Muchos caminos llevan a Pinter
miércoles 26.nov.2014 por Arantxa Vela Buendía 4 Comentarios
Es muy difícil ver un Pinter bien montado. Hace unos meses entrevisté a Frank Vercruyssen, uno de los componentes de la compañía belga TgStan, porque representaban “Traición” en la madrileña Cuarta Pared. Me hablaba de la tentación que sentían muchos actores de dar rienda suelta a la expresión de sentimientos cuando el dramaturgo inglés marcaba sus famosas pausas o silencios. Error, decía Vercruyssen. Los silencios y las pausas de Pinter generan ya mucha tensión por sí mismos. Imaginaos, los personajes dejan de hablar de golpe. Están sumergidos en una situación conflictiva y se callan. Los silencios de Pinter se parecen a los de la vida real. Son elocuentes porque nos recuerdan lo que no decimos, lo que en un silente segundo término mella nuestra relación con los demás.
Yo he visto a distintos actores caer en esa tentación de la que habla Vercruyssen y subrayar sin pudor algo que el personaje se está callando. En vez de dejarnos entender qué y por qué, el actor se apresura a hacernos saber que conoce la función, que comprende perfectamente al personaje y sus intenciones.
Hace unas semanas me entero de que el Teatro Tribueñe abandonaba su repertorio español en su próximo proyecto, porque tenía planeado representar “Regreso al hogar” de Pinter. Si no habéis visto nunca a los Tribueñes en acción, es complicado que entendáis lo sorprendente de esta decisión.
Los Tribueñes, de mano de Irina Kourbeskaya o de Hugo Pérez de la Pica, son pura poesía. Tienen una expresión teatral personal, exagerada, extrema, lejos de lo que se lleva, del naturalismo y de la naturalidad, parecen salidos de otro tiempo… o de otro país. Admiran la imaginería barroca, la intensidad lorquiana, el claro oscuro… ¿y cómo iban a poner en escena un Pinter sin traicionar su estilo, su forma? ¿Y cómo iban a poner en escena un Pinter sin traicionar a Pinter?
Fui a grabar el ensayo general con esa pregunta en la cabeza. En la entrevista, Irina Kourbeskaya, la directora, confirmó mis sospechas. “No iban a rezar a famosas pausas, famosos silencios”, iban a buscar la poesía en ese texto que ella misma calificaba de brutal, “porque lo poético es lo que eleva al ser humano.”
En “Regreso al hogar”, Irina ha dirigido su mirada a lo mítico, a lo mistérico, a lo profundo de la naturaleza masculina y femenina. Ha fundamentado el bestial y sorprendente comportamiento de los personajes en una especie de inconsciente colectivo, de mandato natural, de orden cósmico, y sí, funciona, nos revela algo de nosotros mismos. El texto se sostiene, los conflictos son creíbles, es Pinter. Curioso. Realmente curioso.
Arantxa Vela Buendía
Subdirectora de ¡Atención obras!
... dijo
Supongo que por eso hay quién dice "Prefiero por lo que callas…que por lo que dices" aveces un silencio vale más que mil palabras para rellenar espacios que nos hacen sentir cómodos, y por los que detestamos o miramos hacia otro lado cuando no nos conviene o nos molesta tener que hablar de ello como diría Albert Plà.
Mijail dijo
Magnífica lectura del genial montaje de Irina Kouberskaya en la sala Tribueñe. Lo suscribo al cien por cien!
David García dijo
Hola Aranxta, gracias por tus comentarios.Creo que uno de los problemas cuando se aborda un texto es creer que se aborda a un autor en el sentido cartesiano, como alguien que preexiste a sus escritura, un más allá del texto. Una identidad ya constituida y cerrada con su manual de instrucciones para acceder a ella. Una identidad que se puede traicionar o respetar. Creo que Irina no ha dirigido un Pinter, a dirigido a un grupo de actores interpretando una obra escrita por Pinter. Y desde ahí los famosos silencios de Pinter no están escritos e Irina desvela que hay muchas formas de callar no sólo a través del silencio y muchas formas de expresar el silencio, no sólo dejando de hablar.
Almudena dijo
No conocía la obra de Pinter. Iba con expectativa de encontrarme con sensaciones y emociones intensas, conociendo el trabajo de los que con gracejo Arantxa nombra Tribueñes. Y así fue; me encontré con el trauma, con la desconexión y deshumanización de las personas, con la ancestral mezcla de admiración y temor a lo femenino, con la forma pervertida del amor...con lo politicamente incorrecto de la Vida, el lado oscuro, pudiéndolo observar de frente (¡que no es poco!) desde la posición segura de la butaca de espectadora.
Gracias a los artistas por mostrarnos de nuevo la esencia, el misterio de la Vida.