90 MINUTES AND I LOVE YOU_1
_
Caigo desde lo alto. Atontado, me levanto. Me compongo.
Veo a Joey sentado en un banco a la orilla del río.
El puente de Williamsburg a su izquierda y en frente, la bahía de Manhattan.
_
_
Contempla la ciudad. Ha podido con él, con sus sueños, con sus ilusiones y con su dinero...
Le vienen a la mente un montón de estadísticas y números de gente que vive en la gran manzana; de cuántos cogen el metro en la hora punta, de cuántos cruzan el paso de peatones de Times Square los sábados entre las 10 y la 11 de la noche, de cuántas personas pueden trabajar en un edificio del distrito financiero, cuántos afroamericanos hay, cuántos judíos…, y así una lista interminable de cifras y estadísticas.
Claro, hasta ese momento, trabajaba en una compañía de seguros.
_
_
Hoy ha decidido abandonar la ciudad. El frío y el ruido se han metido en él. Esto es algo que le molesta y le irrita. En realidad últimamente le molesta casi todo por no decir todo. Lleva años así y no se acostumbra. Esto le enfada aun más. La ciudad sigue su rumbo día a día y le ignora por completo.
Joey ha perdido la batalla. Nueva York ha podido con él.
Dicen que el puede vivir en Nueva York puede sobrevivir en cualquier parte del mundo. Lo que no dicen es que el no puede vivir en Nueva York, no puede vivir en ninguna parte del mundo.
Vaya, y todavía hay gente se cree todo lo que dicen algunos...
Joey se levanta del banco. A su lado tiene una pequeña caja de madera, como de esas de puros. La coge y se acerca al río. La abre y mira en su interior. La vuelve a cerrar y la tira al río con fuerza.
Joey vuelve al banco, agarra su petate y se lo echa al hombro.
Y comienza a caminar.
Sale del pequeño parque y camina por las calles. Al fondo y en lo alto, el metro pasa por el puente de Williamsburg. Joey se dirige hacia allí.
Mientras camina pasa junto a una fábrica abandonada. Se llama Dominó, pero nunca ha sabido de qué era.
_
_
Joey se imagina cómo será el barrio a esas horas tan tempranas de la mañana. Lo primero que le viene a la mente es el taller situado frente a su pequeño apartamento, ese con el letrero en el que siempre se puede leer “Compramos y vendemos hierro”.
En otro antiguo almacén, los hornos estarán encendidos, y el chico oriental estará quemando el cristal, preparándolo para hacer figurillas, que luego venderá en el mostrador que da a la calle.
No muy lejos, aparcado en la acera, estará el coche pintado completamente con la bandera estadounidense. En esta ciudad los hay para todos los gustos y colores.
Dos grúa, y más, estarán levantadas en el cielo, participando en la construcción de esos grandes edificios de cristal.
En otra esquina está el taller con un montón de motos apelotonadas en la calle. El mecánico, que es afroamericano (como dicen por aquí), estará tirado en el suelo. Y su compañero le pasará alguna herramienta.
En frente, el restaurante que parece una autocaravana de esas de hierro, como la de Cindy Lauper en la canción “Time after time”. Todavía no habrá abierto.
Nadie estará jugando en la cancha de baloncesto. Sólo habrá un pelota en el suelo, en medio de la cancha.
Si bajas la calle Grand Street llegas al río y te encuentras con la ciudad de Manhattan en la otra orilla. Tanto de día como de noche impresiona. Y si no díceselo a Woody Allen. Sí, del verbo írsese.
El viento se colará por los huequecillos en la pared donde está colocado el radiador, a pesar de las toallas que puso Joey para amortiguarlo. Frente a la ventana, su cama. Y el despertador que sonará como todos los días a las 7:00. Bueno, tal vez hoy ya haya sonado, porque ahora son como las 8:00. Las zapatillas estarán debajo de la cama. Y la cafetera en el fogón de la cocina, que se encuentra en el salón, separado del dormitorio por un tabique de madera que no llega al techo.
_
_
Es lo que llaman un loft.
Al lado de la cocina seguirá el baño, eso sí, separado por una pared. Y seguro que no saldrá agua caliente.
Enfrente de la puerta del baño seguirá el pequeño saloncito, sin ningún tipo de tabique (es un loft).
Allí podría estar Julia, que podría mirar y sonreír a Joey, como solía hacer todo el rato. Le podría estar enseñando el libro que está leyendo comentando que tiene que empezar a leer a Mafalda. Le habla de los amigos de Mafalda y le apunta que es una pena que no sepa español. Podría estar, pero ya no.
Se fue hace mucho tiempo.
Aquel metro se llevó algo más que su sonrisa.
El perchero de Joey estará vacío. Y ya nunca más saldrá por su puerta, cruzará los pasillos blancos que dan a la calle, abrirá su buzón de correo, o subirá a su tejado con una taza de humeante café para contemplar el metro pasar por el puente de Williamsburg en dirección a Manhattan. Ni se asomará a su ventana ni tampoco volverá a salir por la puerta de hierro que da a la calle.
_
_
Justo por la misma puerta por la que ahora pasa caminando.
Joey se detiene y mira su apartamento desde la ventana que da a la calle. Joey va a seguir caminando, sin embargo, algo llama su atención. No se había fijado. La puerta de la calle está entreabierta.
De ella sale una manguera. La manguera baja la acera. Y a unos quince metros, la sujeta una Santa Claus, que le está haciendo señas como para que se acerque.
Joey mira a todos lados para ver si le está llamando a él. Parece que sí.
Joey se acerca al Santa Claus.
El Santa Claus me mira con una sonrisa pícara y me saluda haciéndome la señal de que todo va según lo planeado.
Joey mira para el otro lado de la acera, hacia donde está saludando Santa Claus, pero no ve a nadie. Tampoco me ve a mí.
Santa Claus vuelve a mirar a Joey y le continua haciendo señas para que se acerque.
Yo sigo de largo y me alejo un poco, como para verlos desde la distancia. Sin embargo algo llama mi atención al otro lado de la acera, en la puertas del taller donde compran y vender hierro.
_
Anónimo dijo
hemos incorporado algunas ideas de las que han sugerido.
Hay muchas guapísimas, pero todavía no hemos llegado a esa parte de la historia.
Le estamos dando muchas vueltas al coco.
Es superdivertido...
El arranque podría ser algo como lo que hemos puesto...
Me encanta lo del Santa Claus...
05 nov 2008
jose víctor dijo
chacho, chacho, chacho....
hay muchísmas ideas y comentarios en la intro.
Y hay ideas guapísimas....
Hay que replantearse algunas cosillas,
pero sigamos hacia adelante....
A ver si a alguien se le ocurre alguna canción que se podría escuchar de fondo en esta secuencia (aunque luego la pongamos o no).
Me refiero a canciones que acompañen a Joey por la mañana; ya sea porque se escucha en la radio, en su cabeza o lo que sea...
06 nov 2008
luifer dijo
pensaba yo que a lo mejor el suouesto papa noel fuera a su vez el camello del barrio trapicheando coca o algo...por darle un toque menos magico al puto gordo jaja
saludos y abrazotes desde madrid a ny
08 nov 2008
Anónimo dijo
dándole vueltas a muchas cosas, comentarios y demás, se nos ha ocurrido un principio alternativo.
Lo hemos llamado "90 minutes and I love you 1b"
Si seguimos con éste nuevo habrá que retocar algunas cosillas de la parte 2, 3 y 4; pero en general,no cambia mucho.
sobra decir que se aceptan sugerencias
13 nov 2008
Anónimo dijo
definitivamente vamos a seguir hacia adelante con el nuevo principio que escribimos en la entrada "90 minutes and I love you_1b"..
De paso hemos vuelto atrás y retocado todo hasta la entrada 4, porque de alguna forma les afectaba este nuevo principio.
Con lo que a partir de ahora, esta entrada 1 queda ya para el recuerdo.
14 nov 2008
Anónimo dijo
Hemos borrado el principio original y dejado definitivamente este principio alternativo.
De paso hemos retocado algunas cosas hasta la entrada 4, que fue cuando se nos ocurrió este nuevo principio, y de alguna forma les afectaba.
02 dic 2008
jose víctor dijo
Al principio, Joey podría estar sentado en el banco. Poco a poco nos damos cuenta que la música de fondo que se escucha (Brian Eno por ejemplo) proviene de un radiocasette situado en el banco a su lado.
En un momento Joey coge el radiocasette y lo tira al río.
Ahí podrían empezar los títulos de crédito, con el radiocasete bajo el río; en multipantalla mientras Joey camina por su barrio.
02 dic 2008