El tango de la muerte
Si por un lado a partir del 1924, con la llegada de Stalin, la ex Unión Soviética censuró el tango por considerarlo contrario a los preceptos del realismo soviético, por otro lado el Ministerio de Propaganda nazi lo consideró pronto, gracias a algunas populares versiones en alemán, un perfecto vehículo para confinar al pueblo en una dimensión privada, intimista, sin ambiciones políticas, lejos de las influencias musicales extranjeras. Es interesante notar que mientras prohibían el jazz, por considerarlo «decadente», «negro» y «judío», los nazis se mostraron particularmente benévolos hacia el tango, olvidándose del fundamental aporte judío en su proceso de elaboración. En ocasión de un almuerzo oficial ofrecido por el embajador argentino en Berlín en 1939, en el que participaron Hitler y Goebbels, el violinista argentino Eduardo Bianco, durante veinte años «embajador del tango en Europa», se presentó conmoviendo hasta al mismísimo Hitler, que quedó fascinado. Bianco había llegado a París en 1924 y en pocos años se había convertido en el director de orquesta más respetado en los salones de los líderes del viejo continente. Célebres fueron sus exhibiciones para el monarca español Alfonso XIII, gran aficionado del tango, para Stalin en Moscú, en 1936; para Víctor Manuel III de Italia y Mussolini, en 1929, durante un desayuno en Villa Saboya, en el campo romano. Propiamente «a su excelencia Benito Mussolini» Bianco le dedicó los tangos Destino y Evocación.
Después de varios años de giras por Europa y Asia, en 1936 Bianco decidió quedarse a vivir en la Alemania nazi, donde tocó en numerosos conciertos y en las radios controladas por el Reich. De 1939 a 1942 se exhibió ante las tropas alemanas en varios países de la Europa ocupada: un aporte a la política cultural del régimen que le valió la acusación de espionaje. Su tango más célebre, Plegaria, compuesto en 1929 en honor del monarca español, logró un enorme éxito en Alemania. En pocos meses se convirtió en una de las músicas más populares entre los batallones de la Wehrmacht. Según algunos supervivientes se trataba del tango frecuentemente escuchado por los nazis dentro de los campos de concentración y de exterminio. Por esta razón fue pronto rebautizado como El tango de la muerte. Con mucha probabilidad se trata del tango en el que el poeta rumano de origen judío Paul Celan, superviviente de los horrores del lager, se inspiró para escribir su Tango de la muerte, un poema de 1947, cuyo título alemán será Todesfuge, Fuga de la muerte.
[Dimitri Papanikas, La muerte del tango: breve historia política del tango en Argentina, Ut Orpheus Edizioni, 2013]