El gran día está a punto de llegar. Dentro de una semana, el próximo lunes 23 de febrero a las 19:30, nos trasladamos con nuestro equipo a la Casa de América de Madrid para grabar en vivo, y con el público en la sala, la primera de una serie de cuatro sesiones especiales de Café del Sur por primera vez en vivo. Los programas, que se grabarán como se hacía en la antigua radio en vivo de antaño, se emitirán luego en Radio 3 en el horario habitual del programa.
Con este primer programa especial trataremos de conmemorar el 37 aniversario de la XI Copa Mundial de Fútbol de Argentina 1978, un acontecimiento que como la Copa del Mundo de Fútbol de Roma de 1934, las Olimpiadas de Berlín de 1936 y las de México de 1968 sirvió como gran catalizador de atención internacional. Una ocasión para un ejercicio colectivo de memoria civil y al mismo tiempo una reflexión histórica, política y musical sobre el concepto de responsabilidad individual en los regímenes autoritarios, de un lado a otro del océano.
Están todos invitados. La entrada es libre, hasta completar aforo.
A pesar de los más de 200 libros dedicados al tango publicados cada año sólo en la Argentina, según recientes cálculos de la Subsecretaría de Industrias Culturales del Ministerio de la Producción del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la historia del tango está aún por escribir. ¿Cuál ha sido su aporte a la construcción del mito de la identidad nacional argentina? ¿Quiénes han sido los artífices y los adeptos de su culto? En ese sentido la historia del tango termina confundiéndose con la de un país, Argentina, enfrentado a los fantasmas de su pasado, en busca de una identidad en constante evolución. ¿Cómo ha sido posible que una música nómada, mestiza, incluso ‘negra’, nacida de una extraordinaria fusión de elementos provenientes de una infinidad de culturas distintas haya perdido su antigua capacidad de diálogo? ¿Cómo se ha convertido en instrumento de reivindicación de un principio de nacionalidad arbitrario como toda mitología de las identidades?
El viernes 30 de enero a las 18:30 intentaremos ofrecer un punto de vista sobre todo eso en una clase magistral abierta, libre y gratuita, en la aula magna del IED de Madrid (Calle Larra, 14). Una pequeña sorpresa para todos los que nos han venido escuchando hasta hoy, a lo largo de estos cinco años de Café del Sur.
Hace unas horas, en el Festival Internacional del Cine de San Sebastián, se estrenó Una noche sin luna, una película que tiene toda la pinta de ser muy interesante. Mientras que esperamos las primeras críticas les digo que se trata de la obra primera del joven director uruguayo Germán Tejeira, de 32 años. La historia de tres personajes nocturnos que en la noche de año nuevo llegan a un pequeño pueblo perdido en el campo uruguayo donde tendrán una oportunidad para torcer su destino. Una película dedicada al amor, a las oportunidades perdidas, al paso del tiempo, protagonizada por Roberto Suárez, Marcel Keoroglián, Elisa Gagliano y el cantautor Daniel Melingo (que también acaba de publicar su nuevo disco Linyera). Con muchas ganas de verla muy pronto en los cines españoles.
Las gafas de Salvador Allende así como quedaron aquel día, como hoy, de hace 41 años. Así se encuentran hoy, cuatro décadas después, como silencioso y elocuente acto de acusación, colocados en una estantería en el Museo Historico Nacional de la capital chilena. Era un 11 de septiembre de 1973 y los aviones militares al mando del general Pinochet bombardeaban el palacio presidencial de La Moneda en Santiago de Chile. Porque quien olvida su historia está condenado a repetirla.
..."Please remember Víctor Jara", asesinado pocos días después del asesinio de Allende, recordaban los Clash en su disco Sandinista!de 1980. Un recorrido a ritmo de reggae por la historia de Centro y Sur América y más en general de todo el mundo. De la entrada de Fidel Castro en Santiago de Cuba del 1 de enero de 1959 al triunfo de la revolución sandinista de 1979 en Nicaragua, desde la historia de las dictaduras del Cono Sur hasta la invasión soviética de Afganistán de 1979 para llegar a la ocupación de parte de China del Tibet comenzada en el 1949 y que sigue continuando hasta el día de hoy.
Hace poco más de 44 años, en 1971, el sello francés Les unes pour les autres fundado por el productor discográfico Moshe Naim editaba Décadas un disco imprescindible, nacido del gran compromiso intelectual, político, poético y musical del poeta y médico argentino Poni Micharvegas que lleva unas cuantas décadas afincado en Madrid. Al año siguiente el disco fue reeditado en Argentina (Ten Records, 1972) y luego en Chile (IRT, 1973) durante los últimos meses del gobierno del presidente Salvador Allende.
Animador en los 60 del mítico Instituto Di Tella y del Teatro Payró de Buenos Aires, en 1973 Poni Micharvegas fue uno de los fundadores del Grupo Canto Popular Urbano, este importante movimiento de cantautores comprometidos que cambió para siempre la escena política y musical argentina de la década del ’70. Sus canciones han sido interpretadas por cantautores fundamentales para la historia del canto popular latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX. Entre ellos la venezolana Soledad Bravo (en una espectacular versión de La poesía de mis compañeros, 1975), los argentinos Claudina y Alberto Gambino, Nacha Guevara y el chileno Osvaldo “Gitano” Rodríguez, uno de los grandes padres de la Nueva canción chilena.
Hace unos meses el gran Daniel Viglietti le dedicó a Poni Micharvegas un programa especial de su “Párpado” para la televisión uruguaya. Se trata de memorias, palabras, recuerdos vividos que valen realmente la pena ser escuchados, en una mañana de verano (o invierno austral) como hoy.
Décadas
En la década del cuarenta la gente contenta quería vivir: se moría en los frentes de guerra, en Tokio y en Londres, en Roma y Berlín. Se abrazaban hombres y mujeres, subidos a trenes se decían : adiós. Se miraron los ojos un rato, buscaron razones, y nadie entendió. Todo pasa/ todo pasa/ todo pasa menos el amor.
En la década del cincuenta Hollywood sangrienta lanzó a Marylin, en las cuevas la Grecò cantaba y Corea daba paladas sin fin. Se abrazaban hombres y mujeres, trepados a barcos se decían: adiós. Se miraron las manos un rato, se escribieron cartas, y nadie entendió.
Todo pasa/ todo pasa/ todo pasa menos el amor.
En la década del sesenta el jazz agoniza, crece la TV, florecieron hippies, rockanrollers, guerrillas, traidores y Vietnam y Suez. Se abrazaban hombres y mujeres, desde los aviones se decían: adiós. Contemplaron el cielo un buen rato, se telegrafiaron, y nadie entendió.
Todo pasa/ todo pasa/ todo pasa menos el amor.
Y en la década del cuarenta la bomba secreta al Eje quebró. En mi tierra se alzaban los puentes, se cruzaba a nado la Revolución. Se alentaban hombre y mujeres, desde los camiones pedían acción. Se mostraron la manos vacías, los grandes carteles les dictaban: No!
Todo pasa/ todo pasa/ todo pasa menos el amor.
Y en la década dl cincuenta una curva hambrienta se tragó a James Dean. En mi tierra perdía potencia la breve violencia del “bolo” de Kid. Se alentaban hombre y mujeres, desde los estudios pedían acción. Se mostraron la manos vacías, la red emisoras les dictaban: No!
Todo pasa/ todo pasa/ todo pasa menos el amor.
Y en la década del sesenta La Cuba se holla, la luna se holló. En el resto se ajustan los nudos de la larga soga de la represión y se alientan hombres y mujeres, sentados en silla piensen en la acción y se muestran las manos vacías: quédense !, les dicta la televisión.
Todo pasa/ todo pasa/ todo pasa menos el amor. No se dejen reventar No se dejen reventar
En el día de su 89 cumpleaños hoy recordamos al gran compositor griego Mikis Theodorakis. Corría el año 1971 cuando, exiliado de Grecia por el régimen de los coroneles, fue invitado en Chile para una serie de conciertos.
De su amistad con el presidente Salvador Allende y Pablo Neruda nacerá una de las obras cumbres de la poesía musical épica de toda América Latina. Concebida para ser estrenada en el Chile de Allende la obra, en formato de oratorio, tuvo que esperar unos años para ser realizada. El golpe militar de Pinochet y la repentina muerte de Allende y Neruda de septiembre de 1973 aplazaron su estreno. Desde entonces Theodorakis impedido de regresar a Grecia y Chile realizó cientos de presentaciones en diferentes partes del mundo, como muestra de solidaridad con Chile y Grecia. Finalmente en 1975, con el regreso de la democracia a Grecia, Theodorakis podía volver por fin a pisar su tierra. Aquella memorable noche de 75, junto a los interpretes Maria Farantouri y Petros Pandis, el puerto del Pireo podía asistir a la puesta en escena del Canto General de Pablo Neruda.
A final del siglo pasado (…¡o al comienzo del nuevo milenio, como dicen los optimistas!) el insospechable poeta argentino Enrique Cadícamo declaraba poco antes de morir, después de cruzar un siglo entero (1900-1999): «al tango hay que dejarlo como está. Es una cosa nuestra, es un paisaje que quedó de antes. El tango ya quedó. Es imposible hablar de un tango que venga. […] Hoy puede haber compositores y autores de música, pero no de tangos. […] Hay que aconsejar a la gente joven de que el tango no necesita de ninguna manera el cambio de ropa. Es una cosa que quedó, que hay que tocarla tal cual es».
Unos años después, en 2006, le hacía eco otro incurable nostálgico como el bandoneonista Rodolfo Mederos, al sostener: «el tango atraviesa un estado cataléptico. Fue enterrado vivo y ahora escuchamos los golpeteos, pero es mucho el peso de los escombros, y no sabemos cómo desenterrarlo».
Efectivamente en las últimas décadas las ciudades rioplatenses han cambiado. Los ritmos de vida, las condiciones laborales, los consumos culturales de sus habitantes y de los nuevos inmigrantes ya no son los mismos de antes. Con la muerte de Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo, a pocos meses de distancia el uno del otro, en 1951, aparte de raras excepciones, los letristas no han logrado renovarse y han terminado perdiendo su capacidad de diálogo con la ciudad, terminando a veces por convertirse en los fantasmas de sí mismos.
Durante cerca de treinta años, entre 1920 y 1950, gracias a autores como Celedonio Flores, Cadícamo, Discépolo, Manzi, José González Castillo y su hijo Cátulo, los hermanos Homero y Virgilio Expósito, Pascual Contursi y su hijo José María, a menudo el tango se acercó a la poesía. Sus letras han sido el canto de la ciudad, el poema existencial de millones de individuos que se movían por las calles de metrópolis como Buenos Aires, Rosario, Montevideo. Para muchos el tango ha interpretado la vida, los sueños, las orientaciones políticas, las dinámicas sociales, las pasiones y los deseos de generaciones de inmigrantes a orillas del Río de la Plata. Hoy en día, después de 60 años, más allá de los tentadores brillos de los negocios, desde un punto de vista artístico subyace una situación dramática. El tango en su forma tradicional ya ha dicho todo lo que podía decir. Por esta razón el tango canción hoy parece que ya ha dejado de existir. Desde hace mucho tiempo ha perdido su originaria capacidad de profundizar en la sociedad y de reflejarse en sus exigencias.
Igual por suerte de vez en cuando el panorama cambia, regalándonos unos reflejos de esperanza. Es lo que he probado el otro día al escuchar “Mil exilios” una pequeña joya producida por los estudios Ilha Music de Rio de Janeiro y que desde hace una semana se puede encontrar en i-Tunes. Un disco firmado por el escritor italiano Ugo Ceria y el saxofonista y compositor argentino Blas Rivera. Un sensible e inteligente homenaje a la música rioplatense (al que se añade una estremecedora baguala andina firmada por el poeta Poni Micharvegas) en forma de un largo canto de exilios y exiliados («Son los mil exilios de quién no quiso partir, de quién decidió irse, o de quién vuelve y no reconoce el lugar que dejó. Exilios del alma y del corazón»).
Es con enorme respeto y profunda inteligencia que Ceria y Rivera, acompañados por el bandoneón de Fabián Carbone y las voces de Ariel Tobío, Floro G. Aramburu y la soprano brasileña Michele Barsand, se acercan a la tradición de la música rioplatense logrando destapar su potencial rítmico, armónico, melódico y poético para llevarlo a nuestros días. Es el caso del interesante experimento de candombe “turco” (El hijo negro del Sultán) dedicado a un imaginario protagonista del carnaval de Montevideo, nacido del exilio de los esclavos africanos de la época colonial, y que termina evocando a sus hermanos de sangre, otros esclavos negros, deportados a Turquía por el imperio Otomano, en una mutua unión entre los dos Orientes uruguayo y turco. Una emoción que continua y se hace carne y piel gracias a las palabras del gran escritor Osvaldo Bayer (exiliado en los 70 por escribir el fundamental La Patagonia rebelde) y que colabora al disco leyendo unos versos dedicados a la historia de las cinco prostitutas del puerto de San Julián que a comienzo del 1922 se enfrentan solas a los militares que asesinaron más de mil peones de campo (Milonga de San Julián).
«Optimismo de la voluntad / pesimismo de la conciencia»… solía decir mi ilustre compatriota Antonio Gramsci al comienzo de otro siglo. En ese sentido, gracias a discos como estos (y a los de una generación de autores apasionados, serios, inteligentes y eclécticos como Acho Estol, Ariel Prat, Cristóbal Repetto, Daniel Melingo… hasta un Kevin Johansen) raras perlas en un horizonte musical homologado, asfíctico, liderado por una “world music” que se parece cada vez más a una comida precocinada, deshuesada, masticada, digerida y por ende privada de cualquier valor nutritivo, tal vez me gustaría creer que la canción ciudadana rioplatense siga siendo una “posibilidad” sino “infinita” (como decía Leopoldo Marechal) por lo menos abierta, con una mirada hacia el presente y, porque no, también hacia el futuro.
Preferiría ser un gorrión que un caracol. Preferiría ser un martillo que un clavo. Lejos, preferiría navegar lejos. Como un cisne que está aquí y se fue. Un hombre está amarrado a la tierra. Le da al mundo su sonido más triste,
Preferiría ser un bosque que una calle. Preferiría sentir la tierra bajo mis pies. Sí, lo haría. Si tan sólo pudiera, Seguramente lo haría.
Con estas palabras de Paul Simon, inspiradas en un tema popular andino de Perú que en 1913 había sido incluido en la zarzuela El condor pasa, por el compositor peruano Daniel Alomía Robles (y que en 2004 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación) despedimos al gran Uña Ramos que se nos fue hace tres días, el pasado 23 de mayo, en París.
En 1970 Uña Ramos alcanzó el éxito mundial al ser invitado, junto al grupo Los Incas, a tocar en el disco Bridge over troubled wáter del dúo estadounidense Simon & Garfunkel propiamente una versión de El condor pasa (If I Could). A partir de entonces, con la grabación de su primer disco (El arte de la quena, 1971) el sonido del viento producido por su quena comenzará a cruzar las fronteras del mundo, llegando a mezclarse y fusionarse con los sonidos eléctricos de la música contemporánea más innovadoras y despertando el interés de grandes músicos como el genial percusionista Domingo Cura y el ecléctico saxofonista Gato Barbieri. Como recuerda el crítico musical Sergio Zeni fue gracias a Uña Ramos, junto a varios grupos de diversas características y nacionalidades (Los Calchakis, Los Kjarkas, Quilapayún, Los Jaivas, Inti-Illimani, Illapu y Quilapayún), que la música andina pudo vivir un hasta entonces inédito auge internacional.
Uña Ramos hizo con el folklore lo que Piazzolla había hecho con el tango, ganándose así duras críticas de los sectores más conservadores del folklore argentino. Por eso, así como pasó con el propio Piazzolla y con Atahualpa Yupanqui, fueron los europeos los primeros en enamorarse de su música. Sus discos publicados por la prestigiosa Le Chante du Monde siguen siendo una perla rara en un panorama especialmente aburrido perdido entre las categorías discográficas de música del mundo y de étnica.
Uña Ramos mañana hubiera cumplido 81 años. Se nos fue hace tres días, un 23 de mayo, en Francia, exactamente en el mismo día en el que hace 22 años, siempre en Francia, se nos marchaba para siempre don Atahualpa . Lo recordamos así, a los dos, con su música y su genio inclasificable, para nunca olvidarlos.
Imaginen reunir al gran trovador cubano Silvio Rodríguez, el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, el guitarrista Tom Morello (Rage Against the Machine) y el nuevo gurú de la información libre en internet, el programador, hacker y activista australiano fundador del portal WikileaksJulian Assange en un mismo disco. Mezclen todo con algo de rock, funk, hiphop, algunos ritmos orientales hasta algunas influencias celtas y balcánicas y el plato está servido. El pasado martes en el auditorio de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México la banda puertorriqueña Calle 13 acaba de lanzar su nuevo video sacado de su último disco (el quinto) titulado MultiViral (publicado hace un mes). Un proyecto familiar literalmente inclasificable, desbordante, nacido en el seno de esta banda ecléctica ya ganadora de 21 Premios Grammy, llevado a cabo por los medios hermanos René Pérez Joglar “Residente”, Eduardo Cabra "Visitante" (también productor del disco), Ileana Cabra (a los coros) y el padre de Ileana y Eduardo, protagonista de algunos solos de guitarra eléctrica.
Si por un lado a partir del 1924, con la llegada de Stalin, la ex Unión Soviética censuró el tango por considerarlo contrario a los preceptos del realismo soviético, por otro lado el Ministerio de Propaganda nazi lo consideró pronto, gracias a algunas populares versiones en alemán, un perfecto vehículo para confinar al pueblo en una dimensión privada, intimista, sin ambiciones políticas, lejos de las influencias musicales extranjeras. Es interesante notar que mientras prohibían el jazz, por considerarlo «decadente», «negro» y «judío», los nazis se mostraron particularmente benévolos hacia el tango, olvidándose del fundamental aporte judío en su proceso de elaboración. En ocasión de un almuerzo oficial ofrecido por el embajador argentino en Berlín en 1939, en el que participaron Hitler y Goebbels, el violinista argentino Eduardo Bianco, durante veinte años «embajador del tango en Europa», se presentó conmoviendo hasta al mismísimo Hitler, que quedó fascinado. Bianco había llegado a París en 1924 y en pocos años se había convertido en el director de orquesta más respetado en los salones de los líderes del viejo continente. Célebres fueron sus exhibiciones para el monarca español Alfonso XIII, gran aficionado del tango, para Stalin en Moscú, en 1936; para Víctor Manuel III de Italia y Mussolini, en 1929, durante un desayuno en Villa Saboya, en el campo romano. Propiamente «a su excelencia Benito Mussolini» Bianco le dedicó los tangos Destino y Evocación.
Después de varios años de giras por Europa y Asia, en 1936 Bianco decidió quedarse a vivir en la Alemania nazi, donde tocó en numerosos conciertos y en las radios controladas por el Reich. De 1939 a 1942 se exhibió ante las tropas alemanas en varios países de la Europa ocupada: un aporte a la política cultural del régimen que le valió la acusación de espionaje. Su tango más célebre, Plegaria, compuesto en 1929 en honor del monarca español, logró un enorme éxito en Alemania. En pocos meses se convirtió en una de las músicas más populares entre los batallones de la Wehrmacht. Según algunos supervivientes se trataba del tango frecuentemente escuchado por los nazis dentro de los campos de concentración y de exterminio. Por esta razón fue pronto rebautizado como El tango de la muerte. Con mucha probabilidad se trata del tango en el que el poeta rumano de origen judío Paul Celan, superviviente de los horrores del lager, se inspiró para escribir su Tango de la muerte, un poema de 1947, cuyo título alemán será Todesfuge, Fuga de la muerte.
Cuando al atardecer las oficinas quedan vacías y los negocios cierran, las luces de la Avenida Corrientes de Buenos Aires y de la Ciudad vieja de Montevideo se encienden con sus librerías, disquerías, teatros y cafés...