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Primarias

El PSF concluye hoy el plazo de candidaturas para sus primarias, despejada la incógnita DSK, que sigue en Nueva York acusado de un crimen que no cometió, como El Fugitivo. Incorpora esta elección del 9 de octubre algo inédito en Francia: cualquier elector puede votar con tal de firmar un documento identificándose con los valores de izquierda y pagar un euro. El aparato del PSF calcula que se podría llegar al millón de electores. Hay una cierta tensión entre un candidato plebiscitado por el partido y otro, por los simpatizantes. En cierto modo, la Ségolène Royal de 2007, con los miles de nuevos inscritos por 20 euros en Internet, fue una candidata más de los neófitos que del partido. O de los neófitos contra el partido. Y no salió bien. Será interesante comprobar si en esta ocasión los simpatizantes coinciden con los afiliados.

3 Comentarios

No parece que reine la armonía, los aparatos de partido, se hacen con el aparataje de nuevos inventos, viales de valores, idearios. Así mal camino toma la política aquí, allí y, aló.
Cuanta injusticia en el mundo, el fugitivo abrió la brecha de los atropellos, llegando actualmente a la élite.


Inédito en Francia y en el resto del mundo mundial, digo yo, porque -hasta donde llego- las primarias, si las hay, en los partidos se hacen con los afiliados únicamente.
Puede ser una forma de hacerse una idea de cómo está la intención de voto para las presidenciales; pero el resultado puede ser engañoso.

Las primarias tienen tradición en EEUU, donde el elector se inscribe como republicano, demócrata o independiente y tienen derecho a elegir candidato. En Europa creo que solo el PD de Italia hace algo parecido: simpatizante no afiliado.

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Luis Miguel Úbeda


Luis Miguel Úbeda, veterano periodista de Radio Nacional, es corresponsal de esta emisora en París. Desde allí escribe esta Bitácora, un blog construido con entradas informativas de la actualidad francesa, muy sugestiva para un observador extranjero cuya función es precisamente servir de intérprete a los que están fuera. El encuentro con lo ajeno produce también saludables interrogaciones sobre lo propio, perspectivas más relativas, menos dramáticas y emocionales.
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