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La diagnosis y la magnesia

Un indignado Michel Barnier, comisario europeo de Mercado Interior, ha comentado el papel de las agencias de notación en la degradación de la deuda portuguesa: "Se equivocaron espectacularmente en un pasado reciente. Siguieron el mercado, en vez de diagnosticar problemas". Tres años no son nada. Estamos donde estábamos. Las agencias avalaron con su enorme triple AAA la porquería humeante de las subprime, expelidas por un capitalismo de casino inspirado en el timo de la estampita. Pero con estilo. Ganaron dinero y fue bueno. Otros se arruinaron. Luego invitaron a desconfiar de los Estados endeudados y entrampados en el mecanismo infernal de aumentar la montaña de deuda para caer sobre más mullido. Y ganaron dinero. Y fue bueno. Otros se arruinaron. Y ustedes quieren que, encima, diagnostiquen problemas. Como diría un Unamuno de hoy en día: "Que diagnostiquen ellos".

4 Comentarios

Diagnostico a medida de las agencias, que pintan estas agencias dando/quitando categorías como si fuese un intercambio de cromos. Si en el pasado sobrevivió la especie humana sin ellas, a quién interesa todo éste Monopoly de bandoleros nueva hornada?


No sé si, los de las agencias, son bandoleros, como comenta Alba, pero me da que detrás de lo que dicen o callan esas tres americanas puede haber algún -quizás avieso- interés.

Estoy de acuerdo con Alba.
Yo me solidirazo con los portugueses del montón,las víctimas de los iluminados de las agencias y similar, esos que vienen en furgogonetas todos los días a Galicia a ganaar un par de maravedís.De sol a sombra, Y siguen con estilo, ese idioma tan dulce y a unos pasos, su magnífico bacalao y demás gastronomia.
Yo un poco portuguesa me siento, que menos, es como nos llaman los de Coruña a los del sur de Galicia. Besoss

¿Capitalismo? ¿Casino? Creo que vienen a por mi dinero y no tengo con qué defenderlo.

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Luis Miguel Úbeda


Luis Miguel Úbeda, veterano periodista de Radio Nacional, es corresponsal de esta emisora en París. Desde allí escribe esta Bitácora, un blog construido con entradas informativas de la actualidad francesa, muy sugestiva para un observador extranjero cuya función es precisamente servir de intérprete a los que están fuera. El encuentro con lo ajeno produce también saludables interrogaciones sobre lo propio, perspectivas más relativas, menos dramáticas y emocionales.
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