III Parte de „Las cenizas de Annelisse...“ y „La boda turca de la peluquera...“
No he tenido ocasión de asistir a ningún bautizo en Berlín.
Debe ser una cuestión de puro cálculo de probabilidades por la baja natalidad.
A lo que sí asistí es a una ceremonia de confirmación de un grupo de adolescentes en una iglesia evangélica. La biblia sobre el atril, los devotos protestantes cantando con sonrisa beatífica, dando gracias a Dios por el soleado sábado que les esperaba fuera. Me pareció estar en una ceremonia presidida por Lutero. Todo muy austero y aparentemente auténtico.
Fue el día en que me dí cuenta de la importancia del rito. Aquel día...
II Parte de "Las cenizas de Annelisse"
He vuelto al cementerio de Berliner Strasse un par de veces. Apostaría a que Lothar, su marido, no ha vuelto desde el día en que las cenizas de Annelisse quedaron cubiertas por una capa de césped.
Sus cenizas, me dijeron, ya no estaban allí. Como nadie había pagado un palmo de tierra, se depositan allí un tiempo y cuando el cuadrado de tierra se llena con nuevas urnas, se sacan las antiguas y se colocan en una especie de fosa común de cenizas.
Descubrí el nombre de Annelisse entre una lista de nombres grabados en una gran lápida en otra parte del cementerio.
Lo que no hicieron sus familiares, amig...
Era uno de los habituales días grises de Berlín, con un airecillo persistente, como hecho de invisibles agujas, la ropa húmeda como si lloviera. El sol, ausente, escondido en alguna parte, probablemente de vacaciones en Mallorca.
Desde la puerta del cementerio de Wilmersdorf, en Berliner Strase, no se veía un alma viva. Una capilla con la puerta cerrada de frente y una pequeña caseta a la izquierda, con la puerta abierta.
Ahí debe estar, me dije.
Me paré un momento en el umbral de la puerta. Un jarrón sobre una mesa era todo el mobiliario. Pero en el jarrón no había flores. Allí estaban las cenizas de Annelisse.
Habíamos conocido a Anneli...