15 posts de julio 2010

Ferrera y Pinar puntúan con una buena corrida de Fuente Ymbro

Vibrante espectáculo con las esencias del San Fermín genuino: imponentes toros, y cuatro de ellos, de espléndida condición, y tres toreros de entrega sin reservas.

FICHA DEL FESTEJO

Pamplona. 5ª de San Fermín. Lleno. Caluroso.

Seis toros de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo). Corrida de soberbias hechuras, de imponente trapío, brava, de buena nota en el caballo. Tercero, cuarto y sexto se emplearon con llamativo ritmo.

Antonio Ferrera, silencio y oreja tras un aviso.

Oliva Soto, silencio y silencio tras un aviso.

Rubén Pinar, silencio y una oreja.

CRÓNICA

De todas las corridas de Fuente Ymbro jugadas en Pamplona ésta fue la más armada. Hasta los dientes. Finas las astas desde la misma cepa y hasta el pitón, impecablemente afilado. Además de la más armada de este lustro recién cumplido, fue probablemente la de más engrasado motor y, si se llama fondo a la continuidad y la resistencia, la que más duró.

El cuarto, picado al relance, cobró tres varas, derribó en la primera, se empleó en banderillas con la prontitud que delata bravura y tomó la muleta por arriba y por abajo sin una sola renuncia. Este cuarto, como todo cuarto de Pamplona, fue el toro de la merienda, y hasta los músicos de La Pamplonesa estaban zampando. Pero la gente se sintió cautivada poco a poco por la función.

Ferrera, además, estuvo espléndido con las banderillas -seis pares sin errores ni falseta-, lidió con criterio de torero experto y hasta tuvo el gran detalle de quitar del caballo en su turno a tercero y sexto de corrida, que es el quite puro. Todo corazón para matar Ferrera al cuarto de estocada trasera. No se podía ir sin las orejas el toro al desolladero. El primero, tan brusco por culpa del lanzazo, no le hizo sufrir. Pero Ferrera, fino con la izquierda, no pasó con la espada.

Oliva Soto dejó claro su buen corte de torero. De los que parecen toreros, que es casi casi lo primero. Era su debut en Pamplona, apenas la décima corrida de toros en sus tres años de matador. Pero se echó para adelante sin esconderse, sino descarándose. Dispuesto a torear en pureza: vertical, relajado, sueltos los brazos y los engaños. La actitud fue hermosa. Pero el quinto de corrida atacó mucho y más de lo que se esperaba el joven torero de Camas.

Rubén Pinar anduvo tan capaz, entero, templado y sobrado como suele. El mérito fue que esa versión tan calcada de sí mismo se vio delante de dos toros imponentes por el cuajo y por el fondo. A los dos los tuvo domados en la muleta al tercer viaje: tapados, traídos, llevados, sometidos. No lo vio claro con la espada en el primer turno; enterró desprendida una estocada luego. Rendidos los dos toros en el terreno que convino: faenas matemáticas, torero competente.

CRÓNICA: BARQUERITO / FOTOGRAFÍA: burladero.com

Tarde accidentada

4ª Feria de San Fermín, Pamplona, lleno.

Toros de Cebada Gago (el 1º como sobrero al partirse un pitón), desiguales de presentación, varios de ellos terciados. 1º complicado y con peligro. 2º manso y rajado. 3º noble sin raza. 4º complicado y con peligro. 5º desrazado. 6º sin clase ni raza.

Francisco Marco, silencio en el único que mató.


Sergio Aguilar, silencio, silencio y silencio.


Morenito de Aranda, vuelta al ruedo y silencio.

Dos horas y media entre el bochorno de una tarde a 38 grados de temperatura y ante la lidia de seis moruchos de Cebada Gago no es como para sentirse a gusto en los toros. Y, para colmo, la corrida resultó muy accidentada, con percances de los tres espadas, aunque el más perjudicado fue Francisco Marco, un muchacho al que aquí le han puesto un chiringuito. Es fijo en los carteles de San Fermín y a estas alturas nadie sabe la causa.

Con el género de Cebada habría visto naufragar a muchas figuras encopetadas. Sin embargo le tocó la china a Sergio Aguilar y a Morenito de Aranda, dignos de mejor trato y de tener enfrente otro tipo de toro. No obstante Morenito tuvo una actuación más que digna y supo aprovechar el único toro que metió la cara, aunque sin fuerza y muy bajito de casta.

El de Aranda del Duero se recreó en tras tandas sobre la derecha en las que templó, sometiendo por bajo y dejando un sello de buen torero, que aquí supieron apreciar los escasos buenos aficionados que van quedando en la capital navarra. Al entrar a matar sufrió un fuerte golpe en la mano que le obligó a ser infiltrado para salir en su siguiente ejemplar, un manso insoportable.

El percance de Francisco Marco se produjo al lancear de capa al cuarto, sufriendo un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente. Sergio Aguilar tuvo que matar ese toro que, como el resto de los de su lote, no le permitieron al madrileño otra cosa que justificarse con más empeño que suerte. Y muy mala porque en el que mató por Marco sufrió un pitonazo en la mano derecha que necesitó varios puntos de sutura.

CRÓNICA CARLOS ILLÁN-FOTO burladero.com

Mala corrida de Peñajara en Pamplona

Pamplona, 3ª de San Fermín. Lleno.

Tres toros de Peñajara de Casta Jijona, desiguales de hechuras aunque astifinos y serios por delante y de poco juego salvo el 3º, noble y con clase aunque con poco fondo.

Diego Urdiales, silencio en ambos.


Luis Bolívar, silencio y silencio.


Salvador Cortés, ovación con saludos y silencio.

La primera corrida de la Feria del Toro pamplonesa dejó un flojo espectáculo marcado, fundamentalmente, por la falta de raza de los toros de Peñajara. Pese a ello, hubo una excepción, un precioso y astifino sardo de casi seis años, lidiado en tercer turno y que tuvo gran clase y profundidad pero al que le faltó de raza, empuje y continuidad, con el que no terminó de acoplarse un dispuesto Salvador Cortés.

Con ese tercero, un espectacular y astifino sardo de Peñajara, se despertó Pamplona del aburrimiento de los primeros turnos, aunque el sevillano Salvador Cortés anduvo demasiado atacado en una faena de muleta excesivamente irregular y con toques demasiado bruscos. El toro, que no fue completo, tuvo gran clase aunque le faltó empuje y repetición para romper en toro de triunfo importante.

Cortés, que empezó con ganas en varios cambiados, no consiguió templarlo sobre la diesta, donde los tirones marcaron la pauta y, en cambio, al natural subió el nivel con algunos muletazos de buen corte. El toro se vino muy a menos y Salvador optó por el cara a cara aunque pinchó. Saludó una ovación.

El sexto, sin ser un toro bueno, se movió en los primeros compases de faena, con más emoción que clase. Pese a ello, Salvador Cortés no anduvo preciso con el toro y otra vez las ganas no fueron suficiente.

El primero fue un toro que no se empleó ya desde el principio y pasó a su aire, midiendo en los capotes y sembrando cierta incertidumbre en los de luces. El riojano Diego Urdiales se justificó son profesionalidad tratando de hacer romper a un toro que nunca quiso. Tampoco tuvo suerte el arnedano con el cuarto, un toro abueyado y de gran alzada que no humilló ni repitió una vez. Algo orientado, Urdiales tuvo que poner ganas y técnica para estar por encima, tapar los defectos y conseguir robarle algunos muletazos.

El colombiano Bolívar pechó con un segundo muy parado del ganadero José Rufino. Bajo de casta. El colombiano no pudo llamar la atención de las peñas, en plena ebullición, y terminó yéndose a por la espada. El quinto fue otro toro de gigantescas hechuras que no humilló y llegó a la muleta orientándose y buscando al torero. Bolívar inició con un cambiado en un gesto de ganas, pero después el toro fue complicado para meterle mano. No anduvo fino con los aceros.

Crónica: Koldo Larrea, cronista para "Clarín" y burladero.com / Foto: burladero.com

Oreja para Miguel Abellán en la Feria de Burgos

Ficha del festejo Toros de Gerardo Ortega, justos de presencia, sin fuerzas y sin raza. Corrida muy apagada y deslucida.

José Antonio "Morante de la Puebla": estocada casi entera y desprendida (silencio); y estocada casi entera (silencio).

Miguel Abellán: pinchazo, estocada y descabello (oreja); y pinchazo, media y tres descabellos (vuelta tras aviso).

Cayetano Rivera: estocada caída y dos descabellos (ovación); y cinco pinchazos, estocada y descabello (silencio tras aviso).

La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde de lluvia y bochorno, con agua en los prolegómenos, y retrasándose el comienzo diez minutos para acondicionar el ruedo.

Crónica: EFE Juan Miguel Núñez/Foto: Javier Arroyo

Toro y torero son elementos imprescindibles del espectáculo, y hoy en Burgos falló el primero de ellos, en base a lo cual la corrida pudo ser una tremenda decepción. Y no lo fue gracias al talante y el talento de los toreros, de Abellán y de Cayetano. Muy comprometido el primero, motivado por sí mismo dado el momento que atraviesa en su carrera, consciente de que oportunidades como ésta no se pueden dejar pasar.

Viene Abellán de reivindicar su estandarte en Madrid, en la última corrida que toreó allí, donde hizo lo mejor con diferencia de un mes y medio de toros en Las Ventas sumados los ciclos de San Isidro y el Aniversario. Triunfador moral en la primera plaza del mundo con una sola vuelta al ruedo por fallar a espadas.

Se habló mucho y bien de Abellán, torero recuperado por vocación y oficio, demostrando que quiere y puede ocupar un puesto importante en el actual escalafón. Los empresarios deben contar con él, y no sólo para sustituciones como las de hoy (vino por el lesionado Aparicio). Abellán suplió con amplio margen las carencias de sus dos toros, y fue una pena que en el quinto toro no llegara a matar bien, dejándose la Puerta Grande en la suerte suprema.

Limitada en parte su primera faena por la escasez del toro en todo. Pero quiso mucho el torero desde el principio con dos largas cambiadas y unos bonitos lances a la verónica. En la apertura de faena, de rodillas, corrió la mano como si estuviera de pie, con muletazos largos y rematados por debajo de la pala del pitón.

Lástima que se acabara en seguida el animal, obligando a cortar las series en el segundo o a lo sumo tercer pase. Quedó patente, no obstante, la seguridad y la solvencia de un toreo muy recio y auténtico. Cortó la oreja a pesar de un pinchazo previo a la estocada y también con un golpe de descabello.

Repitió secuencia en el recibo al quinto con cinco largas de rodillas y recuperada la vertical con enjundiosos lances a pies juntos, muy jaleado todo desde el tendido.

Abellán plasmó su inquietud de estar otra vez en las ferias con el brindis a los compañeros, "Morante" y Cayetano, "figuras" del momento. Seguro que les avisó de que también él quiere estar en los carteles de tronío. Y de seguir así, estará.

Otra faena de mucha consistencia técnica para sacar partido de un animal frenado y que aguantaba muy poco. A las medias arrancadas, medios pases, todo muy limpio y con mucha suficiencia. En el arrimón final hubo tintes de emoción. Queda dicho que no rubricó con la espada, y por tanto no llegó a la merecida Puerta Grande.

Asimismo hay que hablar bien de Cayetano, que también perdió la salida a hombros en la suerte suprema. El menor de los Rivera Ordóñez tuvo dos toros de cansinas embestidas, vacíos por completo, y, sin embargo, todo lo que hizo fue muy bonito, lances y pases con firmeza y mucho sentimiento.

Sus dos trasteos tuvieron mucho fundamento en base a lo que aportó exclusivamente él, por técnica y por arte. Faenas muy trabajadas y con personalidad para terminar yendo bastante más allá de los inconvenientes que tuvieron los toros, cuya principal aportación era limitar argumentos.

"Morante" en cambio, sin toros, tampoco tuvo ánimo, y sus dos faenas fueron simples proyectos.

Ligero macheteo por la cara después de comprobar de que el toro que abrió plaza sólo servía para protestar, sacudiéndose los engaños; y más de lo mismo frente al tardo y remiso cuarto, que para mayor inconveniente también reponía las embestidas. Brevedad de "Morante" antes de caer en la vulgaridad.

La fiesta de "El Cordobés"

Manuel Díaz "El Cordobés" celebró hoy su cumpleaños, como ya es tradición, en la Feria de Burgos donde logró un triunfo de dos orejas y la correspondiente salida a hombros, en un festejo en el que Francisco Rivera Ordóñez "Paquirri" también paseó un trofeo.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "Los Recitales", aceptablemente presentados, pero flojos y desrazados, sin embargo, de juego aceptable. Los que más embistieron, primero y cuarto; fueron manejables, tercero, quinto y sexto; y deslucido el segundo.

Juan Serrano "Finito de Córdoba": pinchazo y estocada (silencio tras aviso); y bajonazo (silencio).

Manuel Díaz "El Cordobés": estocada (oreja); y estocada (oreja).

Francisco Rivera Ordóñez "Paquirri": estocada casi entera y descabello (oreja); y bajonazo (silencio tras fuerte petición).

La plaza rozó el lleno en tarde agradable.

Cada 30 de junio celebra "El Cordobés" su cumpleaños en Burgos, con una fiesta por todo lo alto que le montan en la misma plaza desde que debutó aquí como novillero. El hombre es como de la familia para las peñas burgalesas, que enseguida que aparece en el ruedo están cantándole el "cumpleaños feliz". En el intermedio salen unos mozos con una tarta monumental. Los guiños entre el tendido y el torero no cesan a lo largo de la tarde, y no se diga cuando está toreando. "El Cordobés" corresponde con una entrega absoluta, en su estilo y con su singular repertorio, sin ningún tipo de complejos.

Quizás no haya otra plaza más apropiada para una celebración así. La generosidad y alegría del público burgalés es desbordante, lo mismo de los tendidos de sol que los de sombra, da igual que sean espectadores ocasionales o aficionados de siempre. "El Cordobés" "conecta" con todos, y es, por un día, "El Burgalés", dicho con el máximo respeto y tanto cariño como el que aquí se le profesa. Plenamente identificado y muy comprometido por estas circunstancias, "El Cordobés" sale a darlo todo de la mejor manera posible. Tanto es así que cuando el toro no embiste, como ocurrió con su primero, el que "embiste" es él. El quinto ya se desplazó más aunque sin la necesaria codicia, pero en éste y aún sin profundizar hubo pasajes más que estimables. Un rosario de "simpatías" en ambas faenas, de cabezazos y desplantes en el segundo, al que previamente cuajó lances en el saludo a la verónica con marchamo de calidad, y pases sueltos en la muleta también muy auténticos.

En el quinto algo parecido, los inevitables "ranazos" que tanto histrionismo despiertan, fueron el colofón de una faena aseada que diría un revistero antiguo, y que así sin más, por falta de toro, no hubiera llegado a nada. Pero "El Cordobés" sabe buscar los oportunos efectismos después de dejar bien claro que ése también es el camino.

Mató a la primera en ambos casos y cortó sendas orejas. Puerta Grande, como no podía ser de otra manera.

"Finito" tuvo los dos toros más notables del encierro. Pero en sus circunstancias dio igual. Por desánimo, falta de ambición y de compromiso de parte del torero, dos toros sin torear. Ni estructura de faena en su primero, donde no pasó de los pases sueltos y muchos de ellos dejándose tropezar. De la calidad del cuarto se enteró tarde, y tampoco terminó de ponerse.

Rivera, llamado ahora "Paquirri" como su padre, sorteó igualmente dos toros más que notables, pero de la misma manera no terminó de encontrarse. Rivera, o "Paquirri", se pierde mucho en la coreografía, por ejemplo en el paripé de hacerse de rogar cuando le piden que tome las banderillas, accediendo en el último momento cuando la cuadrilla ya está a punto de ir al toro. Clava con cierta facilidad, pero sin ajuste y ninguna gracia. Como su toreo mismo, de medios pases y alardes que no vienen a cuento. Mató pronto al primero y le dieron la oreja, pero con el sexto, tras un infame bajonazo "en el número", el presidente salvó el honor de la plaza resistiéndose a sacar el pañuelo.


FOTO-CRÓNICA: tauroburgos.com/EFE

Enrique Mazas y Teo Sánchez


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