Este martes, madrugada del miércoles en España, será ejecutado John Allen Muhamad. En 2002, el llamado "francotirador del DC", asesinó a diez personas -entre ellas a un niño de 13 años- en los alrededores de la capital. Muhamad y su cómplice, que cumple cadena perpetua, sembraron el pánico durante tres semanas. No seguían ningún patrón de raza, edad o sexo. Todo el mundo se sentía amenazado. La sociedad estaba traumatizada por el 11-S. Disparaban con un rifle, ocultos en un viejo coche, a través de un agujero en el maletero. La mayoría de las víctimas cayeron en gasolineras o aparcamientos. Dejaban cartas del Tarot en la escena del crimen, de ahí el nombre con que se les conoce en nuestro país. Al final les atraparon en un motel. Se sospecha que son los autores de 17 asesinatos cometidos en 10 estados pero sólo se les juzgó y condenó por uno.

Mike Ritter, Tribune Newspapers, Arizona
El Tribunal Supremo ha rechazado la apelación del abogado de Muhamad. Tres jueces, entre ellos Sonia Sotomayor, han expresado una reserva. Consideran que el estado de Virginia ha impedido la deliberación pausada que exige el caso al apresurar la ejecución de la sentencia. La última palabra la tiene el gobernador saliente de Virginia, Tim Kaine. En su mano está el indulto, pero ya ha avanzado que no se inclina a conmutar la sentencia. Tim Kaine se opone personalmente a la pena capital. Su conciencia no ha impedido que Virginia sea el segundo estado con más ejecuciones -103-, después de Texas -442-. Así pues y salvo milagro de última hora, Muhamad recibirá esta noche tres inyecciones: un barbitúrico para sedarle, un relajante muscular que paraliza el diafragma e impide la respiración y una dosis de cloruro potásico que frena definitivamente el corazón. En el parte de defunción, pondrá homicidio como causa de la muerte.
Eso es lo que es, homicidio a cuenta del Estado, los 35 que tienen vigente la pena capital. Este año se han ejecutado 42 sentencias. Suman ya 1.178 desde que se reimplantó en 1976 . 408 eran de raza negra, el 35%, cuando sólo son el 13,4% de la población. Una posible explicación es que el sólo el uno por ciento de los fiscales en estos casos sean blancos. O tal vez, que las víctimas blancas a manos de negros, 242, son muchísimo más numerosas que las de negros a manos de blancos, 15. Es curioso también que la pena capital sea cara para los contribuyentes. 2,3 millones de dólares en Texas, el triple de lo que cuesta una condena de 40 años en una prisión de alta seguridad. 250 millones en California. 51 millones en Florida. Demasiado dinero para un castigo que se supone debe desanimar el crimen. El 80% de las ejecuciones tienen lugar en estados del Sur y sin embargo, su tasa de asesinatos supera la media nacional en más de un punto. El 88% de los criminólogos considera que la pena de muerte no sirve como escarmiento.

Paul Conrad, Los Angeles Times
Y sin embargo, Estados Unidos sigue apoyándola. El 65% está a favor de la pena capital. Es bastante menos que el 80% que había en 1994, pero sigue siendo un porcentaje muy alto. Demasiado para que la abolición esté en la agenda política. Un muro insensible a los argumentos morales, a la barbarie y crueldad del castigo. En 1868, John Stuart Mill hizo uno de los alegatos más elocuentes en favor de la pena capital: ejecutar a un asesino demostraba en su opinión el sagrado respeto por la vida; quien lo violaba, no tenía derecho a gozar de él. Y sin embargo, para Stuart Mill había un argumento de peso en contra: que un inocente fuera ejecutado ponía en cuestión todo el sistema. El sistema actual es pródigo en revisiones y apelaciones. A prueba de fallos, dicen sus defensores. De hecho, unos 130 condenados han sido exonerados desde 1976. Treinta en Illinois. Tantos que el gobernador suspendió las ejecuciones, no podía apoyar un sistema que estaba tan cerca de "la pesadilla definitiva".
Pero la prueba definitiva de esta pesadilla ha venido de la mano de Cameron Todd Willingham. Fue ajusticiado en 2004 por pegar fuego a su casa y matar a sus tres hijos. Siempre se declaró inocente. La revista New Yorker elaboró un reportaje sobre el caso. El informe de los peritos que le condenó era un compendio de prejuicios y pseudociencia. El mayor experto del país, Gerald Hurst, demostró las falsedades y los errores. Su informe llegó a tiempo al comité que revisaba el indulto. No hicieron caso. La sentencia se llevó a cabo. Y ya es irreparable.

"Mira el lado positivo, el ADN que dejarás en la silla puede exonerarte". Drew Sheneman, The Newark Star Ledger
PS. John Allen Muhamad ha sido ajusticiado a la hora prevista. Según el portavoz de la prisión, no ha habido complicaciones y la ejecución ha sido "muy normal". Muhamad no ha pronunciado palabra. Nadie ha protestado a las puertas de la cárcel. Los medios han entrevistado a los familiares de sus víctimas. Y en el estado de Texas, han ejecutado el mismo día a un cubano, Yovanis Valle. Ni siquiera ha sido noticia.