"Forever young"
Ser joven y además aficionado a los toros no es nada fácil. El mérito es incuestionable. Rodeados de compañeros de generación anestesiados por una opinión pública mayoritariamente “falso-animalista” en muchas ocasiones se deben sentir como los primitivos cristianos. Reconocer que disfrutan acudiendo a una plaza de toros y no precisamente para asistir a un concierto de Pablo Alborán les puede acarrerar miradas inquisitoriales o en el peor de los casos entrar en un fatigoso debate perdido de antemano. El anacronismo no es ni “chic”, ni “cool”. Los toros no están de moda y las pautas que dicta la sociedad van por otro camino. Debe ser muy incómodo tener siempre en cuenta delante de quién hablas para poder expresar tu pasión por la Tauromaquia.
Ese rechazo o indiferencia generalizada del resto a no ser que estés acompañado de personas que comparten tu afición es para pensártelo dos veces y más cuando hablamos de chicos y chicas que no sobrepasan los treinta y tantos. Pero no todo es negativo, si no todo lo contrario. La rebeldía, el ir contracorriente siempre ha sido uno de las características principales de todos los jóvenes que el mundo han sido. Un alma inconformista y sin complejos que ayuda a reafirmarte en tu pasión por lo que te hace vibrar en un tendido. En los últimos años hemos asistido al nacimiento de algunas asociaciones de jóvenes aficionados que han traido ideas, savia nueva a un espectáculo inmovilista que no ha sabido adaptarse al boom del ocio virtual de principios de siglo. Grupos de hombres y mujeres unidos por la Fiesta que han sacado los dientes y se han organizado cuando desde fuera nos han venido a pegar la dentellada.
Han sido capaces de movilizar y unir al sector más egoísta y ególatra del mundo ante la amenaza de la superviviencia y todo gracias a ese carácter rebelde e inconformista. Un carácter que en su gran mayoría e inexplicablemente pierden cuando se trata de mirar hacia dentro. Por desgracia parecen plegarse al orden establecido sin darse cuenta de las tropelías que, día sí día también, cometen los taurinos profesionales acomodando la Fiesta a sus intereses dando la espalda al aficionado. Parecen quedar hipnotizados por las luces del traje de determinados toreros o buscar el abrazo fácil del empresario de turno sin levantar la voz contra la pérdida de casta del toro, la desaparición de la suerte de varas, el exterminio de encastes olvidados o la vulgar comodidad de muchas de las figuras del escalafón. Cambian en pocas horas rebeldía por sumisión y mueren por salir en la foto. Insisto no se puede generalizar pero todos esos jóvenes deberían hacer un examen de conciencia y proyectar esa divina juventud ese ir contracorriente en una Tauromaquia más digna, que emocione cada tarde, que posea los verdaderos valores de un espectáculo único. Estoy completamente convencido de que si no os dejais llevar por las falsas luces de neón de los que mandan vais a lograr lo que no hemos conseguido nosotros. Una Fiesta “forever young”.
0 Comentarios