sus padres siendo niños. Si sus padres los abandonaron, si murieron, si fueron ellos los que murieron y no los padres, si unos se marcharon y otros se quedaron, lo desconocemos. La obra avanza sin dejarnos ninguna certeza. Entonces, ¿qué es la obra si no hay relato que la organice? Pues si dejamos a un lado la lógica de un hilo narrativo, si nos olvidamos de la causa y el efecto, del antes y el después, nos sumergimos en el mundo de las emociones, de las sensaciones… o del inconsciente.

LA FAMILIA NO - FOTO DAVID RUIZ-1996         ¿Qué se representa? ¿Qué se pone en escena? Voy a intentar descifrar lo que nos propone Gon Ramos. Las sensaciones, las emociones, sin un relato que las exija evolucionar, son como fogonazos: intensos, breves y sólo se prolongan en el tiempo gracias a la repetición. “La familia no” está fragmentada en escenas sin continuidad; están yuxtapuestas, una pegada a la otra. Alterar el orden no alteraría la historia  porque no se nos cuenta lo que les pasó. Lo que se nos dice, una y otra vez, lo que se representa hasta la extenuación es la sensación de abandono. No llegamos nunca a estar seguros de si estos cuatro hermanos fueron o no abandonados, sabemos que es así como se sienten: niños sin padres, eternamente condenados a ser niños sin padres.

         Como espectadores, esta ruptura con la narración nos exige romper con nuestro pensamiento. Como dice David Mamet, nuestra mente es una máquina de fabricar sentido, de construir secuencias de causa y efecto incluso con hechos inconexos. Gon Ramos nos impide que podamos hacerlo porque no da  continuamente información contradictoria. Vale, nos rendimos. Nos damos cuenta que el mundo que se nos presenta es onírico, poético… y triste.

         Yo empecé a preguntarme si esta tristeza que invadía la platea era producto del drama de los personajes o de la inexistencia del relato. Me acordé de una cosa que me contó Darío Facal cuando rodé el reportaje del “El corazón de la tinieblas”. Me dijo que un problema que sufrieron algunos nativos durante la colonización de África tuvo que ver con que eran incapaces de proyectarse en el futuro; que cuando les encarcelaban o les sometían a torturas, se morían de pena porque creían que eso es la eternidad. Nuestro mundo inconsciente tiene algo de eternidad. El dolor, porque siempre es el dolor, se perpetúa congelado en nuestro interior. Sólo un sortilegio sería capaz de sacarnos de allí. Ese sortilegio es el relato; el relato que haces por la mañana cuando cuentas una pesadilla, el relato que le cuentas a tu analista para explicarte… las obras de Shakespeare, de Cervantes…

         De un tiempo a esta parte, pienso mucho en la importancia de construir historias. Aunque parezcan superadas o pasadas de moda, creo que las historias nos ayudan a no desesperarnos; son el sendero de miguitas de pan que nos hace a encontrar una salida.  A los seres humanos se nos pide que hagamos extraños y difíciles equilibrios entre nuestra naturaleza animal y nuestra parte civilizada, entre lo oscuro de nuestra psique y la razón; se nos ha lanzado a este mundo siendo conscientes de nuestra muerte y ni siquiera sabemos a quién le tendríamos que reclamar.

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         Hace poco acabé de ver la serie de The Terror. Está basada en hechos reales. A mediados del XIX, un grupo de marinos intentó descubrir el paso que conectara el Atlántico con el Pacífico cerca del Polo Norte. No lo lograron. Se quedaron atrapados en el hielo durante años. El horror que debieron vivir esos hombres es inimaginable, pero alguien lo ha imaginado. Los últimos capítulos me resultaban difíciles de soportar. Transmitían de forma eficaz la desesperación ante la certeza de una muerte espantosa. Curiosamente el relato que nos han contado en la serie abre una puerta a la esperanza. ¿Por qué? Dar con la respuesta fue fácil porque el estado anímico al que me sometieron esos últimos capítulos me hizo ver ese final como una liberación. Entonces, me di cuenta de por qué son necesarios los finales felices, por estúpidos e ingenuos que a veces nos parezcan; sin ellos, la realidad sería insoportable. Sin un relato que nos distraiga de la certeza de nuestra desaparición, la vida sería una continua y repetida sensación de abandono.

         No creo que sea casual que Gon Ramos haya roto con el “relato” para hablar de unos huérfanos. La falta de los padres se interioriza como falta de amor y, si no te sientes acogido en la infancia, difícilmente vas a creer en el futuro. Tu ser se queda atrapado, triste y gozoso, en la repetición del hecho que te define: el abandono. El relato de tu vida se rompe, se agota, no existe; queda condenado a la repetición.

Arantxa Vela Buendía

Redactora especialista de escénicas de ¡Atención obras!

 

 

Arantxa Vela Buendía    8.jun.2018 11:52    

Carlos Be violenta la violencia en "Llueven vacas"

    martes 29.may.2018    por Arantxa Vela Buendía    0 Comentarios

    Ha comenzado en Madrid el Festival SURGE, una muestra imprescindible para el aficionado al teatro off. Algunas de las piezas que se estrenan en el SURGE se convertirán en éxitos la próxima temporada. Siempre es interesante asomarse por las salas alternativas para ver este adelanto de la próxima temporada. 

    El dramaturgo Carlos Be ha presentado "Llueven vacas", un texto escrito y dirigido por él que ya tiene versión cinematográfica. La película fue dirigida por Fran Arráez, uno de los actores que colabora regularmente con Be. Sus protagonistas: María Barranco, Víctor Clavijo, Secun de La Rosa, Asier Etxeandía, Gloria Múñoz, Eduardo Noriega, Sergio Peris-mencheta y Maribel Verdú.

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        No me gustan los justicieros en teatro. No me gusta ver cómo se ajusticia a un personaje por muy cargados que estemos de razones para condenarlo. Bueno, creo que no me gustan los personajes cargados de razón, lo achatan todo.

        Entiendo que nos cuesta mucho pensar mal de nosotros mismos y que nos encante identificarnos con los que están de parte de lo correcto; pero al hacer eso, nos autoengañamos, porque jugamos a conocer bien todas nuestras razones; negamos que hay una parte de nosotros que se nos escapa, que no controlamos, incluso que nos avergüenza.

         La violencia dentro de pareja es un tema tan delicado, de tanta alarma social que salirse del ajusticiamiento parece insensible e incluso irresponsable,  pero para mí es un enorme paso adelante: tenemos que intentar comprender si de verdad queremos que las cosas cambien; las mujeres tenemos que intentar comprender qué nos pasa.

         Carlos Be pone en escena el maltrato a la mujer de forma inteligente e incluso poética. Sí, he dicho poética. Aunque parezca incompatible, es posible. Be se inventa a un hombre que no pega a su esposa, lo que busca es destruir su pensamiento. La obliga a fingir que se cree lo que él dice. Él sabe que no es así, que ella no le cree; por eso tiene tanto valor que le siga la corriente, porque renuncia a cualquier idea propia por peregrina que sea. ¿Por qué? ¿Por qué acepta ella el perverso juego? Esa es la gran pregunta. Al evitar la violencia física en escena, Carlos Be consigue poner en primer término esa cuestión: ¿Qué debilita tanto a la mujer?

         Hubo un detalle que llamó poderosamente mi atención. En un momento de la obra, el marido hace que su esposa niegue que tiene madre. La obliga a decir que no sabe quién es esa señora que aparece en una foto con ella de niña y con su padre ¿Por qué eliminar a la madre y no el padre? ¿Por qué? Entonces me vino algo a la cabeza. De la única persona de la que no te defiendes en la infancia es de tu madre y él quiere ocupar ese lugar. La idea me resultó fascinante. ¿Ella no se defiende del maltratador porque inconscientemente le otorga el lugar de la madre?

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         Al salir del teatro, estuve hablando con amigos acerca del montaje y me revelaron la existencia de un curioso término psicoanalítico: el estrago. Fue Jacques Lacan quien desarrolló este concepto que, normalmente, se encuadra en la relación de madre e hija. Como no soy experta en psicoanálisis y mucho menos en Lacan, simplemente me voy a limitar e invitaros a investigar sobre el estrago, si os apetece. Es complicado entenderlo, o casi imposible para alguien que no conoce bien el análisis, pero llama mucho la atención el paralelismo que se podría trazar entre este concepto, la introducción de la madre en la obra de Carlos Be, y como consecuencia, la posible respuesta a la pregunta ¿por qué ella acepta que le roben hasta el pensamiento?  

         Pero este no es el único misterio. Hacen falta dos para bailar un tango aunque sea un tango maldito. La otra gran virtud del texto es que hace que también nos preguntemos por el hombre. ¿Qué le lleva a crear esa cárcel en la que él también está preso? Carlos Be nos muestra la debilidad del ogro, porque el marido es tan terriblemente dependiente del juego como ella y, cuando no puede jugar, se desespera. Hasta tal punto necesita ese ritual que acaba otorgándole a la mujer el poder de convertir en realidad sus mentiras, como si ella fuera capaz de crear con su fantasía esos mundos que él la sugiere y que sabe que no existen. El marido parece envidiar ese raro poder mágico, y al hacerlo, el personaje de la esposa cobra una extraña fuerza y dignidad. Es curiosa esa envidia, muy curiosa. 

 

Arantxa Vela Buendía   29.may.2018 14:50    

“La fiesta” de Israel Galván: El sentido del sinsentido

    martes 22.may.2018    por Arantxa Vela Buendía    0 Comentarios

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    Dice que no le gusta copiarse a sí mismo, que en cada espectáculo tiene que bailar de una forma diferente. Quizá por eso a veces cuesta comprender a Israel Galván; porque en este mundo de etiquetas, de estilos, de opiniones claras, un camaleón, que encima se mueve deprisa, aturde.

      “La fiesta” de Israel Galván fue en sus primeras representaciones un espectáculo polémico, y eso que estamos hablando del Festival de Avignon, por ejemplo. Viendo otras cosas que triunfan en dichos escenarios, no alcanzo a comprender la razón del rechazo. Lo único que se me ocurre es que este caballero ha vuelto a meterse en tierra de nadie, a hacer algo inesperado.

         Intentaré describir un poco lo que vi en los Teatros del canal. El espectáculo comienza con la infancia. Israel se acerca al escenario convertido en niño.  Escuchamos diálogos confusos y entrecortados, vemos gestos excesivos… ¿Es lo que un niño entendería si espía a los adultos cuando se divierten? ¿Nos va a mostrar la visión que un chaval podría tener de “la fiesta” de los mayores, de sus mayores?

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     Ese parece el punto de partida pero después esa intención se diluye y se juega, se juega con lo que son capaces de hacer los cuerpos, los bailes que puedan bailar, los sonidos que puedan hacer sonar; y se monta una especie de concierto sin melodía al que acompañan imágenes que a mí me resultan un tanto oníricas. Es curioso, pero siempre que veo un espectáculo de Israel,  tengo la sensación de que hay algo que parece escaparse de lo más profundo del inconsciente, y ese algo es oscuro.

    El escenario… es escenario y punto. No tiene ningún decorado, acaba donde acaba el backtage. Los artistas lo ocupan entero, no se prioriza el centro, tampoco la parte de delante; puede pasar algo en cualquier recoveco. Hay elementos, sí, pero para hacerlos sonar, para saltar, para girar… no para crear un ambiente. El espacio es un lugar abierto, vago, impreciso.  

       Yo tengo la impresión que este no-orden, porque tampoco es desorden,  tiene que ver con la idea que alimenta el espectáculo. Israel Galván ha puesto en escena no una fiesta sino “la fiesta”, el recuerdo, la resaca de tantas fiestas, lo absurdo, lo que nos queda después, la inconcreción, la confusión, el regusto de haberlo pasado bien.

        No es posible fijar el sentido de algunas cosas,  cuesta. Cuando la tristeza nos come, nos hacemos preguntas; si perdemos a alguien, buscamos razones; pero si estamos de fiesta, no necesitamos repuestas, la necesidad de encontrar sentido se evapora. Quizá por eso en “La fiesta” todo parece estar desdibujado, porque es innecesario un centro que organice el espacio, una melodía que organice el sonido. “La fiesta” tiene el sentido del sinsentido. A la vida le pasa lo mismo, me temo. “Ruido y furia que no significan nada”, ya lo decía Shakespeare.

   POSDATA: Tuve suerte y pude grabar los ensayos antes del estreno en Sankt Pölten, Austria. Desde entonces el espectáculo parece haber evolucionado mucho. Creo que ver el reportaje es ahora más interesante que cuando se emitió. 

Arantxa Vela Buendía

Redactora de escénicas de ¡Atención obras! 

 

 

Arantxa Vela Buendía   22.may.2018 15:57    

María Pagés, Óyeme con los ojos

    jueves 22.jun.2017    por Maite Guisado    0 Comentarios

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En los 27 años de trayectoria de su compañía, por primera vez María Pagés hace un solo, acompañada por sus seis músicos y sus dos cantaores, fundamentales tanto unos como otros en un espectáculo de belleza hipnótica alrededor de la poesía mística.

Teatro Español de Madrid hasta el 25 de junio.

 

Hablamos con la bailaora sevillana María Pagés de su última creación, que toma el sinestésico título de un verso de Sor Juana Inés de la Cruz. Y es que todo el espectáculo gira alrededor de la poesía mística. “Ella era una mística, una mujer de allende los mares, que vivió en una época en la que lo que ella contaba y cómo lo contaba parecía como extraterrestre. Y esa manera de vivir, de buscar la esencia, de buscar ese camino que para ella podía llevar a Dios, que era su objetivo, en realidad lo hemos orientado en una búsqueda interior”, nos cuenta María Pagés.

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Por Óyeme con los ojos transitan poemas de Ibn Arabi, Ben Sahl, fray Luis de León, san Juan de la Cruz, Rumi o Tagore. “Son de diferentes religiones pero todos con ese mismo objetivo común de la búsqueda de Dios y de ese modo peculiar y tan poco habitual ahora, donde todo lo que hay es pura parafernalia”, añade Pagés. “Yo no pretendo ser mística, pero sí hay algo que he aprendido de los místicos y que me parece interesantísimo. Nuestro camino no es hacia el mismo objetivo. En este caso, nos interesa esa búsqueda, ese modo de buscarse que es a través de despojarse de todo lo que sobra, de quedarse con lo esencial, yo creo que eso es lo que a mí me fascina de los místicos, y que a veces leyéndolos sinceramente yo no sé si hablan de Dios o si hablan de un amor que no pueden contar. Es curioso. Son potentísimos, son incluso eróticos, no lo sé, o a lo mejor lo viven así, tienen ese modo de vivir ese amor. Yo creo que esa búsqueda del amor y cómo lo hacen, aunque sea un objetivo diferente, ese modo y ese camino es interesantísimo.”

©David Ruano
©David Ruano

 Además de bailar, cantar y tocar las castañuelas, esta vez Pagés recita, mostrando un perfil nuevo de su versatilidad. “Es la primera vez que cuento algo hablando, —confiesa—. Canturreando siempre, yo creo que desde que era chica, cuando iba a la escuela a aprender a bailar, también te enseñaban a cantar. Pero en este caso es la primera vez y hay una gran diferencia, hay una gran diferencia entre lo que pueda ser contar esas palabras, esos versos escritos de esa manera y poder transmitir todo lo que pueden expresar. Realmente ha sido todo un reto pero me siento feliz porque es un espectáculo que ha ido creciendo.”

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Además de los textos místicos, hay que añadir los de Mario Benedetti, El Arbi El Harti (escritor y profesor de la Universidad de Rabat, que firma la dramaturgia), de la misma María Pagés y de Rubén Levaniegos, creador de la música y cuya guitarra capitanea el violonchelo de Sergio Menem, el violín de David Moñiz, las palmas de José Barrios y las voces limpias y profundas de Ana Ramón y Juan de Mairena.

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Mención aparte merecen las Palabras para Julia de José Agustín Goytisolo. “Un día me vino El Arbi con ese poema maravilloso que es Palabras para Julia, que por supuesto había oido mil veces pero que nunca me paré a pensar que podía incluirlo. Porque cuando ya lo oyes en versiones tan potentes como la de Paco Ibáñez, que son himnos, con un peso social enorme, parece que no pueden ser de otra manera. En cambio El Arbi me dijo: ‘Tú de alguna manera estás usando la palabra, ya sea canturreando, por tanguillos … mira estas palabras, estas Palabras para Julia’. Me acuerdo que me encerré a leerlo tranquilamente, quitándome todo lo que había oido sobre esa versión, y es maravilloso. Además tiene una cosa curiosa: ese poema no tiene género, no tiene sexo, lo puede decir una mujer, lo puede decir un hombre. Es humano, es muy humano. Y por eso lo acogí y lo hice mío y ahí está también en Óyeme con los ojos.”

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Un ejercicio de introspección, de ir a la esencia, de despojarse de lo superficial, que se plasma en todo: desde los temas de las poesías presentes en escena, pasando por la nitidez de las coreografías y hasta la luz, los silencios, la música y la concepción del espacio y la distribución de quienes lo habitan. “Para la puesta en escena hemos contado con un espacio que tampoco era habitual hasta ahora entre las cosas que hemos podido hacer. Es un espacio cuadrado, de 7x7, el número 7 que es un número mágico, que es curioso pero aparece mucho, está siempre en la poesía, está siempre en la literatura. Y es un espacio especial. Ahora ya dándome cuenta de cómo hemos ido encajando todas las piezas, cómo están colocados los músicos, en qué posición estamos. Dentro de ese espacio hay mucha simbología, hay mucho contenido interior.”

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Un espectáculo de una enorme belleza, hipnótico, espiritual y también con dosis de humor. Seguramente la obra más íntima y personal de María Pagés, una artista que no deja de crecer y enriquecerse, y que nunca ha dudado en colaborar con artistas muy diferentes, de ángulos creativos aparentemente distantes, como en el célebre Dunas con Sidi Larbi Cherkaoui.

“Tal como yo vivo y entiendo el flamenco, es un arte abierto, flexible, acogedor, con un potencial enorme de mantenerse vivo, de intercambio, de diálogo, de lo que es su propia esencia, que es al fin y al cabo la reunión y la comunión de muchas culturas. Por lo tanto, yo sigo ese mismo camino, porque realmente lo creo así, lo vivo así. Y creo que lo más maravilloso en esta vida es poder tener esos intercambios, poder dejarte influir por tantas cosas que vas viviendo, conociendo y la propia experiencia de la vida.”

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Categorías: Cine

Maite Guisado   22.jun.2017 18:57    

"La piedra oscura" versus "Ushuaia"

    martes 4.abr.2017    por Arantxa Vela Buendía    0 Comentarios

   

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Daniel Jumillas, Olivia Delcán y José Coronado en "Ushuaia"


       Desde que se estrenó la nueva pieza de Alberto Conejero, uno de los grandes triunfadores de la pasada gala de los premios Max por “La piedra oscura”, no han parado de llover las críticas: muy malas al principio, más positivas después. Decidí no leer ninguna hasta haber visto la obra, aunque fui al teatro siendo muy consciente de que “Ushauia” había despertado la polémica.

         Tengo que confesar que lo de tener las ideas claras sobre asuntos artísticos no siempre se me da bien. Me cuesta sumarme a esa demanda tan actual de formarse enseguida una opinión firme sobre algo. Creo que va en contra del proceso que genera en ti relacionarte con un trabajo hecho por otra persona. Su efecto no es inmediato o no debería serlo. En ocasiones, regurgitas lo que has visto al día siguiente; otras, vuelve a ti al cabo de semanas, meses… o nunca. Personalmente prefiero suspender un poco el juicio en espera de ver  qué me pasa a posicionarme rápidamente de un lado o de otro.

         No voy a decir que haya leído todo lo que se ha escrito sobre “Ushuaia” pero sí le he echado un vistazo a algunas críticas y nada, sea a favor o en contra de la obra, me parece un disparate, aunque mis sensaciones fueron en otra dirección.

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Daniel Grao y Nacho Sánchez en "La piedra oscura"

         Yo nunca me vi atrapada por la fascinación y el fervor que despertó “La piedra oscura”. El encuentro entre el último amor de Lorca, Rafael Rodríguez Rapún, y su joven guardián me parecía un combate desigual. Todas nuestras simpatías se dirigían hacia el primero, quedando el vigilante convertido en un muchacho asustado, equivocado y manipulado por una ideología que al público nos resultaba profundamente antipática en general. Eso restaba interés a la confrontación. Fueron las palabras de Pablo Messiez, director del montaje, las que me hicieron caer en la cuenta de que me podía haber perdido algo. Messiez, siempre atento a todo lo que tiene que ver con la identidad, subrayó la importancia de ser recordado. “No voy a desaparecer del todo. Nadie puede desparecer del todo” –dice Rapún casi al final de la obra. ¿Qué sentido puede tener nuestra existencia si caemos en el olvido? Ésa es la gran angustia a la que Alberto Conejero quería ofrecer consuelo. Al convertirle Rapún en depositario de unos escritos de García Lorca, el joven carcelero quedada preñado de futuro, el futuro de un hombre que iba a morir y de otro que ya había muerto.

         Cuando vi “Ushuaia” me encontré con un esquema parecido. El protagonista no era ya el atractivo amor de Federico, sino un nazi anciano y medio enfermo. Su antagonista no era un tembloroso guardián, sino una muchacha decidida a dar caza a un oficial nazi que intentaba escapar de la justicia escondiéndose en el fin del mundo: Ushuaia. Volvía a repetirse el encuentro de dos personas de ideología contraria que, contra todo pronóstico, se entienden. También se repetía la entrega de una historia para no desaparecer en el olvido tras la muerte.

         Soy consciente de que algunos enamorados de “La piedra oscura” han tirado por tierra “Ushuaia”. Estoy segura de que hay diferencias entre ambos montajes que pueden decantar la balanza a favor de uno o de otro, pero yo no puedo evitar pensar que ambos textos respiran el mismo aire.

Arantxa Vela Buendía    4.abr.2017 14:03    

Teatro versus cine: ¿Marías versus Boadella?

    domingo 26.mar.2017    por Arantxa Vela Buendía    1 Comentarios

    Hace un par de meses Javier Marías publicó un artículo que levantó las iras del mundillo teatral. Adjunto el enlace por si alguien quiere repasarlo.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-marias-shakespeare/

         Lo tituló, con gran ironía, “Ese idiota de Shakespeare”. Marías nos confesaba que no se sentía tentado a ir al teatro porque quería evitar los sobresaltos que le provocaban las modernas puestas en escena que directores y adaptadores se permitían hacer de los clásicos. Para no desvirtuar sus palabras cito textualmente lo que dice:

    “(El teatro) se permite lo “simbólico” y lo inverosímil en mucho mayor grado, y ahí caben todas las supuestas genialidades de muchos adaptadores y directores, convertidos en las verdaderas estrellas, usurpadores de los buenos nombres de Lope, Calderón, Molière o Shakespeare”.

    Estas palabras nos aclaran por qué llamaba idiota a Shakespeare al encabezar el artículo. Parece clara su intención de remarcar que al bardo le tomaban por tonto todos aquellos que se colocaban por encima de él corrigiéndole su escritura. Que Javier Marías es un gran aficionado al cine no es un secreto y a mí me gustaría es que repasáramos sus palabras teniendo esto muy presente.

    Para acabar de plantear la cuestión, me gustaría recodar lo que Albert Boadella dijo en ¡Atención obras! Con mayor radicalidad incluso que Marías, sostuvo que el teatro era un arte poético y que el cine no lo era, y dio una explicación. El cine necesitaba mucha parafernalia, muchos medios, para hacer cosas sencillas: luces, cámara, micrófonos, cortar el tráfico, que no llueva…  En cambio, el teatro, con poco más que un actor, se manejaba. De ese “menos es más” surgía la poética según Boadella, poética que, desde este punto de vista, le estaba totalmente vedada al cine.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/atencion-obras/atencion-obras-albert-boadella-isabel-villanueva-enric-montefusco-mas/3945215/

 

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Albert Boadella en ¡Atención obras!

    Lo primero que pensé es que me gustaría juntarlos y que hablaran. Maestros como son los dos de la palabra, sería un placer sibarítico escucharlos defender posturas tan contrapuestas. Lo que a Boadella le parece la base de la poesía teatral, es decir, que con pocos elementos puedan representar muchas cosas y personas, a Marías se le antoja el origen de la perdición porque permite “lo “simbólico” y lo inverosímil en mucho mayor grado.”

    No voy a inventarme la charla que podrían mantener porque sería por mi parte de una petulancia insoportable, pero sí me gustaría plantear lo que me ha dado por pensar a partir de las palabras de uno y de otro.

    El cineasta Robert Bresson decía que el cine es una máquina de retratar y, aunque la película sea una construcción, la capacidad de ofrecer imágenes semejantes a los objetos reales es una especificidad a la que el cine no debería renunciar. [1] Y esto enlaza con algo que Marías y Boadella sostienen ambos, que el teatro tiene más libertad para jugar con el sentido de los elementos que pone en escena, lo que efectivamente le puede llevar a un hallazgo poético o a la mayor de las ridiculeces, eso ya depende del talento de los que montan la obra. Que una lavadora pase de ser lavadora, a nave espacial y luego se convierta en útero materno en la mente del espectador es algo que en teatro se puede lograr sin complicar mucho la escena. Justo este juego de semejanzas fue una de las cosas que me ayudó a comprender lo que se podría hacer en un escenario. Era un momento de “The far side of the Moon” de Robert Lepage. 

 

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    Y es que ya lo decía Peter Brook en su libro “El espacio vacío” a finales de los 60, la forma más rápida y barata de cambiar de decorado es hacerlo en la imaginación del público. Y esto no es sólo interesante para reducir costes, es elocuente porque cuando el mismo actor hace varios personajes, o una caja es cama, mesa, silla o ataúd a la vez, se depositan en ellos extrañas significaciones.

    Si atendemos las palabras de Bresson, el cine tendría que renunciar a su especificidad para hacer eso. La poética del cine va por otro lado, porque la libertad de convertir una cosa en otra, de viajar de China a París dando un solo paso es puro teatro. ¿Qué ocurre entonces? Que el teatro platea un juego menos emocional que el cine porque siempre está exigiendo del espectador su complicidad intelectual. Cuando Lady Macbeth muere levantándose de una silla y dejando solo a Macbeth, como ocurría en la puesta en escena de los Cheek by jowl, se invita al público a estar en dos planos a la vez, el del texto: lady Macbeth está en ese momento en otra parte del castillo, lejos de Macbeth; y el de la puesta en escena: la muerte de lady Macbeth produce en Macbeth una profunda sensación de ausencia. El espectador comprende que está viendo una cosa y que está pasando otra distinta en el relato.  Es como si un mago disfrutara dejándote ver el truco porque así se siente menos solo.

    En cine es imposible manejar a la vez esos dos planos, porque es realmente difícil prestarle atención continuamente al montaje, a la propuesta formal del director y a la historia de manera simultánea. Todos hemos escuchado muchas veces a los aficionados al séptimo arte decir que no les gusta el teatro porque “no se lo creen”, porque consiguen meterse en la trama.

    No es que, como señala Marías, el teatro sea más propicio a lo “simbólico” o lo “inverosímil”, es que el teatro, por su naturaleza, es más simbólico que el cine. Es más, diría que el gran juego del teatro es hacer verosímil lo inverosímil. Lo de hacerlo bien o mal… Eso ya es como dice Declan Donnellan, hay que estar en estado de gracia.

    Y dicho esto, invito al debate. ¡Feliz día del teatro!

 

[1] No son palabras textuales pero es uno de los mensajes que el cineasta francés nos cuenta en su libro “Notas de un director”.

 

Arantxa Vela Buendía   26.mar.2017 16:56    

"El plan". Corrientes subterráneas

    viernes 27.ene.2017    por Arantxa Vela Buendía    0 Comentarios

     

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Chema del Barco, Javier Navares y Manuel Baqueiro, protagonistas de "El plan" de Ignasi Vidal


   

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Ignasi Vidal


        Siempre que me encuentro con Ignasi Vidal pienso, ¡qué tipo curioso! Veo en él muchas cosas a la vez y ninguna en concreto.  Me cuesta clasificarle. A lo mejor es porque su actividad teatral toca muchos palos; es actor, cantante, director, dramaturgo… ¡También ha sido político! Tiene algo de persona corriente, pero su normalidad se desdibuja en cuanto empieza a hablar. Es alegre, entusiasta, trabajador… lúcido. 

         Seguro que Ignasi ha hecho muchas cosas buenas en su vida profesional pero una en concreto le ha salido especialmente bien. Se titula “El plan”. “El plan” fue recomendado insistentemente por el boca a boca cuando se representaba en La pensión de las pulgas; ganó el premio Godoff a la mejor obra en el 2016; los Kamikazes, que para esto del teatro tienen mucho ojo, lo programaron este año en su renovado Teatro Pavón de Madrid y veo por el facebook que no para de girar por España y fuera de nuestro país. No me extraña.

 

      

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Ignasi Vidal


    “Quería hacer un Chejov -me decía Ignasi cuando salíamos del Pavón-. En un Chejov, parece que no está pasando nada y de repente algo estalla.” No son palabras textuales, pero más o menos va por ahí la cosa. La vida es un poco así, pensé. Con los años acabas acostumbrándote a las corrientes subterráneas; aprendes que tus emociones tienen vida aparte, casi independiente. No te consultan, te invaden. Te crees el dueño de ellas porque son intensas y te sientes existir en ellas, pero a veces son tan fuertes que algo en ti no logra sumarse a ese tono general y las mira con desconfianza. ¿De verdad es para tanto?, te preguntas.

         Son como un sueño, te las crees durante un rato y, cuando te despiertas, no entiendes quién ha sido el que te ha tomado por sorpresa. “Desconócete a ti mismo y sométete” –decía Jean Cocteau, consciente de lo inútil que es luchar contra esa especie de       destino interior bruto. 

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Chema del Barco, premio al mejor actor I edicion premios Godoff, junto con Ignasi Vidal, autor y director de "El Plan", premio a la mejor obra I edición premios Godoff

         “El plan” es una tragicomedia que no avanza hacia el futuro, avanza hacia dentro. Es como un pozo; poco a poco todo se vuelve oscuro, negro, opaco. Ignasi nos coloca frente a un extraño que resulta que somos nosotros mismos cabreados, desesperados, perdidos o eufóricos. Ningún amigo nos puede dar la mano en esos momentos, nadie nos alcanza, nadie nos puede hacer compañía porque nadie nos reconoce.

         El final del “El plan” sucede en la platea. El abismo de los personajes salta al patio de butacas y el espectador se encuentra amando al que no debe; y el dolor nos rompe el corazón. Una forma curiosa de romper la cuarta pared. Por eso le auguro larga vida a “El plan”.

 

 

                                                                                                                                                                                                    

Arantxa Vela Buendía   27.ene.2017 17:09    

"Incendios", arde Edipo

    viernes 23.sep.2016    por Arantxa Vela Buendía    0 Comentarios

        

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Laia Marull y Nuria Espert en "Incendios"

 

        A veces no sé qué pensar. Veo una obra, recibo claramente el mensaje que me quieren transmitir y, de repente, una interferencia irrumpe en mi cabeza con un relato aparte del que parece querer contarse.

         No voy a abundar sobre las excelencias de “Incendios” de Wajdi Mouawad, porque se ha escrito ya mucho sobre sus saltos espacio temporales, su estructura narrativa, su reflexión sobre el horror de las guerras, su conciliador final… Lo que a mí me perturbó va de otro palo.

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Laia Marull y Lucía Barrado en "Incendios"

 

         Estos días he estado comentando a varias personas mi impresión de que “Incendios” revisa de alguna forma el mito de Edipo y muchos de los que me escuchaban se sorprendieron. No porque les pareciera descabellada mi observación, sino porque no habían pensado en ello. ¿Tan camuflado está el incesto? –me pregunté. La trama es sobrecogedora, el horror y el dolor casi insoportable, saber que la obra pone en escena algo que habrá ocurrido vete tú a saber cuántas veces y en cuántas guerras, llama tanto la atención que lo que para mí estaba a primera vista queda en segundo o tercer plano para muchos.

         Al igual que Edipo y Yocasta fornican sin saber que son hijo y madre, Nawal, la protagonista de “Incendios”, es violada repetidas veces por su vástago sin que ninguno de los dos sepa quién es el otro. La gran diferencia entre las dos obras es que cuando Edipo es consciente de lo que ha hecho, se arranca los ojos comido por la culpa y Nawal perdona a su hijo. Si en “Edipo rey” cae una maldición sobre toda su descendencia porque el lenguaje ya no sirve para distinguir entre padre y hermano, en “Incendios” se repite con alegría que 1+1 es igual a 1. Como el final de la obra es conciliador y se aboga por el perdón, parece terrible discutirlo, pero a mí me inquieta profundamente.

         ¿Qué puede querer decir esta curiosa suma? ¿Por qué incluirla en la obra? Se incluye la suma y su demostración. Uno de los personajes justifica matemáticamente la manera de llegar siempre a 1. Un juego, un truco para lograr la unidad, la fusión. Además, por si no nos acaba de quedar claro lo que se nos quiere decir, se repite una y otra vez que “no hay nada más hermoso que estar juntos”. Yo tengo una propuesta para explicar esa dichosa suma, quizá es menos espectacular matemáticamente hablando, pero me atrevería a decir que es hasta más lógica. La única manera en que 1+1 sea igual a 1, es que el primer 1 y el segundo 1 sean el mismo uno, es decir, que no sean dos cosas distintas; que no sea 1 pera y otra pera, que se trate siempre de la misma pera; que las palabras padre y hermano no marquen ninguna diferencia; que madre e hijo tampoco la marquen, que sigan siendo el mismo cuerpo, como antes de nacer. ¡Como antes de nacer! ¿Seguro entonces que “no hay nada más hermoso que estar juntos”? Hermoso ¿para quién?

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Edu Soto y Laia Marull en "Incendios"

          El hijo, abandonado en el nacimiento, crece raro y con una angustia que lo lleva a entonar un canto desesperado de amor hacia su madre cuando ya es adulto: “Tú me tuviste a mí, pero yo no te tuve a ti”. Ella también se queda fija en ese abandono. Da la sensación de que para Nawal sólo existe ese hijo. No parece recordar ni echar de menos al padre, el hombre al que tanto amó y que acaba, con el paso del tiempo, convertido en un mero trámite para concebir. Ni siquiera le es fácil a Nawal amar a los gemelos, a los que no es capaz de llamar hijos ni en su propio testamento.

         ¡Claro que hay una coartada argumental que justifica este rechazo! Exactamente igual que hay un fórmula con la que se acaba demostrando que 1+1 es igual a 1. Coartadas racionales para justificar lo injustificable, que la suma de dos unos sea uno o que no hay tragedia si tienes hijos con tu madre y las palabras “hijo”, “hermano”, “padre”, “madre” y “esposa” se confunden. Y es trágico porque esta cosa tan tonta es la que nos diferencia de los animales. Un perro, un león e incluso los simpáticos y folladores bonobos, no tienen un lenguaje que les ayude a distinguir entre su “madre”, “hermano”, “hija” o “padre”, de modo que nada les impide practicar sexo con ellos.

         ¿Y qué salimos ganando cuando renunciamos al incesto? Están estas razones biológicas de eliminar genes recesivos enfermizos que se transmiten con facilidad entre individuos de la misma familia etc. pero yo creo que hay otra razón mucho más interesante: renunciando a tener sexo con la familia, logramos un mejor desarrollo intelectual, vamos, que se aprende más de la vida saliendo de casa. Somos mejores cuando resolvemos conflictos en situaciones que no nos resultan familiares que cuando mamá nos da la razón. El amor incondicional nos trastorna y nos hace acomodaticios. Incluso aunque vivas una pesadilla y tu familia sea un horror, es el horror de siempre, el que ya te sabes.  

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"Incendios" de Wajdi Mouawad. Teatro La Abadía de Madrid

          Por esto me desasoiega el final de “Incendios”. No es un final conciliador cualquiera; en el mismo banco están sentados la madre, la madre esposa, el hijo, el hijo esposo, el hermano padre, la hija hermana… Todos menos el padre. Si esto fuera un sueño, daría mucho que pensar.

         Y me acordé también de Shakespeare viendo “Incendios”, de cómo Próspero renuncia a vengarse de su hermano en “La tempestad”, o de cómo la vida ofrece a Leontes la oportunidad de redimirse del horror causado en “Cuento de invierno”… Y me dije que, al romper con la tragedia, Mouawad da un paso adelante como Shakespeare hizo en sus cuatro últimas obras: es posible construir, amarse, seguir adelante juntos… Pero de nuevo la suma volvió a mi cabeza con un signo de interrogación. ¿De qué es metáfora ese 1+1=1? Porque tal y como yo lo veo, la única forma que tienen los personajes de “Incendios” de mirarse a la cara es olvidarse del complejo parentesco y verse como individuos independientes con su historia aparte, con sus propios sentimientos, con un drama distinto, aunque sean eslabones de la misma cadena. Es decir, que 1+1 sea igual a 2, que el lenguaje les sirva, al menos, para diferenciarse a unos de otros. ¿Alguien sabe qué sentido tiene esta suma, esta fusión sólo equiparable a la Santísima Trinidad: tres seres en 1?

Arantxa Vela Buendía   23.sep.2016 12:37    

El Vaticano lanza una misión espacial para encontrar a Dios. ¿Quiénes son los astronautas elegidos para la expedición?: ¡loscorderos.sc!

    martes 14.jun.2016    por Maite Guisado    0 Comentarios

· La compañía castellonense de teatro formada por Pablo Molinero y David Climent salta al cine por primera vez.

· El director Manuel Arija lleva a la gran pantalla la pieza teatral ULTRAINOCENCIA.

·La película, en la que entre otros participará también Sergi López, se financia por colaboración popular a través del micromecenazgo.

·Además loscorderos.sc, junto a la banda musical Za!, estrenan nuevo espectáculo en el Festival Grec de Barcelona, THE AFASIANS - THE LAST CONFERENCE (2-5 de julio). Próximamente en este blog.

 

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©rojobarcelona

 

 

Lo suyo es el teatro bastardo, suma de todas las disciplinas y recursos expresivos posibles. No es extraño que ahora se lancen al cine en su nueva aventura.

La decisión de no ponerse en manos de una productora tradicional y el hecho de no disponer de subvenciones, les han hecho optar por el micromecenazgo que, además de estar funcionando bastante bien, está creando todo un mundo paralelo en las redes sociales. Desde vídeos de promoción de lo más alocado y peticiones o preguntas que los fans encargan a los expedicionarios que transmitan a Dios (cuando lo encuentren...). Un presupuesto ajustado se compensa "con mucho trabajo duro, un buen guión y excelentes actores -explica Arija-. Hemos optado por la independencia creativa en todos sus aspectos incluso hemos creado nuestra propia plataforma en nuestra web: www.ultrainocencia.com de forma que hasta el último céntimo de las donaciones vaya a la película, sin intermediarios."

 

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©rojobarcelona

Cómo surgió la idea

El director Manuel Arija conocía y seguía ya el trabajo de losCorderos: "Me gustaba mucho su actitud y su forma de hacer teatro. Desde hace ya algún tiempo buscaba un buen tema para mi primera película, me había ido muy bien con los cortometrajes, con el último había ganado muchos premios y quería dar el salto al largo, pero no daba con un buen argumento, hasta que vi la representación de Ultrainocencia en el Festival Fringe de Madrid. Para mi una de las cosas más interesantes de losCorderos es que son muy sugerentes y a mí me sugerían un buen argumento, dos ermitaños/espiritistas intentando recibir una señal y dedicando sus vidas a ello."

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"La pieza teatral -nos cuenta David Climent- ya tenía como tema vertebral la espiritualidad o ese afán del ser humano por creer en cosas intangibles, por trascender, por buscar más allá de lo que es la comida para sobrevivir, como el resto de animales. Pablo y yo nos hicimos esas preguntas cuando estábamos creado Ultrainocencia: porqué hacíamos teatro, porqué nos dedicábamos a la creación, porqué un oficio tan absurdo o tan necesario, no sabría decirte. Y nos dimos cuenta de que era nuestro alimento espiritual, que nos alimentaba el alma y que esto nos hacía encontrar cosas que la vida no nos da de por sí. Hay gente que lo encuentra en la religión, quizás, hay gente que lo encuentra en un deporte o las vocaciones quizás también te lo dan, pero este creer en algo o crear alguna cosa en la que creer era el lema de la obra y también de la película, es lo que nos movió a crear la pieza y ahora para la película también es un eje vertebral importante."

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Añade Climent: "En la obra veías a dos individuos realizando una práctica espiritual, para decirlo de algún modo, intentando contactar, haciendo de antenas, conectar con algo que ellos creían que estaba ahí, llámalo dios, llámalo energía universal o llámalo energía cuántica." Pero la película presenta muchos más temas, situaciones y personajes, su educación (que quizás les haga ser como son), el procesos e selección para la misión vaticana, el viaje, el aislamiento en la nave espacial, las relaciones entre los dos compañeros...

"Quienes hayan visto la obra de teatro -puntualiza Arija- van a encontrarse nuevas líneas argumentales y algunos momentos muy reconocibles y quienes no sepan nada van a tener toda una experiencia. Espero que les emocione tanto como lo ha hecho conmigo. El planteamiento ha sido mantener esa sutileza que tienen las piezas de losCorderos añadiendo algunos elementos del pasado de los personajes principales: Adan y Orion. La acción principal se desarrolla en una especie de nave espacial ¿Al espectador le surgen muchas preguntas? ¿Quiénes son? ¿Porque se comportan así? A medida que avanza la película, vamos descubriendo algunos  flashbacks de su pasado, se le añaden otros personajes que han influido en sus decisiones y un estupendo antagonista. Quizás los actores más destacados sean Simon Andreu, Sergi López y Nacho Vera. Puede tratarse como una película religiosa pero creo que los géneros donde se ancla la peli es en el drama, la comedia y una pizca de ciencia ficción.

 

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©rojobarcelona

El argumento

"En la Tierra hay una gran crisis de fe -nos explica Climent- y por eso el Vaticano crea una especie de ONU de las religiones, y todas se unen para enviar una expedición para intentar contactar con Dios. Buscan a unos individuos que tengan una manera de contactar  con este más allá, y nosotros somos los elegidos. Pasamos en cásting, las pruebas, somos elegidos por nuestra manera de contactar con este mundo intangible, y nos envían al espacio exterior para encontrar a Dios. Lo que no diré es si le encontramos o no."

"Es una adaptación de la obra en un formato cinematográfico, nunca me planteé hacer un teatro filmado -dice Arija-. Se cambia de localizaciones, se amplían las tramas hasta retorcerse, los colores tienen una gran influencia  y hay una serie de fx que sólo pueden sugerirse en el espectáculo teatral y que en la película podrán verse en todo su esplendor. El equipo de la película es un buen ejemplo, una mezcla de técnicos y actores de la obra original con gente del mundo del cine que no tienen nada que ver con ellos y que sólo han leído el guión. La mezcla de nuevos puntos de vista ha creado una gran tormenta de ideas. 

Corderos banda 

El guión ha sido escrito por los tres: Manuel Arija, Pablo Molinero David Climent. Para el director, "ha sido una gozada trabajar juntos y ha quedado un guión tan fresco con tanto sentido del humor y drama, que todavía me estoy frotando los ojos de la suerte que tengo. Acabé enamorado de estos dos personajes, una versión muy libre de Don Quijote y Sancho Panza".

Crowdfundingar tiene premios suculentos

La película se rodará a partir de mediados de julio y en agosto. Si os atrae el proyecto, ya lo sabéis, entrad en la web y mirad las diferentes opciones que hay para participar. Todas las modalidades tienen sus contraprestaciones-recompensas, nada menospreciables y como comprovaréis bastante guasona. Desde "Creo en Ultrainocencia", por 10€; "Bienaventurado", por 20€; "Trinidad", por 30€; "Soy ultrainocente", por 50€  (aquí hasta sales en los títulos de crédito, te mandan un ebook, te hacen un vídeo de agradecimiento personalizado y te mandan una camiseta y entradas para el estreno, entre otras cosas); "Revelación", por 75€; "Epifanía", por 100€; "En tu casa", por 500€ (incluye además: "Te hacemos una paella: El director y los actores antes del preestreno verán la peli contigo, te la comentarán y te harán una paella."); "Fe ciega", 1o00€ (entre otros premios, "Estás invitado a la fiesta de fin de rodaje. Puedes dar un beso a quien tu quieras del equipo. Eres productor: tus nombre sale al principio de la película.") Y "Milagro", 3000€ (incluye además: "Asistir un día al rodaje. Tener un papel segundario. Reliquia de ULTRAinocencia: elige el artículo que quieras del rodaje y llévatelo").

 

Aquí podéis ver un tráiler de la que fue la obra teatral. Y varios cortos de Manuel Arija: La Piñata, No kissing o Frozen

 

 

Maite Guisado   14.jun.2016 15:53    

EL PATIO de SPIRO SCIMONE por el TEATRO CORSARIO

    miércoles 30.mar.2016    por Maite Guisado    0 Comentarios

"El patio" (Il cortile) del dramaturgo y actor siciliano Spiro Scimone nos llega por primera vez gracias a la puesta en escena del Teatro Corsario de Valladolid. Una propuesta realmente atractiva la de esta compañía que lleva en la brecha desde 1982 y que se ha especializado en los grandes clásicos españoles y el teatro en verso. Seguramente la razón de esta nueva locuraventura, que van a estrenar el 2 de abril en el LAVA de Valladolid, hay que buscarla en el director y actor del montaje, Javier Semprún.

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En la Bienal de Teatro de Venecia de 2015, donde se presentó "El régimen del pienso" de la Zaranda.

La vida de Javier Semprún no volvió a ser la misma desde que en 2012 fue reclutado por La Zaranda para protagonizar El régimen del pienso.  No sólo no se ha 'recuperado' de la experiencia, sino que se le han abierto nuevos horizontes.  "Después de más de quince años dedicado casi exclusivamente como actor a la representación de textos en verso de autores del barroco español, la experiencia que viví con La Zaranda supuso un cambio radical de mis convicciones sobre la esencia del teatro. Con El régimen del pienso comprendí la importancia sustancial  de trabajar mi personaje a partir del silencio, todos los trabajos de La Zaranda comienzan desde el silencio. El asunto de sus obras es el alma que habla de su asfixia en un mundo materalista que enfrenta al hombre contra lo humano. Después de trabajar con ellos, mi carrera ha dado un giro trascendental."

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Se dio el caso de que estando en Salt, a punto de estrenar en el Festival Temporada Alta, en las largas noches previas en las que les acompañé, surgió Spiro Scimone en nuestras conversaciones. Y es que, siendo aparentemente diferentes maneras de concebir el teatro, no es extraño que después Semprún decidiera recalar en un autor como Scimone. "El teatro de Spiro Scimone -dice Semprún- tiene muchas referencias similares a las de La Zaranda."

 

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EL RÉGIMEN DEL PIENSO - LA ZARANDA ©Víctor Iglesias

En el panorama teatral actual, se echan de menos las voces que tienen personalidad propia, puro teatro de creación y que no son mero entretenimiento, que tocan lo más profundo del alma.

Una poética y un lenguaje muy particulares, personajes al límite, desahuciados por la deshumanización, humor, humor negro, textos punzantes... Quizá esto tengan en común Zaranda y Scimone. "Quedé seducido inmediatamente por los poéticos textos de Scimone cargados de anáforas, sus diálogos picados e ingeniosos  y su rigor  a la hora de abordar la importancia del silencio y la escucha", reflexiona Semprún. "También quedé seducido por la negrura de su humor  y de su violenta mezcla de crueldad y ternura."

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©Gorivich

Peppe y Tano, dos personajes que viven, sobreviven, entre montones de basura. Y un tercero, Uno, que vive bajo ella. Y un ratón. Un no futuro agonizante que nos recuerda a Final de partida o a Días felices de Beckett. "Concibo El patio, explica Semprún, como una pequeña tragicomedia lírica que habla de unos seres abandonados, exiliados de la sociedad, abandonados y doloridos. No es un texto que reivindique el problema social de los 'hommeless' o los sin techo, sino una exposición poética de sus almas todavía generosas, de su dignidad y de su voluntad de esperanza y a esto solo se puede llegar por la poesía." Un mundo claustrofóbico y surrealista, en el que los hombres han perdido toda dignidad, desde donde ni se ve el cielo, restos de vida que se expresan con diálogos sordos, punzantes, repetitivos, seres indefensos, crueles hasta consigo mismos.

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©Gorivich

Spiro Scimone escribe, dirige y protagoniza sus textos. "El hecho de que Spiro dirija e interprete a la vez sus propias obras también me influyó notablemente", dice Semprún. "Pero nuestra propuesta poco tiene que ver en lo que se refiere a la estética con la que utilizó el autor hace años. Hemos buscado una estética más expresionista que minimalista tanto en el espacio escénico como en la interpretación de los actores. En lo que se refiere al texto hemos preferido conservarlo prácticamente intacto." Junto al director, actúan Eduardo GijónBorja Semprún.

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Puesta en escena de la Compañía Scimone-Sframelli

Dice Franco Quadri en el prefacio a la edición de Il cortile publicada en 2004 por Ubulibri: "Questo cortile (...) rappresenta un mondo che non è forse lontano da una proiezione del nostro: teatro che si confonde con un luogo di rifugio o di deportazione, dove tutto è sotto controllo ed è bandita ogni libertà. Una sorta di persecuzione è espressa da quei verbi di interdizione in terza persona plurale, senza soggetti pronunciabili, sufficienti per chi li pronuncia a individuare dei nemici invisibili ma incombenti: uno stato di polizia non soltanto kafkiano che vigila anche sui gesti più intimi, sintomo di un'intolleranza generale per i più deboli, dove anche i parenti incatenano i loro vecchi. Impertirriti resistono i nostri due eroi nel nome della straordinaria capacità umana di adattamento e della speranza infinita; o è la resa al potere di chi non sa guardare aldilà del proprio io e si trincera passivamente in un'accettazione che implica l'incapacità di ribellarsi?".

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 "Es un maravilloso texto que provoca dudas y mueve los sentimientos del espectador, que invita a una reflexión sobre lo humano y que impide salir vacío de la sala", concluye Semprún. Es una gran noticia que suba a nuestros escenarios una obra tan inspiradora en manos de personas con tanto talento.

Os dejo con una entrevista que hice a Spiro Scimone en 2008, cuando presentó un programa íntegro de sus obras en el Théâtre Garonne de Toulouse.

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Categorías: Deportes

Maite Guisado   30.mar.2016 01:03    

¡Atención Obras!

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Bienvenido al blog del programa ¡Atención obras!, un programa semanal que, cada viernes en La 2 de TVE, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música y las artes plásticas. Los viernes, a las 23:45, en La 2 de TVE.
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