Tormentas, Coyotes y Paisajes Perdidos
domingo 12.jun.2016 por Fran Ventura 0 Comentarios
Hay paisajes perdidos en lo más profundo de nuestra mente. Paisajes mil veces imaginados, pero enterrados por algún motivo... He tardado más de treinta años en desenterrarlo. El mío era el paisaje perdido de Oeste Americano, aquel que tenía que imaginar sobre las losetas blancas del patio de mi casa, mientras jugaba con mis playmobil. Un paisaje mil veces imaginado, mil veces recreado en mi infancia, por el que ahora pedaleo...
Esperaba encontrarlo en Texas, el estado de la estrella solitaria, pero no fue así. El norte de Texas, por donde corre la Ruta 66, me recordó mucho a Castilla: una meseta a más de mil metros de altura donde los campos de trigo se extienden hasta el infinito. También hay ganado, ranchos de vacas. Por desgracia no pude ver las famosas longhorn, supongo que estarán más al sur, como el petróleo... Desde el sur sopla aquí el viento, con fuerza, moviendo miles de aerogeneradores. Jamás vi una concentración igual de molinos... ¡Bravo por los Tejanos! Y tanto soplaba el viento, que mover la bicicleta a veces se hacía imposible.
Esa noche la tormenta fue brutal. Por momentos temí que el viento rajara mi tienda o rompiera alguna de las barras de aluminio de su estructura. Milagrosamente aguantó... Cuando la tormenta pasó, me asomé a ver si mi bicicleta seguía atada al árbol y descubrí que el resto de los campistas habían sufrido peor suerte que yo, que seguía aun seco... Aquí la naturaleza es muy fuerte, caprichosa y cambiante, y se empeña en recordarnos nuestra insignificancia.
A la mañana siguiente, a la salida de Amarillo, Texas, pude visitar el "Cadillac Ranch", otro de los grandes iconos de la Ruta 66.
Enterrados con la misma angulación que las pirámides de Egipto, esta instalación inspiró al "boss" en uno de mis temas favoritos. Puedes dejar la música para leer el resto del post, ambientará perfectamente...
La carretera sigue por pueblos fantasma, plagados de negocios arruinados. Cada vez la "distancia de abastecimiento" se hace más y más larga. En el pequeño pueblo de Adrian, Texas, se mantiene abierto, como un titán luchando contra McDonalds, el "Midpoint Café", el punto intermedio entre Chicago y Los Ángeles, que casualmente coincidió con el ecuador temporal de mi recorrido...
Llega un momento en el que Texas desaparece literalmente, de golpe, y Nuevo México aparece como un páramo oceánico, donde los horizontes llegan tan lejos como tu vista alcanza. Algo se rompió en mi interior en ese momento... Es la ruptura del paisaje encontrado, de la conexión íntima con algo olvidado, pero que siempre había estado ahí. Nuevo México es el paisaje donde mis playmobil vivían: Un territorio mítico, épico y mitológico.
Al atardecer del 10 de Junio un coyote se me cruzó en la carretera. Por un momento se detuvo sorprendido, me observó y salió huyendo como "alma que lleva el diablo", hasta desaparecer en la inmensidad... ¿Y el correcaminos? Aun no le he visto, pero estoy seguro de que alguno me adelantará.
Aquí las distancias entre gasolineras comienzan a ser preocupantes para un ciclista. Cuando tienes que pedalear más de siete horas para repostar líquido, es cuando te aseguras de llevar tus cuatro litros en la bici. Hace calor, así que es obligatorio hidratarse, incluso cuando no tienes sed. En Nuevo México no hay cobertura... "AT&T" no debe encontrar el negocio en dar servicio en esta zona, así que la noche que dormí en el pequeño pueblo de San Jon me quedé incomunicado (algo que solo me ha pasado aquí y en Tayikistán. Mientras escribo estas líneas sigo sin cobertura en el móvil, así que tengo que utilizar la primitiva WiFi del Budget Inn donde dormiré esta noche. Shame on you AT&T)
Junto a la carretera corre la vía del tren, la Pacific, la vía férrea por antonomasia (con permiso de la transiberiana)... Soy ciclista y viajo en bicicleta, aunque por momentos desearía calzarme unas botas con espuelas y cambiar, al menos por unas horas, mi bicicleta por un caballo. Ponerme un sombrero tejano y galopar para alcanzar el tren. Los sueños nos pertenecen...
Mañana salgo hacia Santa Fe. Allí se mezclan tres culturas: La nativa, la española y la anglosajona. Te lo seguiré contando a través de mi Facebook. Muchas gracias por leerme.