Se podría decir que ésta es la
semana grande del cine: Goya y Oscar se han puesto de acuerdo en las fechas de
sus noches de gala. Las fiestas donde subjetivamente se premian los mejores
trabajos del año.
Los seres humanos necesitamos que nos den palmaditas en la
espalda, que valoren nuestra tarea, yque podamos celebrarlo. De ahí nacen los
premios y sus celebraciones. Días de fiesta donde la humilde industria española
y la poderosa estadounidense colocan en el escaparate a los que consideran sus
mejores empleados. Dicho sin ironía, así es: son días en los que los del cine
festejan (festejamos, esto casi todos) y reflexionan (esto unos...
Hablo por teléfono con Javi, mi
sobrino, mientras veo una fotografía en el ordenador. No sé si es un montaje.
No es posible que un fotógrafo estuviera allí justo cuando cayó el rayo en el
Vaticano. Pero según parece así fue. Y no sólo había un fotógrafo, de hecho hay
varias tomas del mismo rayo. Cuelgo el teléfono. Iré a ver a Javi, Elena y el
pequeño Daniel el viernes.
Pero lo esencial hoy es que el
Papa ha dimitido y ha hablado de las divisiones en el seno de la iglesia.
Además hay una imagen espectacular que lo ilustra todo. El cardenal, la tercera parte de El Padrino, Amén, sacuden mi memoria haciéndome pensar que el archivo de...
Nadie se imaginaba en 1988 que
una campaña publicitaria que podría haber diseñado Coca Cola fuera el primer
peldaño para instaurar la democracia en Chile, tras quince años de dictadura de
Pinochet. Pero así fue. Tan sorprendente como se puede ver en una gran película
de Pablo Larraín, NO. Un título que
analiza el poder del mensaje publicitario, su capacidad de asimilación por la
población, y la necesidad de entusiasmar a la misma con estímulos positivos que
derriben el miedo e insuflen la energía necesaria para vislumbrar un futuro
mejor.
Las imágenes del horror que
generó una dictadura como la de Pinochet no eran suficientes p...
El pasado
lunes salía de la gala de finalistas a los Goya cuando un joven de aspecto
africano me preguntó si hablaba inglés. Afirmé que así era y entonces me dijo que si podía darle algo de dinero, llevaba
varios días sin comer. En ese caso dije
la verdad, en otras muchas ocasiones miento, pero ese día no llevaba ni un
euro en la cartera. A lo que él me respondió si podía comprarle algo con una
tarjeta de crédito. No me pude negar, me inspiraba una profunda confianza. Nos
metimos en un restaurante próximo a la glorieta de Bilbao y le dije al camarero
que yo no iba a cenar, pero mi acompañante sí. Pretendía dejarle pagada la cena
e i...