Utilízame si me necesitas
Si estás atento, si llevas los ojos abiertos, la vida te puede regalar momentos luminosos y poéticos cuando menos te lo esperas, fogonazos de poesía que pueden estar escondidos en las cosas más prosaicas y aparentemente anodinas, momentos que te reconcilian con la vida y pueden enderezar un día que caminaba torcido.
La semana pasada, en uno de esos días a la deriva, iba yo en el metro con el ánimo tan enterrado como aquel tren que me llevaba, cuando mi vagón se detuvo justo enfrente de un letrero que me sacó las nubes grises del pensamiento. Era un letrero al que, probablemente en otro momento, no habría prestado mayor atención. Pero cuando necesitas ver algo hermoso en mitad de la fealdad general, a veces eres capaz de encontrarla en el lugar más insospechado. El letrero en cuestión estaba colgado junto a un interfono del metro instalado en la pared para emergencias y decía: “Utilízame si me necesitas. Ayuda, dudas, preguntas”.
Aparentemente aquel cartelito estaba allí para informar a los usuarios de que podían hacer consultas sobre horarios del metro, transbordos, enlaces entre líneas, hora de apertura, de cierre y otros datos prácticos, a través del interfono. Aparentemente, aquel cacharro amarillo con aspecto de caja de fusibles soviética estaba allí para eso.
Sin embargo, la redacción del letrero era mucho más ambigua. El letrero no decía nada de horarios, ni de trenes, ni de transbordos. No sé si la persona que lo escribió fue consciente de que el letrero hablaba, o así me lo pareció a mí, de la vida. Me pareció claro que ofrecía su ayuda a cualquiera que lo necesitase al pasar por allí. Cualquier tipo de ayuda. Ayuda para superar un mal trago. Ayuda para resolver un problema matemático del cole. Ayuda para salir de un bache económico, para sacarte unas oposiciones, para encontrar pareja, para decidirte a dejar tu trabajo y emprender una nueva vida… Y además ofrecía, o al menos eso me pareció a mí, la posibilidad de sentarse a hablar y plantearle a alguien tus dudas, tus preguntas. De cualquier índole: por qué se acaba el amor, qué razones puede haber para creer en Dios, quién escribió “Crimen y Castigo” y en qué año, qué es un algoritmo neperiano, en qué ciudad del mundo la vida es más habitable, qué podrías decirle a ese amigo tuyo que ha perdido a su padre o cómo se hace el bacalao al pil pil.
Así lo entendí yo. Y por eso salí del vagón de metro y me quedé allí plantado, delante de aquel micrófono, imaginándome que al otro lado había una persona que estaba deseando que alguien pulsase la llamada para poder ayudarle. Una persona comprensiva, cercana y generosa que leía tranquilamente un libro mientras esperaba la siguiente consulta. Me quedé allí plantado pensando en qué le diría, qué le preguntaría. Y en lo maravilloso que sería en una sociedad tan sorda como la nuestra que hubiera teléfonos, telefonillos, interfonos, por toda la ciudad para poder llamar cuando lo necesitemos, para obtener algunas respuestas prácticas como la receta del bacalao o para plantearle preguntas porque el solo hecho de hacerlas nos libera de la angustia de necesitar una respuesta.
Imaginé una enorme cola de gente esperando pacientemente junto a los interfonos para hablar. De camino al trabajo, de vuelta a casa, una paradita para echar una charleta agradable, resolver alguna duda repentina o desahogar alguna pena acuciante. Y así estuve unos minutos hasta que llegó el siguiente metro y me volví a subir, mucho más reconfortado que cuando bajé. No pulsé el interfono. No hizo falta. Y no quería que la realidad estropeara un buen sueño. Mientras mi vagón se alejaba, una mujer se acercó al interfono y se quedó mirándolo como yo unos segundos antes. Me pareció ver que alargaba el brazo para pulsarlo. La oscuridad del túnel en el que se internó el tren me impidió ver si su mano llegaba a tocarlo.
Hoy recibimos a alguien que sabe encontrar la poesía en la mugre de los días y sacar la mugre que se esconde bajo la sociedad del brillo y el espectáculo. Es uno de nuestros más admirados dibujantes: ANDRÉS RÁBAGO, EL ROTO, una pluma que te pellizca el ojo con cada viñeta. Con él hablaremos de la reciente publicación de "La edad del silencio", un libro que recoge los demoledores dibujos que hizo en el tardofranquismo bajo el pseudónimo de OPS (pincha en el enlace para ver alguna de esas punzantes imágenes que publicó en revistas como "Hermano Lobo", "Triunfo" o "Cuadernos para el diálogo")
SI RECUERDAS ALGUNA VIÑETA DE EL ROTO nos gustaría que la describieras. ¿TIENES ALGUNA EN MENTE? ¿RECUERDAS ALGUNA DE SUS FRASES, SUS AFORISMOS?
Hoy hemos conocido también un informe que dice que más de la mitad de los jóvenes no tiene ningún proyecto de futuro.
El 54% de la juventud española VIVE SIN EXPECTATIVAS NI ILUSIONES FUTURAS. Es la primera vez que los jóvenes piensan que van a vivir peor que sus padres y esta percepción no sólo se refiere a la falta de trabajo y de dinero. Los jóvenes encuestados piensan que todo el sistema del bienestar que se ha disfrutado hasta ahora se irá al traste.
Lo que os decía: se hacen necesarios unos telefonillos en las calles para ayudar a la gente o por lo menos para que se desahogue. Mientras esperamos que alguien lleve a cabo esta idea, nosotros nos proponemos como OREJAS PARA ESCUCHAR VUESTRAS QUEJAS, DUDAS, OPINIONES, PREGUNTAS Y DARLES VOZ... Así que cuéntanos: ¿TÚ TIENES UN PROYECTO DE FUTURO? ¿CREES QUE ESTA VISIÓN ES MUY PESIMISTA? ¿CREES REALMENTE QUE VAMOS A VIVIR PEOR QUE LA GENERACIÓN DE NUESTROS PADRES?
Carne Cruda se ha zampado hoy estas delicias poco hechas: "Say what you want to" (AKRON / FAMILY), "Ikusten hau?" (ON BENITO), "Sincerity" (YOYMIPAYA), "In the Dark Places" (PJ HARVEY). Hoy hemos estrenado el nuevo disco de la Polly Jean Harvey, una tía capaz de incediarte con su voz y una guitarra (a mí sobre todo en los tiemp ...os de RID OF ME)... ¡¡I'M ON FIRE!!