José Miguel Pérez "Joselillo" paseó las dos orejas de un mismo toro este sábado en Pamplona, por una faena de corte bullanguero, conforme a las únicas posibilidades que ofreció el animal, y que caló mucho en las peñas de "sol", en un festejo en el que también obtuvo un trofeo David Mora, éste con un toreo más reposado y clásico.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Dolores Aguirre, el sexto como sobrero. La divisa amarilla y azul cambió hoy sus colores por el negro en señal de luto por la reciente muerte del marido de la ganadera Federico Lipperheide. Corrida bien presentada, mansa y de poco juego. El único toreable, el noble segundo. Cuarto y quinto sacaron además peligro.
Iván Fandiño: silencio tras aviso y silencio.
David Mora: oreja y silencio.
José Miguel Pérez "Joselillo": silencio y dos orejas.
El banderillero Juan Martín Soto fue atendido en la enfermería de "fractura de clavícula izquierda y contusión en la escápula del mismo lado. Pronóstico reservado".
CRÓNICA
No falla Pamplona cuando el que "embiste" es el torero en una de esas faenas de tanta entrega como recursos y concesiones a la galería. Todo es válido cuando el toro no da otras opciones. Un animal manso, refugiado en la querencia y "dejándose" a medias en todo.
"Joselillo" lo exprimió sin dar el paso atrás y con un efectivo planteamiento técnico. Fue constante la sensación de querer por parte del torero.
Por eso, primero le ganó la partida al toro, doblegándole, y seguidamente a las peñas con esa puesta en escena donde lo que prima y priva es el dinamismo, la vivacidad, a veces también la velocidad, sin duda al final también la emotividad.
No es exactamente la heterodoxia del tremendismo, pero casi. Pases y pases, unos con más sentido que otros, más limpios o menos estéticos, planteados todos desde el arrebato.
Aquí no vale hablar de ligazón o temple, ni mucho menos de hondura, y ni siquiera de arte, a no ser que quepa la posibilidad de hacer excepción para interpretar y resumir todos esos conceptos en uno sólo: destreza y arrebato. Tal es lo que tuvo la faena de "Joselillo" al sexto toro de la tarde.
Faena extraordinaria en un contexto también sorprendente y singular, algo especial.
El soniquete del "illo, illo" que acompañaba a su nombre, "Jó-sé-lillo", cantado a coro, como el "ooolé" que anunciaba de antemano cada muletazo, crearon el ambiente a modo. Fue como poner marco a un triunfo en el que todos querían participar. Hasta los otras veces reticentes tendidos de sombra se vieron perfectamente identificados en ese clima de comunión total entre público y torero.
Dos orejas de clamor, de ese apabullante rigor que suelen tener las cosas en esta plaza cuando están respaldadas por la mayoría más absoluta.
"Joselillo", a pesar de que en su complicado primero no pasó de las desconfianzas, ya puede presumir de torero de Pamplona.
Y la tarde tuvo también otro pasaje, aun con aire muy diferente, pero que dejó asimismo notable poso. Fue la faena de David Mora al noble segundo, el único toro del envío que se prestó. Por las formas y el contenido, de muletazos firmes y sentidos, y por el prólogo de un elegante y exquisito toreo de capa, amén de la contundencia con la espada,
De Mora cortó una oreja de las de verdad, refrendando su disposición y capacidad con otra apuesta muy seria frente al peligroso quinto.
Fandiño fue el que más aflojó, también porque tuvo un lote extremadamente complicado. Su abanto y brutote primero se fue enseguida a tablas, donde la faena tampoco tuvo mayores pretensiones. Y se desentendió pronto -quizás demasiado pronto para su situación- del "pájaro" cuarto.
La salida a hombros de "Joselillo" al final por la Puerta Grande, que aquí es llamada "Puerta del Encierro", tuvo tintes de acontecimiento, tratándose de Pamplona y en sanfermines.
CRÓNICA: EFE / FOTOGRAFÍA: burladero.com