Pros y amateurs
“Gracias. Es muy fácil trabajar con vosotros”. La frase es de Marc Coma, en Baradero, minutos después de ganar su tercer Dakar. Acaba de conceder como 20 entrevistas. A televisiones de todo el mundo, periódicos y hasta reporteros de radios locales que, teléfono en mano, le preguntan por los paisajes de la provincia por los que transcurría esta última etapa (sic.).
“No, gracias a ti. Así da gusto”. Y es verdad. Gente profesional, estos pilotos. Que saben que conceder entrevistas va con el oficio. Que hay que salir por la tele para tener contentos a los patrocinadores e informados a los aficionados. Y eso ha sido de lo mejorcito de este rally. La facilidad para hacer nuestro trabajo.
El domingo, el día del podio, tuvimos un pequeño lío en La Rural, Buenos Aires. Habíamos quedado con Carlos Sainz y Marc Coma para una breve conexión en directo en el telediario. Carlos se presentó. Marc, no. Con el lío que llevaba encima, el horario marcado por la organización y demás, no nos entendimos. Que su representante no respondiera al teléfono (menudo día para no hacerlo) tampoco ayudó. Pero esa es otra historia.
El caso es que eso, a Marc, le dejó muy mal cuerpo. Tanto que se presentó una hora antes al directo que teníamos luego para el programa de Teledeporte. Lo primero que hizo al llegar fue disculparse. Y varias veces. Lo dicho, un tipo profesional.
Con los pilotos del otro rally, los que participan sólo para terminarlo, que no es poco, pasa más o menos lo mismo. En su caso, que los patrocinadores (en muchos casos amiguetes) salgan un rato por la tele sí es vital. Que les vean en casa también. Y a nosotros, sus batallitas y sus historias nos han dado mucha vidilla. Cada noche nos dábamos una vuelta por el campamento para pasar lista. Quién ha llegado, quién no, quién ha pasado apuros… Y debo reconocer que siempre respirábamos aliviados cuando veíamos que estaban ahí. Llenos de polvo y arena, con las motos, coches y camiones en mejor o peor estado, pero allí.
El sábado, en Baradero, les entrevistamos a todos. Habían acabado el rally y se lo merecían. Y salvo el pobre Gerard Farrés, que había tenido un día de perros ayudando a su jefe de equipo, Chaleco López, el resto andaban eufóricos. No era para menos.
Aquel día fue de locos. El viaje en autobús-avión-autobús fue más largo de lo previsto. Como dos horas más largo. El caso es que llegamos a la meta de la última especial 20 minutos antes del directo que teníamos programado con el telediario para contar si Marc Coma había cruzado ya, o no, la meta y era oficialmente campeón. Tendríais que haber visto a Ana correr como una loca arriba y abajo, poniendo firmes a los tipos de la terrena con la que teníamos que hacer la conexión, hacer 15 llamadas en 5 minutos y dejarlo todo listo. Para variar, la señal del satélite falló a poco de entrar en directo, los teléfonos se quedaron sin cobertura y alguna cosa más. Pero entramos, como casi siempre en estos casos.
También Ashley se pegó el sprint de su vida en Baradero. Estaba esperando a Coma en la llegada. Y cuando vio que Marc se bajaba de la moto y se iba corriendo a abrazarse con su gente, allí que se fue. Corriendo, cámara al hombro y sin dejar de grabar. Fue una de las imágenes de rally que luego el resto de televisiones, incluida la gente de ASO que monta todo este tinglado, nos pidió. Seguro que la habéis visto.
El caso es que aquí estamos. Parrillada de carne, fiesta final y 12 horas de sueño después, descansando un poco. Y disfrutando como nunca de una habitación de hotel con cama y agua caliente. Felicidad por contraste, lo llaman. “¿El año que viene repetirás?”, me pregunta mucha gente. La verdad es que no lo sé. Ha sido una buena experiencia, de esas que hay que hacer, si se puede, por lo menos una vez. Pero ahora mismo no tengo demasiadas ganas de repetir. Lo mismo me ocurre cuando acaba la temporada de MotoGP. Y a los dos meses ya lo echo de menos. Veremos.
Bueno, pues hasta aquí. Lo que haga a partir de ahora ya no os lo contaré. Os dejo una pista en forma de foto. Hasta otra.