
La reaparición de Sebastián Castella vino a endulzar el noveno capítulo de la Feria de Fallas de Valencia. Una tarde cuajada de calamidades por culpa del horrible encierro de Las Ramblas, que fue de mal en peor.
Valencia 19 de marzo de 2011, novena de abono.
Toros de Las Ramblas, muy mal presentados y de mal juego en conjunto salvo el sexto.
JUAN MORA: silencio en los dos.
ENRQUE PONCE: silencio en ambos.
SEBASTIÁN CASTELLA: silencio y una oreja.
Castella estuvo en su mejor versión con la capa, especialmente en el quite por chicuelinas, y uno de sus hombres de plata Javier Ambel le ayudó a mantener arriba el ánimo con dos grandes pares de banderillas, mejor adornados que rematados. Pero lo mejor vino después, cuando tomó la muleta, se plantó en el centro del ruedo y citó de lejos para cambiar el viaje al toro e inaugurar una tanda de derechazos que concluyó sin moverse un ápice. Castella siguió dejando mucho espacio, mucho terreno entre él y el toro, y el animal siguió arrancándose con viveza hasta en tres ocasiones. Ahí se evidenció, una vez más, la buena mano del francés para medir el embroque, dejar el engaño en la cara del toro y arrastrar de él con suavidad. El público, temeroso de que se repitiera el mismo espectáculo lamentable que había visto antes, le pidió que matase, que acabara la faena en el brillo, pero Castella estaba a gusto y todavía se animó a torear en redondo. Al final, una oreja tras media estocada y descabello, y fuerte petición de la segunda. El empuje de este sexto toro fue la nota discordante en una corrida marcada por la falta de fuerza En el primero de su lote, el francés ya había dado muestras del hambre que traía, jugándose el tipo ante un enemigo que se paró a las primeras de cambio.
Juan Mora dejó algunos detalles de calidad con la capa, especialmente en el primero, al que recibió a la verónica con los pies juntos y los brazos abiertos, como meciéndolo. Con el cuarto no tuvo opciones, se vio desarmado en dos ocasiones cuando intentaba torear al natural, con la muleta sostenida de un extremo y la mano muy baja.
La presencia de Ponce, la segunda en la presente Feria de Fallas, no se puede decir que se redujese a detalles, porque lo intentó hasta la saciedad con la mano derecha. Al segundo de la tarde lo manejó con garbo y la mano baja, pero citando con el pico de la muleta y muy despegado, lo que unido a la falta de transmisión del toro le condujo a ninguna parte. Tampoco tuvo opciones con el quinto, quizá el más flojo de todos.
Crónica: EFE
Foto: I Tena.