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Dudoso honor

La Vª República no había condenado nunca a un expresidente. Jacques Chirac se lleva ese dudoso honor cuatro años después de haber expirado su mandato. Todo ha sido extraordinario en este proceso ya concluido con una sentencia a dos años de prisión en suspensión por malversación de fondos públicos en la alcaldía de París. El gran caudal de simpatía (una parte, sobrevenida al abandonar el cargo), su edad, su estado de salud, su presidencia y la lejanía de los hechos (allá a principios de los noventa), han jugado para suavizar una sentencia destinada a ser más severa, una vez comprobado que Chirac era el centro de la trama de empleos ficticios que trabajaban para su partido y los remuneraba la alcaldía de París.

5 Comentarios

O sea un caradura muy salao.

Deseando estoy que salga a la luz el honor tan cacareado.
La sal en cantidades industriales no es buena para la salud.
http://www.youtube.com/watch?v=qx4XNxHkMuc
Apocalyptica - Harmageddon

Todo extraordinario menos que pasen 20 años hasta la condena. O sea, tú dame, que luego yo ya...

La República Francesa y toda la UE, tiene en cuenta los factores mencionados, edad, estado de salud.....contexto, lejanía de los hechos juzgados. Un ex presidente y su raudal de simpatía como
Jacques Chirac no iba a ser menos beneficiado, ésto és Europa.


Para que luego digan que alguien pequeñito, el particular que mantuvo la acusación (dado que la fiscalía no ejerció la acción pública y la alcaldía de París se retiró del proceso), no puede con según qué y lleva las de perder.
Lo importante es la condena, aunque era de suponer que Chirac por su edad y por su estado de salud no ingresaría en prisión.

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Luis Miguel Úbeda


Luis Miguel Úbeda, veterano periodista de Radio Nacional, es corresponsal de esta emisora en París. Desde allí escribe esta Bitácora, un blog construido con entradas informativas de la actualidad francesa, muy sugestiva para un observador extranjero cuya función es precisamente servir de intérprete a los que están fuera. El encuentro con lo ajeno produce también saludables interrogaciones sobre lo propio, perspectivas más relativas, menos dramáticas y emocionales.
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