CATALUÑA & ESPAÑA. ATRAPADOS EN EL TIEMPO.

    jueves 19.oct.2017    por Miguel Castro    4 Comentarios

 

Phil se despierta sobresaltado. Su despertador marca las seis de la mañana del 2 de febrero, día de la marmota.  En la radio suena I got you baby (1965) de Sonny & Cher.  El personaje que interpreta Murray en Atrapado en el tiempo  lleva meses en la misma habitación. Se acuesta y a la mañana siguiente vuelve a ser 2 de febrero.  Asiste al evento que predice el fin del invierno a través de los movimientos de una marmota y retransmite la noticia a los seguidores del canal de televisión en el que trabaja.     

213507No entiende por qué ese día se repite desde hace varios años sin dejarle salir de la pequeña ciudad donde se encuentra.  Durante todo ese tiempo  ha tenido la oportunidad de conocer el pueblo, a sus habitantes, incluso de convertirse en un atracador, y de hacer lo inimaginable para intentar besar a una chica, sin lograrlo.  

No sabe lo que tiene que aprender, si es que es algo: ha llegado incluso a varias tentativas de suicidio para terminar con el tedioso día. 

De alguna forma, en las vidas de los seres humanos hay muchos días de la marmota. Se repiten hasta que aprendemos algo que nos cambia el chip, que hace que nos demos cuenta de un patrón de comportamiento que era profundamente tóxico para nuestra existencia. Lo mismo se podría decir de la historia. Se repite hasta que los pueblos son capaces de resolver asuntos que les llevaron a cometer grandes errores. Asuntos que se repetirán si los habitantes de esos pueblos no son capaces de mirar hacia los problemas desde una perspectiva diferente que la que han llevado hasta entonces.

El problema de España y Cataluña es probable que sea más psicoanalítico que político, como dijo un periodista alemán recientemente. Hay un patrón de comportamiento que deberíamos identificar para no volver a repetir y tener que vivir nuevamente las mismas pesadillas que vivieron nuestros padres y abuelos.  Mirar desde otro lado para aprender y progresar en nuestras vidas.

Gaurav, un indio que está pasando unos meses en casa se sorprendió esta mañana de la niebla que había frente al ventanal.  Le dije que parte es por el río y parte por la contaminación. 

  • “Aquí no tenéis contaminación”, me respondió. “En Delhi las cifras que tenemos son siete veces las que tenéis vosotros aquí”.
  • "Bueno", le dije, "aquí hay población afectada con problemas respiratorios. Ese es el problema que tenemos que afrontar. En cualquier caso, compararnos con Delhi no nos consuela".
  • "Prefieres compararte con Dinamarca, Suecia… Si te comparas con alguien que siempre lo hace todo mejor que tú siempre estarás insatisfecho, nunca disfrutarás del ahora."

Me quedé un minuto pensándolo y le contesté.

  • "¿Qué te parece un término medio?"

Asintió y nos quedamos los dos mirando el río. La niebla comenzó a despejarse.

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Me viene ahora la imagen del cuadro Europa que se puede ver en el  Museo Centro de Arte Reina Sofía. Pienso en la cruenta historia del continente que muestra ese cuadro y otros muchos que hay en las paredes de un museo que retrata a la perfección las contradicciones que llevamos tan arraigadas los habitantes de esta península donde parece terminar y empezar este continente. 

Me acuerdo de los mediadores culturales con los que tuve la oportunidad de disfrutar de la contemplación de una serie de cuadros del museo que me hicieron cambiar mi forma de pensar sobre lo que soy, sobre mi procedencia y sobre mis necesidades, durante el rodaje del  documental El Reina.   

Regreso a Atrapado en el tiempo y reviso ahora las secuencias en las que Phil ha dado un giro en su vida y se ha convertido en un maestro escultor de figuras de hielo, en un gran interprete de piano y en profesor de francés. Su encierro, en un mismo día, lo ha reinterpretado en una oportunidad para cultivarse, para aprender de aquello en lo que no había dedicado nunca tiempo para ejercitarse.  

Imagino por un momento que el director del Museo Centro de Arte Reina Sofía cursa invitaciones a los presidentes de  la Generalitat y del Gobierno de España, con el propósito de visitar conjuntamente el museo.  Y también imagino que se le encarga a uno de esos jóvenes mediadores culturales que seleccionen un recorrido por el museo que sea ilustrativo para ambos dirigentes de nuestro carácter y nuestras contradicciones.

Es posible que ambos dirigentes vieran juntos la cantidad de obras que hablan de la relación entre Dalí, Lorca y Buñuel; que se asomaran a Un mundo de Ángeles Santos; que siguieran la mirada que plasmó López Mezquita en Cuerda de presos; que descubrieran los prolegómenos de la Guerra Civil narrados en Espagne 1937; que se quedaran un buen rato en El Guernica; y que contemplaran en silencio las ruinas de un decorado tan terrible como real, el de  Alemania año cero. Juntos, se podrían asomar al cine de Berlanga, y también podrían redescubrir  Un perro andaluz de Buñuel;  o  algunos cuadros del Equipo Crónica como Espectador de espectadores…  y tantas y tantas obras que hablan de nuestro subconsciente colectivo.

Un subconsciente que pide a gritos, a veces llenos de rabia, que le escuchen atentamente, que le comprendan y que le consuelen.  Tal vez bastaría con comenzar así. Limpiar la rabia dejándola salir. Escuchar el desahogo verbal y las necesidades del otro y soltar las propias, mientras decenas de obras de arte pasan ante nuestra mirada.

Ni una palabra de independencia ni de 155. Una mañana de compartir lo que vivieron nuestros padres, nuestros abuelos, desde los ojos y la narración de un joven de algo menos de treinta años, tal vez sería suficiente para comenzar a terminar, de una vez por todas y para siempre con el bucle del día de la marmota.   

Categorías: Actualidad , Ciencia

Miguel Castro   19.oct.2017 19:34    

RTVE 2027

    martes 19.sep.2017    por Miguel Castro    0 Comentarios

Noviembre de 2027. Transcripción del discurso de la copresidenta del Grupo Público Multimedia Global RTVE.

Hace ahora diez años nos reunimos en este mismo lugar y se oyeron estas palabras:

           “No podemos construir el futuro si no somos capaces de imaginarlo previamente”.

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Y lo imaginamos y lo hicimos real.  Aquel día, os hice por primera vez una pregunta que os hecho posteriormente en muchas ocasiones, en estos años: ¿Qué puedo hacer por vosotros?

Hoy, además de esa pregunta, hay otras cuestiones esenciales: ¿Qué podemos hacer juntos por los ciudadanos que nos ven hoy en los cinco continentes? ¿Qué podemos hacer por las decenas de millones de usuarios fijos mensuales que nos ven desde todas nuestras plataformas en todas partes del mundo y para los que somos referencia? ¿De qué manera podemos mejorar sus vidas?

En noviembre de 2017 se inauguró el Primer Encuentro Responsable sobre Medios de Comunicación Públicos. Hoy inauguramos el décimo. Aquel encuentro, el de 2017, recogió durante una semana las ideas de expertas y de anónimas; de técnicos y de humanistas; de grandes oradoras y de tímidos creativos que se atrevieron por vez primera a compartir debates, charlas, coloquios para afrontar un cambio que se mostró verdaderamente ilusionante. Al final de esa semana se sintió, por vez primera, que navegábamos unidas por los mismos retos.  

Fruto de esas jornadas, meses más tarde, en marzo de 2018, por primera vez en RTVE, fuimos elegidas, por concurso público, como copresidentas de la Corporación, dos mujeres. Habíamos recogido en el proyecto presentado la mayor parte de las conclusiones que salieron de aquel Primer Encuentro. Habíamos incluido vuestras propuestas: el cambio de modelo organizativo,  la transformación digital, la transición de una corporación centrada en la emisión broadcast de contenidos hacia un gran Grupo Público Multimedia Global.    

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En aquel tiempo, antes de aquel Primer Encuentro,  el número de escépticos y de descreídos era mucho mayor que el de soñadores. Hoy, sin embargo, ya nada es imposible. Ya nadie se extraña de que la creatividad sustituyera a la burocracia, de que no se despidiera a nadie, de que se ampliara la plantilla en tres mil personas porque los cambios tecnológicos lo precisaban, de que se formara a los trabajadores en nuevos cometidos y en nuevas visiones de su actividad laboral que les hacían crecer en lo personal.

 Ya nadie se extraña de que los tornos de control de presencia desaparecieran, de que las tareas se organizaran en equipos de trabajo, de que los trabajadores decidieran quienes serían sus jefes, al igual que sus salarios, y que lo hicieran de forma responsable.

Muchos de los que antes fueron mandos intermedios pasaron de ser impasibles solucionadores de trámites burocráticos a servidores que ahora escuchan atentamente a sus compañeros, les empoderan, motivan, les hacen crecer. Un proceso que llevó mucho tiempo y que cumplió etapas donde los directores de áreas se seleccionaron con rigor, de acuerdo a una mentalidad y comportamiento que implicaba estar preparados para compartir el poder y para liderar con humildad. De hecho, fueron elegidos de abajo a arriba lo que les indujo a actuar naturalmente como líderes servidores.

La inmensa capacidad productiva actual de nuestro Grupo no se hubiera conseguido sin la generación de confianza y transparencia que tuvo como primer paso una mejor organización del trabajo de la que participamos todos. Los trabajadores nos responsabilizamos de nuestras tareas e hicimos nuestro un lugar en el que ahora queremos estar. Ahora, nos sentimos muy orgullosos de lo que hacemos y del compromiso que hemos establecido con la sociedad. Ya nadie quiere jubilarse anticipadamente porque este lugar ha dejado de ser un lugar tóxico, como algunos definían hace diez años. Eso se acabó.  Ahora es un lugar donde los trabajadores gozan de autogestión, de plenitud y de un propósito evolutivo.

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Nada de esto hubiera podido llevarse a cabo sin una profunda identificación de usuarios de todo el mundo con los valores de nuestro Grupo por medio de una difusión de contenidos multilingües, afianzados en una cultura de valores inspirados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La veracidad, el rigor, y la profesionalidad con la que son tratados los contenidos de todo tipo de género y formato, construyen, día a día,  un referente que ahora tiene un lugar preferente en el mercado audiovisual global, que goza de una absoluta independencia de todo tipo de injerencia política.

Hace diez años, participamos de manera decisiva, junto a muchos miembros de la sociedad civil, en el acuerdo parlamentario que permitió el comienzo para desgubernamentalizar RTVE, la reforma de leyes, la independencia de los informativos, y de los programas de toda presión política gracias a la dotación a los Consejos de capacidad ejecutiva. Por entonces solo existía el de Informativos. La esencial labor desempeñada por el Consejo de Informativos entre 2012 y 2017 propició, en gran medida, el cambio que llegó un año más tarde. En los primeros meses de 2018 se creó el Consejo de Programas. Ahora son dos pilares que velan por la independencia y por la pluralidad de nuestro Grupo. Ya no somos un centro de poder controlado por el partido de gobierno. Todo lo contrario, somos un gran medio público de comunicación que fortalece y exhibe, día a día, las múltiples pieles de las que estamos hechos y la gran diversidad de miradas que somos capaces de ofrecer sobre el mundo en el que vivimos.  Somos ya una estructura tan sólida como permeable, orgánica: lo que decidimos juntos llegar a ser. Somos creativos y adaptativos a los cambios que se han ido produciendo en la tercera revolución industrial, la que nos ha tocado vivir.

 Hoy inauguramos el Décimo Encuentro Responsable sobre Medios de Comunicación Públicos. En el primero, cuando me dirigí a vosotras con esa pregunta ¿qué puedo hacer por vosotros? * Se oyeron comentarios socarrones, incluso de mal gusto, ¿qué se cree?, ¿quién se ha  creído que es? No hice nada, no dije nada más durante un buen rato. Me quedé muda, bloqueada, incapaz de moverme. Después el auditorio se hizo murmullo. Y más tarde se hizo el silencio. Un silencio intenso. Hasta que una mujer que no conocía se levantó de la butaca en la que estaba sentada y se acerco al estrado, a mí lado. Me miró. Me sonrió, miró a los presentes y dijo: ¿Qué puedo hacer por vosotros?

Se hizo el silencio y, entonces me di cuenta, nos dimos cuenta. Cuando hice la pregunta no sabía realmente lo que estaba ofreciendo. Fue en ese instante, al escuchar mi propia pregunta de otra persona, cuando lo comprendí. Era la única forma de comenzar: una pregunta que le daba el protagonismo a los otros. Al hacerlo,  surgió un profundo cambio de nuestra mirada.

Diez años más tarde, absolutamente orgullosa de estar a vuestro lado, no seremos capaces de construir el futuro si no somos capaces de imaginarlo previamente.**

Imaginemos juntos ese futuro: hagámoslo nuestro.

¿Quién se atreve a imaginar y tiene necesidad de compartirlo?  

¿Cómo podríamos llevar a cabo lo que propones?

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*  Uno de los presidentes de la BBC, nada más ser elegido, reunió a los trabajadores, se presentó y dijo ¿Qué puedo hacer por ustedes? Su primera acción fue escuchar. Antonella Broglia me contó esta historia hace varios años. No he podido olvidarla desde entonces.*

** Escuché esta frase de Gerardo Tudurí en el TEDxMadrid Salón que se llevó a cabo en el Campo de la Cebada. Gerardo es el creador de Cine sin autor.

 

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Miguel Castro   19.sep.2017 18:52    

REINVENTEMOS EL TRABAJO III

    viernes 16.jun.2017    por Miguel Castro    1 Comentarios

Para los amantes de Los lunes al sol de Fernando León de Aranoa, o del cine de Ken Loach, aquí va un fragmento que podría haber sido utilizado por estos directores en alguna de sus películas. El el relato contado por Pedro Gorospe Lafuente en El inconformismo de Koldo Saratxaga bien merecería pertenecer a la secuencia de una gran película que narrara la particular historia que vivieron dos empresarios: Miguel Bernar y Koldo Saratxaga.  

“Lo que te pasa a ti, Miguel, no es nada raro. Es muy común y lo podríamos definir como paternalismo. En el fondo no eres mala persona, pero eres un carca. Anticuado en lo que respecta a la gestión y ganándote la vida mientras tienes a gente, en algún caso, bastante mal pagada”

Son casi las primeras palabras que le dijo Koldo Saratxaga a Miguel Bernar en 2007, cuando a este le preocupaba que su empresa, Walter Pack, se le fuera de las mano y acudió a Koldo para pedirle ayuda.   

Cuenta Bernar en el libro que no sabía si partirle la cara a Koldo, levantarse con indiferencia y largarse o seguir escuchando para ver como acababa la historia y contársela a los amigos.  

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Y la historia, efectivamente, dio para contarla. Por mucho que Miguel Bernar fuera un empresario de éxito, que creía que lo más importante de su empresa eran sus trabajadores, se encontró frente a él a una persona que iba a mostrarle la importancia de ser consecuente entre lo que se piensa, lo que se dice, lo que se siente y lo que se hace.   

“O sea que si tú trabajas tanto, cómo es posible que a lo que consideras lo más importante de tu empresa, los trabajadores, le dediques tan poco tiempo. Que a algunos los tendrás mal pagados, con contratos a través de ETT, becarios… ¿No te parece raro?”, dijo Koldo.

“Qué cabrón” recuerda Bernar que pensó. “¿Cómo podía meter el dedo en la llaga con esa facilidad y con una sonrisa de amabilidad entrañable…?

 Gorospe describe en las páginas siguientes de El inconformismos de Saratxaga, las conversaciones que mantuvieron ambos. Sudores fríos iban entrándole a Bernar a medida que Saratxaga introducía nuevos conceptos que ponían Walter Pack patas arriba: Confianza, transparencia, tenacidad, respeto, reparto de un 30% de los beneficios, supresión de los relojes de fichar, prescindir de las ETT. Ideas que hacían dudar a Bernar sobre el sentido de la decisión que estaba tomando y que tenían como colofón que la plantilla de Walter Pack tendría que aprobar en un referéndum un cambio que transformaba profundamente toda la organización.

Bernar pensaba que no podía haber más cambios cuando escuchó la última petición de Koldo:

“Todo este cambio lo tenemos que hacer, pero sin ti”

A regañadientes, Miguel Bernar también acepto la última petición: dejar en manos de Saratxaga y de su equipo, la transformación de Walter Pack. Cuando regresó, 18 meses más tarde, tuvo que someterse a la aprobación del equipo de Pilotaje, compuesto por quince personas. Tuvo que ganarse la confianza de la plantilla y empezar su particular aprendizaje.

 Ocho años más tarde, Walter Pack supero la crisis sin un despido y creciendo en todos los parámetros.

En el cine, como en la vida, los personajes crecen, las historias crecen, cuando asumen procesos, soluciones, que el espectador nunca pudiera imaginar.

El lunes pasado cuando escribí la primera de las entregas dedicada al trabajo recordaba a muchos de los trabajadores de RTVE que han tirado ya casi la toalla y están a punto de la total desmotivación y claman por una solución a sus vidas.

Me pregunto si esos cien millones de euros que podría costar, como mínimo, jubilar anticipadamente a 1000 trabajadores, podrían utilizarse para hacer una transición ordenada hacia un modelo que asegurara el bienestar de la plantilla ante la labor encomendada; que reforzara el servicio público con el aumento y consolidación de la producción propia, cuyo estudio en profundidad podría revertir en una contratación de más empleados;  y que todo ello tuviera como objetivo la creación de contenidos audiovisuales generadores de bienestar para el país y exportables a otras culturas.   No puedo estar de acuerdo con que la única solución que hay para repensar el servicio público es mandar a los mayores de 52 años a casa. No puedo darle la razón al monstruo, no puedo creer que la solución más fácil es la mejor. Y lo creo mucho menos desde que leí esta historia. Gracias, Koldo Saratxaga; gracias Miguel Bernar.

Categorías: Actualidad , Libros

Miguel Castro   16.jun.2017 17:54    

REINVENTEMOS EL TRABAJO II

    miércoles 14.jun.2017    por Miguel Castro    0 Comentarios

¿Es posible imaginar una empresa, una organización donde no hay jefes y que compita en el mercado internacional? ¿O imaginar una empresa donde el salario se decide de forma conjunta por los miembros de cada equipo, sin que la cuantía sea la misma, y todas las personas se sientan bien pagadas?

Este sueño utópico es una realidad en empresas como Buurtzorg dedicada al sector de la salud, con 7000 empleados, y ubicada en Holanda; o FAVI, empresa metalúrgica francesa, y en otras diez organizaciones cuya historia y forma de estructurarse, de relacionarse los trabajadores que componen sus plantillas, viene recogida en el libro de Frederick Laloux  que se ha convertido en un auténtico éxito mundial de ventas y que mencioné en el anterior post. “Reinventar las organizaciones” es un ensayo donde Laloux hace un repaso a los diferentes modelos de organizaciones que hemos creado los seres humanos a lo largo de los siglos de nuestra historia y donde se destaca el más evolucionado de estos modelos, el "teal"(esmeralda en inglés). 

Tras la pista de las organizaciones teal  en nuestro país está el Grupo de Investigación de Organizaciones Sostenibles de la Universidad Politécnica de Madrid, dedicado a estudiar el diseño de organizaciones que contribuyen a la sostenibilidad social, ambiental y económica. Una entrevista con  Ana Moreno Romero, ingeniera Industrial y doctora en Ingeniería Social y de las Organizaciones fue esencial para encontrar a NER Group con K2K Emocionando y su forma de interpretar la autogestión desde hace décadas; a  Infojobs y sus esfuerzos para conseguir la plenitud de sus empleados; y a un especial ejemplo de organización pública como el Conservatorio Municipal de Música de Barcelona que tiene prácticas teal. Todos ellos nos mostraron que es posible reinventar el trabajo.

 

Todos los ejemplos vistos en el reportaje nos enseñan que podemos dejar atrás las manadas de lobos y los machos alfa (organización roja en el libro de Laloux); e incluso las  pirámides jerárquicas que tienen como ejemplos esenciales a la Iglesia católica o a las Fuerzas Armadas, son  un modelo organizativo superado, por muy extendido que esté en las organizaciones públicas de más de medio planeta (ámbar en el libro de Laloux).

Dejemos de pensar que es imposible mezclar felicidad y trabajo. Puede resultar muy difícil en modelos como el naranja, la máquina,  donde se busca la perfección de los procesos desde un punto de vista puramente materialista sin importar los daños colaterales al medio ambiente o a los seres humanos que dichos procesos puedan conllevar. Los beneficios que ha producido este modelo, meritocracia e innovación no han sido suficientes para compensar los perjuicios que conlleva. 

Los inconformistas buscaron traspasar moldes, recordar valores y construir organizaciones (verdes) que tienen como metáfora la familia. En ellas los egos se disuelven y los directivos son evaluados por los trabajadores, e incluso elegidos por ellos. Son líderes servidores que deben de preguntarse antes de aceptar el cargo si estan preparados para compartir el poder y liderar con humildad.

 La evolución plena es dar una una vuelta de tuerca más e incluir tres  avances revolucionarios: autogestión, plenitud y propósito evolutivo. Un modelo donde la organización se considera un ser vivo, el modelo teal.

Es lo que somos, es a lo que debemos parecernos. El ideal teal del que tanto habla Laloux. El ideal que ya no es ideal, que es real y que podemos aplicar a nuestro lugar de trabajo si tenemos el valor, la perseverancia y las herramientas para apostar por un cambio que va a beneficiarnos a  tod@s. Hay ya mucha gente preparada y dispuesta a ayudarnos a conseguirlo. 

 

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Miguel Castro   14.jun.2017 11:22    

REINVENTEMOS EL TRABAJO

    lunes 12.jun.2017    por Miguel Castro    2 Comentarios

Me apasiona el cine que trata temas laborales y sociales. Las películas que he visto de estos temas han sido mayoritariamente diagnosticadoras de la crudeza de una situación laboral, de una época determinada, de una situación de crisis… No aportaban soluciones ni nuevos modelos, se limitaban a exponer y denunciar lo que estaba ocurriendo que, sin duda, era mucho.

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Es significativo que haya sido un libro de management, el primero que leo en mi vida, el que me ha aportado más soluciones y más esperanza a la zozobra que muchos días me ofrece trabajar en RTVE. Zozobra porque parece que la casa trabaja contra los empleados instalando muros que dificultan la tarea diaria hasta casi hacerla imposible.

Es difícil no tener ganas de tirar la toalla, caer en el olvido de la satisfacción que nos ofrece desarrollar nuestra jornada laboral en un trabajo creativo. Acabar rendidos a los pies del Centro de Poder RTVE, el lado oscuro que cercena frecuentemente la creatividad de toda la gran productora de contenidos audiovisuales de interés público que podríamos ser, el lado brillante. Una dualidad que nos lleva a menudo a una gran contradicción: querer cambiar las cosas y al mismo tiempo querer sentirnos ausentes, fuera del monstruo que construye su caminar en despachos rebosantes de insaciables vanidades, con los que la gran mayoría no queremos tener nada que ver.

Hasta hace muy poco todo era así, con esa batalla diaria entre el ying y el yang.  Hasta que Reinventar las organizaciones cayó en mis manos y me mostró las soluciones que llevaba media vida buscando.  Y, de repente, de un plumazo, películas que me habían hipnotizado como Metrópolis, Las uvas de la ira, Smoking room, Los lunes al sol o El Capital se desvanecían, se desprendían de lo más profundo del subconsciente, e iban ocupando otro lugar en mis recuerdos con cada uno de los 12 ejemplos que muestra el libro de Frederick Laloux, de empresas que viven y trabajan con el modelo organizativo “teal”.

Lo que Laloux presenta hace que nos frotemos los ojos hasta comprobar que el dinosaurio sigue ahí, que la utopía es real, como muestra el caso de Buurtzorg.

9788416601059Buurtzorg significa consultorio de barrio en holandés. De hecho es una organización dedicada al sector salud que tiene 7000 empleados y que proporciona atención domiciliaria a ancianos y enfermos. Las enfermeras trabajan en equipos de diez a doce personas, y cada equipo se ocupa de unos cincuenta pacientes en un barrio pequeño y bien definido. El equipo se encarga de todas las tareas que antes estaban fragmentadas en distintos departamentos. Son responsables no solo de proporcionar cuidados, sino de decidir cuántos y a qué pacientes atender. Hacen el ingreso, la planificación, fijan los días festivos y las vacaciones, y llevan la administración. Deciden donde alquilar una oficina y cómo decorarla. Determinan la mejor manera de integrarse a la comunidad local, a qué doctores y farmacias contactar y cómo trabajar mejor con los hospitales locales. Dentro del equipo no hay líder; las decisiones importantes se toman de manera colectiva. Los equipos son verdaderamente auto-gobernados y auto-organizados…

Se podría afirmar que lo que es aplicable en el sector sanitario no necesariamente puede ser exportable a otros sectores. En Reinventar las organizaciones hay otros 11 ejemplos de todo tipo de sectores  que demuestran que la autogestión es posible y genera un altísimo nivel de eficiencia con el que es difícil de competir. Cuando la gente está contenta con lo que hace se convierte en adicta a su trabajo. En Buurtzorg, antes de que llegara el modelo teal que convirtió la organización en un paraíso, intentaron aplicar protocolos mecanicistas donde venía regulado el tiempo que tenía que usar cada enfermera en cada proceso: en poner una inyección, en escuchar a un enfermo… Fue tal el desastre que se originó que un nuevo dueño acabo con las ideas de productividad mal entendida. La autogestión es posible si se dan las condiciones precisas para llevarla a cabo.

Buurtzorg ofrece de forma eficaz a sus equipos el apoyo específico que la autogestión tiene en la práctica (capacitaciones, coaching, herramientas). Un apoyo que incluye elementos tan básicos como descuidados de la colaboración humana: el aprendizaje de distintos tipos de escucha y de distintos estilos de comunicación, cómo llevar a cabo reuniones, cómo hacerse coaching unos a otros, y otras habilidades prácticas…

Un tema a aclarar es que aunque no haya jerarquías de jefe y subordinados,  esto no significa que todas las enfermeras sean iguales. El espacio permite que surjan otras jerarquías naturales y espontáneas: jerarquías fluidas, basadas en el reconocimiento, las influencias y las habilidades.

The guardian, en la portada que se reproduce en  la foto, titula el trabajo que se hace en Buurtzor así:

El modelo holandés vecinal de cuidados que se está convirtiendo en global. Ha acabado con la burocracia y ofrece más tiempo de las enfermeras con los enfermos.

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Buurtzorg es un ejemplo de que la confianza genera un grado de motivación desenfrenada. Cuando se nos ofrece la autonomía suficiente y las condiciones para que ejerzamos esa autonomía, multiplicamos por varios centenares nuestra eficiencia.  

Paseo por los jardines de Prado del Rey. El edificio llamado inteligente,  el edificio de TVE, el de RNE. Miles de trabajadores desempeñan su tares diaria en estos edificios. Entre ellos, dicen fuentes sindicales que hay muchos que viven una desafección tal que lo único que anhelan es una jubilación anticipada. Su desmotivación es profunda, El Centro de Poder ha devorado sus energías. No confían casi en nadie y casi en nada. Solo quieren que alguien les envíe a casa con un buen salario. Me pregunto si la historia de Buurtzorg podría inyectar algo de ilusión.  Me pregunto si es recuperable esa vocación por el servicio público, por servir a los ciudadanos de este país, que todavía hay en el interior de muchos de los grandes profesionales que intentan evitar ser devorados diariamente por el monstruo.

 

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Miguel Castro   12.jun.2017 11:00    

Julieta

    jueves 7.abr.2016    por Miguel Castro    1 Comentarios

Viejos amig@s en la sala de los cines Golem donde se proyectaba, a la prensa, Julieta, la última de Almodóvar. Allí estaba Gala. Las luces de la sala estaban todavía encendidas cuando nos abrazamos y nos pusimos al día del momento dulce que los dos saboreábamos. Sonrisas que fueron apagadas al mencionar a una amiga común, al sentir la impotencia de lo incomprensible, de lo que duele, de lo que no podríamos evitar aunque quisiésemos. Ella aparcó la relación, de golpe, marcando un punto y final que nos llenó de dudas y de tristeza. 

En ello estábamos, cuando se apagaron las luces y una seda rojiza inundó la pantalla, el aire la mecía. El aire de de la respiración de una mujer "tan bella como abatida". Desde el primer plano, Almodóvar nos avisaba de que aquello que íbamos a ver tenía tanto de tragedia griega como de intangible, de inexplicable. Tenía que ver con la belleza exterior y con el dolor interior, levemente marcado y al mismo tiempo oculto, por una respiración inquieta. 

A partir de ahí, la vida: la culpa, el amor, el duelo, los celos, el dolor, el silencio, una foto rota, una estatua amputada, una tarta de cumpleaños en la basura, una mano que escribe para entender… como si la literatura o el cine fueran capaces de explicar algo de eso que pasa mientras nos preguntamos qué nos pasa; un cineasta que sutura su mapa emocional y al mismo tiempo hace que salten los puntos del nuestro.

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Títulos de crédito. Lagrimas. Gala comenta: “Parecería que la película hubiera empezado cuando nos sentamos en la butaca y comenzamos a hablar…”, nuestra amiga se hizo presente de nuevo en una película donde se veía una de Almodóvar. “Ahora la entiendo un poco más”, le dije a Gala. Ahora me entiendo un poco menos, pensé. Me despido, salgo para Atocha hacia el Museo Reina Sofía. En el vagón del metro dos músicos nos desean un buen día. Una persona devuelve el saludo en un vagón que apenas late, tan sólo está ensimismado. Los acordes de la guitarra y de la percusión  intentan robarnos al menos una sonrisa. Atocha, anden vacío. La última secuencia de Julieta me acompaña hasta la salida. Afuera, hay una luz preciosa. 

 

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Miguel Castro    7.abr.2016 18:09    

Ilusionista

    miércoles 27.ene.2016    por Miguel Castro    1 Comentarios

No se porqué me viene a la cabeza estos días una frase de la película La juventud, de Paolo Sorrentino. La suelta una miss universo tras recibir un gruñido intelectual de una estrella de cine, en respuesta a un destello de sincera admiración: “Cuando la ironía está cargada de veneno denota la frustración del que la ha lanzado.”

Hay ironía, pero sin veneno, cuando Jordi Molla dice que él no es pintor, que él es un gran actor, un actor que pinta, que escribe, que dirige… Apasionado y enfermo de curiosidad, Jordi Mollà es incapaz de detenerse, no para. Sonríe cuando nos muestra una de sus obras: un ladrillo dorado. No hay mejor forma de expresar lo que significó la burbuja inmobiliaria en este país, fue como la fiebre del oro; ni hay tampoco mejor alegoría para hablar de lo que puede o no puede ser arte contemporáneo. Jordi nos muestra también una Divina Comedia, de Dante, barnizada, sus páginas no se pueden abrir, es como una piedra, más que un libro parece un fósil, es otra de sus obras.  Y por último Jordi sostiene unas fotos de una enorme obra que realizó con guiones que le llegaron, que leyó, que le propusieron y que jamás se convirtieron en película.

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El ladrillo dorado

Un político estadounidense precandidato a la presidencia de Estados Unidos, Bernie Sanders habla de que la  avaricia de Wall Streett está destruyendo su país. Hay una máxima ecologista que dice que en el mundo hay recursos suficientes para satisfacer las necesidades de todos los seres del planeta, incluidos los seres humanos; sin embargo no hay recursos para satisfacer la codicia de unos pocos. 

 

 

 

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La Divina fosilizada Comedia

Escribió Dante en La divina comedia que las zonas más abrasadoras del infierno estaban reservadas para aquellos que tuvieron la oportunidad de cambiar las cosas y no lo hicieron. ¿Quién puede abrir un libro solidificado?

 

 

 

Los guiones atrapados

Todo lo que no hacemos, aunque lo pensemos, aunque lo escribamos, no existe. Nuestras vidas están llenas de proyectos que no surgieron, que se quedaron aparcados, que no se llevaron a cabo. De viajes imaginados, de sueños robados, de enamorados y enamoradas que abrazaron el aire,  de ideas que cambiarían el mundo que no fraguaron, nadie las puso en práctica. Y, sin embargo, todo ello aunque nunca existió, nos hizo sentirnos vivos. Nos hace sentirnos vivos. No entiendo bien el mecanismo de la nostalgia de lo no vivido, pero creo que existe. De alguna manera, lo que no hicimos, existe. 

Tuve la oportunidad de hablar con Jordi Mollà de aquello que le hacía sentirse vivo, y no puedo más que agradecerle esa larga conversación, esa generosidad y pasión con la que hablaba de todo y de nada, de lo que importa y a la vez es irrelevante, de lo que somos y a la vez no somos.

En el enlace que sigue a estas líneas está la conversación emitida. La conversación completa quedará archivada en dos discos hasta que alguien, por azar, por resiliencia,  o por método, decida desempolvar descartes de otras vidas. 

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El ladrillo, la divina comedia y los guiones atrapados no se encuentran en el montaje emitido sobre Jordi Molla. Me pregunto por qué no los incluí,  por qué quedaron como descartes. Me hago esta cuestión mientras dejo que suene una vez más un tema de la banda sonora de Ocho y medio, la película de Fellini, un tema que no consigo quitarme de la cabeza: El ilusionista.

  

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Miguel Castro   27.ene.2016 10:57    

Morimos...¿hablamos de ello?

    martes 12.ene.2016    por Miguel Castro    1 Comentarios

Repasando el programa de A punto con la 2 que dedicamos al proyecto HU-CI, uno se encuentra con frases como estas: “El sufrimiento en esta sociedad es un tema tabú, y no digamos la muerte”, le comenta el actor Alfonso Bassave a Gabi Heras, médico intensivista creador del proyecto para humanizar los cuidados intensivos en las UCIS.  Y lo hace mientras toman un café. A lo que Gabi añade: “Si te acercas lo suficiente, tiene premio. En el momento en que te acercas al sufrimiento y no lo rechazas, lo atraviesas, dejas de sufrir y tu experiencia vital se convierte en algo transcendental”

Pocos trabajos me parecen tan necesarios como este de humanizar las unidades de cuidados intensivos, lleva implícito humanizar nuestras vidas, nuestro día a día. Mirar a la muerte hace que miremos a la vida de otra manera. Hace que nos cuestionemos el motivo por el que actuamos, y que de repente surjan preguntas sobre nuestras intenciones, sobre el motivo por el que hacemos lo que hacemos, cada día.

No es fácil, no es nada fácil pensar que nos vamos a morir y mirar hacia adentro: hacia las emociones que nos genera esa idea, algo que no somos capaces de dimensionar ni de entender y que nos atemoriza. La mayoría de las veces preferimos no prestar atención al sufrimiento, a la muerte, porque pensamos que no sirve para nada, parece que sólo estamos programados para producir, no para perder el tiempo, y decidimos seguir con nuestras cosas, mantenernos ocupados, atentos a lo que pasa fuera, y nos olvidamos de mirar hacia adentro.

¿Qué pasaría si lo hiciésemos? ¿Si una tarde nos planteásemos que deberíamos hacer un documento de voluntades anticipadas, que deberíamos decidir si queremos que nos incineren o que nos entierren, o si queremos ser donantes de órganos?

¿Que pasaría si un día decidiésemos hablar de lo invisible, de lo oculto, de lo que sentimos y no nos atrevemos a contar a nadie? ¿Qué pasaría si hablásemos abiertamente de ello?

Gabi y Alfonso saben lo que pasaría. Ambos tuvieron la generosidad de compartir públicamente esa experiencia con nosotros, de decir cosas que no recuerdo haber escuchado nunca en un programa de televisión.

Ambos saben que si fuésemos capaces de hablar más de la muerte conseguiríamos aumentar nuestra capacidad de escucha, de percibir el aliento de los demás, de sentir nuestros miedos y el miedo de los otros, de abrazarlos, de entenderlos, y así superarlos, sentir lo que nos bloquea y  atravesarlo. Sentir que estamos vivos, despiertos, conscientes, atentos.

No puedo dejar de agradeceros, Gabi, Alfonso, lo que habéis hecho. No puedo dejar de sentir gratitud por esa gran bocanada de amor que habéis lanzado, en un mar donde sólo parece tener derecho a navegar el desconsuelo.

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Miguel Castro   12.ene.2016 18:07    

Lo que pienso, lo que siento, lo que hago.

    jueves 26.nov.2015    por Miguel Castro    4 Comentarios

 Tengo un amigo venusiano con el que a veces veo la tele. Es un poco plasta, la verdad, porque no para de preguntar en todo momento. El otro día vio por primera vez un partido de fútbol, el Madrid Barça. Y desde antes de que comenzara el partido empezó con la matraca.

Fr

- ¿Esa bandera tan grande que han puesto en la grada?

- De Francia

- ¿Y por qué la ponen?

- En homenaje a las víctimas del atentado de París.

- ¿Qué es Francia?

- Un país, el corazón de la Unión Europea, donde nacieron muchos de los valores que seguimos en este continente.

 - Y los dos equipos, ¿de dónde son?

- De Madrid y Barcelona.

 -  ¿Y..

- ¡Me vas a dejar ver el partido!

 Mi amigo venusiano no se calló. Le tuve que explicar nuestra historia, le hable de referéndum, del derecho a la autodeterminación de las reglas del fútbol, de qué eran los estadios y hasta de los más nimios detalles de la indumentaria de los jugadores.

 - Oye, ¿y qué llevan los jugadores en las camisetas?

Aba

- Llevan marcas. El Madrid lleva publicidad de una compañía aérea de Emiratos Árabes, y el Barcelona en la parte delantera la publicidad de la línea aérea de Qatar, otro país árabe;  por la parte trasera lleva Unicef, que es Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia.  

- ¿Y las marcas tienen que ver con los valores universales, como la bandera enorme del principio?

-  No.

 -Entonces,  ¿con qué tienen que ver?

- Con la venta de un producto.

- ¿La infancia de las naciones unidas es un producto?

- No, no es producto...

- Creo que no me estoy enterando bien… 

- No me estoy explicando bien.

 Mi amigo venusiano se fue y me dejó allí, con todas sus preguntas en el aire,  y con nulo interés en lo que ocurría en el terreno de juego. El Madrid perdía por entonces 0-2.

 Hace tiempo que no disfruto con el fútbol, pero lo sigo viendo. Es como un rito. Comenzó cuando compartía con mi padre momentos de verdadera emoción. ¡Qué felicidad! Cómo disfrutaba mi padre cuando marcaba un gol el Madrid. Y cómo disfrutaba yo junto a él, junto a mis hermanos. Ahora sé que era la pasión que nos unía la que me gustaba.  Lo que ocurría en el terreno de juego desencadenaba esos mágicos momentos que hacen que el Real Madrid sea parte del mapa emocional de mi infancia, lo quiera o no.

 Ahora ya no es así. Siento que la relación se acabó hace mucho tiempo. Tal vez me haya vuelto demasiado analítico y he dejado de abstraerme, de mirar solo al balón. Las contradicciones que antes eran invisibles han entrado en el campo de juego. Los símbolos,  las ideas, los intereses, las motivaciones han inundado cada centímetro de los estadios. Todo ello me genera una gran confusión entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago.

 ¿Qué son el Madrid y el Barçá ahora? Dos marcas globalizadas que interesa vender en los cinco continentes. Símbolos que nos incitan al consumo aprovechándose de la generación de una emoción. En el mapa emocional de los niños de hoy se encontrará para siempre Fly Emirates y Qatar Airways como dos puentes hacia un abrazo eufórico. Y es posible que esos niños no lleguen a saber nunca donde está ni Qatar ni los Emiratos Árabes, ni si son o no democracias como la nuestra.  

Con toda seguridad, esos niños han oído hablar de Siria. Han sentido el miedo en los rostros de sus padres cuando escuchan el nombre de ese país, inmerso en una guerra civil, que puede convertirse en el origen de una cadena de arrebatos bélicos.

   

A última hora de ayer fui a clase de Chi-kung. Laura, la profesora, me enseñó el símbolo que hay reproducido bajo estas líneas, y me enseño también una serie de movimientos que le llevan a uno a una especie de danza en la que se vincula lo que se piensa, lo que se siente y lo que se hace.  


Ideograma     

     

 Tras la danza y la meditación a la que lleva, lo que pienso es que hay que preguntarse a quién le beneficia el miedo que parece extenderse por todos lados.

Es lo que siento: miedo.

Bailo un poco más, quiero sacarlo fuera, y me doy de bruces con mis contradicciones que lo invaden todo. Desmenuzo cada una de ellas.  

Escribo, es lo que hago, lo que me ayuda a vencer los miedos. Una frase más y los habré dejado a un lado... Ya están casi fuera. 

 

 

 

 

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Miguel Castro   26.nov.2015 17:29    

Seamos valientes: la Tierra grita.

    lunes 5.oct.2015    por Miguel Castro    2 Comentarios

Me considero algo parecido a un amateur espiritual. Hago meditación desde hace años, y simpatizo con algunas de las ideas del budismo que me parecen valores universales. Motivo por el que emprendí este verano un viaje a la India más tibetana y budista, en compañía de un grupo de desconocidos que teníamos en común a un amigo un tanto singular: Andoni Ajuria. Singular porque  empezó como consultor para IBM, llegó a ser Director de Consultoría de una multinacional sueca y  un buen día dejó el traje y la corbata y se colgó los hábitos de monje.  

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En el sur de la India, en Bilakuppe, cerca de Mysore, Andoni cuida de un grupo de niños tibetanos cuyos padres, a muchos kilómetros de distancia, en el norte de la India, tienen enormes dificultades para salir adelante. El monasterio les da una formación y a través del Geshe de la congregación, Andoni está consiguiendo que un grupo de personas de todo el mundo ayuden a que el hogar de los niños tenga, poco a poco, unas mejores condiciones.

Cuando llegamos allí, los niños nos homenajearon como si hubieran venido los Reyes Magos. He de decir, que nunca había disfrutado de una semana de vacaciones con una inmersión tan profunda en una comunidad tan diferente a la mía. Vivíamos con los niños, y Andoni nos llevaba a ver templos donde nos sumergía en el budismo, y donde, lógicamente, aparecían todo tipo de dudas, cuestiones y diferencias, éticas y morales, que ponían sobre la mesa las discrepancias existentes entre ambas culturas.

Uno de estos preceptos que me fascina es la ley de causalidad, o lo que es lo mismo, que nuestros actos se nos devolverán en esta vida o en vidas sucesivas. Ese es nuestro karma. Otro de los puntos que nos atrajo de las enseñanzas de Andoni fue el de poner una intención a cada una de nuestras acciones, y si esa intención es altruista, si persigue el bien de otras personas, pues mejor que mejor. De verdad, no sabéis como cambia una comida si se empieza agradeciendo los alimentos que tenemos en la mesa, y se pone en la comida el propósito de que nos dé energía para hacer algo por los demás. Es curioso que sea yo el que diga estas palabras, alguien que renegó a los trece años de la educación católica que había recibido y se sumergió en lecturas existencialistas durante buena parte de su vida.

Ahora, muchos años después, me he dado cuenta de la importancia de los ritos en nuestro día a día. Ritos que hoy pueden ser laicos o religiosos, pero que sin duda nos conectan con nuestra espiritualidad. Y nos conectan con los demás, aunque no hablemos el mismo idioma. Una comunicación que teníamos con los niños: acercándonos a sus vidas,  a sus mantras, a sus oraciones, aprendiendo de su rico mundo interior. Y que devolvíamos de la mejor forma que nosotros sabemos: con el juego y la risa.

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Escucharles esos mantras, a la luz de la Luna, es realmente difícil de olvidar, muy, muy difícil. Esa semana, esa increíble experiencia nos convirtió a Oihana, Paola, Carmen, Luis, a Andoni (su nombre de monje es Thendar), y a mí, en compañeros de un gran viaje interior y exterior; emocional y vital

Oihana emprendió su propio viaje, tras dejar a cada uno de los un dibujo, un mandala. Los niños se quedaban absortos contemplando como en dos horas Oihana era capaz de llenar de colores y complicadas formas geométricas un papel en blanco. Es la manera singular de meditar de Oihana.

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Nos despedimos de los niños. Oihana hacia el sur de la India. El resto mirábamos ya las montañas del Himalaya, al norte de la India. Una naturaleza inigualable que nos acogía, y por la que teníamos que acceder por la carretera más alta del mundo, y con alguna molestia por las alturas, no siempre se transita a 5600 metros de altitud.

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Uno de nuestros destinos fue el lago Pangong,  a 4400 metros de altitud. Allí, después de un precioso paseo, vimos que, al igual que ocurre en todas partes, las botellas de plástico presiden las orillas de lugares tan inaccesibles como este, es como si los seres humanos dejásemos nuestra impronta en todos lados. Como pudimos, acompañados de nuestro guía tibetano, Remsing, recogimos los plásticos que nos cabían en las manos y emprendimos la vuelta al campamento. Un joven nos agradeció el haber marcado la diferencia, pero lamentó que no se pudiese hacer casi nada por los residuos, tan solo quemarlos o enterrarlos. Habían pedido ayuda al Gobierno, se encontraban a la espera de una respuesta a cómo gestionar los residuos. 

Esa noche, luna nueva, el cielo se tocaba con el suelo, y miles de estrellas fugaces tropezaban con nuestros rostros que, tumbados boca arriba, parecían querer absorberlas. Esa noche, algunos no dormimos, mal de altura.

 Despierto, desvelado, en la puerta de la  gran tienda de campaña que me resguardaba, mirando las estrellas fugaces que recorrían el firmamento, pensando en el budismo, en Jesucristo, en el momento en el que Buda vivió, en el que Jesús predicó. En Mahoma, en otras religiones, y en todos los mandamientos; pensando en los preceptos religiosos de los que he oído hablar.  Preceptos que tienen miles de años de antigüedad, se escribieron, se dictaron, cuando el ser humano tenía una mínima capacidad del poder que tiene ahora, de esa inmensa capacidad de creación y de destrucción que tenemos ahora.

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Y en esos preceptos principales, de los credos más influyentes del mundo, de los más extendidos, de los que ampliamente abarcan a la mayoría de los habitantes del planeta, en todos esos preceptos no hay mención al cuidado de nuestra casa, nuestro planeta, el lugar donde vivimos. 

¿Por qué? Debería de ser un precepto esencial para nuestro karma de especie. ¿Y si en pleno siglo XXI creásemos uno? Podría ser común y universal, para todos los ciudadanos de este planeta: creyentes o aconfesionales. Un precepto para la especie, escrito en todas las lenguas del mundo, y compartido por todas las religiones del mundo. Un precepto acompañado de un mantra compartido. Un mantra que, a una hora del día, pusiera a todos los seres humanos que habitamos este maravilloso lugar en contacto con nuestro planeta,  la Tierra, en contacto con nuestros semejantes, en contacto con nuestra espiritualidad.

Esa idea nació cuando ya amanecía en el lago Pangong. A punto de emprender viaje hacia Dharamsala. Cuando llegamos a la ciudad donde vive el Dalai Lama tuvimos la oportunidad de ver a un Geshe próximo a su santidad que, generosamente, nos ofreció dos sesiones de enseñanzas budistas donde surgieron todo tipo de preguntas, y una de ellas fue sobre el precepto de cuidar nuestra casa común. El Geshe me contestó que los medios de comunicación tenemos un gran trabajo que hacer en este campo, en el campo de la educación medioambiental. Dijo también que el budismo buscaba la iluminación de nuestras mentes y que si esta se producía, conllevaría el cuidado y sanación del planeta.

  La conversación continuó: incidí en los numerosos seguidores de las religiones, y el papel positivo que podían ejercer y así aliviar la enorme presión que los seres humanos provocamos sobre la casa común en la que vivimos, y también nuestro karma de especie.  Me contestó que estaba de acuerdo. Y a partir de ahí nos ilustró mostrándonos algunos de los estrechos vínculos existentes entre la naturaleza y el budismo.

Al regresar a Madrid e incorporarme a mi lugar de trabajo en TVE seguí dándole vueltas a la idea, hablé con amigos, con expertos en religión, con expertos en teología, y me compré la encíclica del Papa Francisco que trata sobre el cuidado de la casa común, Laudato Sí. La encíclica del Papa. Un libro que puede ser leído como un texto político, tanto como el publicado este año por Naomi Klein, Esto lo cambia todo, el capitalismo contra el clima

 Libros esenciales de un año donde nuestra casa común ha tenido una enorme relevancia. Tanta que son muchas las noticias sobre ambos libros. Noticias como esta que encontré hace un par de días.

VATICANO, 10 Ago. 15 / 10:24 am (ACI).- El Papa Francisco decidió establecer cada 1 de septiembre la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará a partir de este año tal como se hace en la Iglesia Ortodoxa.

 El 10 de agosto, día en que está fechada esta noticia, fue el día que estuvimos en el lago Pangong, fue el día que pensé que había tenido una idea y que tenía que transmitirla a los cuatro vientos. Mi ego me decía que era mía, y que era importante. ¡Qué ingenuo! La idea no era mía, en absoluto...

Es curioso cómo nos engaña la mente y cómo nos engaña la vida. Lo normal sería pensar que leí la noticia en un periódico, en Internet, en el teléfono móvil, y me olvidé de ella. El mal de altura hizo lo demás. Ya está. Asunto resuelto. Pero, en el Lago Pangong no había Internet, dormíamos en tiendas de campaña. Y además, desde que llegue a la India, el 30 de julio, mi teléfono dejó de funcionar. Mandé algunos correos desde cibercafés, y poco más. Estuve veinte días casi desconectado de la red, con la atención plena en mi interior, en el presente, en lo que veía, sentía, en lo que  me rodeaba. No tengo respuesta a cómo me llegó esa información. Lo que sí sé es que no surgió de mí, en absoluto, por mucho que mi ego interpretara que así era.

En el blog Medical Daily, publicaban hace unos días la siguiente noticia en la que se informaba que la telepatía era posible utilizando el siguiente sistema.

  Bbi

Lo que parece un gran avance científico, puede ser simplemente un extrañísimo artefacto. He decidido no dedicar ni un segundo más a cómo me llegó el mensaje. Y he decidido dedicarle mi tiempo al contenido del mismo.

Laudato-sii

La Tierra nos está gritando que hagamos algo: que cambiemos nuestros hábitos, que la cuidemos, que la sanemos. Y en ese cambio va implícito un cambio de modelo productivo, de hábitos de consumo, de vida diaria. Va implícita una conversión ecológica, como dice el Papa Francisco. “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilo de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos las causas humanas que lo producen o acentúan. Es verdad que hay otros factores ( como el vulcanismo, las variaciones del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana.  Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio. Eso se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles que hace el corazón del sistema energético mundial." (23)

 Para los no creyentes hay otra voz que agita la conciencia ecológica, y que une el cambio climático a multitud de injusticias pendientes de resolución. La voz de Naomi Klein.

 “Todas las reivindicaciones económicas aquí expuestas (unos servicios públicos que funcionen, una vivienda digna, una adecuada redistribución de las tierras) no representan otra cosa que temas que dejaron pendiente los movimientos de 

Tapa-KLEIN-ESTO-LO-CAMBIA-TODO-ok-e1429283009224liberación más potentes de los dos siglos pasados: desde el de los derechos civiles hasta el feminista, pasando por el de la soberanía indígena. Las ingentes inversiones globales que se requieren para responder a la amenaza climática – para que nos adaptemos humana y equitativamente a la fuerte variabilidad meteorológica en la que estamos y de la que no podremos librarnos, pero también para que conjuremos la posilidad de un calentamiento verdaderamente catastrófico, que aún estamos a tiempo de evitar – constituyen una oportunidad para cambiar todo eso y para que esta vez, lo hagamos bien. Podrían producir la redistribución equitativa de tierras agrícolas que tendría que haber seguido a la independencia de los regímenes coloniales y dictatoriales; podrían traer el empleo y las viviendas que soño Martin Luther King; podrían hacer llegar puestos de trabajo y agua limpia hasta las comunidades nativas y podrían servir para encender, por fin las luces y abrir los grifos del agua corriente en todos los townships sudafricanos. Esa es la esperanza que encierra en sí misma la promesa de un Plan Marshall para la Tierra.”

Hace varios meses, cuando Naomi Klein pasó por Madrid, hice un reportaje para el programa Para Todos La2, basándome en la conferencia que  dio en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.  Al final de la conferencia le pedí que me dedicara su libro. Y esto fue lo que escribió.

  2015-10-05 15.41.02

Be brave significa Sé valiente. Muchas veces me he preguntado porque me escribió esto, si no me conocía de nada (de nuevo el ego).  Ahora creo saberlo. Probablemente lo ha escrito miles de veces en sus viajes por todo el mundo. Lo único que hace que no cambien las cosas es el miedo. Hay que tener valor para superarlo, para deshacerse de él, para cambiar los hábitos de vida con los que nos hemos criado, para darle la vuelta a nuestro día a día y comenzar de nuevo pensando en la naturaleza que nos rodea, sintiéndola. Luchar por ella, aunque nos resulte incómodo, nos dé pereza, nos cueste acostumbrarnos. Hacerlo ayudados de una herramienta esencial, la meditación. Hacerlo para que los demás puedan disfrutar de la décima parte de lo que nosotros tenemos. 

Creyentes y no creyentes tienen una importante decisión que tomar en esta segunda década del siglo XXI: destruir definitivamente nuestra casa, el lugar que nos ha dado la vida, o aprender a amarlo, a respetarlo, a escucharlo. Seamos valientes. 

 

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Miguel Castro    5.oct.2015 18:44    

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“La cura contra el aburrimiento es la curiosidad. No busques un remedio para la curiosidad: no tiene cura.” Dorothy Parker. De esta cita nació este blog, con el propósito de poner remedio a esa curiosidad que nos hace buscar, escarbar, investigar… Una búsqueda a la que hay que intentar añadir un pequeño esfuerzo para que el trabajo no sea en balde, e intentar que surja…, de una imagen, de una palabra, de una música…, algo parecido a una idea. Y, si fuera posible, trabajar esa idea y conectarla a otras áreas del conocimiento. Un viaje que me gustaría que hiciésemos juntos. Atentos pero relajados: con el corazón y la razón dispuestos a abrir los sentidos; con la precaución necesaria para evitar que, como dice el refrán, la curiosidad mate al gato. Cuento contigo.
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