19 posts de mayo 2012

"¿Alguien se aburrió?"

Corrida interesante, encastada y complicada de José Escolar que sorteó un notable toro, el cuarto. Meritoria y valiente actuación de Fernando Robleño con el lote más peligroso y  muy digno José María Lázaro.

22ªsanisidro

Muchos dirán que la corrida de José Escolar fue demasiado complicada y peligrosa y reducirán todo a la palabra intoreable. Pero yo al menos no estoy de acuerdo. El encierro de Escolar, muy serio y de gran presentación en general, fue de esos que tienen argumento, que mantienen el interés en las dos horas que dura el espectáculo. Sí, fue un lote con muchas complicaciones, con algunos ejemplares de gran peligro, pero todo estuvo sustentando en la base de la casta y la transmisión. Al contrario que en la mayoría de festejos de esta Feria de San Isidro, hoy pocos comieron pipas o hablaron en el tendido. Nadie se aburrió porque en todo momento hubo un toro en el ruedo. Se podrán sacar muchos matices y se podrán censurar muchas reacciones o comportamientos, pero al menos para un servidor, la corrida de José Escolar no fue una mala corrida y sí un encierro de gran interés. Además, salto a la arena un gran toro, el cuarto, que si se llega a encontrar delante a un torero dispuesto y con ganas de apostar (como Robleño) podría haber dado un gran espectáculo. ¿En cuantas corridas de los que llevamos de feria no ha saltado ni un solo buen toro de los seis? Ahí queda eso.

Se esperaba con mucho interés la corrida de José Escolar, de encaste Albaserrada-Saltillo, y siempre sinónimo de casta y dureza. Sin duda, una de las ganaderías más duras del campo bravo. Pero dentro de la dureza, no es la de Escolar una vacada imposible de torear ni tampoco de triunfar. Mucho más mérito el que tienen los espadas que se anuncian con estos hierros y que después se entregan cuando sale el enemigo. Porque en este tipo de corridas se recupera el valor heroico del torero, la emoción y el peligro aparente en todo momento, todo eso que tanto escasea hoy en día en la fiesta actual.

VALIENTE ROBLEÑO

De la terna, sin duda, lo más destacado lo firmó Fernando Robleño. Volvió el pequeño gran hombre a la monumental de Las Ventas y lo hizo como siempre: dispuesto a jugarse todo desde el primer minuto. Desafortunado en el sorteo, a Robleño le tocó el lote más complicado y peligroso. Él no se amilanó ni un ápice y lo intentó siempre por derecho. El segundo fue aplaudido de salida al igual que a varios astados. Serio y ofensivo por delante, el cárdeno estaba muy en el tipo del encaste y lucía una cabeza casi corniveleta. Lo saludó muy bien Fernando de capa, ganando terreno y consiguiendo meritorios y limpios capotazos. Buena pelea en varas la que hizo el toro, yéndose de lejos y empujando, aunque bien es verdad que por momentos se durmió en el peto. Pero si bueno fue en el capote, no tanto lo fue en la muleta. Muy complicado y peligroso el de la divisa abulense. Durante todo el trasteo manseó mucho, ya que le costaba salir hacia fuera y, en cambio, sí se tragaba los muletazos a favor de querencia. Escarbaba, humillaba y después arrancaba, complicado e incómodo inicio y paquete para el torero. Lo peor fue que reponía muchísimo, quedándose encima de su matador y generando peligrosidad. Fernando Robleño anduvo siempre muy dispuesto, valiente y profesional. Lo intentó sobre ambas manos con insistencia y llegó a conseguir algunos muletazos estimables y muy meritorios por la condición de su oponente. Se cruzó siempre al pitón contrario exponiendo mucho y, por otra parte, también estuvo molestado por el viento. Aunque era difícil también para matar, el madrileño metió la mano y dejó una estocada ligeramente caída. Saludos. El quinto asustaba con solo mirarlo y lucía una cornamenta y expresión propias de siglos pasados. No era bonito el de Escolar y menos bonito aún fue su comportamiento. Muy mirón y probón siempre, tuvo un peligro descarado y nunca humilló. Ante semejante papeleta, Fernando Robleño sólo pudo justificarse y enseñar al toro. Como siempre, muy digno.

DIGNO LÁZARO

Y el que también resolvió con enorme dignidad su tarde en Madrid fue José María Lázaro. A pesar de lo poquísimo que torea, Lázaro no se vio superado en ningún momento por las circunstancias y, aunque no pudo triunfar, si dejó una buena imagen. Su primero, el tercero, muy en la línea de Santa Coloma, fue pésimo. Este no tuvo tanto peligro como el lote de Robleño, pero tampoco tuvo recorrido ni nada de clase. Por otra parte, fue el único de los seis que no tuvo transmisión y que no anduvo sobrado de fuerzas. En cambio, el sexto si tuvo más posibilidades. Se movió con más nobleza este, aunque le faltó mayor transmisión y no salir casi siempre de los muletazos con la cara alta. Este defecto deslució mucho la labor del torero de Madrid pero afincado en Guadalajara. Éste se puso a torear desde el principio sin ni siquiera probar al animal. Con la muleta muy plana y por delante, corrió bien la mano mostrando buen concepto. Faltó templanza en algunos momentos y su labor no terminó de calar en el tendido.

Abría cartel Domingo López Chaves que no tuvo su mejor tarde en el coso de la Calle Alcalá. El salmantino no tuvo en ningún momento la actitud de sus compañeros y sí el mejor lote de José Escolar. El que abrió plaza, serio por delante aunque algo justo de cuajo, no se terminó de ver pero también tuvo un gran interés. Complicado y con poco recorrido, sus embestidas tuvieron importancia. Muy duro el astado que tuvo como principal defecto el gazapeo constante. López Chaves apenas lo intentó y abrevió ante las complicaciones de su antagonista. El cuarto fue el mejor del encierro, un notable toro que además de casta y transmisión, si tuvo clase y humillación y colocó por momentos muy bien la cara. Además, cumplió en el caballo. El secreto estaba en ganarle un paso al toro hacia fuera para vencer su tendencia a acostarse por dentro. El salmantino no llegó a acoplarse y el toro se fue entre aplausos, mientras su lidiador escuchaba pitos.

22ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron 6 toros de José Escolar, bien presentados y muy serios en líneas generales, y de juego desigual aunque la mayoría tuvo casta, interés y complicaciones. Destacó el 4º. Varios aplaudidos de salida y en el arrastre.

López Chaves: silencio y pitos

Fernando Robleño: saludos tras aviso y palmas

José María Lázaro: silencio en ambos

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Julián López

"Castaño y Tito Sandoval, toreros"

Importante tarde del salmantino Javier Castaño que, sin lote, muestra una gran firmeza, actitud y valor. Emocionante tercio de varas protagonizado por Tito Sandoval en el sexto y mansada de Carriquiri. Ni Frascuelo ni Ignacio Garibay tienen su tarde.

21ªsanisidro

La corrida se encaminaba a la más profunda desesperación por la mansedumbre de los toros de Carriquiri y las desafortunadas actuaciones de Frascuelo e Ignacio Garibay, pero en ese momento, salió al ruedo un matador de Salamanca llamado Javier Castaño. Y este Castaño devolvió la ilusión a los aficionados y puso cordura y orden en la tarde. Javier continúa por el camino de no dejar indiferente, de puntuar cada tarde y de ser el nuevo torero de los aficionados. Sí, porque hay toreros de público y toreros de aficionados. Y con esto no digo que los toreros de público sean peores, ni mucho menos, pero si distintos. Y ¿por qué Javier Castaño se está convirtiendo en el torero de la afición más exigente? Pues muy sencillo: porque este joven pero veterano matador está recuperando muchas cosas que en los últimos años se habían perdido. Su preocupación lidiadora, su claridad de ideas e inteligencia delante de la cara del toro, su deseo de lucir siempre al enemigo sea cual sea su condición, el hacerlo todo por derecho y con seriedad sin alardes ni fáciles recursos…y, por supuesto, su compromiso con las ganaderías denominadas duras y toristas y la variedad de encastes. Muchos me dirán que mata estas corridas porque no le queda otra, y en parte es verdad, pero también lo es que no las lidia y las mata por puro trámite y con desgana, lo hace disfrutando, sabedor de que este tipo de ganaderías también te pueden encumbrar a lo más alto. Y por ahora, no se está esquivocando.

UN MATADOR Y UN PICADOR

La tarde tuvo un nombre, bueno, dos: Javier Castaño y su picador Tito Sandoval. Esta pareja de profesionales llegaba a Madrid con una gran expectación tras sus importantes éxitos esta temporada en Valencia, Sevilla y Nimes. Y esta tarde se confirmó que esta racha de triunfos en los cosos más importantes no es pura casualidad. Desde el primer momento se hizo presente en el ruedo de Las Ventas la capacidad lidiadora de Castaño, torero que poco a poco va recuperando una torería añeja que se estaba diluyendo en los últimos tiempos. El tercero de la tarde fue un ejemplar muy poco bonito y algo justo por delante. Salió, como el resto de sus hermanos, haciendo cosas feas, suelto y sin prestar atención a los capotes y llamadas de los de luces. Los primeros tercios no fueron lucidos y prácticamente tampoco lo pudo ser el de muleta. El de Carriquiri fue una auténtica porquería. Sin clase alguna, quedándose muy corto y debajo y saliendo con la cara alta derrotando la franela de su matador, fue un ejemplar muy complicado y deslucido con el que poco pudo hacer Castaño. Pero él no se amilanó (al contrario que sus compañeros) y se puso a intentar torearlo como si fuera bueno. Por la condición del animal los muletazos no pudieron ser bellos ni de gran limpieza, pero Javier hizo todo lo que estuvo en su mano y al final se pegó un arrimón valiente y sincero y que provocó los primeros aplausos de la tarde. Sin vender nada fácil, se cruzó al pitón contrario con despaciosidad y citando casi de perfil consiguió algún natural suelto de estimable trazo. Todo un milagro con semejante oponente. Se tiró derecho a matar pero la espada cayó muy tendida.

Pero lo mejor y más destacado de la tarde llegó en el que cerró plaza. Con gran disposición y seguridad, Javier Castaño no dudó en poner al toro de lejos para intentar un buen tercio de varas. Y su arriesgo tuvo premio. Colocó muy de largo al de Carriquiri y aquí entró en juego Tito Sandoval, un varilarguero que día a día demuestra ser uno de los más brillantes picadores de los últimos años. Sandoval movió al caballo, toreó con él, dio los pechos, alzó la voz y levantó el palo. Ni más ni menos que lo que se debe hacer en un tercio de varas. El toro, que no fue bravo, si tuvo la virtud de la prontitud y se arrancó de lejos hasta en tres ocasiones. Vibrante su embestida, aunque después no empujó y salió suelto. Tras la emocionante labor de Tito Sandoval, el público se puso en pie para reconocer la actuación del jinete. Y con la montera calada comenzó Castaño su trasteo. El de Carriquiri regaló unas cuantas embestidas esperanzadoras. Puro espejismo. Muy pronto se paró y siempre salió con la cara por encima del estaquillador desluciendo los muletazos que trazó el torero castellano. Éste se colocó muy bien e intentó hacerlo todo despacio. Destacó su firmeza, su asentamiento en la arena y algún muletazo de gran mérito. De nuevo, se la jugó y se cruzó poniendo en vilo los corazones de todos los presentes. El público estaba caliente cuando entró a matar, pero una vez más la estocada cayó tendida por lo que tuvo que hacer uso del verduguillo. Una vuelta al ruedo que supo a muy poco considerando la dimensión que ofreció Javier Castaño toda la tarde. Si dejó esta sensación sin toros, ¿qué podrá llegar a hacer si le embisten los “cuadris” del viernes? Como mínimo, llegará con Madrid de su parte y dispuesto a lanzarle. Se lo ha ganado.

NI EL VETERANO NI EL MÉXICANO

Desgraciadamente no se puede decir lo mismo de sus compañeros. El veterano y querido Frascuelo anduvo toda la tarde desconfiado, primero con un ejemplar de Carriquiri descastado y deslucido, y después con un bonito colorado del hierro pacense que, aunque fue un manso de libro en los primeros tercios, después tuvo posibilidades en la muleta. Siempre citó con el pico el maestro madrileño y su única tarde en el abono se esfumó entre el silencio. Por su parte, Ignacio Garibay (el último mexicano en comparecer en San Isidro) tampoco apostó lo que la ocasión se merecía. A su primero lo masacraron en el caballo y en el último tercio, lógicamente, el toro no pudo ni tenerse en pie. El quinto fue una espectacular y muy seria res que sacó poder y fuerza, pese a su fondo de manso. Garibay tampoco pudo con él.

21ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con tres cuartos de entrada, se lidiaron 6 toros de Carriquiri, de desigual presentación y romana, y mansos en su conjunto. Destacaron el noble 4º y el poderoso 5º.

Frascuelo: silencio en ambos

Ignacio Garibay: silencio y silencio tras aviso

Javier Castaño: aplausos y vuelta al ruedo

Crónica: Alejandro Martínez

"Y Aparicio dijo adiós"

Julio Aparicio se corta la coleta tras la segunda tarde de bronca consecutiva en Las Ventas. El sinsabor del sevillano contrastó con la firmeza de un Perera que a punto estuvo de cortar una oreja. Ni El Fandi ni Las Ramblas aprueban en su paso por Madrid.

20ªsanisidro

Comienzo a escribir minutos después de contemplar la retirada de un torero en el ruedo de Las Ventas. Julio Aparicio decidió cortarse la coleta y decir adiós a una profesión que posiblemente le haya traído más penas que alegrías. Demasiado lejano quedaba ya el recuerdo de aquella mítica confirmación en el año noventa y cuatro. Y el destino quiso que su momento más duro y agridulce tuviera lugar en el mismo escenario que aquella faena que lo catapultó a lo más alto del toreo. Es clara la dureza de un adiós, pero creo que todos consideramos que Aparicio por fin ha sido sincero consigo mismo y ha elegido el camino más apropiado. En la mente de todos sobrevolaba el gravísimo percance que Julio sufriera ahora hace dos años en la arena del coso de la Calle Alcalá. Seguramente esa tremenda cornada marcó un punto de inflexión y el final de un torero que ha visto como su carrera tocaba fondo en esta feria de San Isidro.

"ESPANTÁ" Y RETIRADA

Porque su segunda tarde en el abono fue aún más dura que la primera. Gran parte del público vino preparado para abroncar desde el principio a Aparicio y finalmente la seriedad que debe tener una corrida de toros se perdió y dio paso a la mofa, a la risa, al ridículo. Es verdad que él solito se lo había ganado, pero también lo es que cuando un hombre está en la arena delante de la cara del toro se debe mantener un mínimo respeto. Llegó a dar pena en algunos momentos el hijo del gran matador del mismo nombre y eso es lo que nunca debe ocurrir. El torero debe generar respeto y admiración, no vergüenza y pena. Pero lo más triste de todo es que a su segundo paseíllo, Aparicio si vino con algo de actitud y voluntad. Dejó detalles de querer agradar en el capote y en su rostro se reflejaba el deseo de que no se volviesen a repetir las escenas del pasado día quince. Pero no siempre se cumple eso de querer es poder. Lo que quedó muy claro es que Aparicio no podía, no tenía la capacidad de colocarse, ni de cruzarse, ni de aguantar las miradas y embestidas de sus oponentes. Él quiso, pero no pudo. Su primer enemigo fue un noble y flojo astado del hierro titular al que le faltó transmisión. Por el contrario, el anovillado e inválido cuarto fue devuelto a los corrales y en su lugar saltó al ruedo un bonito y bien presentado ejemplar de Hnos. Fraile Mazas que dejó entrever unas condiciones y posibilidades que no se pudieron ver por la ausente faena de Julio Aparicio.

FIRME PERERA

Frente a la imposibilidad de Aparicio, en la vigésima de feria destacó la firmeza de Miguel Ángel Perera. El extremeño mostró desde el principio que venía con la mentalidad de no irse a pie o entre silencios. Y aunque por momentos faltó una mejor colocación y sobró el abuso de la pierna retrasada, Perera se la jugó sobre todo con el sexto, un colorado al que le faltaba seriedad en la expresión y que esperanzó con su buen comienzo de faena. Empezó embistiendo con cierta transmisión, recorrido y nobleza el de Las Ramblas, pero la alegría duro poco y el animal se vino muy pronto abajo comenzando a sacar complicaciones. Acortó su recorrido y se puso a mirar y a medir mucho al torero. Miguel Ángel no se amilanó y se jugó los muslos. Antes del meritorio arrimón logró varias series de muletazos largos a los que en ocasiones les faltó mayor profundidad. Lo que si tuvieron fueron mucho mando y templanza. En todo momento quiso llevar enganchado al de Daniel Martínez y de esta forma consiguió los momentos de más intensidad de la tarde. La mayoría del público estuvo con él, aunque un sector de la plaza fue muy duro con el pacense y recriminó incesantemente su labor. Tras un pinchazo arriba y una buena estocada, los pañuelos asomaron en los tendidos. Quizás si había mayoría, pero el presidente no lo entendió así y se negó a conceder la oreja. El tercero fue un manso que quiso rajarse muy pronto, pero al que Miguel Ángel Perera consiguió sujetar en la franela. El secreto radicó en presentarle siempre la muleta en la cara y no dejarle espacio ni momento para huir. El astado de la divisa albaceteña tuvo, además de su manifiesta mansedumbre, nobleza y bondad, pero una gran dosis de descaste y sosería que imposibilitó cualquier atisbo de transmisión. En este recibió silencio Perera.

Completaba el cartel David Fandila “El Fandi” que tuvo una actuación muy discreta. Lo único estimable del granadino fue el uso que hizo del capote, en particular, ante su primero. Al segundo del festejo lo recibió con gran asentamiento, templanza y bajando mucho los brazos. Con ese saludo a la verónica terminó el lucimiento de Fandi. Con los palos sólo consiguió algún par suelto de buena ejecución. Los demás fueron a toro pasado, sin mayor exposición y, eso sí, mostrando las grandes facultades que posee. Y con la muleta más de lo mismo. Ante ese segundo firmó una labor larga pero sin contenido. Ese ejemplar fue el que más posibilidades y duración tuvo de todo el encierro, pero en el trasteo de David Fandila faltó mucha templanza y clase. Eso por no hablar de que siempre toreó en la periferia. El grandón quinto fue muy deslucido y bruto y prácticamente no dio ninguna opción. Abrevió el de Granada en medio de la indiferencia del respetable.

20ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron 5 toros de Las Ramblas, desiguales de presentación con varios anovillados como 2º y 4º y otros más grandones como el 5º, y de noble pero descastado y soso juego en general, y 1 (4º bis) de Hnos. Fraile Mazas, bien presentado y con motor.

Julio Aparicio: algunos pitos y bronca

El Fandi: silencio en ambos

Miguel Ángel Perera: silencio y ovación con saludos tras aviso y petición

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Julián López

"¡Bendita ilusión!"

El novillero manchego Gómez del Pilar corta una oreja y pierde la puerta grande con la espada. Impacta su voluntad, entrega y concepto ante un gran lote de Guadaira. Damián Castaño deja detalles sin terminar de redondear y Alberto Durán no tiene su tarde.

19ªsanisidro

Entrega, arrojo, disposición, voluntad, valor…todas estas palabras resumen la actuación del torero que más cerca ha estado de abrir la puerta grande esta Feria de San Isidro. Gómez del Pilar perdió con el estoque una puerta grande segura y ganada a ley. Si llega a matar de forma correcta y a la primera, estaríamos hablando seguramente de tres orejas en una tarde redonda del joven diestro toledano. Es verdad que le sonrío la suerte más que nunca con un lote sencillamente perfecto, pero también lo es que desde el principio y hasta el final, Gómez del Pilar encandiló y convenció a la afición madrileña con su entrega sin límites, su gran variedad y, también su buen concepto del toreo.

Por fin, por fin llegó alguien a Las Ventas con la mentalidad de dejarse la piel, de dar todo lo que llevara dentro. Hacía falta al aburrido y tedioso ciclo isidril un chaval con estas ganas y actitud. Se le podrán criticar cosas y es verdad que tiene que pulir detalles, pero debe tener todo el reconocimiento ya que está empezando y hasta hora lo ha dado todo. En momentos anduvo demasiado acelerado, arrebatado por las ganas, pero estos son fallos normales e incluso que se agradecen dentro de los novilleros. Acostumbrados a tantos y tantos chavales que llegan como figuras del toreo, sin frescura y sin decir nada, Gómez del Pilar llegó para abrir la puerta grande y nada más. Y lo mejor es que ya han sido dos los novilleros que han despuntado esta feria. Ya son dos los nombres que nos hacen ilusionarnos y mantener la esperanza en que hay futuro en el escalafón.

AL BORDE DE LA PUERTA GRANDE

Gómez del Pilar mostró muy pronto que venía a por todas. Se fue a recibir a su primero (también lo haría en el quinto) a portagayola, un novillo muy bonito y bien presentado de Guadaira. Después llegaron los quites de la mano del propio matador, que lo hizo por vistosas serpentinas, y también de Damián Castaño que eligió las tafalleras. Se fue de largo al caballo el utrero, pero después no empujó y salió suelto. Brindó al público el torero y comenzó de rodillas su trasteo. Muy pronto se adivinaron las grandes posibilidades de “Pintor”, que finalmente fue un ejemplar excelente. Mansito pero encastado y de gran condición. Reunió muchísimas virtudes en su embestida, como la clase, la humillación, el recorrido y la incansable repetición. Y todo ello con un galope alegre que provocó una gran transmisión en los tendidos. Muy bien el novillo y muy bien el novillero. A este trasteo le faltó mayor rotundidad y las ganas le jugaron por momentos malas pasadas impidiendo que templara más a su oponente. Lo mejor llegó al natural. Corrió muy bien la muleta con la zurda y firmó muletazos realmente estimables. Anduvo también inteligente dando distancia y tiempo al gran astado que tenía delante. Mal con la espada pinchó en varias ocasiones y perdió el trofeo que había ganado con fuerza. Gran ovación con saludos. Pero el premio gordo aún estaba por llegar y, de nuevo, perderse en el camino. Dos orejas tenía cortadas al quinto, un ejemplar de infinita clase y nobleza que anduvo muy justo de fuerzas. Una pena la poca fortaleza del animal (que se llegó a echar) porque tenía una condición fantástica. De nuevo lo recibió en la puerta de toriles y, de nuevo, anduvo muy variado y vistoso con el percal, incluso galleando para colocar al astado en el caballo. Gran tercio de banderillas el protagonizado por el tercero de la cuadrilla Fernando Sánchez, que saludó una fuerte ovación junto a su compañero que bregó. Y en la muleta ante este quinto llegaron los mejores momentos de la tarde. Fueron varias las series por ambas manos que tuvieron una gran profundidad, templanza y largura. Incluso más notables fueron los muletazos sobre el pitón izquierdo. Uno de los pocos peros que se le pueden poner al conjunto de su labor muletera fue que, a veces, instrumentó un toreo periférico en el que faltó mayor acople. Pero, en general, no fue así y la colocación también fue aceptable. También le diría que cerrara un poquito más el compás, pero eso ya es cuestión de gustos y conceptos. De nuevo pinchó en la primera ocasión y dejó una estocada caída a la segunda. Oreja mayoritaria que supo a poco sobre todo teniendo en cuenta que la puerta grande estuvo en todo momento en su mano.

MENOS SUERTE

Sus dos compañeros no alcanzaron el nivel del gran triunfador aunque, bien es verdad, que no fueron tan afortunados en el sorteo. El lote más complicado se lo llevó el zamorano Alberto Durán que llegaba con expectación después de la buena imagen ofrecida antes de feria. Durán se enfrentó a un lote al que le faltó mucha clase y recorrido. Se quedaron muy cortos ambos, reponiendo mucho e incomodando al torero. Nunca se llegó a sentir a gusto ni confiado Alberto Durán. Por su parte, el salmantino Damián Castaño dio muestras de poseer un buen concepto del toreo, muy clásico y castellano. También bajó mucho la mano a su lote y mostró también voluntad. En ocasiones se le vio ligeramente podido por la presión y su lote tampoco fue para tirar cohetes. Ambos novillos se movieron, el primero echando la cara arriba al final de los muletazos y el segundo con falta de transmisión y clase. Los numerosos enganchones que sufrió en su primero enfriaron la faena. Lo mejor lo consiguió con la mano izquierda. Interesante chaval que habrá que esperar.

En resumen, la tarde tuvo un nombre: Gómez del Pilar. Y lo más importante y gratificante de su actuación fue la ilusión, la bendita ilusión que derrochó este joven novillero de tierras manchegas. La ilusión de querer ser torero.

19ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con algo menos de tres cuartos de entrada, se lidiaron 6 novillos de Guadaira, bien presentados y de juego desigual aunque con mucho interés. Se movió todo el encierro con ejemplares con más clase que otros. Sobresalió el gran lote de Gómez del Pilar (2º y 5º).

Alberto Durán: palmas y silencio

Gómez del Pilar: gran ovación con saludos y oreja

Damián Castaño: silencio en ambos

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Javier Arroyo

"Diego Ventura, puerta grande"

De nuevo los rejones traen la alegría a los tendidos de Las Ventas y el triunfo para los toreros a caballo. Dos orejas en el tercero y puerta grande para Diego Ventura, mientras que Pablo Hermoso de Mendoza corta un apéndice del segundo. Buena imagen, sin trofeos, de Francisco Palha en su confirmación.

17ªsanisidro

Esta tarde ha tenido lugar la segunda de las tres corridas de rejones de la Feria de San Isidro. Con la plaza llena en tarde apaible y soleada se lidió un encierro de Los Espartales, reglamentariamente despuntado, y que dio un juego desigual. Varios astados tuvieron muchas posibilidades destacando el buen tercero al que desorejó Diego Ventura. Por el contrario, su segundo, el quinto, fue el peor por su manifiesta mansedumbre. 

Lo más destacado de la tarde lo firmó Ventura en el tercero, el mejor de la corrida. Ante éste, el portugués firmó una labor que comenzó con gran intensidad en una vuelta completa a dos pistas una vez el astado salió de chiqueros. Después llegaron las banderillas al quiebro, de dentro afuera, carrusel de cortas al violín...actuación variada en la que Ventura se mostró entregado y muy dispuesto y  en la que llegó desde el principio a los tendidos. Tras una estocada de inmediato efecto, cortó dos orejas con mucha fuerza. El quinto fue un manso de libro al que le costó mucho embestir y salir de tablas. Ante él, Diego sólo pudo justificarse y mostrar disposición.

Completaban el cartel Pablo Hermoso de Mendoza y Francisco Palha. El segundo confirmó alternativa ante el primero, que también tuvo nobleza y posibilidades, aunque se vino un poco abajo al final. Palha clavó en ocasiones con más acierto que en otras. En algunas si se ajustó y clavó al estribo. Anduvo montando bien y tenía una oreja casi segura pero su fallo con los aceros (sobre todo con el descabello) le impidió tocar pelo. Ante el sexto recibió silencio.

Su padrino fue Hermoso de Mendoza, la figura del toreo a caballo más destacada de la Historia. El maestro de Estella tuvo una tarde irregular y con muchos altibajos. Con los rejones, tanto de castigo, como de muerte, no anduvo acertado, mientras que mejor nivel e imagen dio con los palos. Destacó montando a Ícaro en el segundo. En este logró un trofeo con leve petición. 

17ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con lleno en los tendidos, se lidiaron 6 toros de Los Espartales, correctos de presentación y reglamentariamente despuntados. Destacó el buen 3º, mientras que el peor fue el manso 5º.

Hermoso de Mendoza: oreja y saludos

Diego Ventura: dos orejas y silencio

Francisco Palha (que confirmaba alternativa): palmas y silencio

Foto: Javier Arroyo

 

"Las figuras de la novillería"

Tampoco los novilleros consiguen destacar en una tarde en la que hubo novillos de triunfo que se fueron con las orejas intactas al desolladero. Volteretas sin consecuencias para Sergio Flores, Javier Jiménez y Fernando Adrián.

16ªsanisidro

Hoy en día también el escalafón novilleril tiene figuras. Son los novilleros que más veces torean, los que tienen cierto ambiente y en un inicio (algunos) demostraron poseer condiciones. Lo malo es que están en figuras en todos los sentidos y en el amplio sentido de la palabra. No sólo son figuras por lo anteriormente citado, sino también porque vienen con las mismas ventajas y recursos que tienen los matadores que encabezan el escalafón superior. Y claro, después de largas trayectorias y metas conseguidas, es comprensible que los de arriba se intenten aliviar, porque siempre lo han hecho. Lo que no es tan normal, sino todo lo contrario, muy preocupante, es que los chavales que empiezan en la difícil carrera de matador de toros, salgan de las escuelas con todas las ventajas habidas y por haber. ¿Dónde está la frescura, la ambición y el valor sin límites de los novilleros de antaño? Pues parece que en el pasado, en la Historia. Pero aunque parezca que sí, la gente, el aficionado, no olvida y sabe reconocer perfectamente a los chavales que llegan a Madrid a jugársela de verdad.

FLORES, A PUNTO DE LA ALTERNATIVA

Tampoco las novilladas pasan completas este año en San Isidro. Lo que ocurre por las mañanas en los corrales clama al cielo, pero estamos acostumbrándonos peligrosamente a esta cuestión y ya parece hasta normal. La verdad es que no lo es, ni mucho menos. Del encierro previsto de Fuente Ymbro sólo pasaron cuatro y, de esos, dos podrían haberse quedado también en los corrales porque no tuvieron la presencia exigible para Madrid (primero y tercero). Para remendar la novillada, se aprobaron otros dos de Navalrosal que salieron en quinto y sexto lugar. Pero al final tampoco se llegaron a lidiar los cuatro de Ricardo Gallardo, ya que el cuarto, el más bonito y de mejor estampa, se lesionó en los primeros tercios y fue mandado de vuelta a los corrales. En su lugar salió un sobrero de Juan Antonio Ruíz Román, cuajado y cómodo por delante, que tuvo mucha nobleza pero al que le faltó emplearse más y algo más de clase para transmitir. Se movió bastante pero siempre con la cara a media altura. Sergio Flores comenzó bien la faena, a pies juntos. Después anduvo valentón, dispuesto, pero la mayoría de veces mal colocado y sin llegar a conseguir el acople con su oponente. En una de las embestidas, el animal lo prendió muy feamente por el pecho sin consecuencias. Templado con el capote, sólo logró algún muletazo suelto estimable. Con la espada, al igual que en su primero, no anduvo fino. El que abrió plaza fue un ejemplar del hierro titular muy interesante y encastado. Tuvo mucha prontitud y fijeza y el único pero fue que no le sobró la clase. El mexicano instrumentó una labor irregular, con muchos altibajos y en la que se repitieron en demasía los enganchones y desarmes. Aunque abusó siempre de la pierna retrasada, no perdió pasos y se quedó bastante quieto. Mejor al natural, con más templanza. El final, muy poco original, por manoletinas.

VALOR Y POQUITO MÁS

Valor demostró Javier Jiménez en su comparecencia en Las Ventas. Él también abusó de las ventajas y del cite con el pico. También tuvo interés el segundo, que se movió pero que tuvo el defecto de que en el tercer muletazo soltaba la cara derrotando con violencia. Esto provocó que no hubiera continuidad en el lucimiento. Jiménez no mandó en la embestida en ningún momento y su trasteo no llegó al tendido. También él fue cogido de forma aparatosa pero sin consecuencias. Y saltó al ruedo el quinto, uno de los remiendos de Navalrosal, y al de Espartinas se le fue con las orejas intactas. Gran par de banderillas de José Luis López “Lipi”, que se desmonteró. En el último tercio el astado de Navalrosal mostró infinidad de virtudes y muy pocas carencias. Noble hasta el extremo, con clase y mucha humillación, duró bastante y después de las decenas de muletazos que se le suministraron, el novillo se vino abajo y antes incluso de que lo pudieran matar, se echó. No fue un bonito final pero fue un notable animal. Tardó mucho en llegar el acople y el mando al toro, pero Javier Jiménez lo consiguió en una muy buena serie con la diestra en la que sobresalieron un par de redondos fantásticos. Hay sí que bajó la mano y condujo al toro con mucho mando. Lo demás, no tuvo relevancia.

EN..."FIGURA"

El tercero en discordia era Fernando Adrián, uno de los novilleros líderes desde la pasada temporada. Y Adrián demostró ser figura pero en los adornos, en intentar hacerlo todo bonito y en enseñar que posee un buen concepto del toreo. Otra historia fue la forma de torear y la pureza. Prácticamente en ningún momento anduvo cruzado ni intentando recoger el viaje de sus enemigos y no despedirlos. El tercero fue un astado muy complicado que se quedaba debajo en cada muletazo y que iba descaradamente a hacer presa. También tienen su lidia estos toros: doblándose con ellos por abajo, rompiéndoles, macheteándoles…pero parece que esto no se enseña en las escuelas de tauromaquia. El madrileño estuvo a merced del peligroso ejemplar de Ricardo Gallardo y al no saber como meterle mano, abrevió y se fue a por la espada. Muy distinto fue el último, muy noble y de buena condición pero flojo y sin nada de transmisión. El de la Escuela del Juli, templado, terminó con el arrimón fácil cuando el utrero estaba prácticamente muerto.

Yo estuve en los tendidos y lo que me llamó la atención fue un nombre repetido en muchas ocasiones: Gonzalo Caballero. Los aficionados no se olvidan de su importante actuación y le ponen como ejemplo de lo que debe ser y lo que desgraciadamente, hoy, no fue.

16ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con tres cuartos de entrada, se lidiaron 3 novillos de Fuente Ymbro, desiguales de presentación con alguno mal presentado, 1 de Juan Antonio Ruíz Román (4º bis) y 2 de Navalrosal (5º y 6º), correctos de presentación. 1º bueno y encastado; 2º interesante con alguna complicación; 3º complicado y peligroso; 4º noble, se empleó poco; 5º muy bueno y completo aunque venido a menos; 6º noble pero muy flojo.

Sergio Flores: saludos y silencio tras aviso

Javier Jiménez: saludos y silencio

Fernando Adrián: división al saludar y silencio

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Julián López

"El petardo continúa"

Otra tarde de desastre ganadero esta vez protagonizado por la divisa de Núñez del Cuvillo que lidia un encierro mal presentado, flojo y descastado del que sólo se salva el cuarto. Castella pincha la oreja con la espada y mediocres actuaciones de Luque y Silveti.

15ªsanisidro

Lo pareció entonces, pero pasan los días y se reafirma la idea de que la corrida de Alcurrucén lidiada el pasado martes fue un oasis en el desierto. Un oasis entre tanta vulgaridad y mediocridad. La Feria de San Isidro de este año prosigue en su camino de llegar a convertirse en la peor de la Historia. Porque verdaderamente es muy difícil superar un nivel tan paupérrimo como el de este año. Y es que si ayer fue Juan Pedro Domecq, hoy ha sido el turno de Núñez del Cuvillo. Pero no el turno de lucirse y dejar bien alto el nombre de la ganadería en el ruedo de Las Ventas, nada más lejos de la realidad. Ha sido el turno de lidiar una corrida mal presentada, indecente de la primera plaza del mundo y que, por otra parte, ha sido un auténtico horror en cuanto al juego. Muchos dirán que el cuarto de la tarde fue un gran toro, que salvó el honor de la vacada y la tarde, pero yo no me conformo con tan poco. Y creo que los aficionados tampoco deben hacerlo. El segundo del lote de Castella fue un ejemplar aceptable, pero entre tanta vulgaridad y mediocridad, pareció un toro de bandera. Pero si lo de Cuvillo clama al cielo no es sólo por la “corrida” lidiada en la tarde de hoy, sino porque lo hace por segundo año consecutivo. El pasado San Isidro se lidiaron dos corridas del hierro gaditano y a cada cuál peor. Este año también tendremos doble ración y si esta ha sido la primera, mejor no imaginar como será la segunda, la tarde de la Beneficencia. Si no quieres una, toma dos tazas. Eso pensarán empresario y ganadero.

CASTELLA, EL ÚNICO

Pero la tarde no sólo fue para olvidar en el aspecto ganadero, pues los de luces tampoco tuvieron su tarde. Eso sí, a excepción de Castella. El francés comparecía por segunda vez en la feria, después de que el pasado martes continuara convaleciente y no pudiera hacer el paseíllo. Y volvió Sebastián para terminar lo que empezó y volver a firmar lo más destacado de toda la tarde. Gran mérito el volver a vestirse de luces como si nada después de tan sólo una semana desde su percance en este mismo ruedo. El segundo tardó poco en volver a los corrales. Impresentable e inválido el de Cuvillo y en su lugar un sobrero de Carmen Segovia al que tampoco le sobraba el trapío. Tras un ajustado quite por chicuelinas del propio matador, el astado llegó a la muleta con tanta nobleza como sosería. Descastado y deslucido y delante un Castella tranquilo, despejado de ideas y asentado que decidió abreviar acertadamente entre las protestas y los “miaus” de algunos aficionados. Estocada caída y silencio. La tarde parecía encaminada al olvido más absoluto y en ese momento apareció el único “cuvillo” aceptable. Correcto de presentación el castaño de Álvaro Núñez Benjumea y su padre que a la postre sería el mejor del encierro. Claro está que eso de ser el mejor era lo más fácil del mundo en comparación con sus indeseables hermanos. En el caballo no hizo gran cosa y, como al conjunto de la corrida, no se le pegó nada. Es lo que tiene el toro moderno, que no se selecciona ya ni siquiera para cumplir con los del castoreño. Comenzó con su tradicional y repetitivo pase cambiado por la espalda para después instrumentar una faena que tuvo sus cotas más altas con la diestra. Del trasteo del de Beziérs destacó el mando con el que condujo las embestidas de su oponente. Muy asentado y firme, intentó alargar mucho los muletazos y que el toro no le tocara la franela. En ocasiones anduvo con más ajuste y en otras con menos, pero al menos consiguió despertar de la siesta a gran parte del respetable. “Fusilero” que así se llamaba el cuarto, tuvo nobleza y cierta transmisión, pero nunca terminó de embestir con el hocico por el suelo ni emocionar. Tuvo duración y al fin y al cabo fue un toro medio en una pésima corrida. Tras el arrimón final, a Castella se le fue la mano a los bajos en las dos ocasiones que entró a matar y perdió el trofeo que con fuerza había ganado.

FLOJOS LUQUE Y SILVETI

Castella salvó los muebles, cosa que no hicieron sus dos compañeros: Daniel Luque y Diego Silveti. Al segundo se le puede llegar a perdonar ya que al fin y al cabo era su primera tarde en Madrid y su carrera acaba de comenzar. Lo del primero es más grave porque después de pasar sin pena ni gloria por Sevilla, Luque llegó a la isidrada para hacer lo mismo. Anduvo mecánico y aburrido toda la tarde y en el tercero fueron clamorosos los toques hacia fuera para despedirse la embestida del animal. Un ejemplar que me ahorraré decir lo que parecía y que aún estoy intentando averiguar como se les ocurrió aprobarlo por la mañana. Muy ventajista toda la tarde el sevillano. Por su parte, Diego Silveti venía a confirmar el doctorado y siendo verdad que la tarde no fue la más apropiada para triunfar, también lo es que el torero de la famosa dinastía mexicana no estuvo muy acertado. Con el humillador y muy flojo primero consiguió taparse, cosa que no ocurrió en el que cerró plaza, un sobrero de Salvador Domecq que se movió sin clase y con la cara muy alta. Silveti, perdiendo muchos pasos y sin saber la colocación precisa para embarcar las embestidas, dejó la sensación de que aún está muy verde y que no anda sobrado de valor. Con la espada, más de lo mismo. Habrá que esperar.

15ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Se lidiaron 4 toros de Núñez del Cuvillo, mal presentados en líneas generales y de flojo y descastado juego en general, salvándose solo el buen 4º, 1 de Carmen Segovia (2º bis), muy soso y deslucido, y 1 de Salvador Domecq (6º bis), que se movió sin clase.

Sebastián Castella: silencio y fuerte ovación con saludos tras dos avisos y leve petición

Daniel Luque: silencio en ambos

Diego Silveti (que confirmaba alternativa): palmas y silencio

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Javier Arroyo

"El toro artista y sus consecuencias"

Petardo sin paliativos de Juan Pedro Domecq que lidia una corrida mal presentada, descastada e inválida. El pésimo juego de los toros deja sin opción de triunfo a los tres diestros. Destaca Morante con el capote y agradable sorpresa de Juan Pablo Sánchez.

14ªsanisidro

Hace ya algunos año que Juan Pedro Domecq Solís, para muchos uno de los mejores ganaderos de la Historia, acuñara su famosa frase para definir el toro que buscaba: toro artista. Y es que, claro, cuando se cría un toro para ser artista y colaborar con el torero hasta el extremo, pasa lo que pasó en la decimocuarta de la Feria de San Isidro: un petardo. Auténtico desastre ganadero en el que no se salvó ni uno de los seis ejemplares lidiados. Todos fueron pitados en el arrastre, una muestra inequívoca del “magnífico” juego que ofrecieron los astados de la divisa roja y blanca. Y las consecuencias de criar este tipo de toro son muy claras: aburrimiento en los tendidos y nulas opciones de triunfo en la arena. Este tipo de toro funcionará y servirá en plazas de tercera en las que la exigencia es mínima, pero en una plaza como la de Madrid esto es inservible. Corrida descastada, sosa, aborregada, floja…y, eso sí, muy noble. Casi todos los ejemplares lidiados anduvieron en el límite de fuerzas (algunos fueron completos inválidos que debieron ser devueltos) y eso que no se picó nada. Sí, leen bien, no se picó nada. Los primeros puyazos pudieron ser aceptables, pero los segundos…vaya con los segundos. No llegaron ni a ser picotazos simulados. Y ante semejante ganado comprenderán lo poco que pudieron brillar los tres espadas acartelados. A pesar de las mínimas opciones de lucimiento que tuvieron, Morante dejó un magnífico quite por verónicas al último de la tarde, Talavante anduvo firme y Juan Pablo Sánchez, que confirmaba alternativa, dejó muy buenas sensaciones.

INTERESANTE CONFIRMACIÓN

Un día más hacía el paseíllo un matador mexicano. En esta ocasión fue el turno de Juan Pablo Sánchez. Vestido de un terno blanco y plata, el de Aguascalientes poco pudo hacer en el toro de su confirmación, un animal que tenía cara de toro pero hechuras de novillo. El de Juan Pedro blandeó desde que salió de chiqueros y luego confirmó esta condición en la muleta del mexicano. Juan Pablo dejó detalles de poseer un buen concepto del toreo y, a pesar de la responsabilidad y presión de la ocasión, anduvo muy templado. Algo más pudo hacer con el sexto. El ejemplar del hierro de Veragua fue un colorado, bien hecho, que tuvo buena condición pero muy poca casta. Noble, con clase y humillador, era dulce hasta la extenuación, pero sin un mínimo de casta y transmisión es imposible. El joven chaval volvió a manejar la franela con mucho mimo y templanza e incluso intentó colocarse bastante bien para enganchar desde adelante la aborregada embestida de su “enemigo”. Y entonces llegaron algunos de los mejores muletazos de la tarde: varios naturales de mano baja y largo trazo que ratificaron el buen sabor de boca dejado en su primer turno. Pero poco duró la alegría. Poco después el astado, en un alarde de bravura indómita, se echó y ya no quiso levantarse. Contra su voluntad lo levantaron pero se volvió a echar. La mejor imagen posible para resumir la falta de casta de animales que nos venden como bravos.

LOS DETALLES DE MORANTE

El padrino de la confirmación de este nuevo torero de la patria mexicana fue Morante de la Puebla. El sevillano volvía a Madrid entre gran expectación y, sin tener una gran tarde, no decepcionó a sus leales seguidores. Con su primero, el segundo, no se dio ninguna coba y abrevió. ¿Para que alargar la agonía ante un mansito desclasado sin opciones? Yo opino que para nada. Con el cuarto mostró más voluntad y consiguió dos grandes series con la diestra. Cuando afianzó al animal en su prodigiosa muleta, llegaron dos tandas en las que el de Puebla del Río cargó la suerte, bajó la mano y llevó muy toreado al animal hasta el final. Muletazos cargados de personalidad y torería y sonrisas entre un público que ya pensaba en la Beneficencia, segunda tarde de Morante. Después de esas dos series esa historia terminó y empezó otra: la de la espada. Muy poco acertado con el estoque toda la tarde. Infinidad de pinchazos propios del que no se tira con convicción encima del morrillo. Pero lo mejor de Morante llegó en el que cerró plaza en un quite a la verónica, distinto, privilegiado, de los que llevan su sello.

Completaba el cartel Alejandro Talavante, que sustituía a Cayetano. Al extremeño se le vio sobrado y muy firme ante un lote de nulas posibilidades. El tercero era una raspa, un astado impresentable de la primera plaza del mundo que fue muy protestado de salida. Como sus hermanos, tuvo nobleza pero una carga muy superior de sosería y falta de transmisión. Parecido el quinto, el segundo de su lote, que tuvo más fortaleza pero que iba y venía sin decir absolutamente nada. Pecó por momentos Talavante de mala colocación y otras veces, para embarcar las embestidas de sus antagonistas, se retorcía de forma extraña y antiestética. Esperemos que eso sea algo pasajero. De todas formas anduvo por encima de sus oponentes y se justificó.

Y ahora toca reflexionar, hacer una profunda reflexión del toro que se cría en el campo porque si este es el toro del futuro, el que quieren las figuras, como decía el desaparecido Juan Pedro, estamos apañados. Se puede seleccionar la nobleza, la calidad, sí, pero también la casta, la emoción, la fortaleza. Si no se encuentra ese equilibrio y solo se pretende que los toros sean meros colaboradores en la obra de arte del torero, entonces la fiesta de los toros estará más cerca de su fin.

14ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con lleno en los tendidos, se lidiaron 6 toros de Juan Pedro Domecq, muy justos de presentación en líneas generales y con algunos impresentables por anovillados como el 3º. Encierro flojo, descastado y de nula transmisión. La mayoría fueron nobles.

Morante de la Puebla: pitos y aplausos tras aviso

Alejandro Talavante (que sustituía a Cayetano): ovación y silencio

Juan Pablo Sánchez (que confirmaba alternativa): palmas en ambos

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Julián López

"Y Alcurrucén obró el milagro"

Interesantísima corrida de Alcurrucén que sortea hasta tres toros de nota y devuelve la emoción a los tendidos. Iván Fandiño brilla por momentos y pierde una oreja. Perera se salva ante el quinto, mientras que Cid se hunde definitivamente.

13ªsanisidro

Aunque parecía imposible en la decimotercera de San Isidro se obró el milagro. El milagro de volver a ver sonrisas en los tendidos, el milagro de ver astados interesantes que se mueven con casta y transmisión. Fue Alcurrucén la que lo consiguió con un encierro que mantuvo el interés en todos sus capítulos y que lidió varios ejemplares de nota alta. La corrida no fue perfecta, pero si variada y muy interesante. Las principales virtudes del lote enviado a Madrid por la familia Lozano fueron el movimiento, la casta y la transmisión. Unos se movieron con más clase que otros, unos humillaron más y otros menos, pero todos los ejemplares que saltaron al ruedo dieron argumentos a un espectáculo hasta hoy completamente aburrido y desesperante. No fue una corrida brava, es verdad, pero si encastada. Sin duda, el toro de la corrida y, quizás, de lo que va de San Isidro fue el cuarto, que, para no variar, le correspondió al Cid. Este serio y astifino animal de la divisa toledana tuvo la mayoría de virtudes que debe tener un toro de lidia: nobleza, clase, humillación, recorrido y la casta que genera la transmisión en los tendidos.

ALCURRUCÉN Y FANDIÑO

La corrida de Alcurrucén no fue nada exagerada de presentación, es más, fue muy normalita y sorteó varios ejemplares por delante un poco justos, pero se demostró que cuando hay argumento, movimiento e interés, el tan necesario trapío pasa a un segundo plano. El vasco Iván Fandiño entró en el cartel sustituyendo al herido Sebastián Castella y el de Orduña justificó sobradamente su presencia. Aunque no fue redonda su tarde y por momentos anduvo precipitado, Fandiño dio una lección a sus compañeros que, en esta ocasión, eran figuras. Iván demostró que cuando se viene a Madrid con actitud y valor, se compran muchas papeletas para triunfar. Lo más lucido e importante del festejo tuvo lugar en el tercero, un bonito colorado que estaba muy en el tipo de la casa. El de la divisa toledana fue un buen toro, sobre todo por el pitón derecho. Fue noble, pero no tonto, y embistió con recorrido y mucha transmisión. Por el izquierdo tendía a salir con la cara más alta desluciendo los muletazos. El trasteo de Fandiño fue irregular y la cota más alta fue una gran serie con la diestra en la que bajó mucho la mano, alargó los muletazos y consiguió una gran profundidad. En ese momento, la gente entró. Una de las cosas que diferencian a este torero del resto es que suele estar cruzado y no al hilo y que intenta hacer las cosas con pureza, algo que se agradece. El colofón a su trasteo fueron unas ajustadísimas bernadinas en las que se jugó la taleguilla y que pusieron los pelos de punta al público madrileño. Pinchó arriba y después dejó una estocada ligeramente trasera y tendida que le hizo perder el trofeo que tenía seguro. Aunque debió dar la vuelta al ruedo, se conformó saludando una gran ovación. El sexto fue más complicado. El “Núñez” de los Lozano, muy bien hecho y con seriedad por delante, se movió mucho y también tuvo transmisión, pero no terminó de ir metido en la muleta y repuso mucho durante toda la faena. Fandiño quiso pero no terminó de encontrar los secretos para el lucimiento y en su labor se sucedieron los enganchones. Con una estocada defectuosa finalizó una actuación en la que brilló por momentos. Yo, al menos, espero aún más de él.

LAS FIGURAS, DESIGUALES

Dos figuras completaban el cartel: El Cid y Miguel Ángel Perera. Y ambos necesitaban un triunfo para reivindicarse. El primero porque en sus últimas actuaciones ha generado muchas dudas y no ha estado a la altura, y el segundo porque volvía a una plaza de primera tras sus sonadas ausencias en Valencia y Sevilla. Y sus labores fueron distintas. El Cid anduvo perdido toda la tarde y se dejó escapar un lote de puerta grande segura. Encastado, así fue el que abrió plaza. Tuvo mucho que torear el astado, pero se encontró delante a un Cid que no supo por donde meterle mano. Aunque empezó mejor, en ningún momento encontró la distancia y colocación precisa que necesitaba al toro y dio sensación de incomodidad. Tanto en este como en su segundo se le recriminó mucho la despegada colocación. Y si con la franela no estuvo acertado, menos con el estoque, dejando primero un bajonazo indigno y después otra estocada baja. El cuarto, ya mencionado anteriormente, fue claro desde el principio y puso de acuerdo a todo el mundo en la idea de que era un toro de triunfo. Lo único salvable del sevillano fue una tanda sobre la mano derecha en la que encajó riñones y con la figura vertical y relajada logró varios muletazos de estimable trazo. Muy poco para tan gran enemigo.

El extremeño Miguel Ángel Perera mostró dos caras en su primera comparecencia en la feria. En su primero anduvo siempre mal colocado, muy fuera de cacho y sin entender al interesante enemigo que tuvo delante. Éste se movió mucho, tuvo transmisión e ímpetu en la embestida y se arrancó con fuerza a los toques. Lo malo: no le sobró la clase ni la entrega. El quinto fue muy distinto ya que tuvo buena condición, aunque lo que no le sobró fue la fuerza ni la bravura. Se rajó muy pronto el de la divisa azul y negra y entonces Perera dio muestras de su valor y asentamiento pegándose un serio arrimón cerca de los terrenos de tablas. División en los tendidos. Los mejores momentos llegaron al natural, cuando Miguel Ángel echó muy bien la muleta al hocico del toro y tiró de él. Antes empezó con su habitual pase cambiado por la espalda en el que tuvo que rectificar la posición para no ser despedido por los aires. También meritorio el quite que instrumentó a ese quinto por gaoneras. Podría haber tocado pelo pero el bajonazo con el que remató dejó todo en una fuerte ovación.

13ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con lleno en los tendidos, se lidiaron 6 toros de Alcurrucén, correctos de presentación en líneas generales aunque sin exageraciones, y de buen e interesante juego en general. Destacó el gran 4º.

El Cid: silencio tras aviso y división de opiniones tras aviso

Miguel Ángel Perera: silencio y saludos tras aviso

Iván Fandiño: saludos tras aviso y leve petición y silencio

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Javier Arroyo

"Una oreja, un tercio de varas y un desfile ganadero"

Espectáculo muy largo en el que volvió a fallar la materia prima: el toro. Hasta nueve astados saltaron al ruedo en una tarde en la que destacó Morenito de Aranda que logró cortar una oreja, en medio del desfile de ganaderías.

12ªsanisidro

Ese fue el balance de la duodécima de la Feria de San Isidro: una oreja y un tercio de varas. Sin duda, muy poca historia y contenido para tan largo espectáculo. Duró más de tres horas la corrida y durante ese largo espacio de tiempo pasaron cosas interesantes, pero muy pocas. No termina de arrancar ni de romper la feria y cada vez parece más imposible que eso pueda ocurrir. Porque es muy difícil que salgan las cosas bien y haya triunfos y emoción cuando no se cuida la base del espectáculo: el toro. La corrida de Antonio Bañuelos tuvo que ser remendada con dos ejemplares de Couto de Fornilhos. Desgraciadamente, se volvió a repetir la tónica habitual de la feria: baile de corrales por la mañana y desastre ganadero por la tarde. Y lo peor no fue esto, sino que varios de los de Bañuelos que saltaron al ruedo no debieron haberlo hecho debido a su paupérrima presentación. Si saltaron algunas raspas como el segundo y el tercero, mejor ni imaginarse lo que fue rechazado en los corrales. En cuanto al juego, hubo variedad y algún toro interesante como el lidiado en cuarto lugar o el sobrero de Domínguez Camacho que cerró plaza.

UN PICADOR, DOS BANDERILLEROS

Morenito de Aranda fue el único que consiguió destacar a lo largo de la interminable corrida con la que se llegaba al ecuador de la feria. Bueno, él y algún torero más. Y digo torero y no matador porque los que destacaron al margen del de Aranda de Duero fueron un par de banderilleros y un picador. Y es que el varilarguero Nacho Meléndez, de la cuadrilla de Zotoluco, protagonizó uno de los momentos más brillantes y emocionantes no sólo de la tarde, sino del conjunto del ciclo isidril. Este caballero montó de forma soberbia, movió con sabiduría a su montura, dio los pechos con el caballo, subió el brazo y recibió la embestida con templanza y gran majestuosidad. Por fin se volvió a ver picar en Las Ventas como mandan los cánones y ejecutando la suerte con brillantez. El astado de Antonio Bañuelos tardeó y después se arrancó de largo y con alegría en tres puyazos en los que después no terminó de empujar con bravura y salió suelto. Gran ovación en pie del público al picador y una seña más de que cuando se hace el toreo de siempre, las emociones brotan y la gente disfruta. En las filas de plata también hubo lucimiento. Destacaron dos subalternos de la cuadrilla de Morenito: Juan Martín Soto y Luis Carlos Aranda. Ambos parearon con mucha torería y acierto y saludaron sendas ovaciones montera en mano.

MORENITO TOCA PELO

Y como decía solo Morenito logró algo destacado entre los matadores acartelados. El burgalés anduvo con mucha disposición y entrega toda la tarde. Templado con el capote, volvió a demostrar que maneja con mucha soltura el percal. Los mejores momentos con la franela llegaron ante el tercero de la tarde, un grandísimo sobrero de Carmen Segovia que sustituyó al inválido y descoordinado titular de Antonio Bañuelos. El tercero bis tuvo nobleza, pero le costó romper y anduvo justito de transmisión. Lo que le faltaba al toro lo puso Morenito en un trasteo irregular, con altibajos, pero en el que logró momentos de notable lucimiento. La faena comenzó bien, después bajó la intensidad y finalmente volvió a subir en una muy buena serie con la diestra en la que bajó más la mano y sonaron fuertes olés de los tendidos. Toreó con gusto, templanza y elegancia, aunque faltó rotundidad y haberse roto en alguna serie al natural. De todas formas, tras una estocada delantera y ligeramente contraria y desprendida y un golpe de verduguillo, cortó una oreja. En el sexto, en cambio, no remató su tarde. También fue devuelto el remiendo de Couto de Fornilhos que cerraba plaza y en su lugar saltó un ejemplar de Domínguez Camacho, muy bajo y serio de cara, aunque protestado por sus menos de 500 kilos. El de Camacho embistió en el último tercio con transmisión e intensidad y no fue fácil acoplarse con él y cogerle el ritmo. Morenito lo intentó aunque no llegó a encontrarse a gusto en ningún momento con su oponente.

Ni Zotoluco ni Diego Urdiales consiguieron realizar nada del otro mundo. El mexicano nos dio la razón a los que pensábamos que no pintaba nada en San Isidro y que su hueco lo podían ocupar otros muchos matadores jóvenes ansiosos de contratos. Zotoluco mostró que tiene oficio pero que no anda sobrado de clase al manejar los trastos. Además, mal colocado. Por su parte, Urdiales aunque quiso no pasó de discreto y durante toda la tarde transmitió frialdad. Más valiente con el complicado sobrero de Aurelio Hernando que salió en segundo lugar. Con la espada ninguno de los dos estuvo acertado.

12ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con tres cuartos de entrada, se lidiaron 2 toros de Antonio Bañuelos, 1 de Couto de Fornilhos (5º), 1 de Aurelio Hernando (2º bis), 1 de Carmen Segovia (3º bis) y 1 de Domínguez Camacho (6º bis), muy desiguales de presencia los titulares de Antonio Bañuelos con varios ejemplares impresentables y anovillados. Los sobreros, mejor. Los más interesantes el 4º y el 6º bis.

Zotoluco: silencio en ambos

Diego Urdiales: división al saludar y silencio tras aviso

Morenito de Aranda: oreja tras aviso y silencio

Crónica: Alejandro Martínez / Foto: Julián López

Enrique Mazas y Teo Sánchez


Clarín es un histórico de la radio que ahora vuelve con nuevos bríos. Presentado por Teo Sánchez y Enrique Mazas, el informativo taurino de Radio 5 se emite cada domingo de 23.05 a 24.00 horas.
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