Convivir con las réplicas
miércoles 13.abr.2011 por Almudena Ariza 0 Comentarios
Nunca me imaginé que despertaría cada mañana durante casi un mes con sacudidas de la cama y la tele, muchas veces, a punto de caerse. La primera vez asusta pero cuando llevas 30 o 40 réplicas, esos movimientos se convierten en parte de la rutina diaria. Incluso ayer, cuando los altavoces del hotel advertían del seísmo y avisaban de que nadie tomara el ascensor decidí quedarme en la cama.
La diferencia horaria con España me roba muchas horas de sueño y en ese instante pudo más el agotamiento que la inquietud. Hace tres días otra fuerte réplica nos sorprendió en el Metro. La policía anunciaba que los vagones debían pararse hasta que el movimiento pasara. Glups. Estábamos bajo tierra y esto sí que era nuevo. A mi alrededor, en cambio, nadie se inmutó.
Muchos pasajeros seguían durmiendo (cosa bastante habitual en el metro japonés) y otros enfrascados en sus móviles o entretenidos con cualquier otro juguetito tecnológico. Total, que despues de un mes en Japón, sentir réplicas se ha convertido en alto tan habitual para mí como comer sushi o decir arigato gozaimasu (muchas gracias). Una rutina. Incluso ya soy capaz, más o menos, de adivinar la intensidad del movimiento sísmico. Como me dijo el otro día Gonzalo, el sabio traductor que me acompaña en este viaje : uno se acostumbra a todo, menos a no comer.
Pincha aquí para ver el vídeo sobre la última réplica en Japón