Crónica de un gran festival de cine
domingo 30.sep.2012 por Miguel Castro 5 Comentarios
Sábado 29, ocho de la noche, sala de prensa del Kursaal, a pocos metros de donde se va a celebrar la gala de clausura del Festival de Cine de San Sebastián la sala empieza a llenarse de periodistas. Se respira absoluta tranquilidad, todo el mundo viene con los deberes hechos. El pacto es no publicar el palmarés que todos ya conocemos hasta que se haga en el escenario. En los corrillos hay unanimidad: es un buen palmarés. Tan equilibrado y armónico que parece diseñado para que ninguna de las grandes películas que se han presentado en la sección oficial se marche de vacío. Desde hace días todos apostábamos por En la casa de François Ozon, y Blancanieves de Pablo Berger como candidatas a los grandes premios: la Concha de Oro y el Premio Especial del Jurado. Algunos dejábamos la puerta abierta al fascinante poema visual Rhino Season de Bahman Gobadi. Sin embargo era mayoritariamente descartada, y tan sólo ha obtenido un premio de consolación por su bellísima fotografía.
La Gala ya ha comenzado. Se hace el silencio. Alguien ruega en voz alta para que no pase nada que le haga modificar la crónica. Una chica grita: “Cuidado con tu pié que me desconectas el ordenador”, mientras aparece en las pantallas de televisión un montaje con imágenes de las mejores películas del quinto premio Donostia, Dustin Hoffman. Detrás del escenario, a oscuras, Hoffman debe estar contemplando este repaso a su vida cinematográfica de la misma manera que lo han venido haciendo todos los premios Donostia: esperando a ser llamado al escenario, cerca de muchas personas pero absolutamente solo, reflexivo, emocionado. El público le aclama cuando Ricardo Darín le presenta como uno de los grandes del Cine. En la sala, los periodistas también aplauden, contagiados por la emoción de un hombre que nos ha dado cientos de mágicos momentos. Está a punto de llorar. “Soy ya tan viejo que olvido los nombres de mi propia familia, así que los voy a leer”. Las presentadoras no saben por dónde debe de continuar el guión cuando Hoffman acaba. Se dice que lo que nos une a todos los seres humanos del mundo, sea cual sea nuestra nacionalidad, cultura, lengua, etnia, es nuestra capacidad para emocionarnos. Tal vez no lo expresemos de igual forma, pero el sentimiento es el mismo en cualquier latitud.
El primer día del festival, en el pase de Infancia clandestina de Benjamín Ávila se produjo una catarsis que difícilmente olvidaré. Largos minutos de aplausos con el público puesto en pié, y el director sacando fuera de sí su identidad oculta durante largos años, los de su infancia, en el que sus padres eran montoneros y su país se moría en una dictadura. La película de Benjamín habla del descubrimiento del amor en un escenario violento. Todo está visto por los ojos de un niño de once años, así que Benjamín se ha permitido dibujar las escenas de violencia más duras: para que estén pero no estén, como las cosas que nos hacen daño en la vida.
Estoy pero no estoy en la sala de prensa y me he perdido algunos premios en este desvarío. Anuncian que el público ha elegido premiar a Las sesiones, un título exhibido en la sección perlas de otros festivales. Me encanta el inteligentísimo humor con el que nos habla de la vida sexual de un discapacitado que apenas puede mover la cabeza, aunque tiene sensibilidad en todo el cuerpo. Me gustan sus conflictos morales, sus conversaciones con un sacerdote perplejo y ruborizado ante las confesiones de un inmóvil pecador.
De repente la gala se deconstruye. Nombran una mención especial y aparece el director de otra película que recoge otro premio. Un compañero, Esteban, bromea: “Creo que el guión de la gala lo ha escrito Javier Rebollo”. Premian a Carne de perro en la sección Nuevos Directores, la película del torturado real que se metió en la ficción en el papel de torturador. Un título que Violeta me insistía una y otra vez que viera. No tuve tiempo. Demasiadas películas, demasiadas entrevistas que ahora hay que digerir: u olvidar y seguir hacia delante con el día a día, que es lo que suele ocurrir.
Llega el turno al premio al mejor guión que recae en François Ozon que hace entrar al autor de la obra de teatro en la que está basada En la casa, Juan Mayorga. “Le acompaño para darle las gracias porque entró en el teatro, vio mi obra y quiso que el teatro se convirtiera en cine y ha hecho una película que está llena de amor a la vida. Viva el teatro y viva el cine”, dice Mayorga.
A partir de ahí todo sucede a gran velocidad, la Concha de Plata a la mejor actriz tiene dos nombres tan jóvenes como el de Macarena García por Blancanieves y el de Katie Coseni, actriz no profesional, como el resto del reparto de las chicas de Foxfire de Laurent Cantet. Macarena está desbordada por la emoción.
Llora, ríe, agradece, comparte…, con el equipo, con sus amigos, novio, sus padres que son los más valientes, los mejores, y con su hermano. Alguien comenta: “Macarena le ha robado el premio a su madrastra”.
Entra de nuevo Ricardo Darín para premiar a José Sacristán por su interpretación en El muerto y ser feliz, una película en la que apenas habla. Macarena tampoco lo hace en Blancanieves, es una película muda. El jurado ha premiado más silencios que palabras. Sacristán no ha venido a recoger el premio. En un vídeo lo agradece. “Desde Cáceres, a punto de subirme a Rocinante quiero darles las gracias a Javier y Lola. Larga vida al festival de Donosti”. Javier Rebollo, el director de la película recoge el premio y no puede evitar calificar a Sacristán de actor responsable porque se ha quedado en una sala de teatro pequeña, trabajando, se había comprometido a hacerlo. “Viva el cine libre”, grita Rebollo y sale del escenario.
El siguiente premio divide a la sala de prensa entre pitos y aplausos: Fernando Trueba se lleva la Concha de Plata a la mejor dirección y lo celebra homenajeando al cine con las mismas palabras de Rebollo. Palabras que se unen a las de Pablo Berger que, con el premio Especial del Jurado recuerda una necesidad básica: sentirse apoyado. “El cine es riesgo, salto al vacío, caminar en la cuerda floja. Pero para hacer esto necesitas una red: y mi red es mi mujer y mi hija."
Solo falta la Concha de Oro, la de François Ozon, En la casa. Una película que habla de la capacidad de los adolescentes de cambiar el mundo que les rodea, de creación literaria, de cómo las cosas que vivimos pueden hacerse ficción y de cómo lo que escribimos puede, desgraciadamente, convertirse en realidad. Y todo ello se cuenta con un gran sentido del humor. Las grandes desgracias de la vida están llenas de un lado absolutamente cómico. Y las mejores películas son las que unen comedia y drama. Ozon recoge el premio y recuerda el mal momento económico que vive el cine español, ahogado por los recortes.
La gala ha terminado. A la sala de prensa comienzan a llegar premiados que no saben si tienen que volver a hablar, si deben posar para los fotógrafos o simplemente contestar. Y entonces se produce un momento genial. Fernando Trueba entra a la sala. Ahora la ovación es unánime. Se acerca al micrófono. Un breve silencio. “Ah, qué soy yo el que tiene que hablar. ¿No hacéis preguntas? Pues empiezo. Yo nací en el barrio de Estrecho. Éramos ocho hermanos. Mi padre tenía tres trabajos para mantenernos a todos, pero la que más trabajaba era mi madre. En mi casa había también huéspedes que vivían con nosotros. Siempre había gente en la casa, era divertido, se estaba bien. Lo peor estaba fuera”. La sala de prensa se ha convertido en el escenario del Club de la Comedia y Trueba, brillante monologuista provoca una carcajada tras otra. “ Te pegaban hostias por todo lado. Cuando no te pegaban los de una banda te hostiaban los de la otra. Luego ibas al colegio y el profesor te sacudía porque mordías un bolígrafo, o porque te habías movido cuando no debías. Era un país negro en el que estabas todo el día aterrorizado. Esto se lo he dicho muchas veces a mi hermano David, al que saco quince años. No sabes cómo te envidio David, cuando tú creciste ya no había ese miedo.” Acaba el monólogo y comienzan las preguntas, alguna de ellas sobre la situación del cine español. “Yo pienso que los gobernantes o son unos brutos, o son unos malvados. Un país que no tiene cine, o que deja morir su cine es un país sin memoria”. Trueba se marcha dejando huella. Berger entra con el premio Especial del Jurado, alzándolo. Toda la sala aplaude y él, entonces, bromea: “Estoy preparándome para el Oscar.
La sala ha quedado vacía en pocos minutos. En la calle hace frío, llueve. Con el portátil bajo el brazo me voy a terminar de escribir el blog y me encuentro a Javier Rebollo. Me da un abrazo y comenta socarrón con su peculiar sentido del humor. “Hemos vuelto a engañarles: dos premios, el de Sacristán y el de la crítica”. A Javier le llaman para que se monte en un coche del festival. Nos despedimos apresurados. Camino del coche que me conducirá al hotel paso pegado a los ventanales de un restaurante chino con una enorme pantalla de televisión que no atrae la atención de nadie. Es Madrid. Son imágenes de la plaza de Neptuno. Una multitud de gente, vallas, coches de policía, sirenas. Es el instante en el que me doy cuenta de que me he pasado nueve días inmerso en una gran ficción y gracias a ello ahora comprendo mucho mejor la realidad.
@MiguelCastroU
detrasdelatrama@gmail.com
Valentin dijo
Normal , que hayas pasado unos días de ficción y comprendas mucho mejor la realidad.Sólo desde el arte nos podemos acercar a la realidad sin empaparnos, y muchas de esas películas están llenas de eso mismo compromiso social, denuncia, envuelto en ficción pero en si mismo son historias que le podrían ocurrir a cualquiera y que algunas desgraciadamente ocurren.El cine no sólo está para engrandecerse y demostrar, sino para contar; relatar historias de múltiples personas, marcos históricos, ficción tangible como la realidad...aunque esté envuelta en una amalgama metafórica.Un saludo Miguel.Estas y otras son sin duda las películas que nos hacen crecer.
Carmen dijo
Hola Miguel, me alegra tu vuelta, veo que el Festival te ha sentado fenomenal, estás mejor que nunca. Muy buena tu crónica.
Besos
Valentin dijo
Es la única forma de abstraerse de un mundo disfuncional ya de sí mismo.Suerte a todos.
Valentin dijo
Por eso es tan necesario que en EDUCACION haya sección de videoforum, y con el paso del tiempo si se permite de meditación no sólo estarían dotando de capacidades ilimitadas de cultura y conocimiento sino de realidades aplicables a cara a la sociedad a la que han de enfrentarse.Buenas tardes.
Jacobeus dijo
Bienvenido¡ Se te echaba de menos por estos lares,aunque sigan enfangados como siempre...
Hoy he ido al cine a ver la nueva de Woody Allen y he visto el trailer de Blancanieves, sinceramente sólo pudeo decir que me ha provocado naúseas. Seguro que me equivoco y es una gran peli pero desde luego ni loco pago los 9 € que cuesta ya una entrada. No había ido al cine desde la subida del IVA y desgraciadamente tengo que reconocer que para alguien no especialmente cinéfilo como yo, se va a traducir en una selección minuciosa de las pelis que vea en la gran pantalla...
Bss