Qué hace falta para que nos encendamos
Se llamaba Mohamed Bouazizi y tenía sólo 26 años. Vendía fruta y verdura con un carro desde los 10 para sacar adelante a su familia y para que su hermana pudiera ir a la universidad.
Era el único que tenía trabajo de los 9 que compartían casa en la ciudad de Sidi Bouzid, una pequeña localidad rural de Túnez.
El pasado 17 de diciembre compró 150 euros de fruta para venderlos en la plaza. Unos policías le pidieron un soborno para dejarle vender. Era una práctica habitual. Él se negó. Fue abofeteado por una funcionaria del ayuntamiento que acompañaba a los policías y éstos le patearon y le quitaron la mercancía. Cuando fue al ayuntamiento a tratar de recuperarla y amenazó con denunciar los hechos, la funcionaria se rió en su cara y le dijo que nadie haría caso de un don nadie, un paria como él. Mohamed compró una lata de gasolina, volvió al consistorio y delante de los policías que estaban en la puerta, se prendió fuego.
Mohamed representaba la cruda realidad de tantos desesperados tunecinos. Pertenecía a una familia sin trabajo. Nueve personas hacinadas en una casa sin apenas perspectivas. Humillados por las autoridades, abofeteados por un sistema opresor que vivía en la opulencia y se reía de sus problemas, les quitaba lo poco que tenían y les pateaba en el polvo…
Cuando te reducen a nada y a nadie lo único que te queda por hacer es un acto de suprema desesperación y valentía, arrebatarte la vida y hacerlo de forma brutal y dolorosa delante de quienes te lo han arrebatado todo. Para que tus aullidos de dolor resuenen en sus oídos sordos. Para que tus llamas queden grabadas a fuego en sus ciegas pupilas y les queme la conciencia, al menos las cenizas de conciencia que les queden.
El cuerpo ardiendo de Mohamed consiguió algo más. Consiguió prender otra llama. La llama del descontento de Túnez. Su angustiosa protesta fue el origen del levantamiento popular, de la revolución social tunecina que ha hecho caer la dictadura de Ben Ali.
Mohamed murió a consecuencia de las quemaduras el pasado 4 de enero. Diez días antes de poder ver que su cuerpo carbonizado había servido, al menos, para encender la mecha que ha arrasado y extinguido el régimen dictatorial de su país y que va camino de hacer lo mismo en Egipto y quien sabe sin en otros países de la zona.
Es siempre emocionante ver como los parias de la tierra se levantan desde lo más bajo para derribar a los que están más alto… Creo que tendríamos mucho que aprender de lo que está pasando allí…
A menudo miramos a esos países del sur y del este con desdén, por encima del hombro. Países atrasados. Países poco avanzados. Países fanatizados. Civilizados somos nosotros que vivimos en países tan acomodados que sólo somos capaces de mover un dedo para cambiar el canal de la tele.
Civilizado es Italia que tiene de presidente a un hombre acusado de prostitución de menores y de una trama de corrupción y trata de mujeres y ahí sigue, en el poder. Civilizado es Francia que hasta el último minuto estuvo apoyando al régimen represor de Ben Ali. Civilizado es Sarkozy que ahora se ha disculpado diciendo: “No fuimos capaces de ver la desesperanza de Túnez”.
Civilizados somos nosotros que pactamos con Estados Unidos para que no se investiguen sus crímenes de guerra. Que permitimos que sus aviones con presos ilegales pasen por España camino de Guantánamo. Civilizados somos nosotros que permitimos que Guantánamo siga existiendo en Cuba mientras criticamos la falta de libertad cubana.
Hartos de todo decimos que estamos “quemados”. No es más que una metáfora. En un país a tiro de piedra del nuestro, un chaval de 26 años, se quemó realmente vivo y dio vida a una revuelta popular pacífica que ha unido a campesinos, obreros, estudiantes, intelectuales, ingenieros, médicos, incluso a parte del aparato represor, de las fuerzas del llamado “orden público”... Nadie quiera que se tenga que inmolar un hombre o una mujer para que se produzca una revolución social. Pero yo echo de menos que apaguemos la tele y nos encendamos…
Carne Cruda quiere saber tu opinión sobre la situación en Egipto y, en general, sobre la ola de protestas iniciadas en Túnez: ¿QUÉ OPINAS DE TODO LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO EN LOS PAÍSES ÁRABES, DE ESE LEVANTAMIENTO DE LA SOCIEDAD FRENTE A LA REPRESIÓN DE LOS GOBIERNOS? ¿TE HA TRANSMITIDO ADMIRACIÓN? ¿DEBERÍAMOS APRENDER ALGO DE LOS CIUDADANOS DE ESTOS PAÍSES ISLÁMICOS? ¿CREES QUE ESTAS REVUELTAS CAMBIARÁN LAS COSAS? ¿EN QUÉ SENTIDO?
Hoy la carnicería establece conexión directa con Egipto y Túnez para conocer la realidad de las protestas lo más cerca posible de la calle. Además, entra en el local radiofónico Paco Roca, Premio Nacional de Cómic. Nos hablará de su última novela gráfica, El invierno del dibujante, una obra que también habla sobre una revolución, aunque a menor escala: la de los dibujantes de la editorial Bruguera en los años 50.
Hoy nos hemos zampado estas melodías: "The Stick" (TED LEO), "Paris Canaille...Paris Racaille" (ROUDA), "Cucarachas" (TNT), "You only live twice" (JOHN BARRY), "Let me go!" (ERIK TRUFFAZ), "We'll meet again" (JOHNNY CASH).
Ha sido un día triste. Después de un año y medio, deja este programa la grandérrima Julia Varela, nuestra cocinera gallega, a la que a partir de ahora podréis escuchar en otra aventura radiofónica de Radio 3: SIGLO XXI. Ella ha estado conmigo desde el principio de esta locura y ha sido esencial para poner en marcha la charcutería. ¡Gracias!
Gracias, Julia, por tu trabajo, tu esfuerzo, tu implicación y tu energía que han sido esenciales para hacer este programa cada día. Y gracias por tu paciencia conmigo, tu buen humor que iluminado esta carnicería y tu ternura gallega, que ha sido el ungüento que nos ha mantenido sanos… Te voy a echar muchísimo de menos… Te escucho en la radio…
Además, ha muerto Mr John Barry, el talentoso compositor de bandas sonoras inolvidables como "Memorias de África" y sobre todo, la serie 007. A este señor también le voy a añorar por habernos dado tantas melodías maravillosas, como éste "Goldfinger" que os dejo aquí para que lo disfrutéis y recordéis al maestro. Si Barry viera este vídeo de Shirley Bassey resucitaría de gusto. ¡ESTÁ TREMENDA (en todos los sentidos)!