Amparo García dirige en Radio 5 el espacio Bandas Sonoras: "Que yo recuerde, la primera banda sonora que llamó mi atención fue la partitura compuesta para 'Un lugar llamado paraíso' (Paradise, 1991)".
Las bandas sonoras compuestas por españoles empiezan a tener nombre y apellido. La pena es que para lograrlo, han necesitado en la mayoría de los casos del reconocimiento lejos de nuestras fronteras. Es el caso de Alberto Iglesias. El donostiarra lleva componiendo desde 1984 y ha perfilado más de 30 bandas sonoras.
Pedro Almodóvar o Julio Medem se han rendido a sus pies. Ejemplos: "La flor de mi secreto", "Todo sobre mi madre", "Los amantes del circulo polar" o "Lucía y el sexo". Trabajos que consolidan su trayectoría, aunque es su colaboración con el director brasileño Fernando Meirelles la que le da el empujoncito definitivo. "El jardinero fiel" (2005), una partitura que supone la primera nominación a los Oscar para un español en la categoría de Mejor Música Original.
Reconocimiento internacional que le lleva a trabajar al lado del alemán Marc Foster. "Cometas en el cielo" (2007) le brinda su segunda nominación al Oscar.
Sus últimos trabajos van ligados al director estadounidense Steven Soderbergh, para quien ha elaborado todo un sonido identificativo para el "Che". También se ha reencontrado con Pedro Almodóvar en "Los abrazos rotos".
La carrera de Alberto Iglesias circula en paralelo a la de Roque Baños. El murciano ha firmado trabajos como "La comunidad", "Alatriste", "Las 13 rosas" o "Los crímenes de Oxford".
Y todo sin olvidarnos de un caso muy particular. El director de cine español, nacido en Chile, Alejandro Amenábar. Su obsesión por controlar cada parte de sus películas le ha hecho componer la música de "Tesis", "Abre los ojos", "Los otros", o "Mar adentro". Sólo en "Ágora" ha confiado en manos ajenas, las de Dario Marianelli. El resto, son obra del joven director.
Son nuestros compositores más conocidos. Los que demuestran día a día que la cosecha propia, es de calidad. Pero hay muchos más. Ojo a nombres como José Nieto, Ángel Illarramendi o Javier Navarrete, porque también vienen pisando fuerte.
Las bandas sonoras compuestas por españoles empiezan a tener nombre y apellido. La pena es que para lograrlo, han necesitado en la mayoría de los casos del reconocimiento lejos de nuestras fronteras. Es el caso de Alberto Iglesias. El donostiarra lleva componiendo desde 1984 y ha perfilado más de 30 bandas sonoras.
Pedro Almodóvar o Julio Medem se han rendido a sus pies. Ejemplos: "La flor de mi secreto", "Todo sobre mi madre", "Los amantes del circulo polar" o "Lucía y el sexo". Trabajos que consolidan su trayectoría, aunque es su colaboración con el director brasileño Fernando Meirelles la que le da el empujoncito definitivo. "El jardinero fiel" (2005), una partitura que supone la primera nominación a los Oscar para un español en la categoría de Mejor Música Original.
Reconocimiento internacional que le lleva a trabajar al lado del alemán Marc Foster. "Cometas en el cielo" (2007) le brinda su segunda nominación al Oscar.
Sus últimos trabajos van ligados al director estadounidense Steven Soderbergh, para quien ha elaborado todo un sonido identificativo para el "Che". También se ha reencontrado con Pedro Almodóvar en "Los abrazos rotos".
La carrera de Alberto Iglesias circula en paralelo a la de Roque Baños. El murciano ha firmado trabajos como "La comunidad", "Alatriste", "Las 13 rosas" o "Los crímenes de Oxford".
Y todo sin olvidarnos de un caso muy particular. El director de cine español, nacido en Chile, Alejandro Amenábar. Su obsesión por controlar cada parte de sus películas le ha hecho componer la música de "Tesis", "Abre los ojos", "Los otros", o "Mar adentro". Sólo en "Ígora" ha confiado en manos ajenas, las de Dario Marianelli. El resto, son obra del joven director.
Son nuestros compositores más conocidos. Los que demuestran día a día que la cosecha propia, es de calidad. Pero hay muchos más. Ojo a nombres como José Nieto, Íngel Illarramendi o Javier Navarrete, porque también vienen pisando fuerte.
"Puede que esto suene trillado... pero mi vida gira alrededor de la música" John Williams, en Newsweek (21 de Enero de 1980)
¿Cuántas partituras de John Williams somos capaces de tararear? Con poco esfuerzo nos saldrán fácilmente las notas de La guerra de las galaxias, Superman, Tiburón, Indiana Jones, Parque Jurásico o E.T. Pocos compositores de música del cine pueden presumir de este pequeño éxito: retener tantas de sus piezas musicales en la memoria de millones de personas.
Williams nace en Nueva York, en 1932. Su padre, batería de un grupo de jazz, le instruye el amor por la música, y una vez convertida en vocación, aprende a tocar el piano, el trombón, la trompeta y el clarinete. Practica al lado de dos grandes: Alfred Newman y Henry Mancini. Pero quizás el dato que más nos ayude a entender sus composiciones sea otro: en 1952, Williams fue asignado a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y como parte de su servicio dirigió y arregló música para bandas militares. Y es en ese preciso momento cuando el músico forjará uno de los sellos de identidad de sus primeros instrumentales. Star wars o Encuentros en la tercera fase, ambas de 1977, son dos buenos ejemplos.
Hablar de John Williams es hablar de Steven Spielberg. Sus carreras circulan en paralelo y la amistad que les une, se traduce en más de veinte años colaborando juntos. El imperio del sol, Parque Jurásico, Munich, La lista de Schindler, Memorias de una geisha, o Tiburón son el fruto de una química más que consolidada. Si el director tuviera que escoger su trabajo favorito con el músico, se quedaría con el instrumental ideado para E.T el Extraterrestre (1982).
Spielberg: "Fue Williams quien hizo que volaran las bicicletas de E.T. Yo era el que las hacía despegar, pero era él quien mantenía el vuelo".
Pero lejos de estancarse en este tipo de sonidos, John Williams da un paso más y a lo largo de los años, se adentra en un terreno mucho más intimista, en el que cuesta reconocerle. En mi opinión, lo que realmente le define como genio: renovar, evolucionar y no anclarse a un mismo estilo. Las cenizas de Íngela,La lista de Schindler, Memorias de una geisha o Inteligencia artificial, son la prueba. No sólo de fanfarrias vive Williams
"Puede que esto suene trillado... pero mi vida gira alrededor de la música" John Williams, en Newsweek (21 de Enero de 1980)
¿Cuántas partituras de John Williams somos capaces de tararear? Con poco esfuerzo nos saldrán fácilmente las notas de La guerra de las galaxias, Superman, Tiburón, Indiana Jones, Parque Jurásico o E.T. Pocos compositores de música del cine pueden presumir de este pequeño éxito: retener tantas de sus piezas musicales en la memoria de millones de personas.
Williams nace en Nueva York, en 1932. Su padre, batería de un grupo de jazz, le instruye el amor por la música, y una vez convertida en vocación, aprende a tocar el piano, el trombón, la trompeta y el clarinete. Practica al lado de dos grandes: Alfred Newman y Henry Mancini. Pero quizás el dato que más nos ayude a entender sus composiciones sea otro: en 1952, Williams fue asignado a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y como parte de su servicio dirigió y arregló música para bandas militares. Y es en ese preciso momento cuando el músico forjará uno de los sellos de identidad de sus primeros instrumentales. Star wars o Encuentros en la tercera fase, ambas de 1977, son dos buenos ejemplos.
Hablar de John Williams es hablar de Steven Spielberg. Sus carreras circulan en paralelo y la amistad que les une, se traduce en más de veinte años colaborando juntos. El imperio del sol, Parque Jurásico, Munich, La lista de Schindler, Memorias de una geisha, o Tiburón son el fruto de una química más que consolidada. Si el director tuviera que escoger su trabajo favorito con el músico, se quedaría con el instrumental ideado para E.T el Extraterrestre (1982).
Spielberg: "Fue Williams quien hizo que volaran las bicicletas de E.T. Yo era el que las hacía despegar, pero era él quien mantenía el vuelo".
Pero lejos de estancarse en este tipo de sonidos, John Williams da un paso más y a lo largo de los años, se adentra en un terreno mucho más intimista, en el que cuesta reconocerle. En mi opinión, lo que realmente le define como genio: renovar, evolucionar y no anclarse a un mismo estilo. Las cenizas de Ángela,La lista de Schindler, Memorias de una geisha o Inteligencia artificial, son la prueba. No sólo de fanfarrias vive Williams
A mi siempre me ha gustado más el título original. Porque desde el primer minuto, con las montañas suizas a vista de pájaro, es la música la primera en dejarse sentir, antes incluso de que Julie Andrews haga acto de presencia. Y porque al final, es la música la encargada de devolver la alegría a unos niños que hacía mucho que no escuchaban su sonido. En nuestro país, alguien decidió llamar "Sonrisas y lágrimas" a esta película de 1965.
La apuesta era segura. Se trataba de adaptar un musical de gran éxito en Broadway a la gran pantalla. Todas las canciones llevan la música de Richard Rodgers y las letras de Oscar Hammerstein II, sólo había que lavarles la cara y ellos mismos se encargaron de hacerlo. Algo más difícil fue elegir intérprete. Mary Martin había encarnado a María von Trapp en los escenarios pero los productores la consideraban demasiado mayor, así que todas las miradas se dirigieron hacia una joven que había sorprendido gratamente con su voz en la película "Mary Poppins". Y Julie Andrews no decepcionó.
El resto es un sinfín de estribillos que todos tenemos en la cabeza, asociados a momentos inolvidables de la película. María enseñando a cantar a los niños con "Do-Re-Mi", el primer beso de Liesl con "Sixteen going on seventeen", la ternura del duro Capitán von Trapp al interpretar "Edelweiss" o la superación personal que refleja "Climb every mountain"... Con bandas sonoras así, a la que os escribe le gustaría contar con algo más de 5 minutos, pero quizás así abramos apetito para que rescatéis los temas que nos dejamos en el tintero...
Son muchos los que piensan que ya no se hacen musicales como los de antes, a pesar de que el cine ha recuperado este género recientemente. "Moulin Rouge", "Chicago", "Hairspray" y hasta Woody Allen con su "Todos dicen I love you" ponen de manifiesto que el género vuelve a las andadas, pero ¿son comparables a los musicales de hace años? Opina en nuestro Blog.
Bandas sonoras se emite de lunes a viernes, en Radio 5, a las 10.25 y a las 21.10.
A mi siempre me ha gustado más el título original. Porque desde el primer minuto, con las montañas suizas a vista de pájaro, es la música la primera en dejarse sentir, antes incluso de que Julie Andrews haga acto de presencia. Y porque al final, es la música la encargada de devolver la alegría a unos niños que hacía mucho que no escuchaban su sonido. En nuestro país, alguien decidió llamar "Sonrisas y lágrimas" a esta película de 1965.
La apuesta era segura. Se trataba de adaptar un musical de gran éxito en Broadway a la gran pantalla. Todas las canciones llevan la música de Richard Rodgers y las letras de Oscar Hammerstein II, sólo había que lavarles la cara y ellos mismos se encargaron de hacerlo. Algo más difícil fue elegir intérprete. Mary Martin había encarnado a María von Trapp en los escenarios pero los productores la consideraban demasiado mayor, así que todas las miradas se dirigieron hacia una joven que había sorprendido gratamente con su voz en la película "Mary Poppins". Y Julie Andrews no decepcionó.
El resto es un sinfín de estribillos que todos tenemos en la cabeza, asociados a momentos inolvidables de la película. María enseñando a cantar a los niños con "Do-Re-Mi", el primer beso de Liesl con "Sixteen going on seventeen", la ternura del duro Capitán von Trapp al interpretar "Edelweiss" o la superación personal que refleja "Climb every mountain"... Con bandas sonoras así, a la que os escribe le gustaría contar con algo más de 5 minutos, pero quizás así abramos apetito para que rescatéis los temas que nos dejamos en el tintero...
Son muchos los que piensan que ya no se hacen musicales como los de antes, a pesar de que el cine ha recuperado este género recientemente. "Moulin Rouge", "Chicago", "Hairspray" y hasta Woody Allen con su "Todos dicen I love you" ponen de manifiesto que el género vuelve a las andadas, pero ¿son comparables a los musicales de hace años? Opina en nuestro Blog.
Bandas sonoras se emite de lunes a viernes, en Radio 5, a las 10.25 y a las 21.10.
"Siempre que pienso en una razón de ser para este oficio de componer bandas sonoras de películas, acudo con mi mente a La Misión"
Hans Zimmer
LA MISIÓN (1986)
A Ennio Morricone le da miedo volar. Lo evita a toda costa y por eso Roland Joffé, director, se desplazó hasta Roma con una misión: convencerle para participar en un nuevo proyecto. En la maleta, se llevó su mejor baza para conquistarle. Una de las escenas que ya tenía grabadas. El actor Jeremy Irons,en un rincón de la selva virgen, interpreta al oboe un fragmento del Adagio de Marcello, y un grupo de indígenas se acercan sigilosos y prendados por el sonido.
Cuentan los allí presentes que Morricone, tras contemplar la secuencia, se quitó las gafas y secó sus lágrimas. Miró fijamente a Joffé y le dijo: "Es una película demasiado bella, la música de Marcello resulta insuperable… ¿Cómo me pide usted que componga una música para sustituirla en esta escena?".
Y sin embargo el escepticismo se convirtió en una partitura testamento. Superó miedos, y voló hasta Londres para poder grabar el instrumental en los estudios de Wembley, mejor acondicionados. Y allí nació la leyenda, una especie de credo al que a día de hoy, siguen rezando compositores de todo el mundo.
"Siempre que pienso en una razón de ser para este oficio de componer bandas sonoras de películas, acudo con mi mente a La Misión"
Hans Zimmer
LA MISIÍ“N (1986)
A Ennio Morricone le da miedo volar. Lo evita a toda costa y por eso Roland Joffé, director, se desplazó hasta Roma con una misión: convencerle para participar en un nuevo proyecto. En la maleta, se llevó su mejor baza para conquistarle. Una de las escenas que ya tenía grabadas. El actor Jeremy Irons,en un rincón de la selva virgen, interpreta al oboe un fragmento del Adagio de Marcello, y un grupo de indígenas se acercan sigilosos y prendados por el sonido.
Cuentan los allí presentes que Morricone, tras contemplar la secuencia, se quitó las gafas y secó sus lágrimas. Miró fijamente a Joffé y le dijo: "Es una película demasiado bella, la música de Marcello resulta insuperable¦ ¿Cómo me pide usted que componga una música para sustituirla en esta escena?".
Y sin embargo el escepticismo se convirtió en una partitura testamento. Superó miedos, y voló hasta Londres para poder grabar el instrumental en los estudios de Wembley, mejor acondicionados. Y allí nació la leyenda, una especie de credo al que a día de hoy, siguen rezando compositores de todo el mundo.
Henry Mancini, músico, y Audrey Hepburn, actriz, compartieron desayunos. No ante los escaparates de alguna joyería, sino más bien, en el rodaje de Breakfast at Tiffany´s.
De esos encuentros surgió una química especial. Mancini se inspiró en los ojos de la joven para escribir "Moon river", una canción de esas que enamoran desde la primera nota. Elegante, sencilla, melancólica. Las medidas justas para estar a la altura de su acompañante: Holly Golightly, neoyorquina capaz de desayunar ante los escaparates de Tiffany´s. Un personaje creado por Truman Capote, de aparente frivolidad, con un mundo interior complejo y apasionante.
La melodía conquistó a la actriz. Aprendió los acordes, ensayó con Mancini, y juntos, batallaron para que el tema no cayera en el olvido. Los productores de la cinta, pretendían suprimir la escena en la que Holly interpreta "Moon river" en el marco de una ventana. Y se rindieron ante la insistencia de sus defensores.
Hoy, es una de las más bellas canciones con las que cuenta el mundo del cine.
Henry Mancini (Cleveland 1924 - Beverly Hills 1994)
1. Moon River (2:41)
2. Something for Cat (3:07)
3. Sally´s Tomato (3:05)
4. Mr. Yunioshi (2:29)
5. The Big Blow Out (2:26)
6. Hub Caps and Tail Lights (2:24)
7. Breakfast at Tiffany´s (2:45)
8. Latin Golightly (2:57)
9. Holly (3:18)
10. Loose Caboose (3:08)
11. The Big Heist (3:07)
12. Moon River Cha Cha (2:35)
Henry Mancini, músico, y Audrey Hepburn, actriz, compartieron desayunos. No ante los escaparates de alguna joyería, sino más bien, en el rodaje de Breakfast at Tiffany´s.
De esos encuentros surgió una química especial. Mancini se inspiró en los ojos de la joven para escribir "Moon river", una canción de esas que enamoran desde la primera nota. Elegante, sencilla, melancólica. Las medidas justas para estar a la altura de su acompañante: Holly Golightly, neoyorquina capaz de desayunar ante los escaparates de Tiffany´s. Un personaje creado por Truman Capote, de aparente frivolidad, con un mundo interior complejo y apasionante.
La melodía conquistó a la actriz. Aprendió los acordes, ensayó con Mancini, y juntos, batallaron para que el tema no cayera en el olvido. Los productores de la cinta, pretendían suprimir la escena en la que Holly interpreta "Moon river" en el marco de una ventana. Y se rindieron ante la insistencia de sus defensores.
Hoy, es una de las más bellas canciones con las que cuenta el mundo del cine.
Henry Mancini (Cleveland 1924 - Beverly Hills 1994)
1. Moon River (2:41)
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7. Breakfast at Tiffany´s (2:45)
8. Latin Golightly (2:57)
9. Holly (3:18)
10. Loose Caboose (3:08)
11. The Big Heist (3:07)
12. Moon River Cha Cha (2:35)
Amparo García dirige en Radio 5 el espacio Bandas Sonoras: "Que yo recuerde, la primera banda sonora que llamó mi atención fue la partitura compuesta para 'Un lugar llamado paraíso' (Paradise, 1991)".