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¿Paz en Colombia?

Horas antes de que las FARC liberaran a los 10 últimos militares y policías que decían tener en su poder, la plaza central de Villavicencio, la ciudad donde aguardaban sus familias, presentaba el trasiego habitual: jubilados tomando el tinto mañanero, vendedores de fruta, lustrabotas buscando clientes de zapatos sucios y gente que cruza de un lado a otro por ese punto neurálgico de la ciudad, muy cerca del Ayuntamiento, los tribunales, la Gobernación o la catedral.  Los jubilados, la mayoría campesinos de la región que saben muy bien qué significa medio siglo de guerra en Colombia, tenían el tiempo suficiente para hablar de paz, de si las liberaciones que tendrían lugar ese día eran un paso importante hacia el final del conflicto o simple y llanamente otro engaño de las FARC. 

A ellos les pregunté esa mañana y las respuestas fueron contundentes, sin medias tintas, tal vez porque a esa edad en la que ya está más cerca el crepúsculo que el amanecer del día no hay disimulo que valga cuando se quiere opinar. La mayoría de los encuestados se mostró pesimista. No ven muy cerca la paz, pero difieren en las razones. Unos dicen que no habrá paz simplemente porque no creen en las FARC. La liberación de los secuestrados no es un gesto a aplaudir –aseguran- sino una obligación que tardaron entre 12 y 14 años en cumplir. Otros reiteran que el final del conflicto es una entelequia, porque mientras haya pobres y un país tan desigual, esa paz será ficticia y habrá gente que siga teniendo motivos para entrar en la guerrilla. Colombia, recordemos, es el segundo país de Latinoamérica con mayor desigualdad, con mayor brecha entre ricos y pobres, únicamente por detrás de Haití. Y el propio Presidente reconoció hace unos días que, o se cambia el rumbo y se logra que el crecimiento económico repercuta en todos los colombianos, o el país lleva el rumbo de superar a la paupérrima nación caribeña.

Santos ok2Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia

La discusión de los jubilados se dio en Villavicencio, pero probablemente, también, en muchos puntos del país. Los medios de Colombia han abierto de nuevo el melón de la paz, de su cercanía, de su viabilidad,  de las posibilidades reales de fraguarse en el corto o el medio plazo, de las trabas que vendrán en el camino y de las que se están poniendo ya. Los políticos, por supuesto, han entrado en ese debate y el primero en hablar, también, fue el propio Presidente, que horas después de las liberaciones se subió a una tarima y le dijo al país que el gesto de las FARC era positivo, pero no suficiente.

Cuando se habla de paz, cada parte en conflicto plantea exigencias, condiciones para al menos sentarse a negociar. Juan Manuel Santos las dejó bastante claras: que las FARC liberen a todos los secuestrados civiles (las principales ONGs que estudian el tema los cifran entre 400 y 700), que dejen de reclutar a menores para el conflicto, que no se financien con el narcotráfico y que abandonen los atentados contra la población civil.  La guerrilla, según varios expertos, exigiría como mínimo una verdadera reforma agraria que devuelva la tierra a los miles de campesinos que la perdieron a punta de pistola y que hoy son parte de los 5 millones de desplazados que se buscan la vida lejos de sus parcelas, en otros puntos del país. Todo el mundo sabe (el Gobierno y por supuesto también las FARC) que la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras que aprobó el Gobierno hace un año hace aguas por todas partes. Se ha entregado poquísimas parcelas, y los líderes campesinos que se atreven a reclamar sus tierras están cayendo como moscas a manos de los mismos victimarios que años atrás les robaron sus tierras apuntando sobre sus cabezas, con sutiles amenazas del tipo “te vas o te mato”.

Timochenko-timoleon-farcRodrigo Londoño, alias "Timochenko", máximo jefe de las FARC

La última vez que el Gobierno y las FARC se sentaron a negociar fue durante las conversaciones de paz del Caguán, a finales de los 90 y principios de la década del 2000. Era una época en la que la guerrrilla casi somete al Estado, incapaz de controlar a una insurgencia que dominaba amplias zonas de Colombia. Para poder negociar, el entonces presidente, Andrés Pastrana, desmilitarizó una región del sur del país del tamaño de Suiza. Y en esa pequeña Suiza las FARC hicieron lo que les vino en gana, básicamente, reforzarse, aumentar el número de la tropa hasta casi los 20 mil hombres, seguir secuestrando y llenar sus arcas con el dinero del narcotráfico. Ese intento de paz se fue a pique, las FARC engañaron a Pastrana y al país, y por eso hoy la memoria colectiva de los colombianos sigue viendo con escepticismo cualquier mención a las negociaciones de paz.

Y sin embargo, ¿es posible alcanzar la paz? Hay factores para ser optimistas. Las fuentes cercanas a Juan Manuel Santos afirman que el mandatario quiere pasar a la historia como el Presidente que ponga fin a esta guerra. Santos, además, tiene hoy una popularidad que supera el 75%, un importantísimo aval para convencer al país de que la guerra se puede acabar. Y el actual jefe de la guerrilla,  alias “Timochenko”, es uno de los miembros del Secretariado (el órgano de decisión de la guerrilla) que piensan que la revolución con la que soñaron ya no es posible, que tal y como están las cosas pueden seguir combatiendo por un reparto más justo de la tierra, pero que realmente es improbable que con el fusil al hombro puedan tomarse el poder.  La guerrilla no está muerta, ni mucho menos. Es cierto que sus principales jefes murieron, rodeados o bombardeados, en los últimos tres años; es cierto que ya no tiene 20 mil sino 7 mil hombres armados, que sus hombres ya no pasan más de dos noches seguidas en un campamento por miedo a un bombardeo aéreo como el que mató a Raúl Reyes, al Mono jojoy o a más de 70 guerrilleros en las últimas semanas. Es cierto que la superioridad tecnológica del Ejército está golpeando muy duro a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Pero no es menos cierto que ahora se mueven en grupos más reducidos y mucho más móviles, y con esa nueva guerra de guerrillas siguen causando bajas a la tropa oficial. 2011 fue el año con más bajas en el ejército desde 2003, cuando empezó la política de seguridad democrática con el presidente Álvaro Uribe. En los últimos meses, además, las FARC han multiplicado los ataques contra los oleoductos e instalaciones petroleras, el nuevo motor económico del país.  

Marulanda y pastranaAndrés Pastrana y Manuel Marulanda, alias "Tirofijo"

Y en esa tesitura nos encontramos ahora. Pasamos de escuchar un duro golpe contra la guerrilla a una respuesta brutal de las FARC. Caen 30 guerrilleros en un bombardeo del Ejército y al día siguiente mueren 11 soldados en una emboscada de las FARC. ¿Por qué esta lógica de ataques y contraataques? Muchos expertos dicen que ambos bandos quieren demostrar su fuerza de cara a una posible negociación de la paz. El Presidente Santos siente que tiene la sartén por el mango, y eso implica que si se sienta a negociar no cruzará líneas rojas: no entregará territorio desmilitarizado a la guerrilla y sólo aceptará una agenda muy recortada. Todo el mundo da por supuesto que Santos, que ahora está en la mitad de su mandato, se presentará a la reelección. Y eso indica que, si se la juega, lo hará en el segundo mandato, porque todavía la paz está verde y hablar de negociación le costaría un alto precio político, sobre todo entre los sectores más conservadores de un país tan conservador como Colombia.

Parece poco probable que a corto plazo podamos veamos el fin de esta guerra. Y habrá que ver si Santos se la juega más adelante. Ojalá no lo haga demasiado tarde, para que al menos los jubilados de Villavicencio se vayan al otro lado con la alegría de ver, medio siglo más tarde, que el adiós a las armas fue posible en un país donde pocos apostaban por jugarle a la paz.

4 Comentarios

Es un artículo con bastante claridad acerca del conflicto colombiano. Me gistaría agregar que en este conflicto que desde hace más de 50 años no se ha podido solucionar, tienen mucho que ver aquella parte conservadora, que no es poca y que menciona el periodista como la más enconada rival de las coversaciones de paz. Me parece que ahí en ese sector existen muchos intereses que no quieren porque no les coviene que se termine la guerra en este país. Estos elementos, este factor no ha sido desenmascardo cuando se hace el análisis del conflicto y sin descubrir quién o quiénes son el lado oscuro, no habrá posibilidad de dialogar "sinceramente". Hace poco, un exmilitar decía en un programa radial que la guerra no la hacía sólo la guerrilla atricherada en la selva sino que había un factor que no se había "destapado" aún y que ponía realmente la violencia, que era el factor con más importancia en la generación de la violencia terrorista que no nos ha permitido ser un pueblo con un desarrollo sano. Esto dicho por este exmilitar ha sido la primera vez que lo escucho y viniendo de quién viene me parece que tiene doble validez porque además, estoy convencida que es así, que es de esta tesitura y es por ahí por donde se debe seguir indagando.

Por lo que he visto por TV tus informaciones nunca hablan de las fosas comunes con cientos, miles de cadáveres víctimas del ejército y paramilitares.
Tampoco de que Colombia es el país con más sindicalistas, sobre todo profesores, asesinados.
Ni de los cientos de miles de desplazados por la explotación minera de grandes corporaciones;
ni de las bases de EE.UU.; ni de la gestión de prisiones por el ejército de ese país; ni de sus mercenarios contratados; ni del apoyo de políticos a las redes del narcotráfico o de las fumigaciones con venenos en el campo. Y escribir sobre "la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe" es un insulto a las víctimas colombianas. ¿Por qué no hablas de estos temas en tus crónicas?.

A Fernandog:
Yo iba a escribir demandando por las mismas cosas que usted ya ha comentado, por lo tanto me adhiero a lo que usted dice, lo suscribo letra por letra.
TVE. no hace comentarios sobre todos esos crímenes más que muy de vez en cuando (por eso de rellenar el expediente) no las hace porque España o mejor dicho, grandes empresas españolas tienen intereses en el país y también porque los gobiernos españoles, el bipartidismo, ya usted sabe, nunca se atrevería a contravenir las ordenes de Estados Unidos. El ente gubernamental del régimen español prefiere criticar a Cuba o a Venezuela.

hola a todos, especialmente a Fernando y a Javier. No comparto sus críticas. Soy periodista colombiano, veo TVE internacional, y les puedo asegurar que las notas que envía regularmente Luis Pérez tratan en su mayoría de las víctimas del conflicto, de los desaparecidos, de las madres de Soacha y los falsos positivos, de los desplazados, etc. Entiendo que de este corresponsal de TVE se puede decir lo que sea, pero no que olvida a las víctimas del conflicto. Supongo, simplemente, que no estaban ustedes frente al televisor cuando se salieron al aire esas notas.

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Luis Pérez


Hace ya casi dos siglos que el gran sueño de Simón Bolívar se fraguó por estas tierras. La Gran Colombia, una nación compuesta por varias repúblicas recién independizadas de España, echó a andar en 1819. Moriría doce años después, en 1831, víctima de revueltas internas y del desencanto con un Libertador que terminó pervirtiendo ese proyecto de unión suramericana con un Gobierno muy parecido a una dictadura. La Gran Colombia agrupaba varios países.
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