La holandesa de las FARC
Aquella tarde de verano de 2010 no hubo novedad en la selva. Así que Tanja Nijmeijer decidió romper la rutina encendiendo el transistor. Tanja sufrió escuchando la radio, ese aparato que conecta a los guerrilleros de las FARC con el mundo, pero que es, sobre todo, un balón de oxígeno para los secuestrados de la guerrilla, el medio por el que escuchan los mensajes y las voces de sus familias.
Esa tarde otro balón, de cuero, rodaba en un campo de fútbol de Sudáfrica. España y Holanda se jugaban el Mundial de fútbol en un partido duro y bronco, como la vida en la selva. Tanja, la holandesa de las FARC, se acostó ese día un poco más triste, como todo su país, gracias al gol de Iniesta.
La derrota de Holanda fue tal vez uno de los pocos momentos malos para esta joven guerrillera, que entró a las FARC por convicción y que no se arrepiente de haberse calzado el uniforme verde olivo y las botas pantaneras. De la vida de Tanja hemos sabido por varios vídeos del periodista Jorge Enrique Botero y por un diario de la propia guerrillera que encontró el Ejército en la selva. Dos retazos de su vida que expresan sentimientos diferentes. Los extractos del diario que ofreció el Gobierno muestran a una Tanja que añora su tierra natal y se muestra desencantada con la guerrilla, con las horas muertas haciendo guardia y los pocos días de acción en el frente de batalla. Los testimonios que le dio a Botero muestran a una Tanja convencida de su ideal revolucionario, de la lucha por la justicia social y un reparto justo de la tierra, que amenaza al Ejército con un festival de granadas, ráfagas de AK-47 y campos minados en caso de que se les ocurra entrar a por ella.
La vida de Tanja ha quedado retratada en un par de libros. El último que se ha publicado aquí en Colombia es “La vida no es fácil, papi”, basado en las más de 20 horas de testimonios y grabaciones que Botero tiene con Tanja en la selva. Es un relato de su experiencia en la guerrilla, y de ese viaje en varias etapas que cambió radicalmente su vida: de estudiante y okupa en Groningen, a profesora de inglés en la ciudad colombiana de Pereira, a miembro de las milicias urbanas de las FARC en Bogotá, y a la huida al monte para convertirse en guerrillera de facto.
Tanja demostró actitud y aptitud, y se acercó sin saberlo al Mono Jojoy. Se le daban los idiomas, y eso la convirtió en una pieza clave en la campaña internacional de las FARC. Poco después de la muerte de Jojoy, cuando cayó aquel diluvio universal de bombas sobre el campamento del jefe militar de la guerrilla, se publicó un vídeo de Tanja. La joven holandesa aparecía bailando en el campamento de Jojoy, a pocos metros del líder. Esa imagen la tomó Botero un mes antes del bombardeo. Durante meses se dio por hecha la muerte de Tanja. Pero el propio Botero acaba de confirmar que aquella estudiante de Filología Hispánica sigue viva y con su ideología intacta, convencida -según le dijo el periodista a la agencia EFE- de que entrará en Bogotá en primera línea de fuego, como Fidel Castro en la Habana, en aquel lejano 1959.