REINVENTEMOS EL TRABAJO
lunes 12.jun.2017 por Miguel Castro 2 Comentarios
Me apasiona el cine que trata temas laborales y sociales. Las películas que he visto de estos temas han sido mayoritariamente diagnosticadoras de la crudeza de una situación laboral, de una época determinada, de una situación de crisis… No aportaban soluciones ni nuevos modelos, se limitaban a exponer y denunciar lo que estaba ocurriendo que, sin duda, era mucho.
Es significativo que haya sido un libro de management, el primero que leo en mi vida, el que me ha aportado más soluciones y más esperanza a la zozobra que muchos días me ofrece trabajar en RTVE. Zozobra porque parece que la casa trabaja contra los empleados instalando muros que dificultan la tarea diaria hasta casi hacerla imposible.
Es difícil no tener ganas de tirar la toalla, caer en el olvido de la satisfacción que nos ofrece desarrollar nuestra jornada laboral en un trabajo creativo. Acabar rendidos a los pies del Centro de Poder RTVE, el lado oscuro que cercena frecuentemente la creatividad de toda la gran productora de contenidos audiovisuales de interés público que podríamos ser, el lado brillante. Una dualidad que nos lleva a menudo a una gran contradicción: querer cambiar las cosas y al mismo tiempo querer sentirnos ausentes, fuera del monstruo que construye su caminar en despachos rebosantes de insaciables vanidades, con los que la gran mayoría no queremos tener nada que ver.
Hasta hace muy poco todo era así, con esa batalla diaria entre el ying y el yang. Hasta que Reinventar las organizaciones cayó en mis manos y me mostró las soluciones que llevaba media vida buscando. Y, de repente, de un plumazo, películas que me habían hipnotizado como Metrópolis, Las uvas de la ira, Smoking room, Los lunes al sol o El Capital se desvanecían, se desprendían de lo más profundo del subconsciente, e iban ocupando otro lugar en mis recuerdos con cada uno de los 12 ejemplos que muestra el libro de Frederick Laloux, de empresas que viven y trabajan con el modelo organizativo “teal”.
Lo que Laloux presenta hace que nos frotemos los ojos hasta comprobar que el dinosaurio sigue ahí, que la utopía es real, como muestra el caso de Buurtzorg.
Buurtzorg significa consultorio de barrio en holandés. De hecho es una organización dedicada al sector salud que tiene 7000 empleados y que proporciona atención domiciliaria a ancianos y enfermos. Las enfermeras trabajan en equipos de diez a doce personas, y cada equipo se ocupa de unos cincuenta pacientes en un barrio pequeño y bien definido. El equipo se encarga de todas las tareas que antes estaban fragmentadas en distintos departamentos. Son responsables no solo de proporcionar cuidados, sino de decidir cuántos y a qué pacientes atender. Hacen el ingreso, la planificación, fijan los días festivos y las vacaciones, y llevan la administración. Deciden donde alquilar una oficina y cómo decorarla. Determinan la mejor manera de integrarse a la comunidad local, a qué doctores y farmacias contactar y cómo trabajar mejor con los hospitales locales. Dentro del equipo no hay líder; las decisiones importantes se toman de manera colectiva. Los equipos son verdaderamente auto-gobernados y auto-organizados…
Se podría afirmar que lo que es aplicable en el sector sanitario no necesariamente puede ser exportable a otros sectores. En Reinventar las organizaciones hay otros 11 ejemplos de todo tipo de sectores que demuestran que la autogestión es posible y genera un altísimo nivel de eficiencia con el que es difícil de competir. Cuando la gente está contenta con lo que hace se convierte en adicta a su trabajo. En Buurtzorg, antes de que llegara el modelo teal que convirtió la organización en un paraíso, intentaron aplicar protocolos mecanicistas donde venía regulado el tiempo que tenía que usar cada enfermera en cada proceso: en poner una inyección, en escuchar a un enfermo… Fue tal el desastre que se originó que un nuevo dueño acabo con las ideas de productividad mal entendida. La autogestión es posible si se dan las condiciones precisas para llevarla a cabo.
Buurtzorg ofrece de forma eficaz a sus equipos el apoyo específico que la autogestión tiene en la práctica (capacitaciones, coaching, herramientas). Un apoyo que incluye elementos tan básicos como descuidados de la colaboración humana: el aprendizaje de distintos tipos de escucha y de distintos estilos de comunicación, cómo llevar a cabo reuniones, cómo hacerse coaching unos a otros, y otras habilidades prácticas…
Un tema a aclarar es que aunque no haya jerarquías de jefe y subordinados, esto no significa que todas las enfermeras sean iguales. El espacio permite que surjan otras jerarquías naturales y espontáneas: jerarquías fluidas, basadas en el reconocimiento, las influencias y las habilidades.
The guardian, en la portada que se reproduce en la foto, titula el trabajo que se hace en Buurtzor así:
El modelo holandés vecinal de cuidados que se está convirtiendo en global. Ha acabado con la burocracia y ofrece más tiempo de las enfermeras con los enfermos.
Buurtzorg es un ejemplo de que la confianza genera un grado de motivación desenfrenada. Cuando se nos ofrece la autonomía suficiente y las condiciones para que ejerzamos esa autonomía, multiplicamos por varios centenares nuestra eficiencia.
Paseo por los jardines de Prado del Rey. El edificio llamado inteligente, el edificio de TVE, el de RNE. Miles de trabajadores desempeñan su tares diaria en estos edificios. Entre ellos, dicen fuentes sindicales que hay muchos que viven una desafección tal que lo único que anhelan es una jubilación anticipada. Su desmotivación es profunda, El Centro de Poder ha devorado sus energías. No confían casi en nadie y casi en nada. Solo quieren que alguien les envíe a casa con un buen salario. Me pregunto si la historia de Buurtzorg podría inyectar algo de ilusión. Me pregunto si es recuperable esa vocación por el servicio público, por servir a los ciudadanos de este país, que todavía hay en el interior de muchos de los grandes profesionales que intentan evitar ser devorados diariamente por el monstruo.
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Begoña Pernas dijo
Muy interesante, tu visión me ha recordado a Sennet (la corrosión del carácter), y esas soluciones "desde dentro" del capitalismo me parecen una de las vías para hacer el trabajo más significativo. Muchas gracias!
Ángel dijo
Interesante.
En educación, algo parecido es la educación por proyectos, donde un equipo docente elabora un proyecto común para un un grupo de alumnos, que conecta materias, métodos de trabajo, instrumentos, etc.
Lástima de ratios, formación y medios.
Un saludo.