Túnel de luz
martes 22.oct.2013 por Miguel Castro 1 Comentarios
¿Cómo explicarle a una niña qué es la muerte? Este es el motivo por el que Alejandro Gándara se ha pasado tres años escribiendo "Las puertas de la noche".
¿Quieres saber quién eres? Pues responde: ¿tu cuerpo ha salido de otro cuerpo? Y si ha salido de otro cuerpo, ¿ese otro cuerpo salió de algún otro? ¿Y el otro de otro y así siempre? Si es así, entonces tu cuerpo no es sólo tuyo, sino que es también de todos los anteriores, pues salió de ellos. Si te apetece, puedes pensar que ya estabas en ellos antes de nacer. O que ellos están en ti, aunque ya no vivan como vives tú.
Me gusta ese… si te apetece. No hay certezas, tan sólo una posibilidad de partir de algo que es un hecho científico, ya estabas en ellos antes de nacer, para dotarlo de una respuesta biológica bañada de fe: O que ellos están en ti, aunque ya no vivan como vives tú.
¿Recuerdas cuando eras bebé? ¿No lo recuerdas? Vaya. Pero sabes que fuiste bebé. ¿Y el día en el que te pusiste a caminar? ¿Tampoco? Sin embargo sabes que ese día existió. Eres joven y ya tienes muchas cosas que fueron y que ya no son. Algo de lo que fuiste no lo eres ya. Te harás mayor y luego aún más mayor. Y dejarás de recordar todos los que fuiste y será como si no hubieras existido. Y tú serás muchos que no existen. No tengas miedo a la muerte, pues has tenido muchas y hasta ahora lo has hecho muy bien, Y sigues aquí.
La muerte no es lo desconocido, sino lo conocido, porque ya has pasado por ello. Cuando alguien te diga “vas a morir”, contesta que eso lo has hecho desde siempre, que eso no es algo que pasará, que te ha pasado.
Durante el rodaje del episodio Revolucionar la escuela de Buenas Ideas TED, Alejandro provocó en nosotros una ligera e indefinible sonrisa cuando dijo: "Lo que los padres quieren cuando mandan a sus hijos al colegio no es que su hijo sea capaz de enfrentarse a la muerte, al dolor, a la pérdida, sino que su hijo sea ingeniero".
Rotundo e incontestable. Vivimos en una sociedad que le da la espalda a la muerte, en lugar de convivir con ella. Me pregunto por qué.
Al no encontrar respuestas vacías de carga ideológica decido evadirme, llamar a mi sobrina Leticia y proponerla que vayamos a ver Gravity, de Cuarón, aunque tengo reparos. Lo bueno que tiene ir a festivales de cine es que tienes la posibilidad de conocer a directores. Lo malo es que también conoces a los actores y en muchos casos, cuando vuelves a verlos en la pantalla, resulta difícil separar la imagen que te han dado en una entrevista del papel que representan en una película. Lleno de prejuicios entro en la sala de cine: muy favorables hacia Cuarón; llenos de dudas hacia Sandra Bullock. Sin embargo, desde el primer fotograma, Cuarón y Bullock se hacen tan pequeños ante la visión de la Tierra que salgo de la butaca inmediatamente para unirme al reparto y flotar orbitando el planeta durante cerca de dos horas, para matar los miedos, renacer y sentir que preciso de los otros para salir de mí mismo. Miro a mi alrededor, son extrañas estas gafas oscuras. Te permiten ver los tornillos y las lágrimas que salen de la pantalla y al mismo tiempo te distancian un poco más de los que tienes a tu alrededor. Me reconcilio con Sandra Bullock cuando la veo flotar en líquido amniótico.
Me
veo flotar en líquido amniótico pero no lo recuerdo. Carmen Uceda, mi madre, se
mueve despacio. Su mano izquierda está apoyada en mi antebrazo; la derecha
ayuda a su caminar tanteando un bastón. Le gusta el edificio de la Fundación
Telefónica, pero no sabe si seguir mis pasos y adentrarse en el túnel de Ryoji
Ikeda. Le explico que no le va a pasar nada, que no se va a marear ante los
muros que escupen millones de palabras que se han hecho luz. Vacila, pero al
final se adentra en ese mar de información.
Sonríe. Se llena de luz, para
minutos después salir del túnel e inundarse de oscuridad. A tientas, caminamos hacia
otra pantalla. Aparece un brillo, otro más, un tercero… Me separo de ella.
Desde atrás, la figura de una anciana, apoyada en un bastón, mira ahora un
millón de estrellas como si estuviese presenciando el primer segundo de un nuevo universo.
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Ana dijo
Realmente maravilloso el "Túnel de Luz". Compraré el libro de Gándara para aprender a convivir con lo que és y és al otro lado del camino. Gracias por el apunte.
Qué bonita la poesía que mana de tu escrito.
Un abrazo.