Calabazas y Carrozas
jueves 21.mar.2013 por Santi Amodeo 0 Comentarios
El otro día hizo su última escena uno de los protagonistas de la peli, Enrico Vecchi. Un “Enrico ha acabado la película”, un sonoro aplauso a las cinco de la mañana y de repente la extraña sensación de que no volverás a verlo allí, bicheando entre el equipo en el set o maquinando algún gag con Alterio. Y eso me recordó que esto llega a su fin. Y sentí nostalgia. Queda una semana y pico de rodaje y las fuerzas se agotan. Pero, a pesar de todo, de alguna manera me jode que esto se acabe.
La madrugada del sábado estrellamos nuestros dos últimos coches. Los especialistas salieron vivos y sonrientes, y yo me despedí del equipo con un “mañana me emborracho”. Fiel a mi palabra, ayer por la noche abrí una botella de vino frente al ordenador y me la pimplé mirando algunos premontajes de la peli (supongo que sería por la nostalgia que antes he mencionado).
Entonces me encontré con una escena que yo tenía marcada en el guión como peliaguda. Sobre el papel, le faltaba consistencia. Sin embargo Ernesto Alterio y Enrico Vecchi habían compuesto una delicia, creíble y divertida. Tuve una sensación que he tenido varias veces a lo largo del rodaje: a estos, le das una calabaza y te devuelven una carroza. Dorada, como Jean Renoir.
Bueno, esta semana, como despedida, soltaremos a nuestro abogado favorito a destrozar tres mil metros cuadrados de casa señorial. Ya hicimos un primer intento y nos quedó fantástico. Se nos da muy bien destrozar cosas