Lo que no se dice
martes 3.nov.2015 por Arantxa Vela Buendía 0 Comentarios
Hay obras de teatro que se quedan conmigo varios días. Lo que me acompaña tiene que ver con lo que no se dice, con diálogos que no se han escrito y que, por alguna razón, están ahí, callados. No todo lo que se cuenta se escucha; no todo se ve.
No es que me surjan dudas; no es que me quede con la sensación de no haber comprendido, más bien siento haber entendido algo de lo que no soy muy consciente y que se manifiesta con un sabor de boca que persiste durante varios días.
Han pasado ya unas semanas desde que fui a La pensión de las pulgas a ver “Añicos” de Carlos Be y todavía resuena en mi cabeza la que quizá fue la última palabra de la función: gracias. Ese agradecimiento final nos hablaba de todo lo que se había estado callando el personaje y el autor. La obra, de repente, se abrió en muchas direcciones y se convirtió en todo lo que se removió en mí a partir de esa palabra. ¿Cuántos sentidos cruzaban la gratitud de aquella joven? Y la obra siguió escribiéndose, aunque Carlos Be no hubiera añadido nada más.
Con “Dignidad” de Ignasi Vidal me ocurrió algo parecido. El texto plantea la dificultad de comportarse de forma ética en política, de lo complicado que resulta darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios ¿Cómo y con qué dinero se financian campañas políticas que buscan mejorar la sociedad? ¿Cómo y con qué dinero se construyen cimientos que sostengan los ideales? ¿Es posible la honradez en política?
Todas estas preguntas están a la vista. Al salir de la obra, puedes establecer un debate con tus amigos, un debate interesante y muy pertinente en los tiempos que corren. Pero a mí lo que me interesó de verdad estaba entre líneas.
Tuve la suerte de hablar con Ignasi Vidal a la salida de obra en los teatros Luchana y me dijo que el director, Juan José Alfonso, había puesto un acento en eso que yo percibí. No puedo decir qué es porque no me gusta reventar finales, pero si diré que, a veces, las buenas intenciones, las personas intachables proyectan en el suelo y una sombra negra, profunda y recortada como una caricatura. Esa sombra hizo que la obra me acompañara durante varios días. Se me ocurrió volver verla algunas semanas después. La representación había crecido, y la sombra, también.
ArantxaVela Buendía
Subdirectora de ¡Atención obras!