De la identidad nacional al urbanismo
La reacción de
La reacción de
“Domenech es el entrenador más inútil del fútbol francés desde Luis XVI", ha dicho Eric Cantona. Lo de montar la guillotina en
“El presidente es responsable ante el pueblo, no ante el Parlamento”. Este argumento y el de la separación de poderes han permitido al presidente de
Ese es el lema que ha llevado a la periodista Françoise Degois, de cubrir para France Inter la información sobre el partido socialista, a enrolarse en el equipo de Ségolène Royal como consejera especial para políticas de civilización. Le pasó a Catherine Pégard, de Le Point, con Sarkozy, quien la captó para el Elíseo. François Hollande se divorció de Ségolène Royal por la periodista de Paris Match Valérie Trierweiler, que hacía exactamente las mismas funciones que sus colegas. No sé a ustedes, a mí esta promiscuidad me parece penosa.
Carla Bruni confirma que Woody Allen le ha pedido hacer una película: “No puedo perder una ocasión como esta en mi vida. Cuando sea abuela, me gustaría haber hecho una película con Woody Allen. Una ocasión francamente fantástica”. Podrían reprochársele quizás otras cosas, pero no cogerlas al vuelo.
La inconclusa frase de Chirac no es racista. Denota el choque mental aún no asimilado que se sigue produciendo en Francia cuando un negro o alguien de aspecto magrebí dice que es del pueblo de al lado. Mediando traducción, la confidencia es esta: “En mi opinión, no es nacido del todo... nativo...” Y se calla, porque se da cuenta de que se ha metido en un jardín. El remate lo da el alcalde de Burdeos, Alain Juppé, tratando de echarle un capote: “Desde luego no es de Corrèze” (la circunscripción de Chirac). El tema no digerido aún por las tripas de muchos franceses blancos es que podría ser de Corrèze y de Burdeos.
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El legado de Sarkozy será el Gran París, un proyecto mastodóntico para 2025 en el que, solo el metro automático de
Amelie (Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain) es la película de la década para los lectores de Le Figaro. La inexistente Francia de celofán que refleja empieza por su escenario principal, el Café des 2 moulins del barrio de Montmartre, cuyo paisaje humano real es bastante más mestizo de lo que refleja este filme de blancos. Y luego está el buenismo de Amélie, por otro lado, tan bien encarnado por Audrey Tautou. La fábula moderna vende nobles sentimientos y aspiraciones, porque la realidad da para lo que da. Por lo menos, aquí en Francia.
El azote al niño apasiona. Bernadette Chirac sostiene que un “buen bofetón” a un niño odioso no le hará mal. Aurélie Filipetti sugiere que « quizá habría que establecerlo en el PSF », refiriéndose al correctivo que en su opinión merece Ségolène Royal. Hay una proposición de la diputada Edwige Antier (UMP) para proscribirlo. Una encuesta de Ouest France indica que el 82% de los franceses rechaza la idea. El 67% admite habérselo dado a su hijo en algún momento. El azote es más bien de derechas y tiene como virtud el aprendizaje de la autoridad. El 45% lo piensa así (60% de derechas, 38% de izquierdas).
Incluso en Francia, muchos editorialistas coinciden en que el nuevo presidente « florero » europeo, Herman Van Rompuy, conviene a los « dirigentes preocupados por su ego »,