Main Street 1 - Wall Street 0

Main Street es el término que utilizan en Camelot para referirse a la gente común, al ciudadano de a pie, tanto los trabajadores como los pequeños empresarios. Se suele usar como contraposición a Wall Street, el poder financiero, la élite ajena a los valores tradicionales del trabajo duro, la responsabilidad y la solidaridad. Pues bien, este jueves 20 de mayo, madrugada del viernes 21 en España, Main Street le ha doblado el pulso a Wall Street.

El Senado de EE.UU. ha aprobado el mayor cambio en las reglas de juego financiero desde la Gran Depresión. Una reforma que restringe las practicas arriesgadas e irresponsables que nos han conducido a la peor crisis económica en generaciones. Una reforma que limita el tamaño de los gigantes que se han atrevido a desafiar y poner en jaque a los gobiernos de medio mundo. Una reforma que refuerza la protección del consumidor y la supervisión del Estado. Anticipa la segunda gran victoria política de Obama. Como si los demás no ganáramos. "Os hemos dado una república", decía Benjamin Franklin, "veremos si sois capaces de conservarla". Hoy, Camelot ha dado un paso de gigante para proteger sus propios cimientos.

No ha sido fácil ni rápido. Han hecho falta casi dos años para llegar a este punto. Tras la caída de Lehman Brothers, los gobiernos se apresuraron a enterrar billones para salvar el sistema financiero. Se endeudaron hasta las cejas para sacar a la economía de su colapso. Pero no atajaron el mal de raíz. Dejaron indemnes los excesos, la codicia y la locura que nos habían conducido al desastre. De aquellos polvos estos lodos. Los rescatados, una vez fuertes, se revolvieron y mordieron la mano que les había ayudado. Y atacaron sin piedad, sin razón, sin freno. El argumento: la misma deuda que ellos habían provocado. Los mismos que han intentado torpedear el cambio a base de sobornos y presiones. En balde.

Esta reforma es la primera que pone negro sobre blanco los cortafuegos y cortapisas. No está completa. Tengo el habano de la victoria, pero no lo prenderé hasta que la firme Obama. Será en unas semanas. Falta armonizarla con la versión que aprobó la Cámara de Representantes. Son similares en lo fundamental. Difieren en ese fondo de rescate a cargo de los bancos, para que el contribuyente no tenga que volver a pagar los platos ratos. Y también en la principal novedad: el Senado ha decidido despojar a los grandes bancos, como Goldman Sachs, de su negocio de derivados. Esas armas de destrucción masiva, que decía Warren Buffett. No por nada, ayer jueves Wall Street perdía casi un 4%. Les han arrancado los colmillos. Y salga lo que salga, es el pistoletazo de salida. A diferencia de la reforma sanitaria, ésta nos afecta a todos. Es también el toque de atención para que Europa haga los deberes. Merkel ya está en ello. Y arrastrará al resto de sus socios. La cumbre del G20 en Toronto será decisiva para imponerlo a escala planetaria. La que funciona. Allí estaré. Será mi despedida.

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PS. Hoy os puedo servir esta maravilla como Dios manda gracias a Lobo. Cómo dice Gene Kelly al principio de la secuencia, "desde dónde estoy, el sol luce por todas partes". Aunque caigan chuzos de punta. Es lo que tiene la felicidad.

Feliz


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Soy feliz (sólo podéis verlo pinchando en el link, no deja incrustarlo en el blog). Y no me importa lo más mínimo si me perdonan o no los muertos de mi felicidad.

Las dos caras de la contraofensiva

Se avecina una semana interesante. Tendremos oportunidad de ver hasta qué punto va en serio la reforma del sistema financiero. A uno y otro lado del Atlántico. En Europa, se votará el endurecimiento de las reglas de juego para los hedge funds, y en Londres, el flamante gobierno estudia la duplicación del impuesto sobre las ganancias de capital para las primas de los ejecutivos de la City. En Camelot, el Senado votará, si Dios quiere, el proyecto de reforma financiera. De salir adelante, entraría en la fase final: sólo faltaría armonizarlo con el texto de la Cámara de Representantes y estará listo para la firma de Obama. Probablemente en junio.

Me gustaría explicar cómo quedará. Pero no está claro. Puede haber cambios de calado en las próximas semanas. Sólo un ejemplo: la regulación de los derivados financieros. Aprobada la propuesta de la senadora por Arkansas , la demócrata Blanche Lincoln, los grandes bancos de inversión -Goldman Sachs, JP Morgan, Bank of America, City Group y Wells Fargo monopolizan el 90% de este mercado- tendrán que desprenderse de los departamentos que comercian con estas armas de destrucción masiva. A quedarse sin garras, en castizo. Además, los derivados se contratarían en cámaras de compensación, a la luz pública y con garantías frente a pérdidas. No es extraño que Wall Street esté nerviosa y despliegue sus lobbies en un último intento de frenar el hachazo.

R.J. Matson, The New York Observer

En el frente judicial, la contraofensiva también avanza. Puede que algunos se rían al saber que el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, -nacido en Minnesota, por cierto- estudia demandar a los bancos de inversión que contribuyeron a engordar la deuda helena. La sonrisa se les helará al saber que las acciones de Moody's se desplomaron un 12% hace una semana. Se hizo público que la famosa agencia de rating había recibido un aviso de la SEC de que podría ser demandada por "declaraciones falsas y engañosas". Que inflaron sus calificaciones, vamos. En 2007. Ahora hacen lo contrario.

Esto de las demandas tiene empaque, como las calificaciones de deuda, que aquí podemos jugar todos. Un banco no puede hacer negocio con semejante espada encima. Mina su principal activo: la confianza. La SEC ya ha demandado, por lo civil, a Goldman Sachs. Pero puede ampliar el proceso a otros siete bancos. La Fiscalía baraja abrir la vía penal, que hace más daño todavía. Visto el panorama, los bancos ya estudian la posibilidad de llegar a un acuerdo. Indemnizar a los perjudicados a cambio de que se retiren las demandas.

Y por último, la segunda cara, la real, no el espejismo financiero. Camelot se cae del guindo y comprende que la crisis del euro puede llevarse por delante no sólo la recuperación en EE.UU. sino la economía mundial. Y no me refiero a que la bajada del euro les estrangule las exportaciones. Por cierto, visto desde nuestro lado, la caída de la moneda única es una auténtica bendición. La maldición común es la sequía de crédito que ha vuelto a desatar la crisis. Demuestra la conexión global y ahoga la financiación de empresas y familias. Y eso es real. Tan real como que el ataque de los especuladores ha puesto a la vista nuestras vergüenzas. El informe del grupo de sabios hace el inventario. No puedo estar más de acuerdo.

DEFCON 2

Parte de guerra. Cuatro muertos en Grecia, una de las víctimas estaba embarazada. Portugal presta dinero a Atenas a un tipo más bajo, 5%, que el que tiene que pagar para financiar su propia deuda, 6,26%. España no llega a tanto, 4,44%, pero el castigo se comerá prácticamente la subida del IVA, dilapidando el sacrificio de los consumidores. Ante el ataque de la "manada de lobos", en palabras del ministro sueco de Finanzas, Anders Borg, Europa decide elevar la defensa a DEFCON 2. Nunca se había llegado tan lejos.

Redondeando: la eurozona y el FMI ponen un billón, con B, de dólares para financiar la deuda pública de sus miembros si llega el caso. Lo pongo en dólares para subrayar que es un 40% más que el plan de rescate financiero aprobado por el Congreso de EE.UU. cuando cayó Lehman Brothers. Y al igual que entonces, sólo es la mitad de la estrategia. La parte más contundente viene de la mano del Banco Central Europeo. El BCE intervendrá en el mercado secundario de deuda pública y privada. Por si todavía quedaba alguna duda, la autoridad monetaria está dispuesta a usar el botón nuclear. Imprimirá todo el dinero que haga falta para comprar los bonos y letras de los países miembros y de sus bancos. Dispone del suficiente músculo para atajar el ataque de los especuladores. La financiación de los gobiernos queda asegurada.

En Camelot, la Fed respalda la decisión del BCE. Obama habla con Merkel y Sarkozy y avala los pasos dados. Pero este domingo, los mainstream media seguían con la matraca Grecia-Portugal-España. Aunque los especialistas ya introducen matices. Hasta ahora, miraban con espléndido aislamiento la crisis del euro. Al fin y al cabo, el flujo de capital se desviaba a EE.UU. y abarataba el coste de su deuda pública. La realidad les ha hecho caer del guindo. Las consecuencias del ataque son globales. Las emisiones de bonos empresariales se han desplomado; no hay compradores. El Libor, el tipo que pagan los bancos por préstamos a tres meses, alcanzaba el viernes el 0,428%, una subida de 8 puntos básicos en una semana, la mayor desde la caída de Lehman. Y el barómetro que mide las reticencias de los bancos a prestarse entre ellos, el Libor-OIS, se ha triplicado en apenas dos meses. En pocas palabras, como avisaba el FMI, la crisis del euro podía secar el crédito en los mercados mundiales. Vuelta al mismo punto que hace dos años. Todos los esfuerzos y sacrificios en balde. Para nada.

Ya veremos, la guerra no ha terminado. A estas horas, los mercados asiáticos suben, igual que el euro. DEFCON 2 es algo muy serio. Pero no basta para derrotar al enemigo. Los romanos acuñaron una locución para identificar al culpable: Cui prodest; quién se beneficia. Alguien tiene que explicar quién soltó el bulo la semana pasada de que España negociaba un rescate de 286.000 euros y que la agencia de rating Fitch iba a bajar nuestra calificación. El listillo lo hizo justo antes de dar órdenes de venta sobre deuda española. Alguien tiene que explicar quién detonó la caída de mil puntos en Wall Street en un cuarto de hora el pasado jueves. Hubo sorprendentes movimientos en Chicago a costa de futuros sobre el S&P. Y como sospecho que es difícil demostrar que hicieran algo ilegal, recurro a otro latinajo: Carthago delenda est. Como Catón el Viejo, soy de la opinión que hay que cortarles las garras de una vez por todas. Con una reforma financiera en serio. Y pienso repetirlo al final de cada post.

Giros

Empezamos la semana con dos giros notables: el del euro y el de la inmigración en EE.UU. Por partes. Detrás del rescate de 110.000 millones de euros para Atenas, hay otra medida tanto o más importante. El Banco Central Europeo aceptará la deuda griega como garantía para sus préstamos. ¡Guau! La decisión de Trichet -no es sólo suya, desde luego, cuenta con el bundes nihil obstat- es el aval más contundente de que esto va en serio. Tiene dos virtudes. La primera desarma el torpedo nuclear que lanzó S&P. Los bancos europeos, especialmente los franceses y alemanes, no tendrán que contabilizar como pérdidas sus bonos-basura griegos. Siguen siendo líquidos.

Pero además, es una muestra de poderío. El BCE dará a la máquina de imprimir dinero. El gobierno griego emite deuda a interés muy jugoso, se la compran los bancos, los bancos la depositan como garantía en Frankfurt y reciben a cambio dinero fresco a tipos más bajos. Negocio redondo para las entidades. Miles de millones de euros nuevos en el sistema. Así es como se hace. La política monetaria es nuestra. Que se fastidien los especuladores. El brutal plan de ajuste impuesto a Grecia es el contrapeso para que no se dispare la inflación. El sine qua non de la ortodoxia. Un apunte al hilo de las recortadas barbas del vecino: el pacto social funciona en los dos sentidos. Si se exige a los ciudadanos que acepten recortes en sus salarios, pensiones y empleos, es imprescindible también meter en cintura a los responsables de la crisis. El tiempo se agota. La inacción de los gobiernos abona el terreno a los partidos de extrema derecha.

Mike Keefe, The Denver Post

El segundo giro lo tomo de una persona que ha seguido durante años las cuestiones de inmigración. Teorema: cuando una sociedad debate la inmigración irregular, gira a la derecha. Y añado un corolario: el giro es más pronunciado cuanto mayor sea la crisis económica que sufre esa sociedad. Los dos ilustran la polémica que se ha montado a cuenta de la ley de inmigración aprobada en Arizona. Sí, esa que ha desatado las críticas porque permitía interrogar y detener a una persona sólo por su aspecto. Observad el pasado en que conjugo el verbo. Algunas puntualizaciones. La ley ha sido aprobada por la mayoría republicana en el Congreso de Arizona y firmada por su gobernadora. Cuenta con el respaldo del 70% de la población del Estado. Y ha sido retocada el pasado viernes para pulir sus aspectos claramente inconstitucionales. Ahora, la Policía ya no podrá interrogar a una persona porque "les parezca razonablemente sospechosa". Ya no basta el color de su piel -obviamente era el moreno-. Es preciso que esté infringiendo otra ley, no la de inmigración.

No soy abogado. No sé si basta el retoque. Algunos grupos preparan peticiones de referéndum y ya las han amoldado a los cambios introducidos. Si prosperan, la ley quedaría paralizada durante un mínimo de dos años. Además, el Fiscal General, Eric Holder, estudia impugnar el texto porque invade las competencias federales. La inmigración lo es. Pero también es cierto otros estados como Ohio, Maryland o Nebraska estudian seguir el camino abierto por Arizona. El problema es la inacción del gobierno central. Obama prometió en campaña una reforma migratoria. Está estancada en el Congreso. Y los demócratas no tienen ganas de impulsarla antes de las elecciones de noviembre. Esta cuestión es una mina anticarro en campaña. Por el teorema.

Tuve ocasión de comprobarlo este fin de semana. Varios centenares de hispanos se manifestaron frente a la Casa Blanca por la reforma migratoria, la reagrupación de sus familias y en contra de las deportaciones. Fue una concentración modesta, frente a los 50.000 de Los Ángeles. Pero lo que más me llamó la atención fue la reacción del público norteamericano; en su mayoría, turistas. No se percibía ninguna simpatía. La respuesta más suave fue "tengo sentimientos encontrados sobre la inmigración". La más culta me la dio Simon, de Pennsylvania. "El problema es el paro, que es del 17%, y no el 10% que dicen las autoridades". Un hombre informado. "La gente rechaza al inmigrante -latino- porque compite por sus puestos de trabajo y no hay suficientes", añade. Ya, pero le pregunto si no cree que la ley de Arizona criminaliza a los inmigrantes. "¿Criminalizar? la inmigración irregular es un delito en este país, ¿en España es diferente?".

Cortar por lo sano II

Hay que cortar por lo sano. Como con el chapapote. La marea negra ya ha tocado la costa de Luisiana y amenaza otros cuatro estados del Golfo de México. Estados Unidos se ha movilizado para atajar la peor catástrofe medioambiental desde el Exxon Valdez. De momento, ni las barreras ni los incendios controlados ni los productos químicos han contenido la extensión de la mancha de petróleo. Y lo peor es que el crudo sigue manando a razón de 5.000 barriles al día. La boca del pozo está a 1.500 metros de profundidad. El tubo que lo conectaba a la plataforma se agita como una serpiente y suelta veneno descontrolado.

El desastre ilustra perfectamente lo que nos pasa con el sistema financiero. Sus operaciones especulativas arrasan las costas de Europa. Grecia está enfangada en el chapapote de la deuda. La marea negra de los CDS y las agencias de rating amenaza al Club Med. Los gobernadores declaran el estado de emergencia y anuncian recortes en el gasto público. Los anglosajones, que defendían las prospecciones petrolíferas frente a la costa como Obama hace un mes, se caen del guindo y empiezan a cambiar el discurso. Ellos también están en peligro. La administración central, Alemania y Francia, se sacude el estupor de diez días y por fin toma medidas para contener la catástrofe. Pero el petróleo financiero sigue manando. Y a diferencia de lo que ocurre en el Golfo de México, ni siquiera se sabe cuando se va a taponar la boca de la serpiente.


Os proponía en el último post averiguar las razones del valle de placidez en la gráfica. ¿Por qué entre 1950 y 1970 no hubo crisis financieras? En vuestra opinión se debe a la reconstrucción después de la segunda Guerra Mundial, la política de bloques de la Guerra Fría y su proteccionismo, la primacía del interés común frente al individual, la ausencia de fantasías dinerarias... O como resumía Lobo, (en la teoría de ciclos económicos de) Kondrátiev. Y todo eso es cierto. Sin embargo, es necesario pero no suficiente. Si sólo se debiera a ciclos de crecimiento y recesión, habría picos y valles en ese periodo. Más pequeños, vale, pero el trecho no sería plano. Falta un elemento esencial. Según los autores, Reinhart y Rogoff, la ausencia de crisis se debe más a "la represión de los mercados financieros locales, en diferentes grados, y al uso de controles de capital opresivos".

En otras palabras, la desregulación y la liberalización global del movimiento de capitales a partir de los años 70 han abierto la puerta a las crisis financieras. La liberalización permite que las operaciones especulativas se ejecuten a la velocidad de la luz. Literalmente. Las plagas de langosta se trasladan de un país a otro como el rayo. La desregulación quita los frenos y barreras que contenían a los "listos". Porque a pesar de lo que diga Carlomagno, hay inversores y hay especuladores en el mercado. No todos los actores cuentan con la misma información o el mismo músculo. No es lo mismo doña Paca que Goldman Sachs. No es casual que S&P rebaje la calificación a España en el momento preciso. No es gratuito que el rebaño siga la estela y se desboque en estampida porque unos azuzan el pánico.

Y tampoco es verdad que todos los activos financieros sean al fin y al cabo apuestas. Hay apuestas y apuestas. Las hay que buscan cubrirse contra posibles pérdidas en el negocio -como futuros y opciones- o las que creen en el futuro de una compañía -como las acciones-. Pero también existen las que sólo buscan sacar dinero a costa del vecino, engañándole, conscientes de que las consecuencias serán terribles para un montón de gente. Por eso mismo, la Justicia en EE.UU. baraja una demanda criminal contra Goldman Sachs. Ya dije que la civil no impedía la otra.

R.J. Matson, New York Observer

Y por todo esto, es preciso una reforma financiera ya. No sólo la de Obama. Tiene que ser planetaria. Una reforma que prohiba los derivados tóxicos, que desmantele a los gigantes cuyo tamaño compite con los gobiernos, que nacionalice a las agencias de rating, que penalice el movimiento especulativo de capitales, que recupere el dinero de los contribuyentes. Una reforma que tapone de una vez la espita de esta locura. Se acaba el tiempo.

Cortar por lo sano

Como era previsible, los republicanos no han aguantado la presión y han reculado. Finalmente, la reforma financiera de Obama se debatirá en el Senado. Los que hayáis seguido los comentarios del anterior post, sabéis por dónde iba la cosa. La estrategia de los demócratas consistía en arrinconar a la oposición con una votación de procedimiento. El resultado de la negativa de los republicanos era que quedaban ante la opinión pública como defensores de Wall Street. Basta ver el anuncio que han pergeñado los demócratas para la ocasión.

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Después de tres votaciones, la amenaza de sesión nocturna y el espectáculo del interrogatorio a los ejecutivos de Goldman Sachs en el Senado, los dos partidos han llegado a un principio de acuerdo. Habrá debate, como digo. Los republicanos podrán introducir enmiendas como es debido. Faltan muchos detalles, pero parece que se cae el fondo de 50.000 millones de dólares a cargo de las entidades financieras para evitar que los rescates corran a cuenta del contribuyente. Menos claro aún es el futuro de las "too big to fail", aquellos gigantes financieros cuya quiebra arrastraría a todo el sistema. Hay discrepancias también en la regulación de los derivados y la agencia de protección al consumidor. Es decir, falta poner negro sobre blanco todo lo importante. Pero se mueve. Y dado que en Illinois, Obama se ha mostrado satisfecho con el avance, cabe pensar que no se va a deslavazar la reforma. Era su línea roja.

Un poco de alivio pues en estos días, sacudidos por la crisis del euro, la impresentabilidad de los políticos europeos y la desfachatez de los de siempre: los bancos de inversión, las agencias de rating, los especuladores varios y asociados. Cuando me doy cuenta de que echo demasiados espumarajos por la boca, me refugio en la pureza académica. Buscar consuelo en los buenos libros me sirve de calmante. Llevo unas semanas con una joya: "This time is different", las cuatro palabras más caras de la historia de la humanidad. Está escrito por dos viejos conocidos, Carmen Reinhardt y Kenneth Rogoff. A cuenta de sus hallazgos, os propongo un juego.

El gráfico muestra en esencia la gravedad de las crisis financieras desde principios del siglo pasado. Cuantos más altos son los picos, más países están afectados y mayor es la repercusión global. El máximo se encuentra en 1932, en la Gran Depresión. En el extremo derecho, está lo que los autores llaman la Segunda Gran Contracción. Es la crisis que vivimos en estos momentos. Llama la atención el valle de placidez que se extiende entre 1950 y 1970. El desafío que os dejo es averiguar por qué. Cuáles son las razones que explican la ausencia de crisis financieras en esos años. Pista, tiene que ver con el título del post. Incentivo, quizás ahí esté la solución para salir del entuerto en el que estamos metidos.

Perder hasta la camisa

"Aquellos que apuestan que Grecia va a suspender pagos, van a perder hasta la camisa". Ojalá. Lo dijo el domingo en Washington el ministro griego de Finanzas Yorgos Papaconstantinou. Claro, que la afirmación es de parte interesada. La más débil. Algo más de confianza da que la vicepresidenta económica española, Elena Salgado, dijera que "no es una buena apuesta" la que hacen los especuladores. Más comedida, como es su estilo, menos inclinado a la declaración impactante. Pero tiene su valor: la declaración es de prestamista, España aporta casi 4.000 millones al rescate de Grecia.

Y más tranquilizador incluso es que Salgado respaldara en términos rotundos que "en absoluto" se ha barajado la reestructuración de la deuda griega. Ni en el Eurogrupo ni en el FMI. Reestructuración es el término "polite" para la suspensión de pagos. La diferencia fundamental es que se trata de un acuerdo voluntario entre prestamistas y prestatario para salvar parte de los muebles. En este caso, Grecia pagaría sus deudas pero a un plazo más largo: en vez de cinco, a 25 años. Todo tiene un precio, habría una rebaja, "haircut", en el principal.

Mucho se está hablando en Camelot de esta posibilidad. Hay razones objetivas. Grecia tiene que hacer frente a 240.000 millones de euros en el próximo lustro. 90.000 millones en intereses. Hablamos de una carga anual del 20% de su PIB. Que no es moco de pavo. Según el economista Carl Weinberg, muy citado este fin de semana en los medios alemanes, la ayuda del Eurogrupo y el FMI no será suficiente y Atenas no tiene otra que suspender pagos y reestructurar su deuda. El NYT respalda la hipótesis.

Lo cierto es que los mercados -¿quiénes son los mercados, quiénes están detrás de los siete puntos porcentuales que cuesta este lunes la prima de riesgo?- siguen el ataque contra Grecia y hacen caso omiso de la advertencia de su ministro de Finanzas. No en balde, el principal pagano del rescate, Alemania, marea la perdiz sobre si se ayuda o no a Atenas. Y Francia se suma a las dudas. Y así no se puede. Es cierto que hay elecciones en Renania-Westfalia el próximo 9 de marzo. Y tanto la población germana como el socio de coalición en el Gobierno rechazan conceder la ayuda y piden expulsar a Grecia de la eurozona. Como si eso solucionara el problema. Los bancos alemanes son los principales interesados en arreglar el entuerto. Si Atenas cae, se desataría otra crisis financiera en Europa. Tan seguro como la muerte y los impuestos.

Pero antes de doblar las campanas por nuestro euro, conviene recordar algunos hechos. Uno, el plan de ajuste que ha presentado Grecia no es creíble. Sus previsiones de ingresos no son realistas, y menos con la recesión que inevitablemente van a sufrir. Es preciso más recorte en los gastos públicos. En particular, en Seguridad Social. Y eso duele. Por mucho que el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, les diga a los griegos que no deben temer la intervención del Fondo. La medicina va a ser de caballo. Y hasta que el FMI no vea las cuentas claras en Atenas, no dará luz verde al rescate y el Gobierno alemán no se jugará el cuello ante sus electores. En todo caso, Strauss-Kahn ha dicho que el rescate llegará a tiempo. Esto es, a mediados de mayo, antes de que venza la primera tacada de eurobonos. Dos, los 45.000 millones que van a poner el FMI y el Eurogrupo son sólo el primer año. El rescate es a tres. Y según Salgado, están estudiando publicar la cifra total. Es más que una gota en un vaso de agua. Será "absolutamente suficiente" para las necesidades de financiación de Grecia. Y no me cabe duda que los gobiernos que la aportan gozarán de absoluta preferencia en el cobro.

Y tres. Si los especuladores se juegan la camisa, la eurozona arriesga la hacienda. Si cae Grecia, los tiburones querrán más sangre. Irán por el resto. Portugal está en parrilla. Pero también Italia, España, Irlanda y, ojo, Reino Unido. La debacle bancaria arrastraría a Francia y Alemania. El euro saltaría en pedazos. El sueño europeo, al garete. Como un hormiguero pisoteado. Esto no es sólo economía. El problema, como la solución, pasa por la credibilidad, y eso está en manos políticas. En cambio, si se salva a Grecia, las pérdidas para los tiburones serían de órdago y se les quitarían las ganas de intentarlo de nuevo. La puntilla la daría la reforma financiera de Obama, que impulsará reglas similares al otro lado del Atlántico. Como dijo Geithner, que de pequeño sólo tiene la estatura física, "nos movemos, y confío en que el resto del mundo se mueva con nosotros". Estamos en un momento crucial. Nos jugamos mucho más que la camisa. Es la guerra.

La reforma financiera, en capilla

Obama ha dado este jueves el penúltimo empujón a la reforma financiera . Lo ha hecho a pocas manzanas de Wall Street. Ha denunciado los "furiosos esfuerzos" de sus lobbies para descafeinarla o simplemente derribarla. Pero a pesar de los tejemanejes de esta panda de "bandidos", el proyecto enfila su recta final. El Presidente ha bajado a la arena política, como ya hiciera con la reforma sanitaria. Es la señal. El pistoletazo de salida.

Y no es moco de pavo. La reforma promete proteger al consumidor, de los engaños y de su propia temeridad. Sacará a la luz pública y meterá en cintura las armas financieras de destrucción masiva, en palabras de Warren Buffett, el Oráculo de Omaha. Esos derivados financieros como los CDS o los CDO que se han usado insensatamente como apuestas de casino. Limitará el tamaño de los gigantes como Goldman Sachs, JP Morgan o Citigroup. Y sobre todo, permitirá desmantelarlos sin que su quiebra arrastre al resto y el contribuyente vuelva a pagar los platos rotos. Y sí, da más poder a los reguladores y pone coto a las escandalosas primas de los ejecutivos.

Pat Bagley, Salt Lake Tribune

Habrá que ver cómo queda esto negro sobre blanco. Faltan muchos detalles. Hay una versión aprobada por la Cámara de Representantes. La semana que viene, el pleno del Senado debatirá su propio proyecto. Y como ambos son diferentes, habrá que armonizarlos. Igual que en la reforma sanitaria. Con dos novedades importantes. En primer lugar, la oposición republicana hace aguas. Un senador se desmarcó el miércoles de su partido y respaldó el endurecimiento del mercado de derivados. No es el único. La mayoría de la opinión pública en EE.UU. apoya claramente la reforma. Y hay elecciones en noviembre. Tonterías, las justas.

John Sherffius, Da¡lycamera.com

Además, la administración Obama ha aprendido la lección del pasado verano. Esta vez no se han dejado colar las mentiras y propaganda. Han respondido con prontitud. Y manejan los tiempos con maestría. Ahí está la demanda contra Goldman Sachs, para reavivar el recuerdo de lo que nos jugamos. Ahí está el aviso a otros navegantes. No es extraño pues que el secretario del Tesoro, el pequeño Tim, se crezca en la ABC y diga que confía absolutamente en que la reforma saldrá adelante.

Quizás "demasiado pronto", como ha lamentado el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn. No se trata de que defienda a los especuladores sino que refleja una preocupación más que razonable. Algunas de las medidas que contempla la reforma deben ser adoptadas por todo el mundo para que sean eficaces. De nada vale imponer en EE.UU. cámaras de compensación y garantías para los derivados financieros si Gran Bretaña hace caso omiso. De nada sirve imponer tasas a los bancos para nutrir un fondo de rescate si la eurozona no sigue el ejemplo. Los avispados buscarán refugio en otros puertos y volverán a jugar con sus virus.

Morin, Miami Herald

Las nuevas riendas han de ser mundiales. Pero en contra de Strauss-Kahn, opino que alguien ha de ser el primero en abrir brecha y predicar con hechos. En caso contrario, la reforma se eternizaría, como suele pasar. Ya es demasiado tarde para Grecia. Mejor dejar claro que esto va en serio. Camelot puede tener su ley antes del verano. Sería ideal que la cumbre de Toronto la extendiera urbi et orbi. Como dijo Benjamin Franklin: "os hemos dado una república, ahora veremos si sois capaces de conservarla".

Toles y la cadena de estúpidos, Washington Post

Los cenizos venden más

A veces me llevan los demonios. No puedo evitarlo. Pero me asombra ver cómo se cuecen las noticias. El FMI publica su informe de Estabilidad Financiera. Destaca que "se han atenuado los riesgos para la estabilidad financiera mundial" y que "la salud del sistema bancario está mejorando". Advierte que la amenaza es ahora la solvencia de los gobiernos. Matiza que Grecia es un caso aislado. Recomienda que se presenten "planes de consolidación fiscal creíbles para el público". En resumen: vamos mejor y hay que ir pensando en cómo retirar los estímulos fiscales.

Y sin embargo, los titulares en España tiran por otro lado. Destacan el peor escenario imaginable. Si las cosas fueran rematadamente mal, el Fondo conjetura que la banca necesitaría 22.000 millones para salir del bache. Da igual que para ello, el paro tuviera que superar el 24%. Algo que está muy, muy, lejos de las previsiones del FMI. Da igual que si se conjurarán todos los demonios, haya dinero de sobra para enjugar las pérdidas: el Fondo de Reestructuración Bancaria, el FROB, tiene cuatro veces más de lo necesario. Da igual que el FMI subraye que el sector bancario español ha capeado bien el temporal y saldrá sin dificultades. Sensiblemente mejor que los estadounidenses o los alemanes. Los medios rechazan lo más probable y elevan a categoría de noticia lo más improbable.

Se prefiere la peor conjetura a la previsión fundada. Venden más los cenizos. Da gusto sembrar la alarma gratuita, alentar el pesimismo, generar más desconfianza, especular con la debacle. Justo lo contrario de lo que necesitamos para reanimar el consumo e impulsar a los emprendedores. Quizás eso explique, en parte, porque España tarda más en salir de la crisis. Parece que nos encanta tirar piedras contra nuestro propio tejado. Y si no las encontramos, las fabricamos.

Gabriel Herrero


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