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Mandela

La muerte de Nelson Mandela ha sido una de esas noticias que ocupan todo el espacio y concitan una extraña unanimidad desde todos los vértices del poder global. En la blogosfera y en las redes sociales, en la prensa y los medios audiovisuales, en las declaraciones rimbombantes, el nombre de Mandela ha acaparado toda la atención y ha sido el tema predominante. Las reacciones se han sucedido desde todos los lugares del mundo. Gobiernos y líderes políticos han rivalizado en ensalzar la figura del ex-presidente surafricano. Sorprende sin embargo la escasa autocrítica de muchos países a la hora de un obituario no carente de hipocresía. Elecciones en Suráfrica de 1994

Desde esta región del mundo ese cinismo no ha sido escaso. La presidencia de Egipto, aupada al poder por el golpe militar del pasado 3 de julio, declaró 3 días de duelo nacional por la muerte  de Madiba. Pero fue incapaz de declarar ni uno solo tras la muerte de 900 egipcios, seguidores de los Hermanos Musulmanes, masacrados a mediados de agosto en la plaza cairota de Rabaa al-Adawiya. Masacre de Rabaa al-Adawiya

El gobierno de Israel se unió como todos al coro de países en la hagiografía de Mandela. Sin embargo las relaciones entre el fallecido líder surafricano y Tel Aviv no fueron buenas a causa de la ocupación de Palestina que Nelson Mandela condenó hasta sus últimos días. Mandela, que llamó al dirigente palestino Yasser Arafat "compañero de armas", no aceptó las repetidas invitaciones a visitar Israel hasta 1999, cuando pensaba que estaba cerca un acuerdo de paz que alumbraría la creación del estado palestino. No fue así.  Arafat y Madela

Nelson Mandela condenó en Estados Unidos la discriminación racista aún presente, la desigualdad económica y la injusticia social en el país de la Estatua de la Libertad. También criticó la "guerra contra el terror" de George Bush y denunció el asesinato ordenado por Barak Obama del líder yihadista Osama bin Laden sin someterle a juicio. Nunca criticó al ex-presidente cubano, Fidel Castro, ni al ejecutado presidente libio, Muammar Gadaffi. En la televisión estadounidense dijo: "Uno de los errores de los occidentales es pensar que sus enemigos deben ser nuestros enemigos." En Detroit, el emporio de la industria automovilística de Estados Unidos ahora en bancarrota, ensalzó la lucha de los sindicatos de trabajadores, cuando la moda hoy es tratar de destruirlos como se está haciendo con sus derechos.

Es bueno recordar la figura de un hombre como Nelson Mandela, símbolo de la dignidad humana, en el momento de su muerte. Así lo hizo también en estas horas su amigo el Arzobispo Emérito surafricano Desmond Tutu, que sin embargo no se olvidó de señalar las traicioneras lealtades de Mandela al final de sus días. Del mismo modo, muchos poderes mundiales y panegiristas de ocasión deberían ser mas prudentes en los adjetivos y menos oportunistas. De otro modo se puede pensar que en realidad sólo hablan de sí mismos con el pretexto del difunto.

2 Comentarios

Su artículo es muy certero. Gracias por abrirnos los ojos en medio de tanta ceguera.


Es que son/somos así, muchas veces: contradictorios, algo teatreros, .... El lado sombra les dicen a los defectillos.
Pero lo forzado (palabras, gestos), se nota, de alguna manera, y si no recordemos los caretos de Sarkozy y Hollande sentados uno al lado del otro: la tensión se cortaba, sin más. Y eso que no sabían que quien "traducía" al lenguaje de sordos es un chico enfermo, que la pudo liar gorda, gordísima.
Porque cómo se le habrá quedado el cuerpo a tanto presidente y expresidente (a más de la policía de allá y de acullá: estaría petado) al enterarse. Ahora que yo me he reído con el sucedido cantidad.
Él, Mandela, fue un buen tipo, aunque al final se le manifestara también alguna sombra.

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Miguel Molleda


Miguel Molleda Rábago es el corresponsal de Radio Nacional en Jerusalén. Periodista de amplia trayectoria profesional en Radio Nacional de España, donde ingresó por oposición en 1986, se ha especializado en relaciones internacionales y ha informado para la radio pública de los principales acontecimientos ocurridos en las postrimerías del siglo pasado y comienzos del siglo 21. Después de un breve periodo de corresponsal en Bruselas fue enviado especial en Rumanía tras la caída del Muro de Berlín. Informó desde Bucarest de la desaparición del régimen de Ceaucescu y las transformaciones que siguieron en Europa Central y Oriental.
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