El tamaño es el mensaje
Observen el cartel publicitario que lucen algunas marquesinas de París. La sutileza de las emociones y las aspiraciones poéticas sensibleras que suele gastarse la publicidad de perfumes salta aquí por los aires. A los publicitarios les debe pedir el cuerpo desmarcarse de la corriente de vez en cuando buscando dar la campanada. Este es un ejemplo. Ya no la sugerencia delicada al amor carnal, sino la alusión más basta al sexo, masculino, por más señas. Y, ¿qué decir del tamaño? El frasco pequeño tampoco vale ya para las esencias, sino el botellón. Hay que reconocer que si la talla del frasquito fuera real, el resultado sería otro.