12 posts de marzo 2010

Shame on you

El padre Lawrence C. Murphy abusó sexualmente de cerca de 200 niños sordos. Entre 1950 y 1974. En el ejercicio de su magisterio. Niños. Sordos. 200. El crimen repugnante elevado al cuadrado. El diario New York Times denuncia que jamás fue despojado de sus hábitos. El Vaticano denuncia una campaña de acoso en contra del Papa pero nunca entregó a Murphy al brazo secular. A pesar de estar avisados. El lobo cuidando de las ovejas con el beneplácito del pastor. Tres obispos estaban al tanto. Seamos justos, las autoridades civiles también desestimaron el caso en su momento. A pesar de las pruebas. Cuando el escándalo llegó a mayores, el padre Murphy fue simplemente traslado de diócesis. Pasó los últimos 24 años de su vida "trabajando" con niños. Murió sacerdote y libre en 1998.

El caso de Lawrence C. Murphy es uno de los miles que se han remitido a la Congregación para la Doctrina de la Fe. La Santa Inquisición. Dirigida por el cardenal Ratzinger, hoy Papa, entre 1981 y 2005. El padre Murphy suplicó clemencia a Ratzinger en 1996, según documenta el NYT. Se iba a iniciar el proceso canónico y secreto en su contra. A instancias del arzobispo de Milwaukee. A resultas de la indignación de las víctimas de la parroquia. Murphy argumentó que estaba "arrepentido" y enfermo. Poco después, se dio carpetazo al asunto. En Estados Unidos levanta ampollas.

Pat Bagley, Salt Lake Tribune, Utah.

El carpetazo es lo habitual, según parece. Callar, encubrir y perdonar. Para evitar el escándalo, dicen. Según reconoce el fiscal de la Inquisición, Charles Scicluna, seis de cada diez denuncias ante el Santo Oficio acaban en medidas "administrativas y disciplinarias". Como la prohibición de celebrar misa o escuchar confesión. Uno de cada diez es despojado de los hábitos. Otro tanto abandona el sacerdocio voluntariamente. Curiosa estadística. La pederastia es un delito. Siempre. Los sacerdotes no están por encima de la ley. Menos que nadie. Su condición es un agravante en el abuso sexual de menores. Que se vayan de rositas por su avanzada edad, como defiende Scicluna, sólo muestra cuánto tiempo se prolongó el delito. Impunemente.

Y no es algo aislado. El padre Murphy es uno de los 4.300 sacerdotes católicos que han cometido abusos sexuales a menores en Estados Unidos. Hay documentados 11.000 casos. Comenzaron a salir a la luz pública en 2002, cuando se vio involucrada la mayor archidiócesis del país, Boston. El denominador común es el silencio a sabiendas, el traslado del pedófilo, la ausencia de cárcel, la indemnización a las víctimas para cauterizar el escándalo: 2.000 millones de dólares que han llevado a la bancarrota a siete diócesis. No bastan para evitar que manchen al resto de la Iglesia. Mancillan el respeto y autoridad moral de los millones que se dejan su vida ayudando al prójimo en nombre de Cristo. Hace falta algo más que disculpas.

Mareando la perdiz

Me he desayunado este jueves con los titulares de España y me ha dado un vuelco el corazón. Antes que nada, la reforma sanitaria que firmó el martes Obama es ley y sigue siéndolo. No cambia nada. Pero el paquete de enmiendas que quedaba pendiente va a tener que dar otra vuelta. Se está debatiendo en el Senado y los republicanos han conseguido que cuando salga, tenga que ser votado otra vez por la Cámara de Representantes. En pocas palabras: el núcleo permanece igual, pero mareamos la perdiz en la cáscara.

Daryl Cagle, MSNBC.com

Los senadores republicanos han descubierto un punto que no se ajusta al procedimiento de reconciliación. Ya sabéis, un "truco" parlamentario que permite aprobar el proyecto por mayoría simple, esquivando el filibusterismo. La contrapartida es que sólo se permiten enmiendas que afecten directamente a los gastos o ingresos federales. Y en su celo dilatorio, la oposición se ha fijado en los cambios en las becas Pell. Según el paquete de enmiendas, se impedía cualquier reducción en las dotaciones máximas. Un tecnicismo. Pero suficiente para cambiar el texto que salió de la Cámara de Representantes. Y abierta la puerta a las modificaciones, han colado otra más: las unidades móviles para realizar mamografías estarán exentas del impuesto sobre carburantes.

El resultado de estas maniobras es que el paquete que va a aprobar el Senado es distinto, marginalmente distinto, del que salió de la Cámara de Representantes el pasado domingo. Y por tanto, tendrá que someterse a la votación de los diputados. Una vez más. Porque en EE.UU., para que cualquier proyecto pueda ser ley, el texto de ambas cámaras ha de ser idéntico. Lo que me sorprende es que los republicanos desplieguen tanto esfuerzo en retrasar la ley y tan poco en defender a los colegas demócratas que han recibido amenazas de muerte por respaldarla. Como Bart Stupak.

In Memoriam

"Papá, la tarea inacabada ya está hecha". Es la nota que ha dejado Patrick Kennedy en la tumba de su padre. Ted Kennedy, el León del Senado, no ha podido estar presente, pero ya puede descansar en paz en su rincón de Arlington. La reforma de la Sanidad es ley. Luchó por ella toda su vida. Su recuerdo ha estado más vivo que nunca este martes 23 de marzo.

Eli Saslow, Washington Post

Obama 2.0

La Cámara de Representantes de EE.UU. ha aprobado la reforma sanitaria. Con una mayoría más holgada de lo previsto: 219 votos a favor, ninguno republicano, y 212 en contra, 34 demócratas. La speaker Nancy Pelosi ha cerrado la sesión con el mismo mazo con el que salió adelante el Medicare en 1965: "The bill is passed".

Pelosi ha citado la Declaración de Independencia: los derechos inalienables -la vida entre ellos, también la búsqueda de la felicidad- y la igualdad con que son creados los seres humanos. Cuestión de detalles para los libros del futuro. Muchos más tendrán ahora oportunidad de leerlos. La mejor garantía de que no caerán en el olvido.

Obama ya puede firmar su reforma y convertirla en "the law of the land". Será ley en los 50 estados. Pase lo que pase en el Senado, que todavía tiene que dar el visto bueno a las enmiendas introducidas por la Cámara Baja. Este domingo se ha hecho Historia. Se ha cumplido el sueño de un siglo y el calvario de un año para lograrlo.

La magnitud social de lo logrado está a la altura de la Seguridad Social de Franklin D. Roosevelt, los derechos civiles de la década prodigiosa o el Medicare de Lyndon B. Johnson. 32 millones de ciudadanos disfrutarán de una cobertura sanitaria que no tenían.

Se atajan los abusos más sangrantes de las compañías aseguradoras, que podían negar la póliza a los clientes en función de su historial médico o capar la cobertura en la camilla de urgencias o subir los precios a su antojo. La desgracia de una enfermedad era tragedia en Camelot con demasiada frecuencia.

Se abre también la vía para poner coto a una factura que amenaza con estrangular las finanzas públicas y privadas. De partida, costará casi un billón de dólares. "La madre de todos los déficits", advierten los republicanos. Aunque la Oficina Presupuestaria calcula que la reforma servirá para reducirlos.

John Sherffius, Dailycamera.com

La reforma "no es perfecta", reconocía Obama
. Cierto. Quedan fuera al menos 11 millones de inmigrantes sin papeles y no hay opción pública. El sistema seguirá siendo esencialmente privado. Y ese es su principal problema. Hubiera sido más sencillo, sensato y eficiente extender el Medicare a toda la población, como defienden los liberales y enseña la economía de escala.

Pero sencillamente no es posible en este país. "No es realista" se disculpaba Obama. No hay votos suficientes para hacerlo. Lo demuestran las encuestas, que mayoritariamente rechazan la reforma. Pesa una aversión al "socialismo" europeo grabada en el código genético. Quizás cuando la población perciba los beneficios de una Sanidad casi universal y de la intervención del Estado para moderar la crueldad de los mercados, sea el momento de dar el siguiente paso.

Mike Lester, Rome News-Tribune, Georgia

No es el único lastre con el que nace esta reforma. No goza de apoyo republicano
, algo que si tuvieron el Medicare o la Seguridad Social. Al contrario, la oposición es virulenta, radicalizada por los tea parties. Dos millares -muchos menos que los hispanos que han reclamado una reforma migratoria- se han manifestado el domingo frente al Capitolio, esta vez sin insultos homófobos o racistas. Daba mala imagen. El resultado inmediato es que los republicanos prometen revocar la ley si ganan las próximas elecciones de noviembre.

Doble riesgo, para unos y otros. Muestra la fractura que sufre este país, la polarización que sembró Bush en sus entrañas. Y amenaza el futuro, aunque la realidad pueda poner las cosas en su sitio y devolver las aguas a su cauce. Será en todo caso uno de los ejes de la campaña electoral.

Resalta por eso mismo el mérito de los congresistas demócratas al votar a favor de la reforma. Con las encuestas mayoritariamente en contra, se juegan su escaño. Ha prevalecido el voto en conciencia que reclamaba Obama: hacer lo que es correcto, votar por el pueblo americano y no por los intereses particulares. Descartando el pragmatismo posibilista de "Rahmbo", la ambición a la baja que paga el trapicheo de Chicago, Lobo. Aunque el resultado final no esté libre de pecado.

Clay Bennett, Chattanooga Times

Hacer lo moralmente correcto no garantiza el éxito. Pero el triunfo siempre es simpático
. Obama sale reforzado de esta contienda en la que ha empeñado todo su capital político. Ha demostrado su liderazgo. Ha sido capaz de disciplinar sus filas con la ayuda inestimable de la speaker Nancy Pelosi. A la vista de todo el mundo. De puertas adentro, es la primera promesa electoral, digna de tal nombre, que cumple. Los ciudadanos ya pueden saborear el cambio y Obama encarar otros desafíos.

Inmediatos como la reforma financiera para meter en cintura a Wall Street, y más lejanos como el recorte de emisiones de CO2 o la reforma de la inmigración. De puertas afuera, Obama sube un peldaño importante. Ahora tiene más empaque para lidiar con amigos y enemigos: con la amenaza proteccionista que puede acarrear China y su divisa; con las discrepancias europeas sobre Afganistán, CDS y hedge funds; con el desafío nuclear iraní; con la reducción de arsenales con Rusia; con la insolencia de Israel y sus asentamientos. La primera prueba es este martes. Se verá con Benjamin Netanyahu.

Pat Bagley, Salt Lake Tribune, Utah

Hacer Historia

"Este fin de semana vamos a hacer algo histórico" ha dicho Obama en la George Mason University, Virginia. "Yes we can", rugía el público. Este domingo se vota la reforma sanitaria en la Cámara de Representantes. Este viernes todavía no están asegurados los 216 votos precisos. Pero los vientos del Capitolio traen esperanza. Uno a uno, los diputados van declarando en público su apoyo a la ley. Y los senadores. Porque la "speaker" Nancy Pelosi ha asegurado que cuando vayan a votar en la Cámara Baja, estará garantizado el apoyo en la Alta.

Este fin de semana haremos historia. Una vez más en Camelot, donde hasta las nevadas no tienen precedente. Pero esta vez será distinto. Será Historia con mayúsculas. Y no sólo porque Obama conseguirá aquello en lo que todos sus predecesores desde Teddy Roosevelt fracasaron: reformar la Sanidad en la única democracia desarrollada que se la niega a un sexto de su población; acabar con los abusos de una industria que rechaza a las personas por su historial médico y cancela la poliza a los clientes cuando entran en urgencias, por la letra pequeña, condenándoles a la bancarrota.

A mi juicio, hay algo igual o más trascendente. En estos tiempos de Realpolitik, cuando el pragmatismo se impone a los ideales, cuando la decepción y el desengaño nos amargan la esperanza, cuando el dinero y los intereses particulares enturbian los entresijos del poder, hay un hombre que se desmarca. Obama no necesita esta reforma personalmente: cuando se retire tendrá dinero de sobra para pagarse el mejor seguro médico. Y sin embargo, el Presidente 44 ha apostado todo su capital político en el proyecto. Contra viento y marea. A pesar de las encuestas. A pesar de las prioridades o la crisis económica. Fajando las puñaladas traperas de socios y aliados. Arriesgando su propia presidencia. ¿Y por qué? Porque "es lo correcto". Por principios. Porque no es posible transigir con la Injusticia. Porque para seguir siendo humano hay ocasiones en que hay que tomar partido; entre los privilegiados o el pueblo. Es raro oír esto de un político; es insólito verle dispuesto a hacerlo; es sencillamente extraordinario que lo haga. Y por eso, este fin de semana se hace Historia. En Camelot. Yes we can. Me siento orgulloso de ser testigo.

El hilo de Bibi

Benjamin "Bibi" Netanyahu es perro viejo y no da puntada sin hilo. El primer ministro de Israel sabía lo que hacía cuando se anunciaron los asentamientos judíos para humillar al vicepresidente Joe Biden. Que se enterara "por la prensa" es sencillamente increíble. Sus asesores llevaban tiempo asegurando a Washington que evitarían las provocaciones que sabotearan el proceso de paz con Palestina. Lo recuerda el ex embajador norteamericano en Israel, Martin Indyk, en un lúcido análisis.

También recuerda que no es la primera vez. Israel ya le hizo la misma jugarreta a tres secretarios de Estado: James Baker, Madeleine Albright y Condoleezza Rice. Ahora sólo ha subido el listón. Y no es casual que lo haga justo cuando Obama pasa su prueba de fuego. A día de hoy, sigue sin estar claro si tendrá los votos para sacar adelante la reforma sanitaria. Votos de sus propios congresistas, del Partido Demócrata.

John Sherffius, Dailycamera.com

Las peores puñaladas vienen de los amigos y aliados, como desarrolla el New York Times. No es un secreto. Todos estamos al corriente. Bibi tiene olfato político y huele los vientos de la capital del imperio. No tiene más que recordar lo que hizo con otro presidente, Bill Clinton. Cuando los republicanos recuperaron la mayoría parlamentaria en 1994, Netanyahu maniobró con Newt Gringrich para que el Congreso torpedeara la agenda exterior del Presidente. No es casual que vuelva a envalentonarse.

Y más cuando supera en popularidad a Obama en Israel, algo insólito y estimulante para Bibi. Es el precio del discurso del Presidente en El Cairo, de su apuesta por la fórmula "dos estados" y la congelación de los asentamientos judíos. No se puede dar gusto a las dos partes.

Y en última instancia, Bibi sabe distinguir un ladrido de una dentellada. Puede que Biden condene los asentamientos -un término muy duro en diplomacia- y puede que Merlín le llame al orden. Pero también lo hizo Albright en su momento y no pasó nada. De hecho, Clinton ha tenido que salir este martes para recordar los "lazos inquebrantables", después de que la AIPAC dijera basta. Con Israel hemos topado. Al final lo que cuenta es que Obama no puede pasar sin el apoyo judío. Dentro, lo necesita para sus reformas. Fuera, no va a darles una lección cuando todavía no se la ha cantado a Irán. A pesar de que se ha cumplido con creces el plazo y Teherán siga con su programa nuclear, la realidad es que no hay sanciones. Desde luego que Obama no va a permitir que se hagan con la bomba atómica. Pero eso también lo sabe Bibi. Pase lo que pase.

Una semana crucial

Obama se la juega esta semana a todo o nada. Si va bien, la Cámara de Representantes votará la reforma sanitaria que salió del Senado. Como muy pronto, el jueves. Pero lo más probable es que sea el sábado. Con el tiempo justo para que el Presidente estampe su firma antes de irse de gira por Australia e Indonesia. Luego, el Senado aprobaría una serie de enmiendas a través de la reconciliación presupuestaria. Los demócratas tienen mayoría suficiente en la Cámara Alta -59 escaños- y el proyecto final estaría listo antes de la pausa parlamentaria de Semana Santa. Y Obama pasará a la historia no sólo por el color de su piel sino por sus logros.

A pesar de las optimistas declaraciones que han realizado este domingo la mano derecha del Presidente, David Axelrod, y el secretario de Prensa, Robert Gibbs, lo cierto es que a esta hora, la Casa Blanca no cuenta con los 216 votos necesarios en la Cámara Baja. Eso es lo que dice James Clyburn, el congresista encargado de contarlos. Por cierto, la mayoría necesaria son ahora 216 escaños, no 218, porque hay cuatro bajas en la Cámara de Representantes.

Hay unos 40 votos indecisos, según el NYT. De ellos, 27 respaldaron la reforma el pasado mes de noviembre; 13 se opusieron. Las organizaciones que rechazan al proyecto, lideradas por las Cámaras de Comercio, se han gastado 11.000 millones de dólares sólo este mes de marzo en presionarles. En el otro lado tampoco se están quietos y para cuando llegue la votación, ambos bandos habrán invertido unos 30.000 millones en la última batalla de esta guerra.

R.J. Matson, The New York Observer

Si todo va bien, el liderazgo de Obama saldría reforzado y podría seguir adelante con su agenda política. En particular, llegaría el turno de la reforma financiera. El senador Christopher Dodd presentará su proyecto este mismo lunes. Más duro de lo previsto. Con más poder para la Reserva Federal. Esta reforma es mucho más popular entre los demócratas, porque también lo es entre las bases del partido. Y los republicanos lo tienen más difícil para oponerse, a riesgo de quedar como defensores de Wall Street ante los estadounidenses. Será una buena piedra de toque para ver si las amenazas de torpedear la legislación son algo más que retórica. Otra cosa es el proyecto para desactivar la decisión del Tribunal Supremo de levantar los límites a las empresas para que financien la campaña electoral. Veremos si consiguen sacarlo adelante antes del 4 de noviembre. Cambio climático e inmigración quedarían para después de las elecciones de mitad de mandato.

Exit



Inquietante el corto del director, David Kaplan, autor de "The Year of the Fish", y el diseñador de videojuegos, Eric Zimmerman. La idea de "Play" es familiar, con una vuelta de tuerca estilo matrioska. El desenlace -exit- es menos heroico que el de Matrix pero más realista.

Confío en que no os paséis el fin de semana atormentados por las preguntas de quién es el jugador, quién ha diseñado el juego y cuál es su propósito. "Play" forma parte de una serie, FutureStates. El futuro próximo de Camelot según varios artistas.

JihadJane

Colleen Renee LaRose es una mujer menuda, rubia, de ojos azules. Ciudadana estadounidense de 46 años residente en Filadelfia. Colleen rompe los esquemas que tenemos sobre el terrorismo islamista. Colleen es también conocida como JihadJane o Fatima LaRose. Está acusada de reclutar yihadistas en su país, Europa y el sur de Asia para realizar atentados.

AFP/Getty Images

JihadJane está detenida desde el pasado mes de octubre en Estados Unidos. Discretamente. Hasta ahora. El tiempo necesario para que los Servicios de Inteligencia ataran los cabos. Entre ellos, el plan para asesinar al caricaturista sueco, Lars Vilks. Era reo de muerte por haber dibujado a Mahoma con cuerpo de perro. Al Qaeda había puesto precio a su cabeza: 100.000 dólares por acabar con el infiel. JihadJane había reclutado a cuatro hombres y tres mujeres para cobrar la recompensa. Ya había explorado el terreno viajando a Suecia. La Policía irlandesa ha desarticulado el comando.

Fox News

La pista para detenerla no fue que firmara cheques falsos o condujera bebida sino el rastro que dejó en internet; sus pesquisas para encontrar al dibujante sueco. Pero JihadJane es una pesadilla para las Fuerzas de Seguridad por su aspecto. No tiene la piel oscura, ni lleva burka en la calle, ni es yemení. Es mujer blanca y norteamericana. No encaja en la ficha de la "guerra contra el terror". No despierta el temor de los pasajeros en un aeropuerto. Pasa inadvertida entre nosotros. Eso es lo que buscaba en sus levas. Individuos que se pudieran mover libremente por Europa. Sin llamar la atención. "Desesperados por ayudar a los musulmanes que sufren". Menudo angelito. Al menos sirve para revisar los estereotipos.

Oscar de penalti

La Academia de Hollywood se ha cubierto de gloria: ha humillado a "Avatar", ha ninguneado a "Up in the Air" y ha vuelto a dar la espalda a Meryl Streep. La gala de los Oscar ha sido como un partido de fútbol entre el Madrid y el Barça. Todos -bueno, casi todos- están de acuerdo en que son los mejores equipos. El campo, dividido por la mitad, jalea a su favorito. Y al final, gana el más flojo de penalti por una falta que no existió.

No es extraño. El árbitro estaba vendido. Los actores son los que votan y le han visto las orejas al lobo. "Avatar" pasa casi por completo de ellos, y antes de consagrar a quién les envía al paro, han preferido elevar a los altares a "En Tierra Hostil". Y si es la primera mujer que recibe el Oscar a la mejor dirección, pues miel sobre hojuelas. Aunque no sé que tiene que ver el sexo con la calidad cinematográfica. Cuando vi la película por primera vez me supo a coz. Brutal. Un retrato poco riguroso de la guerra pero efectivo. Para el paladar de la crítica, se entiende. Debo ser de los pocos que la ha visto dos veces. Y el segundo pase despoja de artificio una cinta que es aburrida. No conseguí terminarla. Sin adrenalina, queda el vacío.

Lo que me sorprende es el grado de animadversión contra "Avatar". Hasta le han birlado algunos premios técnicos. Con escarnio. Un delirante Ben Stiller de azul y chasquidos Na'vi entregaba el mejor maquillaje a Star Treck. Al final me recuerda la acogida de "La Guerra de las Galaxias". Los críticos de entonces la pusieron a parir. Una generación después, sus hijos la han elevado a la categoría de clásico.

Así que me fui a la cama cabreado como un culé. Como George Clooney, que se pasó la gala con cara de malas pulgas. Sabía lo que se avecinaba: eligieron mejor actor a Jeff Bridges. Con este reconocimiento a destiempo, el galán no estaba para reír las gracias de los presentadores. Cuestión de práctica. Meryl Streep lleva unas cuantas y sabe mantener el tipo. Todo el teatro Kodak estaba de acuerdo en que es la mejor. Su interpretación en Julie & Julia es soberbia, como siempre. Y sin embargo, la Academia decidió darle el Oscar a la inexpresiva Sandra Bullock. Otra broma de mal gusto, aunque fuera la mejor vestida de la noche. La alfombra roja lució en plata.

Sabor amargo para una gala sosa. Musicales insípidos, montajes de carril y discursos breves en general pero no lo suficiente para mantener el ritmo. Lo mejor, la introducción de la pareja presentadora. Steve Martin y Alec Baldwin hicieron reír, aunque la gracia se pierda en la traducción simultánea. No los gestos, que son universales. Christoph Waltz se llevó el Oscar por su papel de coronel nazi a la caza de judíos. Los presentadores lo recordaron abriendo ostentosamente los brazos de par en par, como diciendo "aquí los tienes". Hollywood está lleno de ellos y Waltz los ha encontrado. La fórmula para hacerlo está tan manida que da asco.

Gabriel Herrero


Los periodistas tenemos que contestar al menos cinco preguntas: Qué, Quién, Dónde, Cuándo y Por qué. La última es mi favorita.
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