Yo sigo de huelga
Todos creen que ha sido un éxito. Todos piensan que han ganado. Todos están satisfechos.
Los sindicatos porque ha habido un numeroso seguimiento de la huelga. El gobierno, porque la huelga no ha sido completa. La oposición porque el gobierno está contra las cuerdas. Los empresarios porque muchos trabajadores han tenido que tragar con las reformas sociales que abaratan su despido. Todos creen que ha sido un éxito.
Todos piensan que han ganado. Todos están satisfechos. No deberían. No deberían estar satisfechos. Ayer perdieron todos.
Los sindicatos porque la huelga no fue completa. El gobierno porque hubo un numeroso seguimiento de la huelga. La oposición porque nadie sabe qué propone la oposición y está fuera del ring. Y los empresarios… Bueno, los empresarios nunca pierden. Ellos siempre ganan.
Pero los demás han perdido. Todos hemos perdido. Incluso los trabajadores que hemos hecho huelga. Los cada vez más escasos españoles que tienen trabajo, han perdido lo poco que tienen: un día de sueldo. Paradójicamente, no han perdido ese día de sueldo ni los políticos ni los sindicalistas.
Los parlamentarios aunque hagan huelga no se les descuenta el sueldo porque no tienen un contrato que les una al Congreso, no hay una relación laboral con el Parlamento: manda güevos, que diría un tristemente famoso parlamentario.
Ya sabíamos que lo de parlamentario no es un trabajo. O sea, que viven en una eterna huelga. Tampoco a los liberados sindicales de los sindicatos subvencionados se les descuenta el día de huelga, A NO SER QUE LO SOLICITEN EXPRESAMENTE (ATENCIÓN: este párrafo ha sido corregido porque antes he escrito algo incorrecto, como se explica al final de esta entrada). A todos debería costarnos lo mismo. Parlamentarios y delegados huelguistas deberían renunciar a su privilegio porque contra el privilegio es contra lo que estamos protestando.
Basta de privilegios. Y basta engaños. Basta de llamar a las cosas por otro nombre. Una huelga general no es una victoria. Para nadie. Una huelga general es sólo el canto de cisne de una derrota, un grito que dice que algo ha salido mal. Es una derrota pero yo no soy derrotista. Como dice un amigo mío, “de derrota en derrota, hasta la victoria final”.
Y la primera victoria que hay que conseguir es empezar a llamar a las cosas por su nombre. Por qué lo llaman democracia cuando los empresarios y los sindicatos coartan el libre ejercicio del derecho a la huelga.
Por qué el partido en el gobierno sigue llamándose “socialista y obrero” si a quienes ha cargado con el peso de los recortes ha sido a los obreros. Por qué los sindicatos verticales se llaman a sí mismos representantes de los trabajadores si cada vez son más los trabajadores que no se sienten representados por ellos y se quejan de su cercanía al poder y su lejanía con la calle.
Por qué el principal partido de la oposición se llama “popular” y dice que es el “partido del pueblo” pero su única propuesta después de la huelga general es convocar una elección general. Partido de la ansiedad debería llamarse. Nada de dejar paso al pueblo sino dejadnos paso a nosotros que nos estamos cansando de esperar. También los ciudadanos se están cansando de esperar y de hacer preguntas sin contestar.
Por qué, por qué, por qué. Para contestarlas deberían pararse a pensar. Deberían hacer una huelga contra sí mismos. Un día de paro: de paro, en todos los sentidos. Que se sientan en paro, que no cobren y reflexionen sobre la situación de los parados y del trabajo precario en España. Una huelga contra sí mismos para que dejen de trabajar para sí mismos y trabajen para los demás…
Yo sigo en huelga. Estoy en huelga general y permanente de todo mi ser contra tanto engaño…
Queremos conocer tu propio BALANCE DE LA HUELGA: ¿QUÉ CREES QUE VA A PASAR AHORA? ¿HA SERVIDO PARA ALGO? ¿QUÉ CONCLUSIONES SACAS DE ESTA MOVILIZACIÓN? ¿CÓMO VALORAS LA ACTITUD DE PIQUETES, EMPRESARIOS, GOBIERNO Y OPOSICIÓN?
Y ya que todo el mundo está hablando y opinando sobre el día después de la huelga, propongo que hablemos de ‘la mañana siguiente’: Hay un libro, titulado La mañana siguiente: cómo nace una historia de amor, del sociólogo Jean-Claude Kaufmann. Este señor habla de los “automatismos culturales”, un concepto muy erudito para referirse a esas pequeñas cosas, a veces ordinarias, que sólo se hacen visibles en la intimidad y que pueden determinar una relación después de la primera noche.
¿Cuál es ese pequeño detalle de las mañanas siguientes no soportáis? ¿Mal aliento, hábitos sorpresa, visitas al cuarto de baño, meteorismos...? ¿Alguna anécdota digna de mención relacionada con una noche de pasión y un despertar catastrófico por culpa de esos pequeños detalles?
¡Cuéntanoslo! Prometemos no decírselo a nadie.
¡¡¡¡CORRECCIÓN MUY IMPORTANTE!!!! He cometido UN GRAVE ERROR al decir en antena y escribir aquí que "a los delegados sindicales no se les descuenta el día de huelga". Lo correcto es "a los liberados sindicales no se les descuenta el día de huelga, A NO SER QUE LO SOLICITEN EXPRESAMENTE". Pido disculpas por el error a las personas afectadas. La información que manejaba estaba incorrecta y asumo toda la responsabilidad de haberme hecho eco de ella. Mañana lo corregiré en antena como ya he hecho en esta entrada.