Desde Roma con amor
viernes 17.jul.2015 por Arantxa Vela Buendía 1 Comentarios
“La feminidad es un invento masculino, por eso funciona con los hombres”. La directora de teatro María Ruiz nos estaba dando un curso de dramaturgia a los trabajadores de TVE cuando nos dijo esto. Comentábamos una escena de una obra que ya no recuerdo, y uno de los personajes femeninos utilizaba armas de mujer para conseguir algo de un caballero. “Siempre funciona” ¡Cuántas veces hemos visto a otras féminas manipular a un hombre y sorprendernos de que “ciertos recursos” sean tan eficaces!
Roma Calderón es toda ella un arma de mujer. El personaje que presenta en sus cabarets es lo que vulgarmente se conoce como “un cañón”. Pelirroja rotunda, piernas interminables sobre tacones imposibles, ceñida por un corsé y… en bragas. Eso lo repite ella desde principio como si quisiera resquebrajar la imagen de canon de feminidad de "femme fatale" que representa.
Roma nos hacer reír desde el principio del show. No pega mucho en un cabaret insinuante pero es cierto, nos reímos mucho. Nos reímos porque las historias que cuenta, la de un matrimonio que no acabó de cuajar, la de su fallido intento de ligue en Nueva York, o la del tremendo y agitado trío que se monta con dos ases de la danza… no hacen juego con su disfraz de pantera. Nadie esperaría que Roma y sus tacones no acertaran a conquistar a un transeúnte, que su marido pensara en otras mujeres o que en un trío ella fuera uno de los “catetos” y no la hipotenusa. Roma juega a Lina Morgan sin perder un ápice de su sex appeal, sin renunciar a su atractivo. ¿Por qué podría estar haciendo todo?
“Si le damos la vuelta a mi nombre, leemos “amor”- nos dice al poco de comenzar el espectáculo como si de una declaración de intenciones se tratara. Roma ha montado un cabaret para poner el amor del revés y enfrentarnos a la imagen que tenemos de él, porque si lo vemos del derecho, no salimos bien parados. Somos cómicos cada vez que intentamos imitar el esplendor del cliché; cada vez que deseamos que nuestra vida, nuestras emociones y sobre todo nuestros actos se ajusten a un ideal romántico o don juanesco. Resultamos cómicos pero no somos ridículos, nos dice, y nos lo dice de una manera sorprendente. Cuando narra sus fracasos, emplea el humor pero en ningún momento ridiculiza ni su cuerpo ni su mente para provocar la risa y, de esta forma, nos transmite que nuestros fallos, bochornos y vergüenzas tampoco nos convierten en seres patéticos.
Las relaciones amorosas son difíciles pero posibles. Y son posibles si somos capaces de conciliar nuestros mejores momentos con los malos; si somos capaces de impedir que nuestros fallos nos avergüencen, nos paralicen y nos hagan sentirnos feos.
Arantxa Vela Buendía
Subdirectora de ¡Atención obras!
veronica dijo
Es uno de los espacios televisivos, de calidad cultural entretenidísimo y ameno.