El cartero llama dos veces
Es lo que tiene la herencia de Bush. Aporrea a la puerta con las dos manos. Sin tregua. La misma semana que Obama despliega sus alfiles contra la crisis económica, vuelven sus guerras. Llega el invierno. La economía se enfría y la política internacional se calienta.
En Camelot temen que los ataques terroristas de Bombay logren su objetivo. Una escalada entre la India y Pakistán para desbaratar la estrategia de Obama en Oriente Medio.
Obama se ha comprometido a retirar las tropas de Irak y lanzarlas contra el enemigo original: los talibanes y sus socios de Al Qaeda. Para ganar en el frente de Afganistán, Estados Unidos y sus aliados necesitan la colaboración de Pakistán, en cuyo territorio se parapeta el enemigo.
Para que el apoyo sea efectivo, es imprescindible que Islamabad concentre sus escasos recursos puertas adentro, donde hacen falta, y no enseñando los dientes a la India. De ahí la aproximación entre ambos que auspicia Estados Unidos . Y de ahí también la inyección de casi ocho mil millones del FMI .
Pero el enemigo no es un pato cojo y se revuelve en la apuesta. A lo grande. Atacando la capital financiera de la India, el orgullo de su renacimiento, la confianza de sus inversores. Saben como prender un odio que lleva seis décadas cociéndose.
El primer ministro indio, Manmohan Singh, entra al trapo. Echa la culpa al vecino, sin nombrarlo. Vecino aquí significa Pakistán. Su rival nuclear al otro lado de la frontera. Musulmanes.
Sigue el reguero; los medios indios ponen nombres a los responsables de la carnicería: Lashkar-i-Taiba, Jaish-i-Muhammad. Son viejos conocidos en Cachemira. Redes islamistas amparadas por el ISI, el equivalente pakistaní de la CIA, un gobierno en la sombra. Y el murmullo coge fuerza. Ojo por ojo. Diente por diente.
Todo dentro del guion. Inexorable. O quizá no. Hay un nuevo César y un quiebro: Islamabad enviará al jefe del ISI para que colabore con las autoridades indias en la investigación. Y no se olvidan las palabras del presidente de Pakistán, Ali Zardari, el pasado fin de semana. Está dispuesto a levantar el dedo del botón nuclear. Él no será el primero. En el fondo de su corazón, dicen, es empresario. En la tierra de los puros.
La diosa hindú Kali . De un mural del s.XVII en el templo Madurai Meenakshi Amman