2 posts de junio 2009

Al agua patos


Jueves, 4 de junio (por cierto, el cumpleaños de Pablo Nieto… ¡felicidades!). Hubo que madrugar. Mucho. Había quedado con tres compañeros periodistas del Mundial (Mela Chércoles –AS y Sólo Moto-, José Maroto –Motociclismo- y Jaime Martín –Marca-). Con quince minutos de retraso (lo siento, chicos) me plantaba en el punto de encuentro. A las 6:45 horas poníamos rumbo desde Madrid a Jávea. En menos de tres horas, bien amenizadas con risas, conversaciones e incluso con dúos canturreados a grito pelado de la banda sonora de Moulin Rouge, nos plantamos en la playa. Ahí nos estaban esperando Nico Terol, Héctor Barberà, Xavi Pérez –su manager-, Dani Martí y Germán (del programa Paddock GP), los monitores (el mío era Jordi) y otros camaradas.

El propósito no era otro que el de pasar una agradable jornada pilotando motos de agua. Objetivo más que superado. Bocadillos (algunos se zamparon más de uno con eso de que había que ‘acumular fuerzas’ antes de salir al mar), refrescos, un briefing explicativo y, por supuesto, el ritual. Como si de una moto de carreras se tratara, había que ataviarse de arriba abajo. No nos faltó de nada: trajes de neopreno, chalecos salvavidas, calzado, guantes, gafas de sol, ‘tú me das cremita yo te doy cremita’ y al agua patos. Mi moto era una GTI Bombardier See-Doo de 135 caballos. Héctor y Nico, los profesionales, manejaban otra de ¡255 caballos!

Los ‘pros’ zarparon en un grupo delantero. Surcábamos el agua, tranquila, aunque algunos ya empezaban a hacer filigranas acuáticas. Me fui soltando y oye… esto de la velocidad atrapa. Incluso Héctor me confesó “si te soy sincero… no te enfades, ¿eh?... pensaba que, como le ibas pillando el punto a esto de la celeridad, te ibas a caer”. Pues compañeros, no. No me caí. Eso sí, al día siguiente no podía levantarme de la cama. No recuerdo agujetas semejantes desde mis años mozos.

La ruta arrancó en la playa de Jávea y acabamos en Moraira. Unos 35 kilómetros que efectuamos, aproximadamente, en dos horas y media. Pasamos por zonas de difícil acceso, gracias a las motos. Calas, acantilados, una playa nudista (sin un alma) e hicimos una parada en la impresionante ‘Cova dels Orgues’ (Cueva de los Órganos). Fue salir de la cueva y el mar ya no se portó tan bien. Marejadilla a unos 75km/h... Es decir, me tragué más de una ola. E incluso una se llevó por delante las gafas de sol que tenía con cinta ‘literalmente sujetas’ a la cabeza (bueno, no fui la única… a Héctor y a Jaime les pasó lo mismo).

Ya de regreso, se me fue la olla y le comenté a Xavi: “¿te imaginas que vemos un tiburón”. Acto seguido su índice señalaba una aleta considerable. Xavi me estaba tomando el pelo de forma cariñosa pero, yo, ingenua, por un momento, pasé miedo. Vale, ¿cómo van a haber tiburones en la Costa Blanca? Oye… ¿y por qué no? Pues resulta que me dijeron que era un ‘Pez luna’ y Wikipedia dice que: “El Pez luna (Mola mola) es un pez pelágico, uno de los más pesados de los peces óseos en todo el mundo, alcanza los 1400 kg de peso y 3 m de longitud”. Toma. Ninguna broma, ¿eh? Parecíamos niños pequeños apurando los últimos metros de agua. Y, si no, que se lo digan a Mela y Maroto ¡qué incluso querían más! Amarramos las motos en el atracadero y a punto estuve de irme al agua (no muy limpia por cierto) gracias a un Héctor y un Mela de lo más revoltosos. Por suerte se rajaron. Despedimos la agradable excursión con una impresionante paella (¡gracias a todos!). Y, de regreso, un piloto de lujo. Héctor me llevó a Valencia y a punto estuvimos de quedarnos tirados sin gasolina.

Terol y Barberà llevan la velocidad, el deporte y las ganas de ganar en la sangre. Están muy preparados física y mentalmente para los GGPP que nos esperan. La próxima cita es este fin de semana en casa y, si pilotan igual que el otro día con las motos de agua, creedme que en el Circuit de Catalunya nos pueden dar más de una alegría. ¡Ah! Espero que sus máquinas de 125cc y 250cc, el sábado y el domingo, no estén pasadas por agua.

PD: El sábado mis compañeros Miguel Serrano, Virginia Díaz y una servidora presentaremos “MotoGP en concierto” en el Palau Sant Jordi, con las actuaciones de Hombres G, Tequila y Burning (buen elenco). Por supuesto, os esperamos en el trazado con los entrenamientos y las carreras (y, si no, a verlo en TVE), pero también queremos que os acerquéis al Palau Sant Jordi (arrancará hacia las 21’15 horas). Vale la pena y ¡es gratis! Os esperamos y disfrutad de este esperado Gran Premio de Catalunya (¡¡¡¡qué ganas!!!!).



De cena en Poggio Seco


“La rama dura se quiebra pero la rama delgada con flexibilidad nunca se quiebra”. Estas palabras del filósofo indio Jiddu Krishnamurti solía utilizarlas Bruce Lee. No es la primera vez que a Valentino Rossi las cosas no le van como deberían, pero él se mantiene elástico, como esa rama, y tiene la capacidad de volver a estar erguido tras los dos “golpes” que lleva acumulados.


El primero, en Le Mans, acabando último en una carrera que prefiere olvidar. El segundo: en su jardín, en Mugello. Sí, terminó tercero, pero en un trazado que sólo le había visto ganar a él en los últimos siete años, es decir, en MotoGP. Lo destronaba Casey Stoner (ahora, líder) que vencía por primera vez en la casa de Ducati pero, sobre todo, en territorio Rossi. La vida es así. Unas veces ganas y otras no. Lo importante es eso: mantenerte elástico. Y esa ‘flexibilidad’ la tiene, en parte, gracias al apoyo constante que recibe de todos los que le veneran. Estaba en casa y ahí no podían faltar los suyos.


El jueves 28 de mayo, tres días antes de la carrera, Rino Salucci y Flavio Traversi -presidente y vice-presidente del Fan Club oficial de Valentino- aterrizaron en el circuito: en moto, bronceados y con esa sonrisa afable que les caracteriza. Lo primero que confabulaban era la cena de esa misma noche. Para que os hagáis una idea de cómo es Valentino... Como piloto es uno de los mejores, si no el mejor. Esto hay que reconocerlo. Ha sido y es un máquina, y punto. ¿Y como persona? No todos los pilotos cuando juegan en casa, con los compromisos que eso acarrea, sacan un hueco para estar junto a sus seguidores. Pues Vale, sí.


Como desde hace ocho años, “camuflado” y “escoltado” por su inseparable amigo, Uccio, Rossi se desplazó hasta la curva Poggio Seco. Bermudas, sudadera y gorra. La cita era a las 21:15 horas. Una carpa hacía de local. Manteles de papel, platos y vasos de plástico y, por supuesto, ¡pasta italiana! Los afortunados eran pocos. Valentino y Uccio, discretos como siempre, se sentaban en el extremo de una de las mesas y disfrutaban de unas horas cargadas de buen rollo.


Eso es algo que el italiano también ha aprendido con el tiempo. Aunque a veces no de esa impresión, él es un currante nato. Se prepara y estudia cada uno de sus movimientos. Uno de sus puntos fuertes es la comunicación. Cuenta con gente en el equipo de plena confianza con los que lleva toda la vida trabajando y, además, de todos es sabido que, incluso, le habla a su M1. Pero cuando llega el momento de sacar el pie del circuito (ya sea en su motorhome, en un hotel o en la carpa de Poggio Seco) también es importante hablar de otras cosas, porque aunque su vida gira en torno a su pasión, a las motos, afortunadamente hay otras movidas que también le interesan y gustan.

Cautiva pensar cómo alguien como él sigue disfrutando de las pequeñas cosas, como una cena con los suyos en medio del trazado. Y en esos “suyos” está su amigo del alma, Alessio Salucci, alias “Uccio”. Sí, qué coincidencia, como Rino Salucci. Claro, es su padre. Papá Salucci ha visto crecer al pequeño Alessio y a su travieso compinche Valentino recorriendo en bicicleta y scooter las calles de Tavullia. Valentino es como un hijo para él. “¿Y Uccio no le daba a las motos? –le pregunto. “Sí, sí, le flipan, pero vio que no era lo suyo. A Uccio también le tiran los coches, incluso compite, a veces”. Conversamos durante un buen rato y me doy cuenta que ‘de tal palo tal astilla’. Es igual de majo que su ‘figlio’. “Hemos traído una máquina de hacer nubes con el ‘46’ ” –me comenta exaltado.


Eran las 21’15 horas del jueves. A esa hora, antes de partir para el hotel, decidí dar unas vueltas en scooter por el trazado (algo que procuro hacer en cada uno de los circuitos). Debo reconocer que sólo di una vuelta. Hacía mucho frío. Al pasar por la curva Poggio Seco pude olisquear la cena que estaban degustando.


El domingo, a pesar de que ‘la curva de Rossi’ estaba, como siempre, teñida de amarillo, y a pesar de que las nubes con el ‘46’ flotaban en el aire, Rino, Flavio & Cía. no pudieron disfrutar de la que hubiese sido la octava victoria consecutiva de Valentino en su jardín (la décima si tenemos en cuenta las tres cilindradas). De todas formas como dice el protagonista (apretando los dientes) “subir al podio en casa está bien”.


Y, como siempre, se repitió el ritual. Los “tifosi” invadieron la pista para poder estar cerca del podio, cerca de su ídolo. Igual desde casa no se aprecia con tanta intensidad, pero creedme que es una locura. El año pasado despedía el programa desde la torre de control, encima de una rejilla, y desafortunadamente llevaba un vestido. Éste año, aprendida la lección y con tejano, os decíamos adiós desde Mugello, y también decíamos “ciao” a esa racha de triunfos consecutivos de Rossi. La rama de Valentino seguro que vuelve a estar rígida de cara a la próxima cita: el Gran Premio de Catalunya. El año que viene el Mundial volverá a Mugello y, el jueves antes de la carrera, Valentino y Uccio, probablemente seguirán yendo DE CENA EN POGGIO SECO.


Las fotos son del gran Rino. Se lo propuse y me hizo el favor. Le di la cámara y me puse a hablar con Matteo Flamigni, telemétrico de Rossi. A los cinco minutos regresaba el presidente Salluci y me pedía que le enseñase a manejarla. Pero no había manera de ponerla en funcionamiento. ¡Me había olvidado la batería que estaba cargando en el autobús de TVE!


Entre risas y algo sonrojada fui a por la batería. “Eso es que estás enamorada” –se reían. “Va a ser que no” –contestaba ruborizada. El viernes Rino no vino al circuito y el sábado tras los entrenamientos de clasificación me acerqué al hospitality de Yamaha. Valentino aparentaba estar “bien”, pero todos los que estábamos presentes sabíamos que el cuarto puesto de los cronometrados no era del todo de su agrado. Las fotos de la invasión de pista son de mi amigo Kim. Él es un crack y, entre otras muchas cosas, un gran lazarillo cuándo en los previos del programa nos tenemos que desplazar corriendo (Juanjo –mi cámara-, Edu –su ayudante-, él y yo) de un sitio a otro. Grazie Rino, grazie Flavio, gràcies Kim.


PD: Felicitats al Barça, a Lorenzo, a Bautista, Terol y Simón. Me alegra saber que Sete regresa en el Gran Premio de Catalunya y ojalá Dani se recupere pronto.

Ainhoa Arbizu


Ainhoa Arbizu es una de las enviadas espaciales de TVE a los grandes premios del Munidal de Motociclismo.
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