Las voces del secuestro
La escena se repite y es casi un ritual en varios puntos de la selva colombiana que por supuesto desconocemos. La madrugada del sábado al domingo, los secuestrados por las FARC, la principal guerrilla del país, se reúnen en torno a un aparato de radio, con la esperanza de que el guardián de turno siga durmiendo y no interrumpa sus sueños de libertad. Al otro lado del aparato se oye la voz de Herbin Hoyos: “Buenas noches a todos, buenas noches a los secuestrados en las selvas de Colombia”. Poco después Herbin abre el micrófono a los familiares de los cautivos, en el estudio de Caracol Radio, o en los hogares del país donde sufren en silencio la ausencia de los suyos.
Los familiares hablan. Los secuestrados escuchan. Y los mensajes les ponen al día de la realidad que abandonaron sin quererlo cuando fueron privados de libertad. Por ese aparato de radio muchos colombianos presos han descubierto que han sido padres, que sus hijos van al colegio, que sus padres o hermanos no entienden de tiempo o distancia, que les siguen queriendo como aquel día en que un grupo armado les quitó el futuro a punta de pistola y les condujo esposados al infierno del cautiverio.
En la inmensidad de la selva, ese programa de radio es para muchos la medicina que no tienen, la compañía que por unas horas les hace olvidar la escasez y las penurias de una vida reducida al absurdo, a largas caminatas hacia ningún lugar. Las voces del secuestro da sentido a sus vidas y mantiene activa su esperanza de que algo pueda cambiar. Es también lo único que les une con lo que ocurre más allá de esa inmensa espesura de que se pierde ante sus ojos sin poder ver el final.
Puede resultar paradójico, incluso algo sarcástico, pero fue un secuestro lo que dio vida a Las voces del secuestro. Al periodista Herbin Hoyos se lo llevaron las FARC hace ya más de 15 años. Y cuando volvió a ser libre decidió abrir un espacio para las familias de todos aquellos que seguían privados de libertad. Herbin, por supuesto, es un blanco perfecto para la guerrilla, porque ha destapado ese siniestro mundo de la extorsión que nutre las arcas del Secretariado. Por eso ya han intentado matarle un par de veces. La última, hace unos días, cuando se descubrió que las FARC contrataron a dos sicarios para quitarle la vida durante un acto público en Bogotá. La amenaza era tan creíble que Herbin ya no está en su país. Se fue a su casa, cogió lo que pudo, empacó una maleta y subió a un avión rumbo a España. Pero incluso al otro lado del Atlántico, los secuestrados seguirán escuchando a sus familias. Las voces del secuestro se emitirá desde España al menos durante un año. Es el tiempo que le han recomendado ausentarse de su patria por motivos de seguridad.
Hoy le he escuchado en la radio. Yo en Bogotá, él ya en Madrid, su refugio y su ciudad de acogida durante este tiempo de exilio forzoso lejos de su país. Sus compañeros de Caracol le han entrevistado y parecía tranquilo, lanzando incluso un mensaje a las FARC: su programa –ha dicho- tiene fecha de caducidad. Se acabará el día en que el último secuestrado recupere la libertad.