13 posts de noviembre 2009

No está el horno para bollos

Más gente de compras, pero más cautos a la hora de soltar su dinero. Esa es la conclusión del primer sondeo elaborado por la Federación Nacional de Minoristas tras el puente de Thanksgiving. No es un mal comienzo de temporada, especialmente después del peor ejercicio en cuatro décadas, pero tampoco es para tirar cohetes.

195 millones de estadounidenses han ido de compras este fin de semana, una cuarta parte de ellos por internet. La cifra rebasa las previsiones, que ya eran optimistas, y supone un 13% más que el año pasado. La cruz es que, de media, se han gastado 343,31 dólares por cabeza, un 8% menos que el Black Friday anterior, el nivel más bajo en cuatro años. En conjunto, el gasto total apenas ha crecido medio punto sobre el año pasado.

Los consumidores se han ceñido a su lista de deseos y han comprado artículos modestos: juguetes -un tercio de las ventas-, ropa de invierno y libros. No suena precisamente a despilfarro. Además, uno de cada tres estaba en la cola del viernes a las cinco de la mañana, para ser los primeros en conseguir las gangas. Son datos preliminares; habrá que esperar al próximo jueves para tener las cifras del mes de noviembre.

R.J. Matson, The New York Observer y Roll Call.

Todo esto cuadra con un paro superior al 10%, del 17% si incluyes a los que han tirado la toalla y a los subempleados. Y es menos sorprendente aún si se tiene en cuenta que 36 millones de ciudadanos tienen que utilizar los cupones de alimentos, los "food stamps", para sobrevivir.

Se trata de una ayuda federal de 130 dólares mensuales por individuo canjeable por comida. Sirve para cuadrar las cuentas de millones de familias a base de leche, cereales y fruta. Casi todas ellas están en la pobreza: ganan menos de 22.000 dólares al año. Son el 12% de la población. El artículo del NYT pone los pelos de punta. El imperio al desnudo muestra sus vergüenzas. No está el horno para bollos. Y menos para peritas en dulce.

Black Friday

El carnaval consumista de las Navidades arranca este viernes en Estados Unidos. Es como las rebajas de enero en España: colas, carreras y peleas para cazar la ganga, descuentos para atraer a los compradores. La diferencia es que en nuestro país cierran la temporada y aquí la inauguran. Las tiendas aprovechan el día después de Thanksgiving -la fiesta nacional siempre se celebra el último jueves de noviembre- para cuadrar sus resultados. Por eso se llama Black Friday, Viernes Negro. El tirón en las ventas permite pasar de los números rojos a los negros.

Al menos eso dice la leyenda urbana. Bastante reciente, por cierto. Empezó a circular en los años 60, cuando florecía el sueño americano. Pero según recoge Ethan Trex, el nombre proviene del cabreo de los policías de Philadelphia. Allí, el viernes estaba encajonado entre Thanksgiving y el derby de football americano del Ejército y la Armada, que se celebra el sábado. Los festejos atraían aglomeraciones y el tráfico era infernal. De ahí lo de negro. Pero como las multitudes eran un excelente negocio para los comerciantes, estos se inventaron una explicación menos ominosa y más capitalista.

Michael Stravato, The New York Times

Sea como sea, se espera que 134 millones de personas acudan a los templos del consumo -6 millones más que el año pasado- para hacer su contribución particular a la recuperación de la economía. Recibirán la salvación en forma de pantalla plana, MP3, portátil o la última locura en cibermascotas: los hamsters Zhu Zhu. En vano, ya están agotados. Los más fanáticos o los más necesitados aguantarán el frío de la noche para ser los primeros en comulgar. Muchas grandes superficies han abierto a las cinco de la madrugada pero otras, como Wall Mart, han decidido no cerrar en toda la noche para evitar la locura. El año pasado, las turbas aplastaron a uno de sus vigilantes de seguridad.

No obstante, muchos visitantes no equivale a muchas ventas. De hecho, aunque el Black Friday lidera el tráfico, el día de Nochebuena sigue ostentado el récord de ingresos. Además, las empresas han liquidado inventarios y los consumidores se han acostumbrado a las rebajas espectaculares que ha traído la crisis: el 86% no están dispuestos a aceptar menos del 20%, según el estudio de Accenture. Las ventas de noviembre han sido más modestas que en octubre y no auguran dispendios según SpendingPulse. Al final, no hay consenso en si aumentarán las ventas. La Federación Nacional de Minoristas prevé una caída del 1% mientras que los centros comerciales esperan un alza de hasta dos puntos.

PS. Lo prometido es deuda. Ahí está el pavo de Thanksgiving. Delicioso. Vino con su salsa de arándanos, boniatos, judías verdes y relleno de ostras. Optamos por el consenso para regarlo: rioja, prosecco y cabernet chavignon californiano.

El pavo de la suerte

Este miércoles es víspera de Thanksgiving, Acción de Gracias. Todo Camelot está pendiente de volver a casa y reunirse con la familia. Operación salida. Los colegios cierran a mediodía para que los padres puedan emprender el viaje con tiempo. Algunos ya se han marchado, a pesar de que no vale como excusa para que los chavales falten a clase. No importa, quieren aprovechar las mejores tarifas aéreas o aquilatar costes recorriendo tropecientas millas en coche. Los periódicos vienen repletos de recetas para preparar la comida tradicional: el pavo. Estoy invitado a dos. Un privilegio que no sé cómo cuadrar.

Obama tiene otra cita: su primer indulto en la Rosaleda de la Casa Blanca. La tradición arranca supuestamente del presidente Harry Truman. Consiste en perdonar la vida a un pavo, quizás a dos. El afortunado animal será trasladado después a California, donde participará en el desfile de Thanksgiving en Disneylandia. Disfrutará del resto de su vida en el rancho de Frontierland.

Y no puedo desaprovechar la ocasión para recordar una escena memorable. Sarah Palin, gobernadora de Alaska y recién derrotada en las elecciones presidenciales, daba una rueda de prensa después de indultar a su pavo. No se daba cuenta de que detrás de ella, el carnicero retorcía el cuello a los pobres animales. Como la vida misma.

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Obama se decide en Afganistán

Ya es oficial. Obama anunciará si envía más tropas a Afganistán en unos días. El próximo martes, según fuentes citadas por el New York Times. Más que el número de efectivos, hay que destacar que Obama quiere acabar esta "guerra necesaria". "Es mi intención terminar el trabajo en Afganistán", ha avanzado. Y por si no queda claro: "el objetivo último es que los afganos se hagan cargo de su propia seguridad, lo que exige el entrenamiento y equipo necesarios". Obama hará su anuncio con la ceremonia que exige la ocasión: en su primer mensaje televisado a la nación en prime time, madrugada del miércoles en España. Y después de la pausa del puente de Acción de Gracias, una fiesta familiar equivalente a nuestra Nochebuena.

Un entorno muy apropiado para tratar de combinar dos principios irreconciliables. Por un lado, reforzar las tropas en una guerra que no merece la pena, según las encuestas. 30.000 efectivos es el último número que se baraja, según las mismas fuentes. Se enviarían en varias tandas, a partir de la primavera. 10.000 menos de lo que pedía el comandante en la zona, el general Stanley McChrystal. Por otro, Obama tratará de explicar al país cuál es la estrategia de salida de este pantano. El mero hecho de reconocer que habrá que marcharse debilita el refuerzo militar.

Dos polos opuestos que encarnan el propio McChrystal y el embajador estadounidense en Kabul, Karl Eikenberry. Eikenberry desaconseja enviar más tropas porque sólo servirían para retrasar el relevo al gobierno afgano. La corrupción sigue sin freno, Karzai y sus muchachos repiten mandato y no hay acicate para que los afganos tomen las riendas de su destino. McChrystal y Eikenberry prestarán testimonio ante el comité del Congreso encargado de aprobar los fondos. Será un debate delicado. Y conviene recordar que la economía no está para muchas alegrías. Prueba de ello es que el director de la oficina Presupuestaria, Peter Orszag, ha asistido a la última reunión de Obama con sus asesores de Seguridad Nacional.

Daryl Cagle, MSNBC

Pero además, todo esto se produce en un contexto más que interesante. No me refiero -sólo- a que dos semanas después, Obama recogerá su premio Nobel de la Paz en Oslo. Me llama también la atención que Irán -un país entre Irak y Afganistán- haya rechazado el acuerdo nuclear, esté realizando "juegos de guerra" contra un posible ataque preventivo israelí y trate de ahogar la oposición interna reislamizando las escuelas e internet. Un aperitivo de las nuevas sanciones a las que se expone está en la reciente confiscación de activos iraníes en suelo estadounidense .

Y del otro lado, Israel no aclara si lanzará sus aviones contra las instalaciones nucleares iraníes, como hizo en su momento con Siria e Irak. El periodista de la CNN, Wolf Blitzer, intentó sin éxito sacarle el titular al ministro israelí de Defensa, Ehud Barak. Y todo esto mientras Jerusalén negocia con Hamas para intercambiar presos por un soldado israelí. Sorprendente. Dado que se pasan por el arco del triunfo lo de congelar los asentamientos.

Al final, me quedo con dos teoremas de Thomas Friedman para Oriente Medio. Uno, la guerra da más resultados tangibles que las conversaciones de paz. Y dos, unos quieren negociar para no llegar a ningún acuerdo y otros quieren llegar a un acuerdo sin negociar nada.

Reformando la reforma de la Reforma

Quizás sea superfluo, pero conviene recordar que el Senado NO ha aprobado la Reforma Sanitaria. SÓLO han decidido empezar a debatirla formalmente en la Cámara, a partir del próximo lunes. Suena a matiz, a trámite parlamentario. Lo es. Pero al menos, sirve para precisar cuáles son los problemas -opción pública, aborto y financiación- y sus posibles soluciones.

Para empezar, fue una votación ajustada al milímetro. 60 demócratas a favor de debatir, 39 republicanos en contra; les faltó un senador, ausente. El resultado refleja exactamente la división entre los dos partidos. No es insuperable. Si se repitieran estos números en la votación final, la realmente decisiva, el proyecto saldría adelante, sin posibilidad de que los republicanos utilicen el filibusterismo parlamentario para retrasarlo indefinidamente. Se espera que esta votación se produzca a finales de diciembre o principios de enero. En el mejor de los casos, ya sólo faltaría armonizar la versión del Senado con la de la Cámara de Representantes y que lo que salga sea aprobado por el Congreso en pleno.

Nate Beeler, The Washington Examiner

Lo que no refleja la votación del sábado es la división interna del partido Demócrata. Cuatro de sus senadores se oponen, con mayor o menor firmeza, a la llamada opción pública, una cobertura sanitaria a cargo del gobierno en abierta competencia con el sector privado. Lieberman -independiente, para ser precisos-, Nelson, Landrieu y Lincoln ya han dicho que no cuenten con sus votos si no se cae del proyecto. No les vale ni siquiera que esa opción pública sea optativa para los estados. Les da miedo el creciente peso del Gobierno. Temen que siga engordando el déficit. Hay varias alternativas que podrían ser aceptables. Especialmente la de la senadora republicana Olympia Snowe: la opción pública se activaría sólo si falla todo lo demás. Es importante porque el voto de Snowe compensaría el rechazo más que probable de Lieberman.

Pero no es el único escollo. Está también la espinosa cuestión del aborto. El proyecto del Senado es más liberal que el de la Cámara de Representantes. Las personas que reciban subvenciones públicas podrán comprar seguros privados que cubran la interrupción del embarazo. Los grupos pro vida, con los obispos católicos a la cabeza, están presionando para impedirlo. Ya lo consiguieron en la Cámara Baja. El último obstáculo es la financiación de la reforma. El proyecto del Senado impone nuevos impuestos sobre los seguros más caros, los planes "Cadillac", los más completos. Los sindicatos se oponen; muchos de sus afiliados los tienen.

Complicado, ¿verdad? Pero mantengo mi optimismo. Muchas de las discrepancias son negociables. Algunas se acallan con dinero, como los 100 ó 300 millones para Nueva Orleans que ha conseguido Landrieu a cambio de su apoyo. Otras se suavizan con la pompa y el glamour de Obama. La más pertinaz que conozco, la de Lieberman, se puede desactivar con Snowe. De lo que estoy seguro es de que lo que salga al final será diferente, en los detalles y en el coste.

Replicantes

Se acercan las Navidades y en Camelot, como en España, es tiempo de apelar a nuestra generosidad. Algunos son agobiantes echando el anzuelo. Tiran de listín telefónico y no paran. Da igual lo que le digas a un operador. Hay otra docena de la misma asociación con la misma lista. Y no hay manera de quitárselos de encima. Otros son más brillantes y discretos. Como esta viñeta. No tiene desperdicio.

–Cuando desmontas una casa hecha con Lego y devuelves las piezas a la caja, ¿a dónde va la casa?
–Está en la caja.
–No, eso son sólo piezas. Pueden convertirse en naves espaciales o trenes. La casa era una forma más de ordenarlas. Esa disposición no se queda en las piezas ni va a ninguna otra parte. Simplemente se ha ido. Donante de órganos.

Reconozco que me quita el sueño. ¿Qué pasa si en lugar de desmontar toda la casa, quitas sólo una pieza maestra? Parece que el orden se debilita y aumenta la entropía. Obama se va unos días de gira por Asia y el patio doméstico se revuelve. El Congreso arremete contra la reforma financiera o el traslado a Nueva York de los terroristas detenidos en Guantánamo para que puedan ser juzgados. Un libro intrascendente de Palin -escrito por un negro- se convierte en noticia de primera plana. La prensa destaca que Oprah Winfrey cierra su show televisivo. En 2011. Un día se concluye que Obama se retirará de Afganistán y al siguiente que aumentará las tropas.

¿Y qué pasa si construyes una casa idéntica a la primera con las piezas que quedan en la caja? Os dejo la interpretación política. Lo que me desvela es si es posible clonar nuestra consciencia. Si así fuera, ¿sentiría una especie de bilocación? ¿Cómo reconciliaría el alma dos experiencias simultáneas pero distintas? Peor aún, ¿qué ocurre si la mecánica cuántica es correcta? Quizás esa clonación mental es precisamente lo que hacemos durante toda la vida: nos replicamos cada instante. El gato de Schroedinger está vivo y está muerto. Todas las posibilidades coexisten pero cada una de ellas sólo percibe su "decoherencia" particular. Su pequeño universo. No es ciencia ficción. Tratan de aplicar la teoría a un nuevo tipo de ordenador. Mucho más rápido porque divide el cálculo entre todas las "realidades" posibles. En fin, insomnio y patio revuelto a la espera de decisiones. Buen fin de semana.

Palin is back

Me fascina Sarah Palin. También me fascinan las arañas, pero si una se me sube al brazo, me da un infarto. No estoy diciendo que Palin sea una araña. Sólo que me provoca una atracción irresistible, superior al recelo. No fue siempre así. Una de mis mayores meteduras de pata fue despreciarla cuando se presentó en la convención republicana. Mi soberbia europea era incapaz de comprender como una "hockey mom" podía llegar a ser vicepresidente. Dos meses después, la Palin me dio el bautismo político en Camelot. Mi primer mitin fue con ella, en Leesburg, Virginia. Y pude comprobar en persona por qué arrastra multitudes y revoluciona el gallinero liberal.

Sarah Palin cree en Dios. Y lo saca a pasear aunque no venga a cuento. Forma parte de esos millones de americanos que han forjado su destino en un Bible Camp. Campamentos de verano donde se alaba Su nombre, se llora y ríe de gozo ante la Revelación y se quema a Darwin. El resultado es una alianza con el Todopoderoso, un pacto de sangre que guía sus pasos el resto de su vida. Sarah Palin cree en la familia, aunque algún miembro salga rana. Puede que su yerno aproveche la fama de la suegra para posar en cueros y ganar unos dólares, pero sigue siendo bienvenido por Acción de Gracias. Sarah Palin come carne. Cualquiera es buena para acompañar el puré de patatas. Y mejor si uno mismo la caza.

Mi Dios, Mi familia y Mi rifle. Una trinidad incompatible con las monarquías absolutas del Viejo Continente. Una rebeldía mal vista en las ciudades de la Costa Este. Son los disidentes que abrieron la frontera. Su independencia, inconformismo y autosuficiencia encarnan el mito del Western. Eso es lo que significa "rogue", una palabra intraducible. De esas que se forman por aluvión de contextos. Alguien que se escapa al control del establishment, que tiene un punto de maldad porque da miedo. Pero que fascina, como las arañas, como Irán, como Sarah Palin.

Daryl Cagle, MSNBC.com

La Palin salda cuentas pendientes en su último libro: "Going Rogue, an American life". Arremete contra los asesores del derrotado ticket republicano. Desempolva su diario para ilustrar su credo. Da estopa a los periodistas liberales -Katie Couric a la cabeza- que pusieron en evidencia su desconocimiento, su falta de preparación para gobernar Camelot. Y prepara el camino para llegar a la Casa Blanca. Confiesa a Oprah Winfrey que de momento "no está en su radar", antes hay que ganar las elecciones de mitad de mandato, el año que viene. Por ahora, hará campaña de su libro en las ciudades pequeñas, su granero de votos. Si sale bien y derriban la mayoría demócrata en el Congreso, el siguiente peldaño es superar el escollo de los independientes. Esa es la clave para dar la vuelta a las encuestas. A día de hoy, el 60% considera que no está cualificada para ser Presidente. El último paso es el más interesante. Democracia contra meritocracia. La idea de que cualquier ciudadano, no importa de donde venga, puede ganar a la élite, los mejores y más brillantes del sistema.

Burbujas, Rock y petróleo

Dice el regulador de los bancos chinos que Estados Unidos pone en peligro la recuperación global con sus políticas. Cortesía, hospitalidad y franqueza del Reino del Centro. Liu Mingkang considera que los bajos tipos de interés -en la práctica nulos- y la debilidad del dólar están alimentando nuevas burbujas, que la especulación vuelve a campar por sus fueros. ¿De veras?

Un buen termómetro de la especulación es el Dow Jones. Como se observa en la gráfica, la actual carrera alcista de Wall Street no es particularmente desenfrenada. Ni las ganancias ni la duración están por encima de la media del último siglo. Al menos, de momento.

El problema de China -y sus consecuencias para el resto del mundo- es otro. Como recuerda Krugman, Pekín ha ligado su moneda -yuan o renmimbi- al dólar. Lo hace de forma "artificial", al margen del mercado. En lugar de dejar que su divisa flote libremente, China compra dólares a patadas: ya es el mayor acreedor mundial de Camelot con unas reservas de 2,273 billones, con B, de dólares a finales de septiembre. Como el billete verde se ha depreciado con respecto a otras divisas, China consigue que sus exportaciones sean más competitivas que las de sus rivales, en especial, los países emergentes. Malas noticias para América Latina y el Sudeste asiático. Insostenible a la larga.

En fin, los espejismos se multiplican en el desierto del crédito postrecesión. Overthinking it ha descubierto una correlación entre la producción de petróleo en EE.UU. y la calidad de la música rock que genera la industria. Parece que a medida que se secan los pozos, se agota la creatividad musical.

La calidad musical, como todo, es discutible y en este caso el árbitro es la lista de las 500 mejores canciones que elabora la revista Rolling Stone. Lo fascinante es la aparente relación con el barril de crudo. Que yo sepa, el petróleo no sirve para colocarse, aunque algunos se pongan ciegos con los futuros.

En el corredor de la muerte

Este martes, madrugada del miércoles en España, será ejecutado John Allen Muhamad. En 2002, el llamado "francotirador del DC", asesinó a diez personas -entre ellas a un niño de 13 años- en los alrededores de la capital. Muhamad y su cómplice, que cumple cadena perpetua, sembraron el pánico durante tres semanas. No seguían ningún patrón de raza, edad o sexo. Todo el mundo se sentía amenazado. La sociedad estaba traumatizada por el 11-S. Disparaban con un rifle, ocultos en un viejo coche, a través de un agujero en el maletero. La mayoría de las víctimas cayeron en gasolineras o aparcamientos. Dejaban cartas del Tarot en la escena del crimen, de ahí el nombre con que se les conoce en nuestro país. Al final les atraparon en un motel. Se sospecha que son los autores de 17 asesinatos cometidos en 10 estados pero sólo se les juzgó y condenó por uno.

Mike Ritter, Tribune Newspapers, Arizona

El Tribunal Supremo ha rechazado la apelación del abogado de Muhamad. Tres jueces, entre ellos Sonia Sotomayor, han expresado una reserva. Consideran que el estado de Virginia ha impedido la deliberación pausada que exige el caso al apresurar la ejecución de la sentencia. La última palabra la tiene el gobernador saliente de Virginia, Tim Kaine. En su mano está el indulto, pero ya ha avanzado que no se inclina a conmutar la sentencia. Tim Kaine se opone personalmente a la pena capital. Su conciencia no ha impedido que Virginia sea el segundo estado con más ejecuciones -103-, después de Texas -442-. Así pues y salvo milagro de última hora, Muhamad recibirá esta noche tres inyecciones: un barbitúrico para sedarle, un relajante muscular que paraliza el diafragma e impide la respiración y una dosis de cloruro potásico que frena definitivamente el corazón. En el parte de defunción, pondrá homicidio como causa de la muerte.

Eso es lo que es, homicidio a cuenta del Estado, los 35 que tienen vigente la pena capital. Este año se han ejecutado 42 sentencias. Suman ya 1.178 desde que se reimplantó en 1976 . 408 eran de raza negra, el 35%, cuando sólo son el 13,4% de la población. Una posible explicación es que el sólo el uno por ciento de los fiscales en estos casos sean blancos. O tal vez, que las víctimas blancas a manos de negros, 242, son muchísimo más numerosas que las de negros a manos de blancos, 15. Es curioso también que la pena capital sea cara para los contribuyentes. 2,3 millones de dólares en Texas, el triple de lo que cuesta una condena de 40 años en una prisión de alta seguridad. 250 millones en California. 51 millones en Florida. Demasiado dinero para un castigo que se supone debe desanimar el crimen. El 80% de las ejecuciones tienen lugar en estados del Sur y sin embargo, su tasa de asesinatos supera la media nacional en más de un punto. El 88% de los criminólogos considera que la pena de muerte no sirve como escarmiento.


Paul Conrad, Los Angeles Times

Y sin embargo, Estados Unidos sigue apoyándola. El 65% está a favor de la pena capital. Es bastante menos que el 80% que había en 1994, pero sigue siendo un porcentaje muy alto. Demasiado para que la abolición esté en la agenda política. Un muro insensible a los argumentos morales, a la barbarie y crueldad del castigo. En 1868, John Stuart Mill hizo uno de los alegatos más elocuentes en favor de la pena capital: ejecutar a un asesino demostraba en su opinión el sagrado respeto por la vida; quien lo violaba, no tenía derecho a gozar de él. Y sin embargo, para Stuart Mill había un argumento de peso en contra: que un inocente fuera ejecutado ponía en cuestión todo el sistema. El sistema actual es pródigo en revisiones y apelaciones. A prueba de fallos, dicen sus defensores. De hecho, unos 130 condenados han sido exonerados desde 1976. Treinta en Illinois. Tantos que el gobernador suspendió las ejecuciones, no podía apoyar un sistema que estaba tan cerca de "la pesadilla definitiva".

Pero la prueba definitiva de esta pesadilla ha venido de la mano de Cameron Todd Willingham. Fue ajusticiado en 2004 por pegar fuego a su casa y matar a sus tres hijos. Siempre se declaró inocente. La revista New Yorker elaboró un reportaje sobre el caso. El informe de los peritos que le condenó era un compendio de prejuicios y pseudociencia. El mayor experto del país, Gerald Hurst, demostró las falsedades y los errores. Su informe llegó a tiempo al comité que revisaba el indulto. No hicieron caso. La sentencia se llevó a cabo. Y ya es irreparable.

"Mira el lado positivo, el ADN que dejarás en la silla puede exonerarte". Drew Sheneman, The Newark Star Ledger

PS. John Allen Muhamad ha sido ajusticiado a la hora prevista. Según el portavoz de la prisión, no ha habido complicaciones y la ejecución ha sido "muy normal". Muhamad no ha pronunciado palabra. Nadie ha protestado a las puertas de la cárcel. Los medios han entrevistado a los familiares de sus víctimas. Y en el estado de Texas, han ejecutado el mismo día a un cubano, Yovanis Valle. Ni siquiera ha sido noticia.

Yes we can

Este sábado he vuelto a sentirme en Camelot. Las promesas que llevaron a Obama a la Casa Blanca han dado un paso de gigante. Una ya huele a realidad. La Cámara de Representantes ha aprobado su reforma sanitaria. Ha sido por los pelos: 220 votos a favor. Sólo dos más de los necesarios, y eso gracias al respaldo de un diputado republicano. Nada menos que 39 congresistas demócratas han votado en contra. Pero ha salido adelante. Al filo de la medianoche, la Cámara Baja respondía a "la llamada de la Historia".

No exageraba Obama con esa expresión. Nunca se había llegado tan lejos, nunca ha estado tan cerca. Es su mayor victoria desde las elecciones. Es la piedra de toque de su presidencia; su apuesta política más ambiciosa. Es una empresa en la que fracasaron los 18 presidentes que le precedieron. Desde el primero que lo intentó, Theodore Roosevelt, hasta los que se quedaron a las puertas: Franklin D. Roosevelt con su Seguridad Social; Lyndon B. Johnson con su Medicare; Clinton y Nixon sin nada. Han hecho falta cien años para tenerla al alcance de la mano. "Una oportunidad como ésta sólo se presenta una vez cada generación", y nos ha tocado.

El proyecto que ha aprobado la Cámara Baja extiende la cobertura sanitaria a 36 millones de estadounidenses que carecen de ella. Quedan fuera unos diez millones -20 millones según otros cálculos- de inmigrantes ilegales. Se pone en marcha un seguro público que compite con los privados y se crea un mercado de pólizas para hacerlas asequibles a los que menos tienen, que recibirán ayudas estatales. Y además, la reforma impide que las compañías aseguradoras rechacen a un cliente por su historial médico. Todo esto cuesta más de un billón, con B, de dólares. La mitad se financia con un nuevo impuesto sobre la rentas más altas -superiores a los 280.000 dólares anuales-. El resto, mejorando la administración y reduciendo el despilfarro.

Algunos pensarán que es pronto para lanzar las campanas al vuelo. La reforma sanitaria tiene todavía que superar el Senado. Si lo consigue, ambas cámaras deberán armonizar sus proyectos. Pero el impulso que ha cogido este sábado abre definitivamente la puerta al éxito final. Y no es sólo cuestión de entusiasmo contagioso, que también. La corriente de fondo es más poderosa. El proyecto de la Cámara Baja ya ha recibido el respaldo de consumidores, médicos, enfermeras y el todopoderoso lobby de jubilados. El camino está pues abierto. Además, el compromiso para que el dinero de los contribuyentes no financie el aborto -la enmienda Stupak-, ha desmontado las patrañas de ultraconservadores azuzados por farmacéuticas. Más aún, demuestra que la política es el arte de lo posible. Y por último, el acuerdo sobre la opción pública, optativa para los estados, y una financiación razonable, son fácilmente reconciliables en la Cámara Alta. Como dice Obama, "es hora de terminar el trabajo".

Gabriel Herrero


Los periodistas tenemos que contestar al menos cinco preguntas: Qué, Quién, Dónde, Cuándo y Por qué. La última es mi favorita.
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