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Beti arte Unai

Hasta siempre, Unai. Te echaremos de menos. Bon vent i barca… dirán algunos.

Hasta nunca. Au revoire. Tanta paz lleves… dirán otros. 

El adiós del técnico de Hondarribia llegará pronto. Será entonces cuando se eche la vista atrás… y se entone aquel clásico “pues a lo mejor no estábamos tan mal”. Será entonces cuando los números vuelvan a primar sobre el estilo, cuando los resultados se impongan a la metodología.

Porque Unai vive expuesto a esa dualidad: la confrontación de estadísticas con sensaciones, ese concepto, ambiguo y terriblemente subjetivo. Sobre todo en un sector, el periodismo deportivo, cada vez más ligado a la militancia, y que confunde, en muchos casos, el forofismo con el libro de estilo.

Unai

Bajemos a la mina. Hay aspectos que no son discutibles: el trato personal de Unai Emery es cercano, con propios y extraños, en un mundo del fútbol cada vez más propenso al aislamiento y al menosprecio hacia los aficionados y periodistas. Además, todo el mundo cuenta con Unai Emery. Es más que un entrenador: ya forma parte de la sociedad valenciana. Si hace falta apoyar el proyecto de un alpinista valenciano, allí está Unai con la mejor de sus sonrisas. Que toca estar en primera línea de la campaña contra la violencia machista, ahí aparece Emery. Que le piden dar un coloquio sobre fútbol y empresa, a la cita no falta el técnico. Sin olvidar los actos del club, que no serían lo mismo sin la presencia de su míster. Más allá del contenido de sus declaraciones, ambiguo y cauteloso hasta el extremo, jamás rehúye las entrevistas ni manda a su segundo a las ruedas de prensa. Ni critica las labores arbitrales. Ni pone en el disparadero a sus futbolistas ni al resto del personal del club. Incluido al presidente, del que soporta exigencias año tras año, en muchos casos, alejadas de la realidad competitiva actual. Y no sólo exigencias: también la remodelación de la plantilla una temporada sí y otra también, con la salida de los jugadores más representativos y con sustitutos de buen nivel... pero sin el aditivo necesario para conformar un equipo campeón.

Más allá de horas encerrado en el despacho (la prensa lo sufrimos con interminables esperas en sala de prensa viernes tras viernes), se le achaca falta de motivación del vestuario, incapacidad para dirigir grupos y proporcionarles mentalidad ganadora. Es posible... pero seamos serios: la motivación en determinados niveles se presupone, al menos en equipos que aspiran a algo más que la permanencia. E incluso en éstos. Tal vez la diferencia de potencial con Barcelona y Real Madrid impide generar ilusiones en los futbolistas que ven imposible aspirar a algo más que el tercer puesto y un papel honroso en Copa y en la competición europea de turno.

Sobre el césped, la propuesta quedó clara desde que cruzó la frontera. “Prefiero ganar 5 a 4 que 1 a 0”, afirmó. Un estilo antagónico al que iluminó al Valencia CF de principios de siglo, campeón de Liga, finalista de Champions, rocoso, inaccesible… y poco vistoso. Entonces no se cuestionaron los métodos y sí se aplaudieron los resultados. Un buen trabajo, sin duda, pero ligado indisolublemente a un bache en los dos transatlánticos de la Liga, inmersos en procesos de cambio (unos) y en cegadoras apuestas por zidanes y pavones (otros).

Difícilmente encontrará el Valencia CF un entrenador más adecuado para la situación actual del club, en fase de transición, con un nuevo estadio como punto de inflexión para el crecimiento y con la resurrección económica en pleno pero lento desarrollo.

Las comparaciones, pues, son odiosas y, cuanto menos injustas. El principal problema de Emery radica, paradójicamente, en la situación económica del Valencia CF, que le impide apostar por un perfil de entrenador de élite para entrenar a futbolistas de sueldos (más) millonarios, sino que le obliga a mantener (4 temporadas ya, lo nunca visto) a un técnico que acepta sofás y lámparas y exprime los recursos como pocos. La propuesta es cuestionable, como todas, pero el fin justifica los medios. ¿O sólo cuando interesa?

Categorías: Deportes

Enrique Pallás   19.abr.2012 18:29    

La paradoja del bronce

"Ganar cuesta mucho pero mucho... no importa la competición, sea grande, pequeña, sean equipos grandes o equipos más pequeños. Ganar cuesta mucho y volver a ganar aún cuesta más".

(Pep Guardiola. Presentación oficial del Barça temporada 2011-12. Camp Nou. 22 de agosto de 2011).

 

 

Tomo prestado de Manuel Conthe el título para encabezar este texto. No sólo eso sino también un apunte de la introducción de un libro de economía y política que se inspira en una paradoja deportiva: "Los atletas que ganan medallas de bronce se sienten más felices que quienes las consiguen de plata, pues se comparan con quienes no suben al podio, no con quienes han ganado el oro".

 

Pep Guardiola es mejor entrenador que hace tres años. Pero eso no garantiza que sus resultados sean mejores que entonces. En su primer temporada, logró el triplete. Si añadimos medio año más, la ecuación deriva hacia el primer entrenador que logró seis títulos en un año. ¿Ha perdido facultades? Todo lo contrario. Azar al margen (que también cuenta, y mucho) no se puede desdeñar el factor psicológico. Cuando asumió las riendas del primer equipo nadie apostaba a que su equipo lograría el triplete. Esta temporada que ha arrancado, en el universo culé casi todo el mundo apuesta lo contrario. Sin exagerar mucho, diría que se ve como algo más que una posibilidad. Rizando el rizo, se podría postular que la sorpresa para el culé sería no ganar nada, no ganarlo todo. Eso sí, la temporada ha empezado de forma soberbia: las dos Supercopas valen su peso en oro.

 

Sin embargo, no quiero pasar por alto una frase que me gusta mucho: "quien no conoce la historia está condenado a repetirla". En el Barça tras jugar una final de la Copa de Europa (ganada o perdida) siempre ha habido turbulencias. Tras la del 61 se fue Luis Suárez y de la misma forma que se acabó el debate entre sus partidarios y los de Laszy Kubala, también empezó una sequía de 13 años sin ganar un título de Liga. Después de la final de Sevilla en el 86 llegó el Motín del Hesperia. Tras la primera Copa de Europa de Wembley el Barça cayó eliminado casi a las primeras de cambio ante el CSKA de Moscú: perdió 2-3 un partido que ganaba 2-0. Tras la debacle de Atenas, en el 94, ya se sabe que pasó: fue el epílogo del Dream Team. Tras la Champions de París en 2006 se puede decir que fue el principio del fin de un equipazo que se tuvo que reinventar sin varios de sus artífices.

 

Guardiola fue la excepción. Al año de ganar en Roma, el Barça llegó hasta semifinales siendo apeado por el Inter de Milán. A mi modo de ver, una gran prestación. Pero esa medalla de bronce, curiosamente, supo a plata. Si Manuel Conthe me lo permite ahí tiene la paradoja de la paradoja.

 

Esta temporada, la plantilla del Barça tiene la opción de cambiar esta historia. Y no se me ocurre mejor rival para empezar el desafío que ante el último gran rey del continente, el Milan. El martes, los azulgrana se enfrentran al campeón de Italia, lamentablemente, sin poder contar con el mejor jugador del Calcio la pasada temporada. Alexis Sánchez deberá permanecer en el dique seco los próximos dos meses. En cualquier caso, es el retorno de viejos conocidos. No así, el de Zlatan Ibrahimovic que se lesionó en la sesión previa al desplazamiento del equipo a Barcelona. Se pospone su reencuentro con Guardiola. En cualquier caso, lo suyo no deja de ser la prueba fehaciente de que dos más dos no siempre es igual a cuatro. O como diría un profesor de Economía que tuve: una gota de agua y otra gota de agua no suman dos gotas de agua sino una gota grande. (Una frase que, no sé porqué, siempre me recordó a Johan Cruyff).

 

Son las paradojas que hacen que este deporte sea tan especial. Los rossoneri pueden decir con orgullo que son los últimos en ganar dos Copas de Europa de forma consecutiva. Si lo prefieren, una entidad ganadora de 5 Champions en dos décadas. El Barça también aspira a ese reto en mayo en Múnich, una ciudad que alberga al último Club que ganó tres Copas de Europa consecutivas. Lo reconozco, que un equipo alcance esta última gesta citada me suena a ciencia ficción. A día de hoy, por supuesto. Quizá, el año que viene, paradójicamente, lo vea distinto.

Categorías: Deportes

Albert Font   12.sep.2011 15:55    

La Champions en TVE

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Silvia Barba, Albert Font, Xavi Díaz y Enrique Pallás son los enviados de TVE a los partidos de la Champions League. Ellos ven el partido en primera línea, ahí donde gritan los entrenadores y la tensión es máxima.
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