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El eterno retorno de un protón enamorado

¿En qué parte del cuerpo se aloja el amor?, se pregunta Marta Etura en Return. Son palabras escritas por Pablo Messiez que buscan respuesta en los movimientos que arranca, desliza, desgarra, provoca, susurra, el premio nacional de danza Chevi Muraday junto a una actriz que desnuda su alma de bailarina.

 Preguntas sobre emociones a las que solo se pueden sugerir respuestas insinuadas por dos cuerpos que bailan una exhausta danza llena de vida. Respuestas a nuestra idea del amor asentada en la cultura: en los libros, en el cine, en la música, que viajan en el escenario para que nos cuestionemos si realmente existen, o simplemente pertenecen al imaginario colectivo: las magnificamos y nos modifican haciéndonos buscar ideales imposibles que nos llevan a un continuo punto de fuga emocional. Ilusión, éxtasis, decepción, reconciliación, deseo, desidia, aliento, pasión, nos enfrentamos a ellas como si nos viésemos en un espejo que proyectara nuestras personales referencias por un tema tan tratado como profundamente desconocido. Así, uno puede sentir que Moon river está sonando mientras Audrey Hepburn y George Peppard se besan bajo la lluvia en Desayuno con diamantes. A su lado se encuentra Jack Lemmon escurriendo unos espaguetis con una raqueta de tenis para dárselos a la descorazonada Shirley MacLaine en El Apartamento; y un poco más allá Jim Carrey intenta olvidarse para siempre de una Kate Winslet que intentó olvidarse previamente de él, pero no pueden. Son como los protagonistas de 500 días juntos, suben y bajan en una noria de emociones que les impide disfrutar de un amor cotidiano, se encuentran muy lejos para pensar que vivirán juntos para siempre y que la vida les pondrá pruebas tan difíciles como a las que se enfrentan Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva en Amour.

Ninguna de estas películas, de estas imágenes, se encuentra en Return, pero pueden aproximarse a la mente de uno cuando contempla los movimientos de los dos bailarines. También puede aparecer una noche lejana en un parque, a finales de los setenta, y una canción de Kansas con una letra por entonces incomprendida, que obligaba a no dejar de abrazarla cuando la tuve y a imaginarme durante muchos meses que seguía a mi lado, cuando la perdí. Era Dust in the windPolvo en el viento, la primera canción de dos adolescentes que descubrían el amor. Años más tarde, conscientes de La insoportable levedad del ser,  vislumbraron, como los protagonistas de la novela de Kundera, que había diferentes versiones y visiones del amor, del compromiso, de la pareja. Entonces construyeron y deconstruyeron mundos perfectos: tan llenos de miel como de aristas. Hasta que una antropóloga le explicó a él que había tres tipos de amor y lo publicó en un blog:

Tengo un libro de cabecera sobre el amor y las pasiones. Lo escribió una antropóloga, Helen Fisher. Nada como ponernos en nuestro sitio para explicar nuestro comportamiento, y nuestro sitio está con el de los animales. Según Fisher los seres humanos necesitamos alimentar nuestras vidas de amor romántico, lujuria y apego, ya que inyectan al cerebro el chute de enzimas necesarias que precisa nuestra especie para vivir satisfactoriamente. El caso es que hay muchos individuos que son capaces de encontrar una sola persona que les satisfaga estas necesidades, pero hay otros muchos, prácticamente la misma cantidad, que pueden amar a una persona, desear a una segunda y querer vivir con una tercera. Esto lo argumenta científicamente Fisher en Anatomía del amor.

Debe de ser difícil que te expliquen esto de pequeño. Por eso el esquema de relación de pareja se transmite, generación tras generación, simplificado con el cuento del Príncipe Azul. Años más tarde, ya en la madurez, con el príncipe morado y la princesa hastiada, se pasa en muchos casos al hagámoslo por los niños, por la república, por la monarquía: finge que me quieres y yo fingiré que te deseo.

Pero Fisher solo explicaba una parte de la Historia. No aclaraba, por ejemplo, por qué lloraba sin parar la desconocida que estaba a su lado en el patio de butacas de Matadero viendo Return, ni tampoco por qué contrastaba tanto la imagen de la desconocida con la de indiferencia de su pareja. En eso estaba cuando recibí un enlace de un viejo amigo, un eminente físico que me enviaba un críptico vídeo que narraba el viaje de un protón desde el inicio del universo hasta nuestros días. ¿Cómo era posible que el ser humano fuera capaz de ver una imagen cercana a los orígenes del universo e incapaz de acordar el significado de una emoción trascendental? Marta Etura se refugiaba de lo intentos de abrazos de Chevi Muraday que volaba literalmente en el aire para atraparla. Esa imagen se proyectaba en las retinas de cientos de espectadores, viajando hacia sus cerebros de forma similar a como lo hace un protón por el espacio, haciendo quiebros y requiebros a lo largo de la Historia de una palabra inexplicablemente explicada: AMOR. ¿Conoces el código para desencriptarla? Comparte tu secreto. Puede ser vital para un protón que lleva billones de años viajando por el universo preguntándose si realmente se siente enamorado.

 

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Miguel Castro   24.mar.2013 13:37    

Sorín y los patos

Carretera

    A Carlos Sorín le gustan las historias pequeñas, las que surgen de lo cotidiano. Y le gusta la Patagonia porque en su topografía no hay lugar para que los seres humanos se escondan. 

SombrasLa concentración de población en las grandes ciudades permite el anonimato. 

Los habitantes de las zonas rurales de la Patagonia no son dados a mucho contacto por la falta de costumbre, por timidez. Y por el viento.

De la maraña de gente, que inunda los transportes públicos de las grandes ciudades por las mañanas, surgen gadgets electrónicos, libros, periódicos sujetados por personajes absortos que comienzan por conectarse al exterior más lejano, para luego relacionarse y  ensimismarse entre los que habitan su mismo lugar de trabajo.

De una planicie de la Patagonia surge un hombre que camina hacia ninguna parte pero en dirección contraria a la de otro hombre.

Fototeca - 3641

Perdido está el personaje protagonista de Días de pesca en Patagonia. Sin rumbo, a los cincuenta, tras una adicción y un abandono: la del alcohol, la de su familia. Momento en el que  viaja para aprender a pescar; para conversar con la gente con la que se encuentra a la que probablemente antes no veía; para recuperar el cariño de su hija. 

Sorin srodando

Estás sentado en el patio de butacas y te reconoces en multitud de esos seres humanos a los que antes nunca habías visto. Sorín se engancha con la cámara al personaje y no lo suelta. Nos lo muestra a través de sus silencios y de sus palabras. Es un director que no puede rodar sin un punto de vista. También le gusta mezclar actores profesionales con gente que hacen de ellos mismos.

Me gusta la gente que hace abiertamente de sí misma. 

La entrevista con Sorín fue en la Casa de América. Es increíblemente lujoso el Palacio de Linares. Excesivo para albergar a tanto cineasta que nos habla de la vida, y no de las máscaras. Luego ves al cineasta sentado en ese lujoso salón y hay una disonancia entre escenario y personaje.

Tal vez sea ese el motivo por el que Sorín rueda en la Patagonia: probablemente es el mejor lugar de la Tierra para filmar a un ser humano: ninguna disonancia, no hay nada que distraiga entre el personaje que camina y el caminar de su esencia, el de su alma. 

Sonriente

Si uno se asoma al ventanal de un café en una gran ciudad, y se pone a mirar a la gente que pasa, piensa que la mayoría de ellos se han dejado algo más que la gabardina en su casa.

Asomado a la ventana veo cómo dos patos remontan el río. Sacan su particular tren de aterrizaje y dejan una estela de agua a lo Esther Williams. Hay un hombre mirando a los patos. No parece de la Patagonia. Probablemente sea de Cuenca, por poner un ejemplo.

La Patagonia de Sorín está llena de gente de Cuenca, de Cáceres, de miles de sitios… pero hay muy poca gente de aquí. 

Son los que llenan de vida y de humor los dramas del cineasta en la pantalla. Los que hacen que la vida sea real, los que te agitan un poco cuando andas ensimismado. Entonces te  señalan a los patos para que los mires. Y tú, dale que dale al runrún: ¡Cómo si yo estuviera ahora para andar mirando patos! 

Pesca

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Miguel Castro   16.mar.2013 12:39    

Trascender

Todavía con  el tema I’m so excited, de Los amantes pasajeros, repiqueteando en mi cabeza, tras muchas horas en la sala de montaje, salí el jueves de Torrespaña hacia el teatro. En el programa de mano de Deseo, Miguel del Arco escribe:

Deseo"Dijo Montaigne que nuestro deseo es indeciso e incierto; nada sabe poseer y nada sabe gozar rectamente. Aunque también sabemos que sin dejar vía libre a esa fuerza motriz, el ser humano jamás habría progresado. Luchamos permanentemente entre la necesidad de trascender y la constancia de que nuestra vida no es más que un secreto fisiológico. Esa lucha básica puede convertirse en primitiva… "

 Y estas palabras se dibujan en el escenario a través de las conversaciones de un matrimonio aletargado formado por Emma Suárez y Gonzalo de Castro, que parece querer que recordemos un fabuloso diálogo entre Nicole Kidman y Tom Cruise en Eyes wide shut. Ese que nos habla de que el daño que puede hacer nuestra imaginación sobre las relaciones personales puede ser muchísimo mayor que el que provoca la realidad de los actos. Pero la obra no va por ahí, es la realidad la que desgarra sin dejar espacio a que la imaginación la calme. El acomodado matrimonio recibirá la visita de dos inquietísimos amigos, Belén López y Luis Merlo que contribuirán muy conscientemente a destapar la gran farsa sobre la que la pareja ha construido su vida. Es difícil que el teatro sea hipnótico, Miguel del Arco lo consigue a través de una poderosa y fantástica escenografía que nos hace viajar al atormentado interior de los personajes. 

Viernes por la mañana. Las críticas de las películas de la semana ya están en los periódicos. En la La crítica redacción de Días de Cine se comenta la de Boyero que compara el humor de Almodóvar con el de las películas de Mariano Ozores, algo que había resaltado Gerardo Sánchez, director de Días de Cine, al salir del pase de Los amantes pasajeros, el lunes. Pero Boyero va muchísimo más lejos en su párrafo final.

En la redacción hay división de opiniones. Yo me encuentro más cerca de la crítica de Luis Martínez de El Mundo: "Todo el ambiente en el que vive el vuelo a ninguna parte de la tripulación de 'Los amantes pasajeros' es demasiado crudo, demasiado procaz, demasiado próximo a lo que queremos evitar, demasiado consciente de sí mismo, para reproducir ni siquiera ligeramente el ambiente que requiere una comedia al uso."

Fue lo que intenté reproducir en el reportaje de Días de Cine. 

Ver vídeoDías de cine: 'Los amantes pasajeros'

 

Toda esta polémica, con la cantidad de  comentarios  a favor y en contra en las redes sociales, me hace pensar sobre lo que es una película. La obra de un director, quizá su deseo de trascender. Y todas las opiniones de la  películas, las críticas, quizá no son más que el deseo de trascender de los que trabajamos alrededor del cine.

Regreso a la frase de Miguel del Arco con la que comenzaba este post… Luchamos permanentemente entre la necesidad de trascender y la constancia de que nuestra vida no es más que un secreto fisiológico. Esa lucha básica puede convertirse en primitiva… Llevo años escribiendo en un ordenador,  de repente me he quedado sin tinta en el bolígrafo. 

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Miguel Castro   10.mar.2013 12:34    

Dejarse llevar

    Almodóvar es un visionario. No es casual que ponga a todos esos personajes en un avión que tiene que hacer un aterrizaje forzoso, y tampoco lo es que en los minutos previos al posible apocalipsis final el culto al placer surja como único alivio posible. DescargaMe parece que en los últimos años nos hemos subido a ese avión, el de Los amantes pasajeros, y parece que no nos damos cuenta de que no hay destino al que llegar donde aliviar todos los frentes que hemos abierto: tanto personales, como colectivos. Así que estamos en el aire, como el avión de Almodóvar, dando vueltas en círculos, sin saber a dónde dirigirnos, ni qué hacer y lo único que nos pide el cuerpo es dejarnos llevar.

Para dejarse llevar están los fines de semana, que para algunos son el momento en que sacamos el yo oculto para que se desfogue. En eso estábamos un grupo de amigos a la entrada del Demode de Madrid, cuando escuchamos la voz del puerta del local. "There out in the darkness. A fugitive running. Fallen from God. Fallen from grace... " 

LOS MISERABLESCantaba Stars, de Los Miserables, ensayaba para un futuro casting, cuando nos acercamos a él, a Christian Sampedro. Le escuchamos entusiasmados, comenzamos a hacerle peticiones y él se crecía cada vez más mostrándonos su voz, su talento, su capacidad para cambiar de registros, de acentos, de tonos. Pasado un largo rato los cigarros se habían consumido, hacía frío, volvimos a entrar al Demode. Pero un minuto antes de que la puerta nos separara de Christian le pregunté por la película y me contestó: "¡Qué mala es, pero cómo lloré!"

 La puerta se cerraba y Christian comenzó a cantar: One song, glory, one song. Before I go, glory. One song to leave behindDe Los Miserables había pasado a Rent mientras nosotros nos adentrábamos en el local y nos dejábamos llevar por la música. Los bares están llenos de desconocidos que buscan encontrarse con otros desconocidos que les ayuden a mostrar su verdadera identidad. Como en Weekend, una preciosa historia de amor que nace en un bar.  Hay una secuencia en la película en la que los dos protagonistas, tras pasar la noche juntos, desayunan en la cocina, y uno de ellos le habla al otro de la colisión que se produce entre dos identidades: lo que queremos ser y lo que somos. Frente a desconocidos mostramos más lo que queremos ser, nuestra imagen no está condicionada por la familia, ni por los amigos.

 

Ver vídeoDías de cine - 'Weekend'

 Es domingo cuando escribo todo esto, tras una noche del viernes inolvidable y un sábado en blanco. Me viene de repente a la cabeza Un asunto real, la gran película de época producida por Lars Von Trier, que habla del presente desde el pasado, que se desarrolla en los albores de la ilustración, en la corte danesa. UN ASUNTO REAL Un rey tan loco como manejable, una marioneta en manos de los representantes de la Iglesia y de los nobles terratenientes. Intrigas de poder, una reina amante de un médico que podría ser un precursor de los jacobinos. Ambos tienen ideas revolucionarias para construir una sociedad más justa pero tienen poderosos adversarios… Creo que Pedro Almodóvar los hubiera puesto a todos juntos en un avión a punto de estrellarse y les hubiera dado agua de valencia con mescalinas para que se desinhibieran. No parece una mala opción, llevamos casi 300 años haciendo círculos a miles de metros de altitud... El miércoles entrevisto a Almodóvar, tal vez le quede algún billete para el próximo vuelo. 

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Miguel Castro    3.mar.2013 14:28    

Rodar para vivir, vivir para rodar

Se podría decir que ésta es la semana grande del cine: Goya y Oscar se han puesto de acuerdo en las fechas de sus noches de gala. Las fiestas donde subjetivamente se premian los mejores trabajos del año.

Los seres humanos necesitamos que nos den palmaditas en la espalda, que valoren nuestra tarea, y
que podamos celebrarlo. De ahí nacen los premios y sus celebraciones. Días de fiesta donde la humilde industria española y la poderosa estadounidense colocan en el escaparate a los que consideran sus mejores empleados. Dicho sin ironía, así es: son días en los que los del cine festejan (festejamos, esto casi todos) y reflexionan (esto unos pocos mientras los demás festejamos) sobre identidad, presente y futuro.

PabloAsí, en estos días, nos quedamos atónitos mirando los escaparates de las fábricas de sueños, para refugiarnos en una realidad en la que parece que ya no caben los cuentos. No es así, claro que caben los cuentos. Pablo Berger ha tardado ocho años en hacer el suyo. Como nos comentó en los Goya, citando una máxima japonesa: “Si tienes prisa toma el camino más largo”. Y continuó: “hasta los productores que me dijeron que no al proyecto cobran sentido en este día.”

Algunos otros dícen que con confianza, organización, tenacidad, esfuerzo, perder el miedo al fracaso y no amedrentarse por las malas críticas, aguantar la presión y saber que estás haciendo algo en lo que crees que puede de alguna manera servirle a los demás, es posible que la idea que has tenido dé sus frutos, se haga palpable, real.

No se deja de aprender viendo cine. Pero todo esto se olvida y se muere si no se ejercita, se memoriza y se toma nota. Por eso hay que poner un límite a la exposición a tanta pantalla, a tanto escaparate. Si se hace queda tiempo para construir el sueño propio, para desarrollarlo, para organizar el trabajo necesario para que se haga realidad. Se trata de dejar de ser espectador para convertirse en creador. No se trata de cine, se trata de vida. De convertirte en el director de tu propia vida, de tus días con un equilibrio entre ilusión y organización. ¿De qué sirve pensar en el discurso que harás cuando te den el Goya si no tienes ni siquiera el guión de la película?

OscarsGoyas
Viendo cine este año se puede aprender que el amor más maduro se basa en una generosísima y efímera entrega que poco tiene que ver con el egoísmo en el que gravita nuestra existencia y con los supuestos valores que nos enseñaron de niños. Vease Amor, de Haneke.

Que los problemas más acuciantes, más complicados, se resuelven con las ideas más peregrinas, las que parecen más absurdas, las que se salen de toda lógica. Como ocurre en la sorprendente Argo, y en la reveladora NO.

Que hay un tigre dentro de nosotros, con el que tenemos que vivir y al que debemos domesticar tanto para sobrevivir a sus ataques como para que nos defienda de las amenazas externas. La vida de Pi.

Y que la pulsión sexual y la pulsión creativa son parte esencial de nuestras vidas y ambas están íntimamente relacionadas como cuenta Trueba en El artista y la modelo.

Grandes películas que pueden atenazarnos, acomplejarnos porque las consideremos metas inalcanzables. Tal vez estos dos cortometrajes estimulen un poco más la creatividad. Uno está construido con muy pocos medios y con un divertido, hilarante y excelente guión, Incómodo. El otro con el esfuerzo de toda una escuela de animación, por un trabajo satisfactorio para todos, El vendedor de humo. ¿Qué necesitas para tu proyecto? ¿El esfuerzo de uno, el de unos pocos, el esfuerzo de todos? A qué estás esperando: rueda. 

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Miguel Castro   24.feb.2013 12:45    

Sonido, motor... acción

Hablo por teléfono con Javi, mi sobrino, mientras veo una fotografía en el ordenador. No sé si es un montaje. No es posible que un fotógrafo estuviera allí justo cuando cayó el rayo en el Vaticano. Pero según parece así fue. Y no sólo había un fotógrafo, de hecho hay varias tomas del mismo rayo. Cuelgo el teléfono. Iré a ver a Javi, Elena y el pequeño Daniel el viernes.

VaticanoPero lo esencial hoy es que el Papa ha dimitido y ha hablado de las divisiones en el seno de la iglesia. Además hay una imagen espectacular que lo ilustra todo.  El cardenal, la tercera parte de El Padrino, Amén, sacuden mi memoria haciéndome pensar que el archivo de ficción audiovisual que llevo impreso en la cabeza es el archivo de la historia real. 

No importa, juega el Madrid. Lo vemos en un bar cuya pared simula la grada del Bernabeu. Empatamos. Un amigo me dice que últimamente se queda vacío después de los partidos. Le contesto que yo ya no: la verdad es que ya no me llena el fútbol, así que no me puede vaciar. Pienso rápidamente una razón y me viene a la cabeza que veo demasiadas cosas: el campo está lleno de publicidad de Gazprom, las camisetas de los jugadores del Madrid de Bwin. Mi amigo me reprocha que no me centre en el juego real. Lo que yo pienso es que no dejo de centrarme en el juego real.  El otro día cerraron una interesantísima entrevista en la Ser sobre la sanidad en Madrid con un anuncio de Sanitas. Apagué la radio.


MeteoritoLlega el viernes, menos mal. En todas partes hay imágenes de la trayectoria de los meteoritos. Están tomadas desde coches que graban hacia la carretera. ¿Quién pone una cámara en el salpicadero del coche y para qué? Deep Impact, Armageddon… Un ministro ruso declara que no sólo la economía es vulnerable, el planeta también lo es… La cortina de humo, El show de Truman.  ¿Y si todo esto fuera un gran hermano galáctico? Oscar Pistorius sale esposado. Esta llorando. Le acusan de haber asesinado a su mujer. Un ciberatleta que  mata y llora… Yo, Robot.

Camino de casa de mi sobrino pienso que tengo que dejar de mirar tantas pantallas, lo invaden todo y crean más desasosiego que certidumbre. Daniel pesa algo menos de tres kilos, tiene una semana de vida. Le apoyo boca arriba en mis pantorrillas y se aferra fuertemente a mis dedos pulgares. Atardece en las afueras de Madrid. Desde la casa de Javi y Elena se ve una puesta de sol maravillosa. Una pequeña ciudad coronada de cuatro rascacielos que nacen en una llanura donde mueren las últimas laderas de la sierra. La visión del horizonte da paz, y ellos la transmiten, a pesar de que un bebe haya invadido sus vidas. Daniel continúa apretándome los pulgares, parece querer decirme que ha llegado, que está aquí. Me pregunto si será de los que cuestionan todo lo que ven, o de los que simplemente lo contemplan. Mañana es sabado. El domingo toca Goyas. 

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Miguel Castro   16.feb.2013 09:21    

NO

Nadie se imaginaba en 1988 que una campaña publicitaria que podría haber diseñado Coca Cola fuera el primer peldaño para instaurar la democracia en Chile, tras quince años de dictadura de Pinochet. Pero así fue. Tan sorprendente como se puede ver en una gran película de Pablo Larraín, NO. Un título que analiza el poder del mensaje publicitario, su capacidad de asimilación por la población, y la necesidad de entusiasmar a la misma con estímulos positivos que derriben el miedo e insuflen la energía necesaria para vislumbrar un futuro mejor.   

No 4Las imágenes del horror que generó una dictadura como la de Pinochet no eran suficientes para concienciar a un sector de la población y para vencer el miedo de otra parte de la misma. Era preciso generar ilusión, y se consiguió con una brillante estrategia de comunicación que, al mismo tiempo, según Pablo Larraín, “trajo consigo el primer nivel de consolidación del capitalismo como único sistema posible en Chile”.

Solución de compromiso para un país que intento en los años 70 el camino al socialismo de la mano de un presidente elegido democráticamente,  Salvador Allende. El excelente documental La batalla de Chile narra con estremecedoras imágenes  cómo se gestó el golpe de estado, la intervención de la CIA en el mismo, el bombardeo de La Casa de la Moneda, residencia presidencial, y la muerte de Allende.

Pablo Larraín ha hecho tres películas que hablan de la dictadura de Pinochet. Trilogía iniciada con Images6 Santiago 73. Post Morten, que disecciona los orígenes de la dictadura desde la mirada del ayudante de un forense que se siente tan invisible como solo. Un tipo anodino que se someterá al poder. Película durísima que describe la asunción del horror desde la cotidianidad. En Tony Manero, segundo título de la trilogía, se describe la época más violenta de la dictadura. Y NO, como ya se ha dicho, es el comienzo del fin de la misma. Larraín ha declarado que su propósito con esta trilogía era  “realizar un balance, volver a visitar el imaginario de la destrucción moral e ideológica, no para entenderla sino para dejar constancia de que existió.”

El estreno de NO coincide en España con un momento de profunda desconfianza hacia los cimientos esenciales de nuestra sociedad. Hay en la película muchos paralelismos con nuestra situación actual. En nuestro país cunde el pesimismo, el miedo, y lo peor de todo hay una crítica a todo lo que acontece, pero una crítica absolutamente resignada. Elementos en común con la película, que pueden ser vencidos con el nacimiento de un ideal que aporte el convencimiento de que los graves problemas a los que nos enfrentamos tienen solución.

No3Tal vez sea el momento para que todos los que llevan muchos meses trabajando en opciones posibilistas para resolver nuestros problemas, se atrevan a contactar con expertos en difundir esas propuestas a la  gran mayoría de la población.  Sería el primer paso para que vislumbrásemos un futuro mejor. En ese punto, un lema unificador tan contundente como el NO de la película de Larraín, derrotaría al miedo, al pesimismo y afianzaría la regeneración que nuestra democracia necesita. 

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Miguel Castro    8.feb.2013 16:57    

Abdul borró los Goya

El pasado lunes salía de la gala de finalistas a los Goya cuando un joven de aspecto africano me preguntó si hablaba inglés. Afirmé que así era y entonces  me dijo que si podía darle algo de dinero, llevaba varios días sin comer. En ese caso dije la verdad, en otras muchas ocasiones miento, pero ese día no llevaba ni un euro en la cartera. A lo que él me respondió si podía comprarle algo con una tarjeta de crédito. No me pude negar, me inspiraba una profunda confianza. Nos metimos en un restaurante próximo a la glorieta de Bilbao y le dije al camarero que yo no iba a cenar, pero mi acompañante sí. Pretendía dejarle pagada la cena e irme lo antes posible, despachando el “caritativo trámite” y continuando mi camino a casa con la conciencia tranquila. Pero Abdul, así se llamaba,  me pidió que me tomara algo con él. Así que me pedí una cerveza y comenzamos a hablar mientras llegaba su cena. Le havreSu inglés era absolutamente fluido. Me contó que estaba de paso en España, su destino era Francia, un país donde se habla el mismo idioma que en el suyo. Me dijo que había tardado tres meses en llegar a España y que no quería hablar de cómo había sido el viaje. Estaba cansado. Llevaba quince días durmiendo en una estación. Por un momento me vinieron a la cabeza dos películas, Welcome y Le Havre. En ambas el protagonista es casi un adolescente. Abdul tenía veinte años. Su comida había llegado, la engullía con ansia, casi sin respirar. Me fijé en la pequeña mochila que llevaba por todo equipaje y en su ropa. No tenía la apariencia de estar durmiendo en la calle. Me contó que tenía tres hermanos y que se había ido de su país porque era un lugar muy corrupto. Estaba impresionado con su inglés, así que le pregunté dónde lo había estudiado. Me contestó que era MBA, y que esperaba encontrar un trabajo en Francia para mantener a su familia.  Volvieron a mi mente las historias de Welcome y Le Havre,  pensé que tal vez podría invitarle a casa por una noche, para que no durmiera nuevamente en la estación. Pero a la vez me venía a la cabeza la idea de que no debía hacerlo, no le conocía de nada y podría tener problemas. Me pudo la razón, así que hice una llamada telefónica pidiendo ayuda a una amiga que trabaja en una ONG que lleva proyectos educativos audiovisuales en África, Cineastas en Acción. Pillé a Federica apagando un fuego personal, pero me dio una dirección donde se reunían compatriotas de Abdul. Y así se lo conté. Terminó su cena y me lo agradeció. Cogimos el metro, el lugar se encontraba a apenas cuatro estaciones de donde nos encontramos. Durante todo el trayecto seguí pensando si debía ofrecerle mi hospitalidad a Abdul.  Le pregunté si había sentido mucho miedo y de pronto se le reflejó en la cara. ¿Cómo habría sido su viaje? Salimos del metro y pregunté a dos transeúntes por la dirección. A todo el mundo le sonaba pero nadie la conocía. Abdul estaba cansado, abatido. Las calles eran un tanto oscuras y estrechas, no parecía gustarle mucho tener que caminar por allí. Tengo frío, dijo. Seguimos andando y me di cuenta de que apenas quedaban dos manzanas para llegar a un destino en el que tal vez podrían ayudarle. Doblamos una calle y aparecieron dos coches de policía, aparcados, sin ningún agente alrededor. ¡Policia!, susurró inquieto. No pasa nada, le dije, no te preocupes, no hay nadie. Estábamos muy cerca.  Faltaba solo una manzana cuando Abdul se dio la vuelta y me dijo: ¡Me llevas a la policía! No, de verdad que no, confía en mí, le contesté alarmado. Ni siquiera me escuchó. Comenzó a caminar rápidamente. Yo le seguía, intentando explicarle que era absurdo lo que pensaba, argumentándole que nadie le hubiera invitado a cenar para entregarle a la policía. Mis palabras murieron en la acera. Él ya se encontraba a decenas de metros de distancia alejándose de mí. Fue la última vez que le vi. Desde entonces me pregunto por qué no hice más. Me acuerdo de Welcome, y me doy cuenta de que a veces por mucho que se haga no se encuentra en la mano de uno cambiar el destino de nadie. Recuerdo Le Havre y pienso en todo lo contrario: se puede cambiar el mundo si otros muchos te ayudan. Han pasado varios días y sigo creyendo que debería ir a la estación en donde duerme y ayudarle, pero creo que nunca lo haré. Tal vez se lo cuente a alguien para que vayamos juntos a verle. ¿Vienes? 

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Miguel Castro    2.feb.2013 11:49    

Cautivados por un chimpancé cautivo

A principios de la década de los 70 un científico se propuso como objetivo estudiar la evolución del lenguaje partiendo de un revolucionario experimento: criar a un bebé chimpancé en el seno de una familia humana como si fuera uno más, e intentar ver si el pequeño simio era capaz de asimilar el lenguaje de signos. Este es el comienzo de Proyecto Nim, revelador documental con el que viajamos por la vida del primate, desde los primeros instantes de su existencia. Y lo hacemos acompañados por los testimonios de cuidadores y torturadores, viajando entre ambientes primates y humanos, desde un lugar en que la película parece querer contarnos mucho más del comportamiento de nuestra especie que de la de los simios.

Uno se echa las manos a la cabeza al ir rememorando en qué manos quedó encomendada la existencia de pobre simio, y se queda totalmente noqueado al pensar en qué hogares confiamos la existencia de los bebés humanos. Así que lo mejor que podemos hacer para llegar a alguna conclusión es estudiar a los monos.

Tras disfrutar con Proyecto Nim, es inevitable recordar desde El planeta de los simios y su origen, hasta la colección de películas de Tarzán, pasando por las versiones de King Kong, Gorilas en la niebla y todo tipo de monadas de cine. En ellas se ha profundizado fundamentalmente sobre antropología.

Pero olvidándonos del cine y adentrándonos en la ciencia, y en los estudios realizados recientemente con primates, diferentes corrientes se sienten fascinadas por el estudio de los chimpancés y de los bonobos y por la diferencia de sus comportamientos. De hecho son muchos los que dicen que los seres humanos tenemos muchísimos paralelismos con ambas especies, y que de estos se podrían sacar contundentes conclusiones. Sabemos que los chimpancés se reúnen en comunidades dominadas por un macho fuerte al que no le tose nadie. Y que los bonobos son sociedades fundamentalmente matriarcales, sumamente tolerantes, que entienden el sexo como un gran medio para resolver conflictos y donde todavía no se conoce la violencia mortal.

 

Visto el vídeo, uno se queda perplejo, y es casi imposible imaginarse que los embajadores de las diferentes naciones utilizaran estos métodos para resolver los conflictos internacionales. Aunque no habría que irse tan lejos, bastaría con acercarnos a nuestro trabajo, a nuestra comunidad de vecinos y encauzar por esos caminos la resolución de problemas. Suena a cachondeo, a disparate, pero no me pueden negar que no les entran ciertas dudas sobre si esto podría ser mejor que sentirse, como estamos en casi todos nuestros entornos sociales, cautivados por un chimpancé cautivo. 

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Miguel Castro   25.ene.2013 11:27    

CINE DENUNCIA: UN FILÓN SIN EXPLOTAR

Hace varias semanas, en una entrevista con Matthew Fox, por una película nada recomendable, le M 2 pregunté el motivo por el que él creía que abundaban en el cine estadounidense argumentos donde ciudadanos corrientes se tomaban la justicia por su mano. Y él me contestó: “Creo que eso es algo que nos gusta ver en las películas y es ahí donde debe quedarse. Quiero decir, no creo que la gente deba tomarse la justicia por su cuenta en la sociedad real…, tendríamos un caos importante… Sin embargo creo que las películas de venganza son gratificantes para el público porque mucha gente piensa que hay mucha injusticia en el mundo. Por eso ir a una sala de cine, pasar allí dos horas, ver a alguien tomarse la justicia por su cuenta y efectuar la venganza es gratificante. Pero ha de quedarse en las películas, no es algo que deba llegar a nuestras vidas cotidianas.”

Me sorprendió la respuesta porque se notaba que conocía el estudio mercadotécnico. Lógicamente, una industria tan poderosa como la del cine, en Estados Unidos, analiza los posibles consumidores de sus productos. Y dado como están las cosas parece que está en auge un género que podríamos denominar como desahogador de iras. Si la industria del cine español hiciera lo mismo y se fijara en las noticias que día tras día surgen en los periódicos, por la misma regla de tres debería haber en este momento una avalancha de proyectos plagados de justicieros, fieles a la tradición de Harry el sucio. Harry buena

Afortunadamente no es así. Pero lo que resulta significativo es que tampoco se está generando una abundancia de títulos del llamado cine denuncia, títulos que se hagan eco de la degradación ética de numerosos estamentos de nuestra sociedad. No tengo noticia de que esto esté ocurriendo, debido, entre otras cosas, a que el cine español las está pasando canutas, al igual que la industria audiovisual, y los medios de comunicación de nuestro país. Y es significativo que los principales sectores industriales que podrían narrar lo que ocurre se vean condicionados por una inusual precariedad que, sumada al miedo a perder el trabajo, y a las líneas editoriales de cada medio (eufemismo no reconocido de ideología), hacen que el ciudadano lo tenga difícil para encontrar un medio de comunicación, una ficción televisiva, o una película que les hable, desde un punto de vista ético, de los acontecimientos que estamos viviendo. En definitiva: un referente moral en el que la denuncia consiga desahogar la ira ante las injusticias con las que día tras día nos levantamos. Pero este lugar no existe y se han instalado en el ciudadano dudas sobre si la justicia va a funcionar lo rápidamente exigible, y los malhechores van a acabar con sus huesos en prisión, durante un largo periodo de tiempo.  Y lo peor de todo es que la acumulación de esta ira es cada vez mayor.

Ha habido cineastas como Eloy de la Iglesia que se atrevieron, en momentos difíciles, El diputado como era el año 1978 en España, a filmar una película como El diputado. Y cineastas como Pilar Miro que no temieron rodar una película como El crimen de Cuenca, en 1979. La transición está repleta de buen cine denuncia. Un cine con el que hoy se atreve un director como Enrique Urbizu con excelentes ejemplos como La caja 507 y No habrá paz para los malvados. Y dentro del campo de la denuncia, en clave de parodia, el par de locos que dirigió El mundo es nuestro: El Cabesa y el Culebra.

Creo que hoy serían estupendos argumentos cinematográficos algunas de las noticias que han sido titulares en los periódicos de esta semana: Telemadrid daría para una gran película que podría ser rodada por Ken Loach, Costa Gavras, o Iciar Bollaín, por la forma en la que se ha consumado el expediente de regulación de empleo y la solidaridad y compañerismo mostrado por una gran mayoría de trabajadores que se unían en una lucha ejemplar por sus puestos de trabajo y eran despedidos en masa, de forma arbitraria, mientras los gestores responsables de la catastrófica situación económica, los directivos, mantenían sus jefaturas y sus enormes salarios; el caso Bárcenas daría para una película de Alan J. Pakula o de Sidney Lumet, o del anteriormente mencionado Enrique Urbizu.

Se podría hacer un llamamiento a todo aquel que tenga recursos técnicos, humanos, económicos, para contar lo que está ocurriendo, para documentarlo o ficcionarlo, basándose en los principios del mejor periodismo, o del mejor cine de denuncia: el que habla con todas las partes, y pregunta el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y el por qué de los acontecimientos. Un trabajo que debe hacerse amparado por la libertad a la hora de ejercerlo que ofrece un jefe que no teme por el volumen de inmundicia encontrado y el estamento o persona que la ha generado, por muchos tentáculos que tenga en los centros de poder.

Precisamos de un mecenas que haga el papel de Batman en Gotham City, pero sólo desde el punto de vista de productor ejecutivo ético audiovisual: nada de superhéroes. No necesitamos que nadie se tome la justicia por su mano, ni cine para desahogar nuestra ira. Sin embargo, sí precisamos imágenes que seguir, que den ejemplo de lo que se debe hacer, de lo que se debe denunciar. Que se transformen en la semilla de una imprescindible regeneración ética. Antes de que el caos barra tantos años de esfuerzo colectivo. Todos los que estamos viviendo este instante estamos escribiendo el guión de lo que será nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Podemos hacerlo en clave costumbrista, bélica, de aventuras, de comedia, o de terror; todavía estamos a tiempo de elegir el género, y el final. Por favor, intentemos que acabe como las mejores de Indiana Jones: con un final feliz y con trazos de humor.

Categorías: Actualidad , Cine

Miguel Castro   18.ene.2013 14:41    

Miguel Castro Uceda

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“La cura contra el aburrimiento es la curiosidad. No busques un remedio para la curiosidad: no tiene cura.” Dorothy Parker. De esta cita nació este blog, con el propósito de poner remedio a esa curiosidad que nos hace buscar, escarbar, investigar… Una búsqueda a la que hay que intentar añadir un pequeño esfuerzo para que el trabajo no sea en balde, e intentar que surja…, de una imagen, de una palabra, de una música…, algo parecido a una idea. Y, si fuera posible, trabajar esa idea y conectarla a otras áreas del conocimiento. Un viaje que me gustaría que hiciésemos juntos. Atentos pero relajados: con el corazón y la razón dispuestos a abrir los sentidos; con la precaución necesaria para evitar que, como dice el refrán, la curiosidad mate al gato. Cuento contigo.
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