13 posts de febrero 2009

Tres modelos

Tres modelos para salir de ésta. Tres ejemplos que ha puesto el mejor Obama que conozco. El que infunde optimismo. El que alienta la esperanza. Sin ocultar la cruda realidad, pero sin caer en esa catástrofe irreversible con que nos fustigaba. Ayer brindó tres modelos para recuperar las riendas del destino.

Leonard Abess Jr, presidente del banco Citi National en Miami, Florida. Se embolsó unos 60 millones de dólares en beneficios por la venta de su participación a Caja Madrid. A diferencia de lo que han hecho los masters del universo, Leonard repartió las ganancias íntegras entre sus 471 empleados. Cajeros, contables, oficinistas, conserjes. Todos. Incluso los que ya no estaban en nómina. Cuando los medios se enteraron, explicó: "conozco a algunas de estas personas desde que tenía siete años; no me parecía correcto quedarme con el dinero".

Greensburg, Kansas. Una población que quedó completamente destruida por un tornado de fuerza 5 en el año 2007. Sus habitantes la han reconstruido de modo que sea un ejemplo de lo que pueden regalarnos las energías renovables. Sobre los escombros, se ha edificado una comunidad donde hay negocios y empleos sostenibles. Lo que fue una tragedia terrible proporcionó una oportunidad de oro. Supieron aprovecharla.

Ty'Sheoma Bethea, una joven que estudia en el instituto Martin Junior de Dillon, en Carolina del Sur. Los techos tienen goteras, las pintura de las paredes está descascarillada y tienen que suspender las clases seis veces al día por el estruendo que hace el tren que pasa al lado. A Ty'Sheoma le han dicho que no hay esperanza en su colegio. Pero no se resigna. No tiene ordenador pero ha escrito una carta al Congreso de los Estados Unidos. El director le tuvo que pagar el sello. La carta pide simplemente ayuda: "Somos estudiantes que tratan de convertirse en médicos, abogados, congresistas como ustedes mismos, y algún día, Presidente. Para cambiar no sólo el estado de Carolina sino el mundo. No nos resignamos al fracaso escolar".

Ty'Sheoma Bethea, la gente de Greensburg, Kansas y Leonard Abess Jr no se resignan a aceptar sin más la vida como les viene dada. Se rebelan ante la codicia, el egoísmo de clase, el pasotismo acomodado, la salida fácil y la senda trillada, o simplemente la calamidad de cada día. Tienen redaños de sobra. Tienen imaginación y la ponen en práctica. Derrochan generosidad. Tres virtudes americanas.

300$ por pirarte

Cómo está el patio. American Express, la tarjeta de crédito VIP, paga 300 dólares a los clientes que cancelen su cuenta en Estados Unidos. Ellos no lo venden así, claro. Dicen que quieren ayudarte a simplificar tus finanzas. Te envían la oferta por correo o e-mail. Pero en realidad, lo que te están pidiendo es que te largues. Que están hartos de morosos como tú. Que no tienes crédito.

El gancho para abrirte la puerta son los 300 dólares de marras. Hay letra pequeña, como siempre. Para poder hacerte con ellos tienes que liquidar tu deuda con American Express. Antes del 30 de abril. Si no lo haces, pero te has apuntado al trato, te cancelan la cuenta de todos modos y te quedas a dos velas.

A dos velas están millones de americanos. Los que se han quedado en el paro, cuatro millones desde que empezó la recesión. Los que vivían de poco más que el aire. Los que compraron la casa con la hipoteca subprime. Los que el sistema está expulsando antes y después de la debacle. No tienen crédito. Ni monetario ni del otro.

Y no penséis sólo en la imagen del homeless, con la ropa raída y la barba de nueve meses. El otro día me partió el corazón un señor de 69 años, blanco, sonrosado, de hablar educado, bien alimentado. Estaba ante el juez. Iba a perder su casa. Sus ahorros se habían evaporado con la crisis financiera. Después de toda una vida trabajando, llegaba la humillación y el terror del desahucio. Le decía al magistrado que jamás hubiera pensado que a su edad perdería la casa. Ya no le quedaba nada por vender o empeñar. Ni siquiera tenía la American Express. Tendrá que irse al banco. Al banco del parque.

Merlín y el dragón

Hillary Clinton ha dicho a su llegada a China que "los Derechos Humanos no pueden interferir con las conversaciones". Esta cuestión no puede bloquear la cooperación entre las dos naciones para hacer frente a la crisis económica, al cambio climático o a las amenazas a la seguridad. Natural. Merlín es un mago pero no se enfrenta a un dragón blandiendo ideales. Mejor hacerlo con una buena espada o con un buen hechizo. De hecho, Clinton-Ella está sorprendida del revuelo que arman sus declaraciones sobre lo "obvio".

Lo "obvio" se puede ver de dos maneras. Por arriba, la economía real, o por abajo, la economía financiera. Las dos conducen al mismo sitio. En tiempos, los mineros bajaban al tajo con un canario en una jaula. Servía para avisarles con tiempo de que había gases venenosos o explosivos. El canario de Merlín se llama Taiwan. Su producción industrial se ha desplomado más del 30% en diciembre. Y el veneno se ha extendido bien rápido. Japón ha entrado de golpe en la peor recesión desde la crisis del petróleo en los 70. China resiste, aunque su crecimiento en el cuarto trimestre es prácticamente plano. Lo que avisa el canario es que si Occidente no consume, Oriente no podrá vender su producción, y al diablo los avances conseguidos.

Por abajo. El director de campaña de Clinton-El, James Carville , tuvo una revelación. Siempre había deseado reencarnarse como Presidente o como Papa. Pero tras llegar a la Casa Blanca descubrió que era mejor hacerlo como Mercado de Bonos. "Puedes intimidar a quien te dé la gana". Ciertamente, el mercado de bonos es poderoso. Se nutre del dinero que ahorra el planeta para su jubilación -hablamos de un comercio internacional de unos 20 billones, con B, de dólares- y establece el tipo de interés a largo plazo. El que tienen que pagar los gobiernos para devolver los préstamos. Si sube, pude arruinar a más de un país. Y si alguien tiene una parte significativa en el pastel de los bonos, como China, puede controlar el gatillo. En pocas palabras, China tiene cogido a EE.UU por la entrepierna.

Lo malo es que si aprieta demasiado, se estrangula a sí misma. Por arriba y por abajo, están condenados a entenderse. Para limar asperezas, Obama ha decidido inyectar otros 200.000 millones en Fannie Mae y Freddie Mac . Al margen de ayudar a las familias hipotecadas, conviene recordar que China ha invertido 400.000 millones en estos dos gigantes. Inversión asegurada. Un buen hechizo para apaciguar al dragón. My word is my bond, dicen los angloparlantes para asegurar que son gente de palabra. In money we trust, sueña el dragón. Los derechos humanos tendrán que esperar a que se restablezca la confianza. Al fin y al cabo, eso es el dinero. Confianza.

¿Racismo?

Travis, un chimpancé de 15 años y 100 kilos atacó el lunes a una mujer en Stamford , Connecticut. La dueña del animal, amiga de la víctima, trató de impedir la agresión apuñalando al mono con un cuchillo de cocina. Con poco éxito. Luego llegó la policía y el chimpancé atacó al coche patrulla. El animal demostró la inteligencia propia de un primate, porque intentó abrir la puerta derecha, y al encontrarla cerrada se pasó al otro lado del automóvil. Allí, bañado en sangre, la emprendió con el retrovisor. La policía lo remató a tiros. La mujer acabó en el hospital con heridas graves en la cara.

Uno de estos sucesos que dan juego a los periodistas. Y por lo que se ve, a los dibujantes. La viñeta es de Sean Delonas, y apareció publicada el miércoles en el New York Post .

En la viñeta, el policía dice: "Van a tener que encontrar a otro para redactar el próximo plan de estímulo". Y se ha liado. Porque como sabéis, Obama es el artífice del plan de estímulo económico. Es su primera y mayor apuesta política. Están tan identificados que se habla del plan de Obama.


Con esto en la cabeza, la viñeta puede sugerir que el Presidente es un simio. En inglés, simio, ape, es también un insulto: significa imbécil, torpe. En jerga, también se aplica despectivamente a los negros. Igual que chimp, chimpancé.

Y luego está la muerte violenta a tiros. Un guiño macabro, teniendo en cuenta que Obama es el primer presidente afroamericano de un país que linchaba a los negros hace bien poco. No quiero ir más allá. Prefiero no mentarlo.

Bushido

Merlín está de gira en Asia. Clinton-Ella rompe la tradición de que el primer viaje del secretario de Estado sea a Europa u Oriente Medio. Y tiene buenas razones. De algún sitio tendrán que salir los billones que costarán los planes de rescate financiero y estímulo económico de Obama.

De hecho, China ya se ha convertido en su mayor prestamista. Por delante de Japón, que es la primera escala de la gira. Se estima que Pekín posee más del 10% de la deuda pública de Estados Unidos. Eso incluye unos 400.000 millones en Fannie Mae y Freddie Mac, los gigantes hipotecarios que han sido rescatados.

China no lo ha hecho por caridad o simpatía. Ha sido como un plan Marshall, pero al revés. El dinero lo ponían los más pobres. Primera fase: la semilla. China fabrica los productos y los americanos los compran encantados, son baratos. Segunda fase, el plan Marshall en sí. China necesita estimular la demanda americana para dar salida a su producción, cada vez más acelerada. Cientos de millones de agricultores abandonan el campo y hay de darles trabajo.

¿Cómo? Comprando títulos del Tesoro de Estados Unidos con el dinero que han ganado. Por una parte, sirve para mantener el yuan barato frente al dólar, lo que favorece las exportaciones chinas. Por otra, el dinero regresa al sistema financiero americano. Los bancos se lo prestan a los consumidores, que utilizan el crédito para comprar más productos chinos. El motor está en marcha. China crece a tasas de dos dígitos. Los americanos se empeñan hasta las cejas, poniendo como aval casas y acciones sobrevaloradas. Mientras dura la fiesta, nadie se queja. Hasta que se acaba y viene la resaca.

China ya sólo crece oficialmente al 6,8%. La mitad de lo que solía. La inversión directa extranjera ha caído un tercio desde el verano. Peor. Los inversores están sacando discretamente su dinero del país, debido a la caída de la bolsa -dos tercios en 2008- y la crisis inmobiliaria.

Y todo ello son malas noticias para Estados Unidos. Necesitará su dinero para salir de la crisis. Y China su consumo. Como Japón. Como Indonesia. Es la muestra palpable de que la crisis es global. Y las soluciones también deben serlo. Nadie mejor que Merlín para negociarlas. Porque hará falta tacto, contactos y política. Esto no es sólo economía. Hará falta honor para honrar las deudas. Honor para no manipular las divisas. Honor, para no caer en la tentación del proteccionismo. Honor, el código del samurai. Bushido.

La pesadilla kafkiana

H. T. tiene 17 años. Se le ocurrió burlarse del subdirector de su instituto en MySpace. Fue condenada por acoso a tres meses de internamiento en un correccional. Salió del tribunal esposada, ante la mirada atónita de sus padres. H.T. se sintió como Josef K en El Proceso.

K.M. era también menor de edad cuando soltó un puñetazo a un compañero de estudios. Un ojo morado. Otros tres meses de condena por agresión. La lista es larga, puede que llegue a cinco mil. Todos son menores. Para la mayoría, era su primer "delito". Desde robar calderilla en los coches a poseer parafernalia para drogas, es decir, papel de liar o una pipa de agua. El resultado es una temporada entre rejas y muchas vidas destrozadas.

Joe Sullivan, condenado a cadena perpetua por violar a una anciana cuando tenía 13 años

El sistema penal en Estados Unidos es muy duro, capaz de ajusticiar a un deficiente mental o condenar a cadena perpetua a un niño de 13 años. Pero esto se pasa de castaño oscuro. En el estado de Pennsylvania, lo "normal" es que uno de cada diez casos de menores acabe en el centro de detención juvenil. Pero en el condado de Luzerne la proporción se había disparado al 25%. Y sólo eso ha levantado las sospechas.

El juez Mark A. Ciavarella Jr. tiene fama de duro. Lo "justo" para una región que vivía de las minas de carbón. Muchas de ellas han cerrado y el paro se ceba en la población. El juez Ciavarella tuvo una idea brillante. Hacer más rentable el sistema penal. Disminuir la carga para el contribuyente. Y de paso, embolsarse un dinero.

El juez Mark A. Ciavarella Jr.

Cerró el centro de detención juvenil propiedad del condado y desvió el residuo social a dos centros privados: PA Child Care y su filial Western PA Child Care, recién construidos para la ocasión. Cuantos más internos, mejor. Ciavarella cobraba por pieza. Ha ganado un total de 2,6 millones de dólares durante los cinco años que le ha durado el negocio.

Se llama soborno, mordida, poner el cazo. Corrupción y prevaricación hasta la médula. Pero al juez Ciavarella y a su colega Michael T. Conaham -encargado de los contratos- sólo se les va a procesar por fraude. Fraude fiscal, como a Al Capone. Si los tribunales admiten el acuerdo con la fiscalía, los dos jueces pasarán 87 meses en una prisión federal. No podrán ejercer y perderán sus pensiones. A mi me parece bien poco.

El juez Michael T. Conaham

Obama, Lincoln y Roosevelt

Este jueves, Estados Unidos celebra el 200 aniversario del nacimiento de Abraham Lincoln. Y hay sobresaturación en los medios. Pero creo humildemente que Obama no mira estos días al Honesto Abe sino a Franklin Delano Roosevelt. Desde luego, no negaré la fascinación que siente el Presidente por su predecesor solemne y enjuto. Más que nada porque él está en la Casa Blanca gracias a la Emancipación de los esclavos negros que impulsó Lincoln. Aunque no creyera en ella de corazón, aunque la supeditara a preservar la Unión, su objetivo primordial.

Y tampoco negaré que ambos hicieron su carrera política en Illinois, que Obama busca inspiración en los discursos de Lincoln, que peregrina a su monumento, que clama igualmente por la reconciliación nacional y que el best seller "Team of Rivals", una fascinante biografía de Lincoln y su equipo de rivales, ha sido su libro de cabecera durante la campaña electoral. Igual que Lincoln, Obama ha incorporado a su rival en las primarias del partido como número dos del Gobierno: Hillary Clinton.

La conexión entre ambos presidente es primordial hasta que estalló la crisis con la caída de Lehman Brothers. A partir de aquel momento, el modelo obvio para Obama es el Presidente que afrontó la Gran Depresión: FDR. Igual que ahora, el paro hacia estragos entonces, los desahucios eran moneda corriente, los ahorros de los pensionistas se evaporaban, las empresas estaban ociosas a pesar de que millones buscaban empleo y el sistema financiero estaba al borde del colapso. En 1933, cuando FDR tomó posesión, las cosas estaban incluso peor. De hecho, su primera medida fue cerrar los bancos durante unos días para evitar la retirada masiva de depósitos. El desempleo era también mucho más grave: un cuarto de la población activa estaba en el paro. Millones pasaban hambre. Y muchos millones más estaban subempleados. El proteccionismo no era una amenaza sino una realidad que llevaba años erosionando las economías del mundo.

Más sorprendentes son los paralelismos en las causas de la crisis. La riqueza generada en el boom de los años 20 no se había repartido equitativamente. Gobernaban entonces los republicanos. La demanda, que depende del dinero que tienen en sus bolsillos los consumidores, no estaba a la par de la oferta. El exceso de capital acumulado en una pocas manos, no podía invertir en la producción de bienes, ya saturada, y buscó otros caladeros: la bolsa. Los bajos tipos de interés agravaron el problema: se compraban acciones a crédito. Hasta que estalló en el crack del 29. Curioso. Durante los ocho años de Bush, la filosofía fue idéntica. Recortes fiscales a los más ricos, abandono de las infraestructuras, fe ciega en el libre mercado. El exceso de capital en unas pocas manos ha buscado una vez más otros caladeros: el petróleo y los derivados financieros en general. Cada vez con más riesgo. Y el resultado ha sido similar: el sistema ha estallado por el mismo desequilibrio.

Por eso no es extraño que Obama mire con lupa lo que hizo FDR para afrontar el desafío. Comparten además el mismo pragmatismo optimista. Nada que ver con la introspección depresiva de Lincoln. Comparten el mismo mensaje de aliento -sólo hay que temer al miedo mismo- y la misma exposición cruda de la realidad. La frase "hay que actuar ya" es de FDR. Obama, igual que FDR, ha nombrado al presidente de la Reserva Federal de Nueva York, la sucursal más importante, para la secretaría del Tesoro. Obama, igual que FDR, ha nombrado a un senador, senadora, para la secretaría de Estado, lo que facilitará que la cámara alta no torpedee su multilateralismo. Obama, igual que FDR, ha incorporado a republicanos a su gobierno. Obama, igual que FDR, viene con un New Deal en la mano. 800.000 millones para reparar las infraestructuras, modernizar la educación, apostar por las renovables, como FDR hizo con la hidroeléctrica, que sacó al campo de su atraso comparativo.

Y Obama, igual que FDR, ha dado la vuelta a la filosofía republicana, que es el fondo de la cuestión, la madre del enfoque político. En vez de cada uno a lo suyo y tonto el último, todos juntos mirando por los demás, todos en el mismo barco, el gobierno al servicio de los ciudadanos. La esencia del liberalismo como se entiende en este país. Conviene no olvidar que Lincoln era republicano. Hay no obstante, una diferencia importante con Roosevelt. Traicionó a los suyos, nació patricio. Obama no tiene que hacerlo. Viene de una familia humilde y se ha ganado su puesto en la clase media a pulso. Pertenece a ella y a ella se ha comprometido.

América no se fía

Los congresistas se partieron de risa cuando el equipo económico de Obama les aseguró el lunes que no iban a pedir más dinero. No es broma. Es literal. El sarcasmo subió unos grados cuando los rescatadores fueron incapaces de cifrar cuánto dinero iba a ser necesario para estabilizar el sistema financiero.

El escepticismo de los legisladores a puerta cerrada es sólo la punta del iceberg. Wall Street ha recibido el nuevo plan de rescate con una caída cercana al 5%. La versión oficial es que plantea más preguntas que respuestas. La versión cínica es que la bolsa compra con el rumor y vende con la noticia. Pero hay más corriente de fondo.

Obama lleva días contrarrestando la caída de apoyo a su plan de estímulo hablando de catástrofe, desastre y década perdida. Que ponga la coletilla de que vamos directos al abismo si no se hace nada no amortigua la dureza del aviso. El miedo cala en los huesos.

Y el plan de su secretario del Tesoro, Tim Geithner, anunciado, retrasado y vuelto a anunciar, no ha servido precisamente para templar los ánimos. Para empezar, es más de lo mismo. Una versión remozada de lo que ya se ha ensayado sin éxito. Al fin y al cabo, Geithner era el presidente de la Reserva Federal en Nueva York, uno de los principales responsables de gestionar la primera tanda de Bush. Todavía escuece su papel en la caída de Lehman Brothers y tampoco ayuda que dejara de pagar 34.000 dólares en impuestos.

Ahora nos vende transparencia. Pero la transparencia es algo más que una página web para seguir la pista del uso del dinero público. Transparencia es también dar detalles concretos y contestar las preguntas de los periodistas "tradicionales". No las aceptó en su presentación del martes. No desveló el coste total del plan. ¿Quizás tres billones? No aclaró cuánto dinero se iba a meter para recapitalizar las entidades más tocadas. Por cierto, Bank of America se desplomó en bolsa un 18% el martes. Citigroup un 14%.


Tampoco ayuda que Geithner haya impuesto su criterio frente a otros miembros de la administración Obama, que abogaban por controlar los bancos que se rescaten con dinero público. Que es lo lógico visto el cachondeo con que han gestionado el capital que han recibido hasta ahora. En cualquier caso, saca a la luz diferencias importantes de criterio.

Y la guinda la pone el presidente de la Reserva Federal, el venerable Ben Bernanke. Uno de los mayores expertos mundiales en la Gran Depresión. El plan de rescate está funcionando, asegura. Estupendo, pero nadie lo siente. Al menos, Bernanke se ha comprometido a mejorar la transparencia. Bloomberg le había demandado amparándose en la Freedom of Information Act. Lo dicho, los medios de comunicación sirven para algo.

Un plan como un iceberg

No. No estoy pensando en el Titanic como metáfora. Puede que los múltiples planes de rescate-estímulo estén sembrando las semillas de la próxima crisis. Desde luego aumentan una vez más el riesgo moral y no está nada claro cómo se va a financiar o pagar la descomunal deuda que estamos acumulando. Pero es un poco pronto para pensar en otra crisis cuando no se ha solucionado la que tenemos.

No. Hablo del iceberg por aquello de que nueve décimas partes están sumergidas. Para empezar con la información que estamos dando. No me extraña la confusión, porque en realidad hay tres planes en marcha en Estados Unidos. De menor a mayor.

Uno. El plan de rescate financiero -TARP, Troubled Asset Relief Program- que presenta este martes el secretario del Tesoro, Tim Geithner. Es la segunda mitad de lo que se aprobó bajo la administración Bush. Ahora están 350.000 millones de dólares en juego para estabilizar el sistema y restaurar la confianza. A la espera de que Geithner dé los detalles, parece que sólo será una versión de lo que ya se ha ensayado. La clave y el problema fundamental es que el Gobierno no tomará el control de las entidades rescatadas. Al menos de momento. El dinero sale de los contribuyentes pero lo seguirán gestionando los mismos responsables del desaguisado. Se venda como se venda.


Dos. El plan de estímulo económico de Obama. Son más de 800.000 millones de dólares. Grosso modo, dos tercios para gasto e inversión y otro tercio en recortes fiscales. Empujón keynesiano puro y duro. La idea es alentar el consumo y crear empleos con dinero público. Construir carreteras, puentes y trenes. Informatizar la Sanidad. Apostar por las renovables. Invertir en educación. Reparar los baches que han dejado ochos años de abandono.

El problema es que es demasiado ambicioso. Trata de resolver los desafíos inmediatos y sentar las bases para una nueva economía. El riesgo es que abarque demasiado y no consiga ninguno de los dos objetivos. Os recuerdo que aunque el pleno del Senado lo apruebe este martes, falta todavía que el comité bicameral armonice las dos versiones y que ambas cámaras voten el resultado. Luego estará listo para la firma del Presidente, un plan en el que ha apostado todo su capital político.

Tres. Volvemos al iceberg. El plan que lleva a cabo la Reserva Federal en combinación con el Fondo de Garantía de Depósitos. La parte del león de la que apenas se habla. Y son, según Bloomberg, nada más y nada menos que cerca de ocho billones de dólares. Con B. Se articulan a través de compromisos, préstamos y avales. La Fed se ha negado a facilitar los nombres de los beneficiarios y los activos que acepta a cambio como garantía de los préstamos. Transparencia en estado puro.

En conjunto, hablamos de casi diez billones, con B, de dólares. Dos tercios de toda la riqueza que produce Estados Unidos en un año. Diez veces lo que hacemos los españoles. Suficiente para pagar el 90% de todas las hipotecas norteamericanas. Un cheque de casi 1.500 dólares para cada habitante del planeta.

Nilsson-Maki

Cómo arrancar el motor

Este martes, el secretario del Tesoro, Tim Geithner, presenta su plan de rescate financiero. 350.000 millones de dólares para arreglar el sistema y reactivar el crédito. Un tercio de toda la riqueza que producimos los españoles en un año para arrancar el motor económico. Está gripado. No funciona. Y como es el de Estados Unidos, la locomotora del planeta, el resto del mundo está en coma.

No parece que Geithner vaya a revolucionar el capitalismo. No parece que vaya a nacionalizar los bancos, aunque sea temporalmente. Como dijo George Soros, es inaceptable en este país. No hay redaños, hablando en plata. Al final es posible que no quede más remedio. Entonces será mucho más caro. Pero de momento, se conforman con una nueva versión de lo que ya se ha ensayado. Rescatar los activos tóxicos para que los bancos saneen sus cuentas, se restablezca la confianza y vuelvan a prestar dinero.

El problema es serio, no hay más que mirar el gráfico del paro en comparación con otras recesiones. Pero la solución es inmoral, injusta y repugnante. Dar toneladas de millones de los contribuyentes a los responsables del desaguisado. Y la conciencia escuece aún más cuando sabemos que los "masters del universo" se premiaron su brillante gestión con más de 18.000 millones de dólares .

Quizás haya otra alternativa. Recojo la idea que lanzaba a la blogosfera Barry Riholtz . Dar el dinero del plan de rescate directamente a las familias con el objetivo exclusivo de que salden sus deudas. Las cuentas se ven mejor si lo aplicamos en España. Se reparten los 130.000 millones de nuestro plan de rescate entre diez millones de hogares. El tramo inferior de los que pagan el impuesto de la Renta. Toca a 13.000 euros por familia. Es dinero.

El truco está en que sólo lo pueden utilizar para pagar deudas pendientes: la hipoteca, la tarjeta de crédito, el préstamo del coche, las vacaciones o la educación de los niños. Cualquier cosa que deban a fecha uno de enero de 2009. Si no lo usan en un mes, el cheque caduca.

¿Qué se consigue con esto? El dinero entra en el sistema y acaba en los bancos y entidades financieras. No es recapitalización, pero inyecta liquidez. Y no premia la mala gestión. Además, los bancos ven reducir la morosidad y los fallidos. Otro respiro para abrir la mano. Al otro lado del sistema, las familias recortan su endeudamiento y tienen otra vez margen para consumir. Lo que arranca el motor económico. Las empresas consiguen vender sus productos y no necesitan reducir plantilla. El Estado vuelve a recaudar dinero. Y en suma, el contribuyente se beneficia realmente de sus impuestos. ¿Brillante? ¿Estúpido? ¿Impracticable? Vosotros decidís.

Gabriel Herrero


Los periodistas tenemos que contestar al menos cinco preguntas: Qué, Quién, Dónde, Cuándo y Por qué. La última es mi favorita.
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